Un momento musical encierra toda la ‘poética’ de Le Week-End: dos hombres y una mujer mayores emulan el baile en el bar de Banda aparte (1964) de Jean-Luc Godard. Un momento lúdico que encierra toda una tragicomedia.
Hemos asistido a un fin de semana en París de un matrimonio británico (de Birmingham para más señas) que llevan treinta años casados… y rememoran su luna de miel. Ésa puede ser una primera lectura (el momento lúdico)… pero con lo que no contamos es con todo el bagaje sentimental que arrastran y la fragilidad (vulnerabilidad) en la que se encuentran en el momento en que deciden emprender el viaje (la tragicomedia). Se encuentran al borde del abismo. Así el espectador danza entre la sonrisa, la amargura y el desencanto de una pareja que lleva años juntos… que son capaces de amarse en un momento y odiarse al siguiente. De ser tiernos en un segundo o convertirse en seres fríos al instante. En consolarse y mirar lo bueno del otro o lanzarse cuchillos. En sostenerse juntos o dañarse con furia…
Así en un París deslumbrante Nick y Meg (emocionantes Jim Broadbent y Lindsay Duncan) arrastran sus inseguridades, amarguras, frustraciones y desengaños… pero también sus sueños, sus desvelos, su amor, sus pasiones, sus recuerdos… Y lo agitan todo mucho y como una botella de champán que se descorcha, sale la espuma, se derrama… y se sinceran. Las cartas sobre la mesa. Y hay amargura pero también ponen muchos recuerdos y sentimientos en la balanza y dan con la medida precisa. Un fin de semana que les sirve para caer al abismo, para creer que todo se ha derrumbado, que aquellos jóvenes rebeldes de los 70 (que querían cambiar el mundo) son ahora dos personas mayores inseguras, temerosas e insatisfechas… y para darse cuenta de que cuando parece que todo está perdido, quizá se pueda empezar de cero…
Y el que derrama la espuma del todo es un amigo de la universidad de Nick (¡bendito Jeff Goldblum) que les invita a una cena parisina… donde se abre la caja de Pandora.
Le Week-End es una película que exuda amargura e ironía y provoca la sonrisa pero también el desencanto. Rodada con una mirada elegante y con clase (como dice en un momento el personaje de Nick a Meg… que es una mujer con clase) somos testigos de la intimidad de un matrimonio. En un fin de semana se condensa toda una vida, tragedia y comedia. Merece la pena escuchar a Nick y a Meg. Así de nuevo el dúo profesional de Roger Michell con el guionista Hanif Kureishi vuelven a sorprender con una historia bien contada, con instantes para recordar (antes ya habían trabajado en dos largometrajes: The mother y Venus —con el recientemente desaparecido Peter O’Toole—) y con otra mirada sobre la vejez.
Escuchemos la ‘banda sonora’ de fondo (Un Claro de luna con canción de Bob Dylan…), tomemos champán en un balcón junto a la torre Effiel o fumemos un porro en compañía de un adolescente tan solitario como nosotros, demos un discurso en un mesa sobre el miedo que tenemos a lo que nos queda de vida y bailemos en un bar… cuando todo esté perdido ¿o quizá no?…
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Apuntada la tengo como «probable». No obstante, me suena todo a fórmula «Antes del amanecer» y sus subsiguientes, en plan veterano de vuelta de todo. Como si hubieran hecho la quinta parte antes de la cuarta… Todo lo demás, me resulta de lo más interesante y atractivo, así que igual cae estos días si no me puede la pereza. Y es que tener vacaciones quince días da tiempo para muchas cosas, pero cuando se tiene déficit de sueño desde 1998, apetece, sobre todo, desconectar del mundo, cine incluido.
Besos
Siempre he pensado que no hay género más dificil. La pareja al desnudo con sus complicidades, sus manías y como tu bien dices con sus amarguras también.
Pero desde luego el texto me anima a verla. Y si encima está rodada con clase…tanto mejor. Apetece mucho tras leerte. Esta si que la puedo ver. Cuidado con los polvorones. Ya sabes, de uno en uno. Un abrazo
Ay,estos vejetes de final de etapa. Y tienen que hacer un viaje para afrontarse a la gran mentira que han sido sus vidas.La mejor historia que he leído sobre el tema es la espeluznante novela de Simenon El gato;cruda y nada de maniqueos.Y los relatos sobre la vejez en el libro La mesa limón de Julian Barnes:amarga,realista,antitópica.Con la edad,se dice,no viene la tranquilidad,la sabiduría y todos esos tópicos de la vejez,sino que viene simplemente la edad.
Te mando un fuerte abrazo,besos y felices fiestas,amiga mía.
… Querido Alfredo mío, disfruta de tus días libres y desconecta (incluso de cine…). Duerme y rodéate de gente que te quiera bien. Y de comidas muy ricas con sobremesas muy largas. Pero si en estos días realizas un paréntesis y decides volver al cine, Le weekend no es mala propuesta y bien pones la etiqueta de ‘probable’…
Besos
Hildy
Y mi querido Victor, totalmente de acuerdo, qué difícil reflejar una pareja al desnudo en el cine. Y creo que aquí realizan un buen ‘retrato’. Bonito y amargo a la vez, con clase.
Ja, ja, ja… tendré cuidado con los polvorones… lo que no sé es si podré poner freno al turrón de chocolate…
Te deseo buenos banquetes rodeado de buenas conversaciones y momentos.
Besos
Hildy
Me encanta, mi querido Francisco, todos los libros que me recomiendas y que me avisan de lo que aún me queda por descubrir y disfrutar. Así que tomo nota. Tu última frase… sabia.
Yo de niña pensaba que te hacías mayor y ya no tenías ningún problema, todo sabías solucionarlo y siempre estabas bien. La cosa no es así. Efectivamente detrás de la edad viene la edad. Pero también en eso consiste la vida… en saltar obstáculos, superar problemas, alcanzar sueños… En fin… y poder tenerlos… e incluso cumplir alguno. Vivir…
Mi Francisco te deseo buen banquete en buena compañía (ay, qué rico está todo… ya me vienen los aromas).
Besos
Hildy
Hum… A mí me enganchó al principio, con sus diálogos afilados y su tono de comedia casi irreal. Pero en cuanto profundizó un poco más en los personajes empezó a ponerme nervioso. Es decir, en cuanto se volvió más «real». Porque le cogí una manía tremenda al personaje de ella. Se me hizo demasiado irritante, demasiado insoportable como para despertarme alguna empatía. Creo que, por alguna razón, ese equilibrio de ‘Le week-end’ entre comedia y «realismo» no está bien compensado. Porque un poco de lo mismo me pasó con Jeff Goldblum.
Y por cierto, te devuelvo los deseos que me expresabas en mi blog. Que pases una muy feliz Navidad, con buena comida y mejor compañía.
Saludos!
Querido William Blake, muy interesante tu mirada sobre Le Week-end. Me gusta tu comentario. Yo sí sentí el equilibrio. Me gustó imaginar el bagaje sentimental que llevan a las espaldas: la frustración de él, la insatisfacción de ella (que la vuelve tan contradictoria: quiere huir y a la vez siente -como él- seguridad con la persona que conoce todos sus recovecos, los buenos y los malos)… Y el amigo (un tanto surrealista) pero que abre la caja de pandora…
Seguiremos en contacto en el nuevo año compartiendo pasión y textos.
Un beso
Hildy
Tomo nota de los libros recomendados por Francisco…¡ay la vejez! ¡Pues no es nada! Pero no se puede hablar de las cosas sin haberlas vivido…así que de la vejez no se puede hablar mucho sin haber llegado a ella…la infancia, la juventud parecen hermosas pero hay personas que las viven fatal…la vejez asusta pero hay personas que la sobrellevan bien…lo malo no es envejecer sino flaquear tu mente desfallecer tu cuerpo…y no siempre van ligados o al menos no demsiado…bueno, de todas formas realmente nadie quiere envejecer…pero tampoco quiere morirse…es una paradoja…Bueno después de estos comentarios voy a la peli…Creo que está muy bien reflejado lo que una pareja «madura» (porque esa pareja no es de ancianos) puede experimentar ante el fracaso profesional, las espectativas que tenían sobre su futuro, sobre los hijos, los amigos etc. Me gustó…te deja un cierto mal sabor de boca…pero lo compensa «la clase» …y los incomparables rincones de París…
«De todas formas realmente nadie quiere envejecer…pero tampoco quiere morirse…es una paradoja», ¡qué buena frase, María Rosa! y es que es todo un tema de reflexión y para indagar y buscar libros, películas…
Y rescatas en breves palabras la esencia de esta película.
Un beso, nos vemos en el cine
Hildy