No había tenido oportunidad de ver Vida y muerte del coronel Blimp hasta ahora… y de nuevo Michael Powell y Emeric Pressburger me han deslumbrado. Me quito el sombrero apasionadamente. Lo que podía haber sido una película más de propaganda bélica británica (está rodada cuando aún estaba en marcha la II Guerra Mundial y no se sabía bien cuál podría ser el resultado final), se convierte en una gran obra cinematográfica donde estos dos autores crean su universo particular y su manera especial y original para contar historias. Con un uso elegante del color (como seguirían demostrando en Narciso negro y Las zapatillas rojas) y un empleo del lenguaje cinematográfico para detenerse en cada momento, logran una película emocionante por muchos motivos… Durante su visionado, he disfrutado cada fotograma, cada momento.
Y lo que quieren decir y lo que cuentan no es fácil (de hecho siempre se suele señalar en distintas fuentes consultadas que fue una película que disgustó bastante a Winston Churchill), con un humanismo similar al que se desprende en La gran ilusión de Jean Renoir (estrenada en el 1937)… Vida y muerte del coronel Blimp va más allá y expone un tema complejo y controvertido: el enemigo a batir no son los alemanes, es el Nazismo. Y en esos momentos que están viviendo, no vale la caballerosidad, ni el honor, ni el valor, ni el respeto al prójimo… No se puede perder en el campo de batalla. Y para frenar a ese enemigo que arrasa sin piedad alguna…, la manera de enfrentarse a él tiene que ser distinto, radical. Así como la manera de gestionar la paz (otro tema siempre difícil y complejo). Y esto no es fácil digerirlo. Además como otras películas del momento, reflejan la importancia de la defensa civil (no olvidemos La señora Miniver que se rodó un año antes). No eran temas fáciles en esos momentos, ni ahora.
El protagonista de la película es un anciano coronel, el coronel Blimp, que recuerda su vida. Desde su intervención en la guerra de los boers, hasta la Primera Guerra Mundial y ahora en plena Segunda Guerra Mundial. Y en esa vida hay dos personas que le acompañan a lo largo del tiempo: su amigo alemán, también militar, Theo Kretschmar-Schuldorf y el amor de su vida (la manera de plantear esta historia es sorprendente y original). Porque Vida y muerte del coronel Blimp es también una historia de amor, amistad y del paso del tiempo…
Lo maravilloso de Michael Powell y Emeric Pressburger en esta película emocionante es que cuenta la historia de un hombre a través de continuas elipsis. Es tan interesante lo que ven nuestros ojos, como lo ausente —lo que no vemos— pero que sin embargo sabemos que ha ocurrido… Después de una introducción que nos permite saber que la película transcurre durante la Segunda Guerra Mundial, que la contienda continúa, y que nos presenta al coronel; asistimos a un largo flash back y el regreso al pasado sucede de una manera sencilla y a la vez prodigiosa. Al coronel le conocemos en unos baños de un club militar, cae al agua con un joven durante una pelea y se hunden en una piscina y de pronto solo vemos la imagen del agua y la cámara que recorre la piscina que es rectangular. De pronto surge la cabeza de un joven que sale… y es el coronel Blimp muy joven…
Además del siempre llamativo uso del color, destaca el empleo que realizan de los espacios (así como el cuidado de cada uno de los espacios elegidos) y sobre todo la posición de la cámara en algunas de las escenas. Así se convierte en un espectáculo visual el restaurante con orquesta donde se reúnen por primera vez Edith Hunter (el amor de su vida) y el coronel Blimp. O el gimnasio donde tiene lugar el duelo entre Blimp y Theo. Así como la casa británica del coronel, una herencia de su tía, donde siempre regresa (y que será testigo del paso del tiempo).
Un ejemplo del uso genial y continuo que hacen estos creadores de la elipsis para narrar cinematográficamente, lo encontramos en el momento del duelo. Solo nos dejan ver los preparativos del enfrentamiento, después la cámara sale del recinto y penetra en una ventana desde la que se ve el edificio desde el exterior. Ahí está Edith con un amigo del coronel, mirando inquietos y hablando sobre qué será lo que pasará en el interior. De pronto, ven cómo sale una ambulancia del edificio. Y no sabemos nada de lo que ha ocurrido hasta que en el siguiente momento vemos a Edith en el hospital.
Y ¿cómo es el planteamiento de la historia de amor? En el hospital se produce un triángulo entre Edith, Blimp y Theo. Al final Theo se compromete con Edith ante la alegría de Blimp, que de pronto en un instante se da cuenta de que en realidad está enamoradísimo, ella es su mujer ideal. Su vida girará en la búsqueda de ese amor perdido. Así durante la Primera Guerra Mundial, verá en un convento a una enfermera de la Cruz Roja semidormida, que ni repara en su presencia, que le llama poderosamente la atención: es igual que Edith. En otra elipsis genial, descubrimos que no solo vuelve a encontrarse (porque la busca) con esa enfermera sino que además se convierte en su esposa (y ambos protagonizan una declaración de amor de esas que me gusta coleccionar). Y cuando ya es un anciano coronel viudo, encuentra a una joven chófer entre setecientos candidatos, que se hace llamar Johnny, y ambos tienen una relación de camadería y respeto. La chófer es exactamente igual que Edith y su esposa. Tanto Edith, como la enfermera de la Cruz Roja como la chófer tienen el rostro de Deborah Kerr (cuando todavía no ha volado a Hollywood).
La película está llena de momentos mágicos. Me vienen dos a la cabeza. El momento en que termina la Primera Guerra Mundial que pilla al coronel Blimp en un atardecer en coche junto a un fiel amigo y sirviente… Ambos están hablando entre bombardeos y disparos del inminente final de la contienda a una hora establecida. De pronto el silencio. La guerra ha terminado. Y los dos hombres se quedan contemplando el paisaje sin decir palabra…O casi al final de la película, en un momento crucial, el coronel Blimp mira una hoja que se desliza en el agua y esboza una sonrisa llena de significado.
Vida y muerte del coronel Blimp cuenta también la historia de una amistad, llena de momentos íntimos. Con sus encuentros y desencuentros, con la ausencia, con el paso del tiempo, con los consuelos y las confesiones. Con los lazos cada vez más fuertes… Los dos amigos fueron muy bien interpretados por Roger Livesey y el carismático Anton Walbrook. Los dos actores actuarían en otras películas de estos creadores.
Así el visionado de Vida y muerte del coronel Blimp se convierte en una experiencia visual que merece la pena repetirse y compartirse…
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Magnífica película, mi querida Hildy, de lo más apropiada en este momento, cuando en breves semanas se cumplen cien años del inicio de la Gran Guerra (ando, precisamente, metido en la preparación de un artículo sobre el cine y la IGM para una revista digital, así que tengo frescos medio centenar de títulos que he ido viendo estos días).
Como siempre, la visión compleja de los fenómenos la única que vale-, no resulta a gusto de los políticos ni de los patriotas, y la visión de los cineastas que aspiran a ser tratados como tales no puede ser otra cosa que compleja. Riquísima, en lo visual y en los temas apuntados, sin militar abiertamente en el antibelicismo pero lo suficientemente ambigua y equidistante para mostrar el fenómeno, explicándolo pero no justificándolo ni renegando de él. Equilibrio muy difícil, pero deseable. Por eso es una obra maestra.
Vendrás más de estas este año, seguro.
Besos
Hola, Hildy, buenas tardes; curiosamente, la ví no hace mucho y, sin dejar de reconocerle esos méritos que tan bien apuntas en tu texto, la cuestión es que no llegó a atraparme, no consiguió entusiasmarme y me costó mucho trabajo completarla. ¿Motivos? Si los supiera, los introduciría en un manual de autoayuda y me forraría vendiendo millones de ejemplares, pero mucho me temo que no es tan sencillo…
Un fuerte abrazo y buena semana.
Mi querido Alfredo, ¡espero que me digas, cuando publiques ese artículo que estoy segura desde ya que va a ser muy pero que muy interesante, cuál es la revista digital a la que tengo que dirigirme! ¡Es una orden de sargenta… Hildy!
Me encantó poder ver, por fin, Vida y muerte del coronel Blimp. Una gozada.
Besos
Hildy
Mi querido Manuel, yo reconozco que estoy bastante obsesionada con este binomio de directores. Y esta película me apetecía una barbaridad verla y cuando he tenido oportunidad, no me ha decepcionado.
A veces hay películas con las que inevitablemente no se conecta. Como bien dices reconociste perfectamente sus méritos pero no te atrapó… Esa es la riqueza de cine que una película es mirada por cada uno de manera diferente y lo que transmite también es distinto. Por eso podemos escribir miles de textos sobre una misma película que cada uno ‘sentiremos’ de formas diversas.
Besos
Hildy
Mi querida y masoquista Hildy, es aquí: http://revistaiman.es/
La revista es semestral, así que me hacen currar poco… Mi primer artículo fue de españoles en Hollywood. El segundo, que se publicará próximamente, supongo, será sobre el cine de Fernán Gómez. Y el tercero, sobre la I GM. Te avisaré convenientemente, no obstante.
Besos a la voz de ¡¡ar!!
A mí me parece un director a reivindicar. Todavía nada conocido y es lamentable que resulte tan difícil poder ver toda su filmografía. Eclipsado por Hitch,también británico.Su Psicosis es ya un clásico en toda regla,pero El fotógrafo del pánico tiene menos adeptos y me parece tan importante o más que aquel motel de los horrores. Ahora las nuevas tecnologías se acerca más a la psicopatología del personaje de Powell que Norman Bates.En fin. Habrá que ponerse unas zapatillas rojas y ponerse a bailar y pasar de todo.
La película que tan maravillosamente reseñas me parece otro ejemplo de maestría en todos los sentidos. Un guión brillante y nada de película patriotera como han querido tacharle. En bien cierto que la película destila un inevitable aroma británico, y que en ciertos momentos utiliza líneas del guión para hacer referencia a motivos coyunturales (la Inglaterra a la expectativa de principios de la II Gran Guerra), el valor de ésta no se resiente lo más mínimo. Narra la historia de un hombre que consigue ser fiel a sí mismo (esa magnífica y sobria escena final), de la soledad ante los momentos más importantes de la vida de un hombre, y de cómo el encuentro ante ella es el más misterioso e inexplicable de todos ellos.
¿Qué te parece si nos ponemos unas zapatillas y pasamos de todo?
Yo ya estoy bailando con faldillas y medias muy ceñidas y me alejooooooo…
Besos
¡Ar!… gracias por el link y por los avisos que me hará usted, querido Alfredo, sobre la futura publicación de sus artículos… ¡Ar!
Y no te dije en el anterior comentario que es cierto que hay una buena filmografía sobre la Primera Guerra Mundial con películas que permanecen en mi recuerdo: me viene a la cabeza la mariposa de Sin novedad en el frente o esa carrera final de Gallipolli… O hace poco vi EL GRAN DESFILE de Vidor… ¡Jo, qué ganas de leer tu artículo!
Besos
Hildy
Ya tengo puestas las zapatillas rojas, mi querido Francisco, porque no quiere perderme tu imagen en faldillas y medias ceñidas… Así que me alejo también y te sigo…
También fue hace relativamente poco cuando pude ver El fotógrafo del pánico de Powell, qué buena e inquietante es…
Respecto la película que nos ocupa es cierto: el coronel Blimp siempre es fiel a sí mismo… y es una obra que visualmente, cómo está construida, es una fuente inagotable de riqueza.
Besos
Hildy
Me la apunto, querida mía, otra a la saca y a ver si tengo tiempo, ufff.
Churchill siempre fue un señor muy serio con puro y un anticomunista de hierro. Dicen las malas lenguas que no sé, no sé hacia donde sus fobias si Alemania no hubiera ido en contra de los intereses británicos. Tal vez sea algo exagerado decir eso pero cualquiera sabe.La política hace extraños compañeros de cama (la suya y la de Stalin, sin ir más lejos)
Y me apunto el enlace a la revista mencionada (y «colaborada») por 39 escalones, por este monográfico y el de Fernán Gómez, ummm, qué gozada.
Besos!
Mi querida Marga, interesante comentario, como siempre. Yo tenía muchas ganas de ver esta película y la he disfrutado mucho. Es de esas películas que aportan mucho tanto visualmente como si analizas su contenido. Son películas con mucha savia en su interior, y esa savia les da vida…
¡Leeremos las dos al señor Alfredo que seguro que sus textos tienen mucho que contarnos!
Besos
Hildy