Querido Pier Paolo, un libro de cine emocionante. Pasolini en estado puro.

Pasolini que estás mis sueños, así podría titularse también el libro de Dacia Maraini. «Es tan extraño que después de todos estos años, en el sueño, siga encontrando la manera de recordarte y de verte. Sigues siendo el joven de cincuenta años que frecuenté en los años sesenta y setenta: cuerpo ágil, deportivo; cara seria, no adusta, sino pensativa; mirada soñadora; paso decidido y siempre a punto de echar a correr».

De los libros de cine más bonitos y emocionantes que he leído este año. Llevaba un tiempo que quería escribir algo sobre Pier Paolo Pasolini. Este año se celebra su centenario, pero es un realizador que no conozco en profundidad. No obstante, siempre me ha llamado la atención su personalidad y su vida. De la filmografía de este director todavía me quedan bastantes películas por ver, pero es cierto que nunca me he puesto a fondo a analizarla al igual que he hecho con la de otros creadores. Pasolini me cuesta a la vez que me atrae profundamente. Quería acercarme a él de alguna manera. Y entonces apareció este libro. Lo vi en un artículo de una revista de cine, fui a la librería días después y el flechazo fue inmediato por varios motivos.

Primero, su autora, la italiana Dacia Maraini. Tampoco he leído muchas de sus obras, tan solo una antología de cuentos, pero me entusiasmó: Amor robado. Sabía, sin embargo, porque indagué en su momento, que fue amiga de Pasolini. Segundo, porque era un libro de cartas y el género epistolar es una de mis debilidades. Maraini a sus 85 años escribe una colección de cartas al amigo ausente. Tercero, la autora se aproxima con una sensibilidad especial a Pasolini a través de los sueños y recuerdos y aporta un retrato que emociona.

¿Qué mejor manera de conocer a alguien ausente que a través de una persona que lo quería de veras? Y Dacia Maraini tira de muchos hilos y deja un retrato bello, pero complejo, como no podía ser de otra manera si uno era amigo de Pasolini. Maraini lo ama con todas sus complejidades, sufrimientos y contradicciones. Maraini lo ama como intelectual, como poeta, como cineasta y artista completo. Maraini lo ama como amigo, como persona vital y deportista, como amigo de sus amigos…

Cada una de las cartas posee una riqueza especial. La escritora italiana habla de Pasolini como intelectual completo, controvertido y complejo, pero siempre un hombre tierno. A menudo sigue soñando con él. Encadena sueños y recuerdos. Toca todos los aspectos interesantes de Pasolini: analiza concienzudamente su manera de pensar, incluso en los temas que no estaban de acuerdo (como el aborto), y también los que continúan aún hoy vigentes (su mirada crítica hacia un mundo consumista).

Se para en su obra literaria, sobre todo sus poemas. Deja ver sus influencias, todo lo que amaba Pasolini en literatura y arte. También cuenta cómo encaraba los rodajes, cómo entendía el cine.

Dacia Maraini aborda también temas controvertidos a la hora de analizar a Pasolini: la manera que tenía de vivir su sexualidad, todo lo que rodeó su muerte (incluso la autora llegó a visitar en la cárcel a Pino Pelosi, el único que fue condenado por su asesinato), cómo siempre fue percibido como un intelectual incómodo, cómo se relacionaba con la religión…

Aporta también información y datos maravillosos: lo que le gustaba a Pasolini viajar por África; la pasión por las amistades, y varias platónicas con mujeres como Maria Callas o Elsa Morante; lo que le apasionaba el fútbol; la relación intensa con su madre…

«El África que conocimos nosotros está muerta, Pier Paolo, el África que Karen Blixen cuenta con palabras como estas: “El aire en África tiene un significado desconocido en Europa, lleno de apariciones y espejismos, es en cierto sentido el verdadero escenario de todo acontecimiento”, esa África ya no existe».

Dacia recoge una época y habla de una intelectualidad italiana que se encontraba por las calles de Roma. Así entre las páginas descubrimos a Alberto Moravia (pareja también de Dacia), a Natalia Ginzburg o a Bernardo Bertolucci. Cada una de las letras de este libro son evocadoras. Te hundes entre las líneas de Dacia Maraini y recreas ese pasado que reconstruye con la presencia del amigo, pero también uno es consciente del presente que vive.

Ese mundo sin un Pasolini controvertido que dejaba al descubierto todo su pensamiento porque, según su propio testimonio, «yo sé, porque soy un intelectual, un escritor, que procura estar al día de todo lo que ocurre, conocer todo lo que se escribe al respecto, imaginar todo lo que no se sabe o se calla; que relaciona hechos aislados, que conecta piezas desorganizadas y fragmentarias de un cuadro político coherente, que restablece la lógica donde en apariencia reinan la arbitrariedad, la locura y el misterio». No temía al debate y al enfrentamiento en la conversación.

Con Querido Pier Paolo me descubro más cerca de Pasolini. Y me vienen a la cabeza distintos modos que he tenido de acercarme a él. Las películas que he visto hasta ahora de él, que no son todas ni mucho menos: Mamma Roma, El evangelio según San Mateo, Pajaritos y pajarracos, Saló, o los 120 días de Sodoma... No olvido ese paseo de Nanni Moretti en su vespa en Caro Diario por las localizaciones romanas donde Pasolini estuvo presente hasta el lugar donde fue asesinado que tanto me llamó la atención en su día.

No hace mucho también descubrí la primera película de un jovencísimo Bernardo Bertolucci, La commare secca (1962). Bertolucci empezó como poeta, admiraba a Pasolini, y se puso tras la cámara, el instrumento para expresarse en toda su plenitud, para esta primera película. Lo hizo de la mano de Pasolini. En fin, y ahora las cartas de Dacia Maraini.

«¿Eran días que debería añorar? No sé si éramos felices, Pier Paolo, pero desde luego vivíamos la amistad como una gracia lunar; el gusto de estar juntos sin un objetivo, lo que no sucede ahora que nos encontramos solo para hablar de nuestros libros en ocasiones públicas, como ferias, festivales, congresos. Entonces nos buscábamos por el puro placer de estar juntos, y nadie refunfuñaba, ni había rivalidades o rencores. Si los había, desaparecían en el momento del encuentro, del intercambio de ideas, en el relato que siempre afloraba de la voz profunda del grupo. Un grupo que se reconocía, se estimaba y solidarizaba».

Querido Pier Paolo es un libro para leer despacio y deleitarse. Al fin y al cabo, independientemente de retratar a un cineasta como Pasolini, es la preciosa historia de una amistad.

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