Los hermanos Coen en Ave, César, con mucho desencanto e ironía respecto a la vida, terminan reflexionando sobre la naturaleza del cine como John L. Sullivan (Joel McCrea) después de un largo viaje de descenso a los infiernos y es que el cine, la fe en el cine, tiene su razón de ser porque en momentos determinados de una vida llena de complicaciones, un valle de lágrimas y sufrimiento, puede hacer volar, soñar, reír… Así los Coen, como Woody Allen en La Rosa púrpura del Cairo o en Hannah y su hermanas, encuentran cierto sentido en la vida gracias al cine, a la proyección…, tal y como ya había dejado constancia en pantalla Preston Sturges en Los viajes de Sullivan.
Bajo una apariencia de película frívola, divertida e incluso deslavazada, los Coen construyen una compleja reflexión de capas. Primero muestra un estudio de los años cincuenta a pleno rendimiento y un universo reconocible en cada una de las estancias y platós. Dota a Capitol Pictures de un espíritu y un clima determinado. El sistema de estudios a pleno rendimiento. El productor jefe moviendo los hilos desde Nueva York. El productor-hombre para todo a pie de estudio Eddie Mannix, que tiene especial cuidado en que todo funcione a la perfección, de mantener todo bajo control, sin desvío alguno…, eliminando los obstáculos que puedan irrumpir y alterar la fábrica de sueños. Las estrellas bajo contrato y sus vicisitudes: la gran estrella masculina Baird Whitlock, que va a protagonizar una historia sagrada como romano que se convierte al cristianismo; la estrella femenina DeeAnna Moran que se pega chapuzones en una piscina dando jugosos dividendos al estudio; el actor de segunda con sus westerns de clase B, Hobie Doyle, que siempre funciona, al que tratan de buscarle un cambio de rol; el gran bailarín y actor Burt Gurney de buenos musicales; el director refinado y estrella Laurence Laurentz que trata de luchar, con elegancia, contra los obstáculos… Las alimentadoras oficiales de cotilleos y leyendas (bajo control de Mannix), siempre al acecho, bajo la apariencia de unas hermanas gemelas, enemigas acérrimas, Thora y Thessaly Thacker. Y en un semisótano, aquella que hace posible la vida de los fotogramas en movimiento, la montadora C.C. Calhoun o aquellos trabajadores del cine más reivindicativos y subversivos como los guionistas (muchos de ellos formaron parte de la famosa lista negra y formaron parte los 10 de Hollywood), al margen, extraños, casi una secta…
… Y aquellos maravillosos rodajes, un viaje por distintos platós donde se fabrican los sueños. Un musical a lo Gene Kelly, una aventura acuática a lo Esther Williams, un melodrama elegante a lo Cukor, una de romanos a lo Cecil B. DeMille, William Wyler o Mervyn LeRoy o aquellos westerns de serie B protagonizados por cowboys cantantes a lo Roy Rogers. Los Coen no cambian el nombre de su protagonista Eddie Mannix que tuvo un homónimo en los estudios de la Metro (pero sí cambian su «función» y «representación» en el universo del estudio). Y sí esconde bajo otros nombres a Louellla Parsons, Hedda Hopper o Sheilah Graham, Esther Williams, George Cukor, Gene Kelly, Robert Taylor… Dejan también al descubierto cómo funcionaba la maquinaria represiva del sistema de estudios, la importancia de la publicidad (las noticias y los rumores), cómo se moldeaba la vida de los actores (y se ocultaban sus escándalos, la doble moral), así como el clima opresivo e ideológico (era la década de los 50, la guerra fría, la caza de brujas, la paranoia colectiva, el enfrentamiento capitalismo versus comunismo…).
Pero como gusta siempre a los Coen, su película Ave, César oculta una capa mitológica, simbólica, llena de significados y creencias. Si en la anterior película (pero es algo que subyace en prácticamente todas sus obras), A propósito de Llewyn Davis, veíamos un Sísifo muy especial o en O’Brother (donde también estaba el espíritu de Sturges) se recreaba un Ulises determinado o se construía un complejo sistema de creencias religiosas en Un tipo serio, Ave, César oculta un universo mítico y religioso muy interesante. Y la clave nos la va dando varias escenas, porque si la película más importante en esos momentos de Capitol estudios está siendo una especie de Quo Vadis, una historia del cristianismo en la pantalla de cine…, la propia historia de Mannix (que nos lo presenta en un confesionario y en un momento crítico de su vida profesional con tentaciones varias) y su reinado en el estudio es paralela a una historia de fe. Así los Coen pretenden recuperar la fe en el cine, con sus títeres imperfectos… pero que crean y funcionan en una fábrica de sueños. Y esa lectura es rica y llena de complejidades, que además regala momentos geniales: como esa reunión entre hombres creyentes de distintas confesiones religiosas para que “opinen” sobre la producción cinematográfica estrella (con el subtítulo de una historia de Cristo) o ese discurso del personaje de Baird Whitlock frente a la cruz.
Joel y Ethan Coen para crear otro artefacto cinematográfico lleno de interés y complejidad se sirven de toda una galería de actores que realizan transformaciones sorprendentes (maravillosos Alden Ehrenreich, Channing Tatum y Ralph Fiennes; además de no prescindir de actores fetiches como George Clooney o Frances McDormand) y logran una recreación perfecta, más allá de la nostalgia, de ese sistema de estudios en los años 50… donde no dejan títere con cabeza pero a la vez consiguen un acto de amor hacia el cine.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Me gusta tu visión, ensalza más la película de los Coen de lo que me pareció a mí durante su visionado. Aprecio ese acto de amor al cine de los hermanos (curiosamente unos tipos bien distantes del sistema de grandes estudios al uso), pero ya sabes que le encontré un poco por debajo del nivel que les creo capaces.
Por cierto, ahora ya no solo me llegan tus críticas vía email, sino que también me salen en el lector de WordPress. Maravillas.
Lo sé, mi querido crítico abúlico, yo, sin embargo, no solo la disfruté sino que sí saciaron mis expectativas. Y eso que tengo mis altibajos con la filmografía de los Coen. Me parece un amor al cine enorme con sus dosis críticas, desencanto y mala baba… Pero su fe en el cine está intacta, brillante.
Yo después de este mantenimiento, tengo que seguir aprendiendo algunas cosillas…, aunque como bien sabéis Hildy es un desastre con las nuevas tecnologías, menos mal que me echan alguna que otra mano… porque si no fuera así sería todavía más caótica, lo analógico sigue en mi vida…
Beso
Hildy
Me la anoto, querida Hildy. Me fascinan los ejemplos de «cine dentro del cine» y tanto más cuando reflejan (alegórica o literalmente) el tipo de cine que prefiero. En cuanto a los hermanos Coen, no soy una fiel seguidora pero lo que he visto me ha gustado, así que eso es un elemento más para que quiera ver esta peli.-
Te mando un beso grande, Bet.-
Mi querida Bet… y verás un número musical en que Tatum se transforma en una especie de Gene Kelly ¡y lo hace genial! Cada vez me sorprende más este actor (Channing Tatum)… «Ave, César» es puro cine dentro del cine. Y bajo su frivolidad, hay un discurso bastante complejo. Yo soy bastante seguidora de los Coen y tengo películas de su filmografía que me fascinan y otras que no tanto… y esta forma parte de las películas Coen que me convencen…
Beso
Hildy
No te leo todavía, que no la he visto (hasta ahora no he encontrado a nadie que me hable bien de ella).
«Luego» vuelvo…
Besos
Jajajaja, ¡te espero! ¡Yo sí te hablo bien de ella!
Beso
Hildy
Una magnífica reseña, amiga Hildy, sobre todo para una película tan machacada por la crítica y gran parte del público. A mí me ha gustado bastante por todo lo que ya dices. Josh Brolin está francamente bien en un personaje donde curiosamente los gamberros Coen respetan, es más, es ¡el único centrado de la película! No es una obra maestra pero la mirada gamberra y lúcida de los Coen hace que pases un buen rato dentro de una película, o detrás de las bambalinas y decorados del viejo Hollywood. El número musical, rodado torpemente, la escena de esa película acuática, tan en boga por aquellos tiempos, Clooney con el disfraz de romano entre los guionistas ninguneados, Frances McDormand a punto de ahogarse con la máquina de montaje, y la perfección técnica de los Coen.
Besos entre los decorados de nuestra vida.
Sí, querido Francisco, me ha sorprendido que sea tan vapuleada, cuando creo que tiene muchas capas e interesantes lecturas. Muchos detalles y matices. Muchos recovecos. No, no la veo una película menor de la filmografía de los Coen. Leo un discurso cinematográfico muy interesante y una historia que tras la aparente alegría y frivolidad, oculta cosas muy serias.
Beso
Hildy
muy detallado todo….yo no he podido verla ya que x aqui solo ha durado una semana….si uno no anda como el rayo ya ves lo que pasa.
Esa mezcla de homenaje e ironía con los fastos de los viejos y añorados estudios realizado x unos indies declarados me interesaba mucho. Y veo que te ha gustado….anotada queda, un abrazo
Mi querido Victor, cuando la veas, yo creo que la vas a disfrutar mucho. Lo has descrito muy bien: «Esa mezcla de homenaje e ironía con los fastos de los viejos y añorados estudios realizado por unos indies declarados»… y añado… y unas gotas de desencanto. Sí, me ha gustado, las películas bien contadas y con múltiples capas suelen gustarme. Además cine dentro del cine… ¿qué más quiero?
Besos enormes
Hildy
Pues a mí me sucedió lo que a ti, en contra de lo dicho y opinado por la mayoría, me lo pasé genial viéndola. Y sí, me pareció un homenaje al cine, un acto de amor, como tú misma dices y comparto. A pesar de toda su mezquindad, grandes errores, disparates y un poco de infantilismo y egolatría en muchos de aquellos que se dedican al séptimo arte… ¿quién podría no estar enamorado de su capacidad para transmitirnos magia?
Y encima me reí, y mucho. Ahora recordando algunas escenas me estoy sonriendo… la reunión con los religiosos es sencillamente desternillante o todas las escenas de los guionistas. Me parecieron diálogos brillantes e inteligentes, la chispa y el fondo.
En fin, que no sé si la mejor, la peor o reguleras pero salí del cine encantada de seguir conociendo a ese par de hermanos.
Besos!
Sí, mi querida Marga, esa es la palabra, pasarlo genial. Y, sí, me pareció todo un acto de amor hacia el mundillo del cine, incluidas sus virtudes y miserias (que al fin y al cabo eso es la vida).
Yo también me reí. La película creo que tiene mucha chispa… y que se mantiene.
Beso
Hildy