Sangre en Filipinas (So Proudly We Hail!, 1943) de Mark Sandrich
Películas bélicas en tiempos de guerra. Sangre en Filipinas esconde varias sorpresas. En plena Segunda Guerra Mundial, Hollywood pone en marcha la maquinaria. Se estrenan un montón de títulos de dicho género. Algunos meramente propagandísticos y otros que encerraban bastante más. Sangre en Filipinas, un éxito de público y taquilla de aquellos tiempos, muestra un sorprendente drama bélico con un punto de vista bastante atractivo. La guerra desde el punto de vista de las enfermeras que trabajaban en primera línea.
Mark Sandrich, habitual director de películas de Fred Astaire, sorprende con Sangre en Filipinas, un drama bélico de gran fuerza emocional con momentos muy a tener en cuenta cinematográficamente hablando. La gran baza de este largometraje de la Paramount es obviamente su reparto femenino con tres grandes estrellas de Hollywood y un grupo de buenas secundarias. Los roles masculinos corren a cargo de actores que encontraron su oportunidad por no estar en aquellos momentos, por distintos motivos, en el campo de batalla, no como otras estrellas de cine que estuvieron durante esos años fuera de las pantallas cinematográficas.
Por otra parte, presenta un reflejo de la guerra bastante crudo y no un momento de victoria, sino de incertidumbre total. De no saber muy bien qué es lo que iba a ocurrir en un futuro próximo. Justamente la película ilustra cómo el ataque inesperado a Pearl Harbour cambia el destino de un grupo de enfermeras que terminan en Filipinas, en concreto en Bataán, y el asedio continuo que sufren por parte del ejército japonés. Así se presenta la historia sin una imagen edulcorada y sí es bastante realista al reflejar el trabajo incansable y valioso de este grupo de mujeres. La película empieza con la evacuación de las enfermeras de la zona de combate, pero sin saber cuál será el destino de sus compañeros ni si acabará de una vez la guerra.
Sangre en Filipinas va atrapando según avanza la trama y se vive el trabajo cotidiano y el asedio continúo que sufre el grupo de enfermeras por parte del enemigo y cómo van superando los obstáculos. Mark Sandrich con un guion de Allan Scott y el asesoramiento de una enfermera del ejército, Eunice Hatchett, construyen un relato cinematográfico que va tocando la fibra sensible y tiene momentos de gran intensidad emotiva.
La película arranca una vez se encuentran en el barco que les permitirá regresar a su hogar, pero una de ellas, Janet (Claudette Colbert), está en estado de shock. Un médico militar pide colaboración a las demás compañeras para que cuenten su odisea con todo tipo de datos y detalles para ver si halla el resorte que le haga salir de esa situación. La historia es por tanto un largo flashback. En un principio no está conseguido el punto de vista, aunque luego se entiende que las enfermeras van alternándose en el relato (las voces van cambiando), pero al principio despista, pues empieza su relato una de las actrices secundarias, pero el relato se centra en el personaje de Joan (Paulette Goddard). Aunque una vez se comprueba que el relato es coral, ese asunto pasa a otro estadio, se olvida el resbalón en el arranque.
Las tres estrellas de la función son Claudette Colbert, Paulette Goddard y Veronica Lake. Y las tres ofrecen tres personalidades diferentes en sus personajes, siendo el más llamativo el de Olivia (Veronica Lake). El personaje de Janet es la de líder del grupo, siempre en acción y cuidando de todas. Joan es la que mantiene la moral alta, el personaje con vitalidad y optimismo arrollador. Y, por último, Olivia entra en el grupo después de haber sufrido los ataques de Pearl Harbour, dejándole muy tocada.
Según nos cuenta Terence Moix en sus míticos textos de Mis inmortales del cine, durante el rodaje las tres divas no se llevaron nada bien. Así se ilustra en el texto dedicado a Goddard: «Entre bastidores, el tema principal fue la continua batalla que se libraba a diario entre Paulette y sus dos coprotagonistas femeninas, Claudette Colbert y Veronica Lake. Al parecer hubo muchas tensiones entre las tres reinas de la Paramount. Cuando un perverso periodista preguntó a Paulette a cuál de sus compañeras prefería, ella contestó: “Sin duda a Veronica. Por lo menos se aproxima más a mi edad”».
Sin embargo, nada de ese mal rollo se nota en la pantalla y las actrices crean sus personajes con los matices que las hicieron famosas. La Colbert demuestra su maestría para el melodrama, convirtiendo además a su enfermera en toda una heroína romántica. La Goddard, como cuando estaba bien dirigida, ofrece frescura y vitalidad. Y, por último, como si la Lake hubiese salido de una de sus películas de cine negro presenta el personaje más ambiguo, atractivo y con destino trágico.
Esta última además tuvo que prescindir, pero poco importa la verdad, del peinado que le hizo famosa, el peek-a-boo. Muchas fuentes señalan que esa melena larga y suelta, tapándole un ojo, no era adecuado y sí peligroso para las operarias que la imitaban y trabajaban en las fábricas armamentísticas, así que las autoridades competentes terminaron presionando para que la productora evitara que la actriz mostrara uno de sus signos de identidad y éxito.
Los personajes masculinos principales supusieron el disparo de salida para dos actores, que no obstante no lograron mucho más. Los dos no tuvieron unas vidas muy afortunadas, encontrando muertes tempranas y con escándalos a cuestas. No obstante, cada uno en Sangre en Filipinas logra estar en su papel. Sonny Tufts se convierte en Kansas, un enorme, valiente y patoso soldado, jugador de rugby en tiempos de paz, que se convierte en el gran amigo de Joan. Y el guapo y trágico George Reeves, que alcanzaría la fama como Superman en televisión, es John Summers, el enamorado de Janet.
La película cuenta con secuencias que son puro cine, como los dos encuentros de amor entre Janet y John, uno en una trinchera y el otro, frente al mar, en un picnic improvisado. O también cómo está rodado, con suspense, tensión y un buen sentido del ritmo, el sacrificio que realiza Olivia por sus compañeras, porque además esta última no desea seguir viviendo (único momento en el que se suelta su mítica melena). También los momentos de los ataques aéreos japoneses cuando están en un búnker-hospital o en un campamento prácticamente al aire libre, en un frondoso bosque, están rodados con un realismo crudo. También llama la atención cómo se cuenta la vida cotidiana de estas enfermeras, cómo trabajan, cómo se divierten, sus miedos, su valentía…
Nadie diría que un director tan musical como Mark Sandrich sería capaz de rodar una película bélica con unas características tan peculiares y que se deja ver tan bien hoy en día.
Miedo en la tormenta (Storm Fear, 1955) de Cornel Wilde
Hay clásicos ocultos, de los que apenas se encuentran referencias. Así ocurre con Miedo en la tormenta, el debut como director del actor Cornel Wilde. Wilde dirige una película con una historia sencilla, con momentos intimistas, muy bien contada y con un ritmo trepidante.
La mirada que prevalece en la película es la de un niño de doce años, David (David Stollery), que vive aislado en las montañas junto a su madre (Jean Wallace), una mujer triste y atormentada, y a su padre enfermo, un escritor fracasado (maravilloso Dan Duryea). Los días del pequeño son agradables por su carácter infantil y mirada inocente y también gracias a la compañía que tiene del ayudante de sus padres, Hank (Dennis Weaver), un joven dinámico y alegre que además protege a la familia en lo que puede.
Pero un día todo cambia para David. Justo cuando llega precipitadamente a casa su tío Charlie (Cornel Wilde), el hermano pequeño de su padre, con una pareja de extraños (Steven Hill y Lee Grant). El muchacho que no conocía a su tío queda totalmente seducido por su personalidad. Le llaman la atención los tres extraños: su tío, la guapa mujer que les acompaña y el tercero en cuestión, que le provoca más bien miedo y antipatía.
Pronto el niño siente admiración por su tío. Y alrededor de su mirada se va tejiendo una historia de relaciones y tensiones que culmina en un drama terrible y sobrio, donde no hay redención para sus personajes principales. Ahí en los acontecimientos que se suceden durante unas horas David madura precipitada y trágicamente.
La aventura de Cornel Wilde como productor y director empieza con su productora Theodora a mediados de los cincuenta. El actor quiere ser dueño de su carrera y participar en buenos proyectos, así que toma las riendas. La primera película de su productora y que además protagoniza con la que fuera su pareja en ese momento, la actriz Jean Wallace, fue puro cine negro, Agente especial (The big combo, 1955) de Joseph H. Lewis. Poco después decide ponerse tras las cámaras (además de dejarse el papel de protagonista) y contrata al guionista Horton Foote para que adapte una novela intimista de Clinton Seeley (con el mismo título de la película en inglés) y nace Miedo en la tormenta.
La película bajo la mirada del pequeño relata una historia trágica y muy efectiva. El tío Charlie en realidad va a la cabaña de su hermano para esconderse tras un atraco con violencia de por medio de donde ha salido malherido. Va acompañado de dos secuaces, una mujer de mala vida y un hombre con una personalidad de psicópata. Allí florecen además las heridas y los secretos familiares, un cóctel a punto de estallar. Y en medio un niño que mira todo con ganas de entender y que termina admirando a la persona equivocada, a aquel que ve como una salida de una vida que se da cuenta es bastante triste. Ese hombre fuerte, que parece seguro, que toca la armónica y que aparentemente tiene las riendas…
Miedo en la tormenta es triste y revela además las partes más oscuras y crueles del ser humano. No hay redención para tío Charlie (ni para ninguno de sus acompañantes); es más según avanza la película se va descubriendo su lado más oscuro. En tan solo unas horas de convivencia del niño con él, este le manipula, le utiliza y está a punto de poner en peligro su vida. La aparición de tío Charlie pone patas arriba el frágil equilibrio familiar y deja ver todavía más la infelicidad de sus padres. Aun así el niño lo adora. Y es que hay un secreto de familia que todo lo trastoca.
En Miedo en la tormenta se masca la tensión desde el segundo uno y narra con crudeza el forzoso fin de la inocencia de un niño.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Pues mira que no recordaba nada de esta película de Sandrich hasta que he leído quiénes forman parte del reparto principal femenino, y ahí he recordado que sí, que la había visto. Me parece un poco tópica y rehén de su tiempo; al final todo aquel cine es, primeramente, propaganda, exterior e interior.
Me gusta mucho la de Cornel Wilde, que como actor no me parece gran cosa, aunque siempre es una presencia grata, pero que como director sí que tiene un puñado de cosillas interesantes, como esta o La presa desnuda. Bueno, y que prácticamente cualquier cosa en la que salga Dan Duryea me tiene ganado. Qué tío…
Besos
Hola Hildy
Me enteré hace poco que Veronica (parece tan buena) era un autentico veneno en los rodajes y que nadie quería repetir experiencia con ella en el reparto -salvo Alan Ladd-; caso único de estrella que, desde lo más alto, se queda sin contrato y nadie con quien trabajar.
Un saludo, Manuel.
A mí me gusta la película de Sandrich. Tiene momentos cinematográficamente hablando brillantes. No es edulcorada y tiene secuencias bastante crudas a la hora de recrear los ataques. Me resulta interesante el centrarse en esa mirada de la guerra, la de las enfermeras en el campo de batalla. También que no es nada optimista, no se sabe lo que va a ocurrir. Yo la verdad es que la he disfrutado una barbaridad.
Pero, mi querido Alfredo, a mí también me gusta un montón la de Cornel Wilde. Es una película magníficamente contada. ¡Qué grande es Dan Duryea! Qué bien está aquí como ese Abel desencantado y enfermo. Duele su amargura.
Beso
Hildy
He visto la primera, una película de la que guardo buen recuerdo, con esas tres grandes actrices. Precisamente, lo que se me quedó grabado fue el papel de Veronica Lake, y su trágico desenlace.
La de Cornel Wilde me interesa mucho por un trabajo que estoy haciendo. No tenía ni idea de que hubiese sido director y actor en la misma película (luego he buscado y he visto que en más de una ocasión).
Abrazos.
Sí, Manuel, es cierto que hay muchos relatos oscuros alrededor de Veronica Lake, fue destronada y su vida recoge muchas historias tristes, que ya fueron tremendas durante sus años finales. Parece ser que no gozaba de muy buena salud mental.
Pero lo cierto es que en esta película está fantástica. Y tiene papel principal en una de mis películas amadas, «Los viajes de Sullivan».
Sí, su historia es triste, muy triste. Y es cierto que no decían sus compañeros muchas cosas bonitas sobre ella. Y que tampoco logró retener a nadie de su familia a su lado: ni a sus ex, ni a sus hijos, ni a su madre… Sí parece ser que Alan Ladd y ella conectaron a la hora de trabajar juntos. A los dos les unía además el alcohol.
Veronica Lake es de esas personalidades atormentadas y difíciles aquejadas de graves problemas de salud mental.
Beso
Hildy
Querido Ethan, yo he disfrutado mucho en este visionado de Sangre en Filipinas. Sí, Veronica Lake tiene un gran papel y su trágico desenlace es uno de los momentos clave de la película.
Creo que va a gustarte bastante la película de Cornel Wilde, que efectivamente dirige y actúa en ella. Me parece una historia muy bien contada, que atrapa desde el minuto uno, y con unos personajes fantásticamente construidos, además de un buen sentido del ritmo. Sí, yo de Wilde como director he visto esta película y la otra que nombra Alfredo, La presa desnuda. ¡Qué ganas de saber de tu trabajo entonces!
Beso
Hildy
Querida Hildy,no he visto ninguna de las 2 cintasque me parecen muy interesantes.
De Cornel Wilde no se mucho,excepto que su actuación en EL ESPECTACULO MAS GRANDE DEL MUNDOme pareció buena y menos maqueteadaque la de Charlton Heston, y una interesante película que dirigió e interpretó en 1965,LA PRESA DESNUDA,modelo para todas las cintas de caceríahumana.Hay algunas escenas que todavía me impresionan al recordarlas.
Besos,IVÁN
Querido Víctor, sí, es muy buena La presa desnuda. Yo tengo ganas de volver a verla. Cornel le recuerdo en la película del circo que mencionas, que me encanta, pero también en ese pedazo melodrama con Gente Tierney (haciendo de una de esas malvadas que no se olvidan) en Que el cielo la juzgue (Leave Her to Heaven).
¡Estoy segurísima de que estas dos películas te interesarían! La de Cornel Wilde creo que la disfrutarías un montón.
Beso
Hildy
Hola otravez
Me encanta «los viajes de Sullivan» -creo que si me tengo que quedar con un actor elijo McCrea-, intentaron repetir equipo pero el bueno de Joel dijo que ya había tenido bastante ración de Lake y, mientras buscaban sustituto, cayo Preston Sturges. De ahí salió «Me case con una bruja» que es bien divertida y Veronica está bien. Mi prototipo de actriz de vida triste en los cuarenta es Carole Landis.
De Cornel Wilde, que porcierto se da un aire a Joel McCrea, vi hace «poco» una que me gusto mucho «Road House». Hace pareja con Ida Lupino, dos actores-directores insospechados. Lo «otra» pareja son Richard Widmark -inquietante como él sólo- y la eficaz Celeste Holm -que se cansó de hacer de secundaría y abandono el cine, pocos años después-.
Un saludo, Manuel.
Hola Hildy!
Por aquí de nuevo tratando de ponerme al día con lo mejorcito de la blogosfera como es tu blog. Han ido unas vacaciones realmente largas, bueno, eso en cuanto al blog, trabajando ya llevo un buen rato…jeje
Pues mira, no conocía estas películas, tomo muy buena nota.
Besos;)
Manuel, ¡también me encanta McCrea! Qué bien están los dos en «Los viajes de Sullivan». También Fredric March me gusta mucho y tiene una filmografía repleta de buenos títulos.
Carole Landis tiene otra historia triste por la depresión, pero domino bastante poco su filmografía, la verdad.
¡Qué buena pinta tiene la película de Negulesco con Cornel Wilde! Qué ganas de ver la peli. Además con Ida Lupino, una actriz y directora que me interesa un montón. Qué pasada.
Beso
Hildy
¡Buenas noches, Fran! Qué bueno saber de ti. ¡Espero leerte pronto en Cine sin gafas! Me alegra mucho leerte. ¡Sigamos disfrutando de buen cine!
Beso
Hildy
¡Hildy querida! Una vez vi una propaganda que tenía justamente como protagonista a Veronica Lake mostrando su peinado recogido como medida de seguridad para las mujeres trabajadoras en fábricas durante la II Guerra. La propaganda mencionaba, precisamente, que hasta ella abandonaba su clásica melena suelta en pos de la seguridad.
No he visto estas películas y desconocía que Wilde se había puesto detrás de cámaras. Como actor me parece ni fu ni fa, pero me interesa adentrarme en su faceta como director.
Te mando un abrazo enorme, Bet.
Amiga Bet, ¡qué pasada lo de esa propaganda de Verónica Lake! Cornel Wilde me recuerda físicamente a Tony Curtis, ¿no te parece? Su faceta como director es muy interesante.
Yo disfruté un montón viendo las dos películas, la verdad. Tienen algo que te engancha.
Beso
Hildy
¡Sí, los dos tienen esa cara de niño bonito! Solo que Wilde sería el que le presentás a tus padres mientras que Curtis es aquel con el cual te escabullís a la vuelta de la esquina, jaja.