Redescubriendo clásicos (2). Un hombre (Hombre, 1967) de Martin Ritt / Un hombre de hoy (WUSA, 1970) de Stuart Rosenberg

Un hombre y Un hombre de hoy, dos de las películas más desconocidas de Paul Newman, las rodaron dos directores que repitieron varias veces con él: Martin Ritt y Stuart Rosenberg, ambos de mentalidades progresistas capaces de realizar películas políticas de fuerte impacto. La de Ritt es redonda, la de Rosenberg tan solo es un boceto de lo que podría haber sido. Ambas son muy ricas en el análisis que se puede ofrecer.

Un hombre (Hombre, 1967) de Martin Ritt

Hombre, el personaje de Paul Newman, se convierte en líder improvisado de un grupo de personas muy variopintas.

Un hombre recuerda a un referente literario que ya pasó en su momento por el western. Me refiero a ese inteligente cuento de Guy de Maupassant, Bola de sebo, que fue también inspiración para John Ford y La diligencia. La película de Ritt también refleja un viaje en diligencia de personas muy diferentes entre sí, entre ellos hay un paria que terminará sacrificándose por todos.

El paria es John Russell (Paul Newman), que fue secuestrado y criado por apaches siendo niño, y cuando fue adoptado por un hombre blanco, este prefirió volver con los indios al no compartir la forma de vida «civilizada» ni la manera que tiene de tratar «su gente» al pueblo que lo ha criado. Vuelve de nuevo a la civilización cuando su padre adoptivo le deja en herencia una casa de huéspedes, que este decide vender para comprar caballos, a pesar de que ya le han avisado de que debido al progreso (trenes y otros medios de transporte), el negocio de los caballos no va a ser muy boyante.

Una vez se formaliza la venta, desea regresar de nuevo para adquirir sus caballos, y decide montar en una diligencia, un servicio a punto de desaparecer, que ha contratado un rico matrimonio. Él (Fredric March) es un agente de la reserva india que se ha aprovechado y ha robado todo lo que ha querido y su esposa (Barbara Rush) conoce perfectamente los tejemanejes de su marido y lo sigue.

Hay otros viajeros que deciden aprovechar el viaje. Está el único amigo de John, el conductor mexicano de la diligencia (Martin Balsam); la mujer que regentaba la casa de huéspedes (Diane Cilento), que tiene que buscarse de nuevo la vida en algún otro lugar; un joven matrimonio que buscan sobrevivir y cambiar de aires en algún sitio (Peter Lazer y Margaret Blye) y un misterioso hombre con pinta de matón (un magnífico Richard Boone). Este hombre nada más llegar a la posta, crea además una situación incómoda, pues trata de arrebatar el billete a John, que ni si inmuta, pero sale en su defensa un soldado, que no solo se queda sin billete, sino que nadie levanta un dedo por él. Ni siquiera John, que prefiere no comprometerse con nadie.

Si bien, como cuenta Paul Newman en La extraordinaria vida de un hombre corriente, no estuvo a gusto en la piel de John Russell y sentía que no venían a cuento sus ojos azules, Un hombre es una película poderosa e impactante sobre un hombre que termina tomando partido por un grupo de personas imperfectas, algunas con muchas oscuridades. Russell termina actuando por el bien del grupo, tratando de salvar el máximo número de vidas, sin pedir nada a cambio. Es preciosa la secuencia con la que arranca la película, porque explica en imágenes de qué va a ir la película. El personaje de Newman observa a una manada de caballos salvajes y cómo uno de ellos les dirige y es el líder. Eso es lo que le va a pasar: se convertirá en líder y guía de la manada.

Un hombre es una película que sigue la huella del western crepuscular y continúa el hilo de esa ristra de películas del Oeste que ya reflejaban a los hombres blancos con todos sus defectos. En ellas ya se apuntaba la masacre y sumisión forzosa de los pueblos indígenas y se dejaba ver la situación injusta que estaban viviendo los indios en las reservas. Esos westerns que hacían una revisión al mito narrado en imágenes en el cine. En la pantalla ya no queda ni rastro del romanticismo y la inocencia de la conquista del Oeste… y se acerca más a lo que realmente ocurrió.

De todas las personas blancas, el único personaje con sentido común, con mucho vivido a sus espaldas, pero todavía con sentimientos nobles y solidarios es el de la mujer que regentaba la casa de huéspedes. Ella es la que hace que Russell cambie de parecer y decida sacrificarse por el grupo.

Un hombre es de esas películas que presentan todos los claroscuros de los seres humanos. Lo peor y lo mejor aparece en cada fotograma. La diligencia se pasea por el paisaje desértico de Arizona, árido y duro, como sus personajes y como la violencia que recorre el metraje.

Martin Ritt partía de una novela de Elmore Leonard como material para su ficción y supuso también su último trabajo con el actor de ojos azules, un buen broche final a su colaboración. Un hombre tiene los diálogos necesarios y justos, así como una buena galería de personajes. Suele recordarse la magnífica respuesta que le da un cansado sheriff a la mujer de la casa de huéspedes cuando esta le pide que le explique por qué rechaza la petición de matrimonio.

Pero Ritt también muestra su eficacia en la dirección y en el uso del lenguaje cinematográfico y deja varias secuencias que se quedan grabadas además de los impactantes últimos minutos, desde que los ladrones de la diligencia sacan a la intemperie y a pleno sol a la esposa elegante y clasista. Paul Newman vuelve a construir uno de esos héroes a su pesar que tan bien se le daban. Sus ojos azules se adueñan otra vez de la pantalla, dejando huella de ese carisma que es imposible discutir.

Un hombre de hoy (WUSA, 1970) de Stuart Rosenberg

En Un hombre de hoy, tres personajes heridos que se cruzan.

Un hombre de hoy es una de esas películas que son más bien un boceto de lo que podría haber sido. Dentro de su imperfección es un largometraje potente porque no solo refleja el espíritu de una época, la inestabilidad política y social y el desencanto de la gente que bien sabe aprovechar la derecha más extrema, sino que vista hoy muestra toda su actualidad.

Además puede formar parte de un buen ciclo de películas estadounidenses que estudian la facilidad con la que la ultraderecha puede extender sus brazos: Juan Nadie de Frank Capra, La llama secreta de George Cukor, Un rostro en la multitud de Elia Kazan o Nashville de Robert Altman.

Un hombre de hoy forma parte también de la galería de películas que protagonizaron el matrimonio Paul Newman y Joanne Woodward, que no solo demuestran su química en pantalla, sino también su capacidad de construir personajes vulnerables, pesimistas y frágiles.

Y es esa la palabra, el pesimismo, la que sobrevuela sobre todo el metraje. Paul Newman es tan solo un alcohólico superviviente que va de lugar en lugar en busca de oficio hasta que tiene que largarse de nuevo. Esta vez pisa Nueva Orleans y allí encuentra trabajo en una emisora de radio local como locutor, detrás de ella está un poderoso magnate de ultraderecha (un gran secundario, Pat Hingle) que sin pudor manipula y alecciona a su audiencia.

Curiosamente de esta película sí se sintió muy orgulloso Paul Newman, aun siendo uno de sus pocos fracasos en su amplia trayectoria. Y es que la película fuertemente política, no contenta a nadie, tiene bofetadas para todos. Ahí está la tragedia, no hay empatía posible. Una ultraderecha fantasma que va extendiendo sus brazos a través del divertimento y una izquierda dopada, anquilosada, frágil e inútil. Al final, los más vulnerables siguen siendo las principales víctimas, sin que le importe a mucha gente. Luego, están los supervivientes que van de un lado a otro y si es con un vaso de alcohol mejor.

Así el personaje principal se va cruzando con un grupo de hippies desorientado, con un trabajador social inestable y muy vulnerable (Anthony Perkins), con un predicador al que conoce que se vende al mejor postor, con una mujer frágil, humillada y con la cara marcada por una gran cicatriz que se va a vivir con él y con un jefe que no se le borra la sonrisa de la boca…

La imperfección de Un hombre de hoy es que no todas las tramas están bien desarrolladas ni unidas, aunque todas tienen interés. No llega a funcionar el cruce de historias. Anthony Perkins tiene un personaje especialmente trágico y muy atractivo, pero cómo se va sintiendo totalmente engañado mientras realiza un trabajo estadístico para poder proporcionar ayudas sociales a personas en situación de exclusión, especialmente afroamericanos, no está bien desarrollado. Por otra parte, Perkins no puede evitar desde el principio dejar a su personaje con una acusada fragilidad mental, siempre al borde de la locura.

Sí funciona, sin embargo, la química y la historia de amor imposible entre dos seres heridos que protagonizan Newman y Woodward, aunque es demasiado abrupto su desenlace. Otra de sus imperfecciones es una cantidad enorme de personajes secundarios que se quedan en el camino totalmente desaprovechados, como la mujer con problemas de movilidad (Cloris Leachman) o el periodista negro (B.J. Mason)

Un hombre de hoy merece la pena sobre todo por los minutos finales de la película. Cuando la emisora de radio, Wusa, organiza todo un espectáculo, como una especie de meeting político gigante…, y se desencadena la tragedia, saltando el caos. Todo el pesimismo, el desencanto y la crueldad se vuelcan en esos momentos. Es como si la humanidad no tuviese salvación ni redención posible. Los supervivientes salen adelante, los frágiles caen en el camino, ¿hay algo más desalentador? Y, por supuesto, Wusa seguirá emitiendo sin parar…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

8 comentarios en “Redescubriendo clásicos (2). Un hombre (Hombre, 1967) de Martin Ritt / Un hombre de hoy (WUSA, 1970) de Stuart Rosenberg

  1. Hola Hildy
    Vuelve el hombre (nuevo): Newman.
    Yo más que crepuscular, creo que lo llamaban el nuevo oeste (newwest, juas, juas). Martin Ritt -que también fue actor- fue uno de los perjudicados por la caza de brujas diez años antes y, por eso, a muchas pelis suyas somos proclives a encontrarle alguna referencia hacia esa etapa tan poco -o mucho- americana.
    Respecto a la otra sé que la vi pero no recuerdo ná. Me resulta curioso que este tipo de pelis suelen hacer referencia a la prensa escrita y, un poco más tarde, a la televisión; aquí lo hacen a una emisora de radio. Casi coincidiría en el tiempo con «Play Misty for me» ¡Ya no hay locutores como Newman o Eastwood!
    Un saludo, Manuel.

  2. ¡¡¡Escalofrío en la noche, qué película más entretenida!!! Me lo paso muy bien con ella.
    Siempre he pensado que se puede armar un ciclo de cine superinteresante sobre cine y radio. Estas dos películas aparecerían seguro.
    Ole, ole, ole, juegos de palabras bilingües, jajajaja. Yo no había visto nunca «UN HOMBRE DE HOY» y me ha resultado tremendamente imperfecta, pero muy interesante.
    Los dos realizadores del post tanto Ritt como Rosenberg tienen en su filmografía varias películas imprescindibles y son dos directores un tanto olvidado, cuando tienen títulos que merecen la pena visitar de vez en cuando.

    Beso
    Hildy

  3. Hola Hildy!
    No he visto ninguna y es imperdonable, anotadas quedan. Si leí hace mucho tiempo el relato de Maupassant y a decir verdad no aprecie esa relación con la película de Ford, pero bueno, estoy ya es cosa mía y de mis carencias a la hora de apreciar un texto…jeje
    Desde luego que harían falta un par de vidas para ponerse al día con todo el cine que me queda por ver.
    Besos;

  4. Hola, Fran, qué bueno leerte.
    El relato de bola de sebo es de mis favoritos. Yo entiendo que la relación con La Diligencia es no solo el viaje de personas muy diversas en este tipo de transporte, sino descubrir que la persona más noble es aquella que todos rechazan.
    Jajajajaja, eso mismo pienso yo, cuántas vidas necesitaría para ver y disfrutar todo el cine que deseo.
    Beso
    Hildy

  5. No he visto ninguna de las dos películas que hoy nos traes, pero la primera, la de Martin Ritt la tengo a tiro, la tengo en mi videoteca, la de Rosenberg ni siquiera eso. Es verdad que Paul Newman trabajó varias veces con los dos, sobre todo con Martin Ritt. De las películas que hicieron juntos Newman y su mujer Joanne Woodward siempre me acuerdo de «El largo y cálido verano» también de Ritt.
    Abrazos.

  6. Querido Ethan, yo creo que va a gustarte la película de Martin Ritt. Es tremendamente interesante y está muy bien contada. No ocurre lo mismo con la de Rosenberg, como digo es más bien un boceto o un borrador de lo que podría haber sido, pero tiene un análisis muy potente y momentos que merecen la pena. Es una película incómoda y los últimos minutos son estremecedores.
    Sí, «El largo y cálido verano» es una película que me gusta. De los dos también por su curiosidad musical me quedo con «Un día volveré» y recuerdo que me impactó en su día «Con el agua al cuello». También me gustan las películas que dirigió Newman y protagonizó Woodward, aunque me queda por ver «El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas».
    Besos y abrazos
    Hildy

  7. Buena selección, mi querida Hildy, por irregulares que sean, son muy interesantes. Sobre «La diligencia», sin embargo, suelen cargarse mucho las tintas acerca de su relación con Maupassant, pero lo cierto es que le debe más a «Stage to Lordsburg», la novela de Ernest Haycox publicada por entregas en el Saturday Evening Post, que es lo que realmente leyó Ford.

    «Un hombre» está muy marcada por el interés primordial que Elmore Leonard pone de manifiesto en sus novelas western: el mestizaje (lo mismo que «Que viene Valdez», por ejemplo). Un tema que aborda desde su contemporaneidad del momento, la lucha por los derechos civiles, las reivindicaciones de los nativos americanos, etc., proyectado en el western, que es el mito fundacional de América. En suma, la superación de las limitaciones de la sociedad blanca y pura de los WASP.

    Eso conecta esta película con la siguiente, probablemente de las peores que ha hecho Newman en su trayectoria. La veo, por otro lado, igualmente pariente de obras como «El político» de Rossen, «Un rostro en la multitud» de Kazan, o de la posterior «Ciudadano Bob Roberts» de Tim Robbins. Su valor, más que cinematográfico, es premonitorio. Aunque ese fantasma no ha llegado a desaparecer nunca de Estados Unidos, la inminencia del Watergate, por un lado, y el futuro político del país con George W. Bush y Donald Trump, dejan a las claras que las intenciones de Rosenberg, como las de esas otras cintas, no iban mal encaminadas.

    Besos

  8. Sí, mi querido Alfredo, efectivamente, está lo de la novela de Haycox. Pero me gustan mucho las coincidencias que sí veo que tiene con ese precioso relato de Maupassant.
    Me encanta lo que apuntas sobre Un hombre en relación con su referente literario. La contemporaneidad del momento, es verdad, pero también que como señalas sigue teniendo mucha actualidad y ese es el magnífico punto de conexión que tenemos con WUSA, la obra de Rosenberg… y con todas esas películas que nombras más la referenciadas en el texto.
    Son películas que pueden verse perfectamente hoy y su significado y lo que quieren expresar y denunciar sigue muy vigente. Y no es buena noticia.
    Beso
    Hildy

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