Sesión doble de Dorothy Arzner. Hacia las alturas (Christopher Strong, 1933) / Baila, muchacha, baila (Dance, Girl, Dance, 1940)

Dorothy Arzner, momentos de gloria durante los 30. Hacia las alturas (Christopher Strong, 1933)

Cynthia, siempre volando libre… con todas las consecuencias.

Hay tres aspectos que llaman poderosamente la atención de esta película de Dorothy Arzner. El título original alude a Christopher Strong (Colin Clive), el personaje masculino. Un prestigioso y acaudalado político que lleva una vida de éxito, entregado a su esposa Elaine (Billie Burke) y a su díscola hija (Helen Chandler). Está convencido de que los cimientos de la felicidad son la patria, la familia y la lealtad a su mujer. Un personaje que ve saboteada su recta y conservadora vida cuando conoce a Cynthia Darrington (Katherine Hepburn), una joven e intrépida aviadora.

En el momento que aparece Cynthia, el señor Strong va quedando rezagado en la historia para ser totalmente eclipsado por la joven que hace tambalear sus creencias. Sin embargo, el nombre de esta no corona la cinta. Y no es de extrañar, porque la heroína decide sacrificarse para que su amante siga fiel a sus principios. Prefiere precipitarse al vacío. Al final, Christopher Strong seguirá su plácida y recta vida, sin saber ni siquiera que su amante esperaba un hijo. Es el protagonista masculino el que se queda en el mundo, sin viajar hacia las alturas. Es muy significativo que la primera noche que se conocen, Cynthia invite a Strong a subir al avión y volar con ella, le invita a que deje de pisar por un periodo de tiempo la tierra, y se deje llevar, que vuele con ella.

El segundo aspecto son los detalles que hacen que esta película sea un ejemplo brillante del cine pre code. Con una secuencia elegante, sencilla y hermosa, Dorothy Arzner filma la primera noche que pasan juntos Cynthia y Christopher en la cama. Justo después de que ella haya dado la vuelta al mundo en avión y se haya dado cuenta de que no quiere morir sin conocer el amor y donde él es consciente de que no puede evitar pensar y querer estar con la joven aviadora.

La mano de ella enciende la luz de la mesilla, admirando un brazalete y un anillo, y hablando con su amante. Le explica que ese brazalete quiere decir que está encadenada a él. Y en el anillo hay grabada una inscripción: “El valor vence a la muerte”… y ella replica que al amor también. De pronto, Strong le pide que renuncie al vuelo de altura. Es uno de los récords que ella quiere superar. Pero ante la petición del amante ella accede a poner los pies en la tierra y convertirse en la “otra”. A continuación vuelve a apagar la luz.

Pero no solo es un largometraje pre code por dicha secuencia, sino por cómo se plantean las relaciones entre hombres y mujeres durante toda la película. El pistoletazo de salida y presentación de los personajes será durante una yincana nocturna en casa de una mujer adinerada, familiar de los Strong. Los invitados tienen que encontrar objetos o personas para superar distintas pruebas por toda la ciudad (con una yincana similar empezaría tres años después la maravillosa Al servicio de las damas, de Gregory LaCava).

Participa activamente la hija de los Strong, Monica, y su amante, Harry, un hombre casado. Tienen que buscar a un hombre que lleve más de cinco años casado y que nunca haya sido infiel a su mujer y además se enorgullezca de ello y a una mujer de más de 20 años que nunca se haya enamorado de un hombre. Monica lleva a su padre, Christopher, y Harry se encuentra con la intrépida aviadora.

La película se sustenta por los lazos que se van estableciendo entre estos cuatro personajes, y en esta ecuación entra también la esposa de Strong. Y sus comportamientos y las resoluciones de las historias no son las habituales del Hollywood clásico. Por ejemplo, Elaine no será una mujer que no sabe nada nada de la infidelidad, sino que desde el principio se dará cuenta de todo lo que está pasando. Y no se enfrentará ni a su esposo ni a Cynthia. Es más, con esta última tiene un encuentro final amistoso de agradecimiento por lo que ha hecho por su hija. Curiosamente, la díscola Monica no será comprensiva con su amiga Cynthia, que se siempre la ha apoyado con su historia con Harry, y será la defensora férrea de la fidelidad entre sus padres.

Por otro lado, Cynthia le deja claro desde el primer momento a Strong que no va a dejar de volar por él, y las renuncias que va haciendo son por elección. En un momento, Monica decide cuando Harry, su amante, deja de verla (por petición de Elaine) pasar una noche con otro hombre. Cuando Harry se divorcia y vuelve a su lado, Monica le cuenta su aventura. Y así un montón de ejemplos más.

Por otra parte, la película plantea tanto en Monica como en Cynthia la cuestión del suicidio. Las dos piensan hacerlo por motivos sentimentales. En un principio, la rebelde Monica se presenta como el personaje vulnerable, protegido por todos, que finalmente renuncia al suicidio. Y será Cynthia el personaje más independiente, fuerte y libre quien finalmente lo lleve a cabo.

Pero el suicidio de la aviadora tiene un componente dramático, porque termina siendo accidental. Para ella es doloroso escuchar a su amante que si estuviese embarazada de él, este dejaría a su esposa, pero porque es su deber. Cynthia entonces es consciente de que no se aman de la misma manera y que ella es mucho más libre que él. Lo triste es que Cynthia en el avión tiene un impulso al reflexionar sobre su historia de amor… y se quita la mascarilla de oxígeno, pues piensa que su amor va a perjudicar a Strong. Pero solo es un impulso, cuando trata de ponérsela de nuevo, ya es demasiado tarde, pues se desmaya y pierde el control del avión.

Y el tercer aspecto es el reparto. Esta película cimentaría la carrera de Katharine Hepburn como mujer con un carisma diferente, con personajes fuertes, modernos e independientes. La cámara la quiere y es evidente en varios momentos en que brilla por su singularidad, sobre todo en ese momento en que aparece con un traje de lamé, disfrazada de mariposa. Una actriz con carácter que, curiosamente, no se llevó nada bien durante el rodaje con Dorothy Arzner.

Pero lo más llamativo es conocer otros roles de actores que han logrado la inmortalidad por su presencia en películas clásicas de terror como Colin Clive (presente en El doctor Frankenstein y La novia de Frankenstein) o Helen Chandler (la protagonista de Drácula). Y una referencia también para Billie Burke, muy amiga de la directora, que logró su puesto inmortal en el cine por ser el hada buena de El mago de oz, pero que tuvo una carrera más allá de este papel.

Dorothy Arzner deja momentos cinematográficamente brillantes como cada uno de los encuentros entre los amantes, el beso en la lancha, o logra una interesante secuencia con Cynthia en el avión repasando su historia de amor con una lágrima final a través de sus gafas de aviación.

Dorothy Arzner, andadura independiente. Baila, muchacha, baila (Dance, Girl, Dance, 1940)

Dos modos de enfrentarse a la vida, pero buscando lo mismo: sobrevivir y no dejar de soñar.

Una aparente película ligera y con un toque musical sería uno de los últimos largometrajes de Dorothy Arzner antes de retirarse de Hollywood y del sistema de estudios. Además era una película que venía de rebote (en un principio iba a rodarla Roy del Ruth) pero, sin embargo, la única directora de aquellos años en el sistema de estudios logró plasmar su sello personal. Primero porque los personajes más interesantes de la película son femeninos. Segundo, porque de nuevo muestra una riqueza absoluta en el tipo de relaciones personales que se reflejan en la pantalla, alejándose del canon del Hollywood clásico. Y tercero por el análisis poco complaciente del mundo del arte y del espectáculo.

Sus protagonistas son dos bailarinas que tratan de buscarse las castañas, pero con dos conceptos de vida y de búsqueda de oportunidades totalmente opuesto. Por un lado está Judy (Maureen O’Hara), una joven irlandesa, que sueña en convertirse en una gran bailarina de clásico. Y, por otro, la exuberante Bubbles (Lucille Ball), que ve el baile como una manera de ganarse la vida hasta encontrar al tipo con dinero que la permita retirarse. Las dos forman parte de un grupo de coristas que malvive en espectáculos de diversa índole, que busca incansable su representante Lydia Basilova (Maria Ouspenskaya), una antigua bailarina rusa. Se vuelve a demostrar de nuevo el ojo de Dorothy Arzner para encontrar a las protagonistas adecuadas para los roles que quería plasmar.

Baila, muchacha, baila se va a los bajos fondos del arte. A dos mujeres que tratan de destacar en un mundo complejo, donde no es fácil llegar a la cima. Donde es más posible el fracaso que alcanzar el éxito. Maureen O’Hara y Lucille Ball están maravillosas en sus roles. En su camino se cruza un millonario: Jimmy Harris (Louis Hayward), que solo demostrará de nuevo cómo estas mujeres se toman la vida de diferente manera. Es más, ambas demuestran a lo largo de toda la película que a su manera son totalmente independientes, y que su vida no depende del encuentro con el príncipe azul.

La película cuenta con diversos números musicales, que fueron coreografiados por Marion Morgan, la pareja de toda la vida de Dorothy Arzner. Estos contraponen el mundo del burlesque, donde Bubbles es la estrella, con el de la danza más sofisticada al que quiere aspirar Judy. A la danza sofisticada es a lo que se dedica el coreógrafo Steve Adams (Ralph Bellamy). Judy acude a hablar con él (después de varios incidentes y un triste suceso), pero cuando ve ensimismada el trabajo de los otros bailarines, teme no estar a la altura y huye del despacho. Después una ristra de casualidades y encuentros harán que sus caminos vuelvan a cruzarse. Pero mientras, Judy sigue aspirando a su sueño, a pesar de sus miedos.

Esta contraposición entre el burlesque y la danza más sofisticada llega a su culminación cuando Bubbles, convertida en reina de un zafio espectáculo, recurre a su antigua compañera Judy para convertirla en un “títere” que tan solo provoque la risa y la ira del público masculino. Judy será la reina del intermedio entre número y número de Bubbles: saldrá con su traje de bailarina y su danza clásica, siendo abucheada para que vuelva a aparecer Bubbles con sus movimientos sensuales y sus canciones pícaras. Pero Judy tiene que sobrevivir, además de tener mucho orgullo, y acepta convertirse en bufón con la máxima dignidad posible.

Por otra parte, las dos se sentirán atraídas por Jimmy Harris, que tiene su propia historia. Una, por puro interés económico; y la otra, porque realmente piensa que puede enamorarse y empezar una historia. Pero Harris no es un príncipe azul ni conviene a ninguna de las dos. Es un millonario caprichoso y autodestructivo, enamorado de su mujer (Virginia Field), que en juego del ratón y el gato, decide divorciarse de él. Los dos se fastidian el uno al otro, pero no pueden estar separados. Jimmy en su camino como bala perdida aterriza en la vida de ambas coristas.

Aunque estas no renuncian por él ni a sus vidas ni a sus sueños. Es significativo el momento en que Judy, después de una velada con Jimmy, regresa a su habitación y mira la luna para pedir un deseo, y ese deseo no es estar junto al millonario, sino convertirse en una buena bailarina.

A su manera, tanto Judy como Bubbles se buscan la vida y son menos rivales de lo que piensan. No dejan que nadie las regale nada. Es más saben muy bien dónde se mueven, cuáles son sueños, miedos y frustraciones. Incluso Judy en un momento dado deja de ser títere y payasa en el espectáculo de burlesque y arenga al público masculino, que no deja de abuchearla una y otra vez, para decirles que sabe perfectamente cuál es la función de Bubbles y de ella, como ellos las cosifican y convierten en un trozo de carne y lo hipócritas que son por luego llevar respetables vidas fuera de esas cuatro paredes, junto a sus novias o esposas.

Baila, muchacha, baila, de Dorothy Arzner, es una aparente película sencilla y frívola, pero tiene mucho donde rascar. Y no se rubrica con un final feliz, sino con unas protagonistas que siguen subiendo peldaños o bajándolos para continuar su andadura por la vida. Asumiendo ambas, sueños y fracasos.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

11 comentarios en “Sesión doble de Dorothy Arzner. Hacia las alturas (Christopher Strong, 1933) / Baila, muchacha, baila (Dance, Girl, Dance, 1940)

  1. No he visto ninguna de las dos, querida Hildy, pero Arzner me interesa. De Christopher Strong (qué elenco de grandes nombres del pre-code) solo conozco la imagen famosísima de Hepburn con ese traje de lamé que le queda como un guante. Y de Dance, girl, dance he visto en algún documental la escena en la que O’Hara confronta a su público. El argumento tal como lo describís me hizo pensar en Stage Door, en donde trabajaba justamente Katharine Hepburn.
    Quedan anotadas, pues, ambas películas.-
    Un beso enorme, Bet.-

  2. Qué imagen, ¿verdad, Bet? Está impresionante Hepburn con ese vestido, que en cualquier otra podría ser ridículo, y en ella es todo elegancia y glamour. El momento de Maureen O`Hara es magnífico, la verdad. ¡¡¡Sí, podría ser una sesión doble interesante «Damas del teatro» y «Baila, muchacha, baila»!!!
    ¡Creo que te van a gustar las dos!

    Beso enorme
    Hildy

  3. Hola Hildy
    Hay yincanas que matan; por un lado la búsqueda del esposo «más fiel» me hace imaginar al resto del maridaje mirando con ojitos a sus respectivas y decir «tranquila cielo, que yo quedé el segundo» y por otro anunciar: «¿Hay alguna mujer en la sala de más de veinte que no haya conocido varón y que sea alta y delgada? y la buena de Katharine decir, a modo de justificación: «¡Y eso que en la primera cita los pongo por las nubes!»
    La presencia de O’Hara y Ball en la segunda me lleva a imaginarla como una precuela de la ultrafamosa «trilogía del tinte» cuyo corolario sería: Los caballeros tontean con las pelirrojas, prefieren a las rubias… y se casan con las morenas.
    Un saludo, Manuel.

  4. Ole, Manuel, y sus juegos de palabras. Qué bien me lo paso. Querido Manuel, las dos películas merecen la pena. Se disfrutan. Y hay un montón de secundarios interesantes. Además merece la pena analizar a Dorothy Arzner como cineasta.

    Beso
    Hildy

  5. Qué buena recuperación, mi querida Hildy. No he visto más que la primera, pero su directora, que quizá no destaca tanto por sus películas, que tampoco me parecen nada del otro jueves (las mejores directoras de la época están en el Este, creo), que por la rareza de su relevancia y, sobre todo, de su memoria, en un tiempo y un lugar tan poco habitual para las cineastas, merece ser destacada. La imagen de Kate como piloto llegó a ser icónica, y eso era igual de poco frecuente. La Hepburn, como casi siempre, derrocha carisma.

    Besos

  6. Sí, cada vez me interesa más Dorothy Arzner y su filmografía. Sus películas tienen mucho que analizar por cómo trata las relaciones entre hombres y mujeres y por sus protagonistas, además de ser una realizadora con dominio de la narrativa cinematográfica. Efectivamente es relevante su presencia en el sistema de estudios de Hollywood, donde los directores eran hombres. Sí, Hepburn dejó su imagen icónica como piloto o también con su traje de lamé disfrazada de mariposa. Sí, tenía carisma.

    Beso
    Hildy

  7. Hola, Hildy, ¡Cuánto tiempo! A ver si puedo ponerme al día de tu blog. Por cierto, admiro tu capacidad de ser constante
    Hace unos meses le dedicaron un ciclo en la filmoteca de Cataluña a Dorothy Arzner y pude revisar y/ descubrir algunos de sus films. Y puedo afirmar que me pareció que sin duda era una autora, en cuya filmografía se podían encontrar constantes temáticas y narrativas.
    De ella había visto “La novia vestía de rojo” con mis adorados Joan Crawford y Franchot Tone. La revisé y puedo decirte que me gustó aún más que la primera vez. En el mismo DVD tengo “Tuya para siempre” (¡con lo estupendo que es el título original” Merryly we go to hell”) con su actor fetiche, Fredric March. También volví a ver “Baila, muchacha, baila” y vi por primera vez “Honor among lovers” , “Working girls”, “La loca orgia”, “Sarah and son” y su última película “ First comes courage”. En el festival de San Sebastián le dedicaron una retrospectiva hace unos pocos años y me compré el libro que editaron. Me decepcionó. Analizaba toda la carrera de Arzner en clave de mujer lesbiana. Al final parece que su importancia radica en su sexo y su orientación sexual. Y no es justo, A mi juicio, se la reduce. Y por lo que he leído sobre ella, creo que no le gustaría nada. Además de añadirle un mérito extra por ser la única directora mujer en su momento, la obra de Arzner se defiende por su misma por su calidad. No se la ha de reconocer por ser mujer y lesbiana, sino por ser una buena cineasta, una autora con todas las de la ley, que además era mujer y lesbiana.
    Centrándome en las películas que comentas “Hacia las alturas” puede que sea su título más famoso y se le asocia más con su protagonista Katherine Hepburn, que con su directora. Me interesó la película, pero me resultó algo fría. Quizá por la extrañeza que desprenden coma amantes Clive y Hepburn, poco adecuados, para mi, con sus físicos angulosos y su ausencia de sensualidad, para interpretar a esos amantes condenados, abrasados por la pasión culpable ( Katherine era una actriz excelsa, pero la pasión no era su mejor terreno…) Con todo es una película interesante, muy “precode” con esa aristocracia británica tan despreocupada en temas de amor y sexo. Hepburn está adecuado en su papel de “amazona de los cielos” tan intrépida e independiente en su trabajo como inexperta en el amor. Y tiene dos momentos para la posteridad; su aparición disfrazada de mariposa nocturna, simplemente fascinante y su inmolación en el avión. Ese final de la protagonista, el sacrificio de la adultera para que se restaure el orden matrimonial, puede parecer lo más conservador del mundo. Pero ese gesto de la protagonista de querer volver a ponerse la máscara y agarrarse de nuevo a la vida, sin llegar a conseguirlo, cambia el tono de la escena de dramático a doloroso y el significado de esa muerte, La escena final con la estatua y la reseña en el periódico, invita a la reflexión sobre lo que ocultan lo héroes. Deja una ironía amarga.

  8. “Baila, muchacha, baila” ya es posterior al código pero tiene cosas interesantísimas, Como esa Judy (Maureen O’Hara) con una determinación de hierro para conseguir su sueño, tan típica de la protagonistas de Arzner, pero con sus fragilidades y dudas y esa antagonista, Bubbles ( Lucille Ball. Guapa y deliciosamente vulgar) que nunca es una villana, y a la que el film no castiga ni humilla como solía pasar con ese tipo de personajes, sino que premia. La ambivalente e interesada pero nunca falsa amistad que tiene con el personaje de Judy y los caminos que ambas seguirán para conseguir sus ambiciones son los puntos fuertes de la narración, junto con el bonito y triste primer amor que vive la protagonista con Jimmy, el personaje de Louis Hayward. La primera vez que vi el film me sorprendió su desenlace. Es cierto que los divorciados que vuelven a casarse eran todo un género en el Hollywood clásico, pero en este film se entiende esa reconciliación final, aunque hay momento en los que crees que los personajes de O’Hara y Hayward pueden tener un futuro juntos. Me gustó como está construido el personaje masculino. Es inmaduro, autodestructivo e inestable, pero nunca es deshonesto ni te resulta odioso. No es el típico pretendiente canalla o simplemente débil. Es un hombre cuyo peor enemigo es el mismo, profundamente herido por su fracaso matrimonial y que, aunque se da cuenta que podría tener algo muy hermoso con Judy, está irremediablemente atado a su exmujer. Preciosa la escena del paseo a casa de madrugada, donde él muestra su personalidad volátil y a la vez sincera.

    Interesantísimo film repito, y memorable ese encaramiento de Judy con el público.
    Una última reflexión, creo que ese disparate hortera y divertido de “Showgirls” (que por lo visto goza de estatus de film de culto) es un remake de “Baila, muchacha baila” ¿Cómo te quedas?

  9. Querida, querida Lilapop, qué alegría y sabes que siempre es un placer leerte.
    Qué interesante es la filmografía de Dorothy Arzner, a mí todavía me queda bastante por descubrir. Sin embargo, los títulos que he visto hasta ahora de ella me descubren una cineasta riquísima para analizar y gozar. No he leído la publicación que editó el festival de San Sebastián. Pero creo que las películas de Arzner son riquísimas en posibilidades de análisis tanto de contenido como de forma (dominaba el lenguaje cinematográfico) y que es una pena centrarse tan solo en un único aspecto de la cineasta.
    Como siempre tu visión sobre ambas películas tiene un montón de claves interesantes… Jajaja, alucinada me quedo con lo de Showgirls… ¡Qué sesión doble más flipante: Showgirls y Baila, muchacha, baila! Cuánto diálogo y juego hay entre ambas películas.

    Beso
    Hildy

  10. Muy interesante este doble ciclo Dorothy Arzner. Aún he de ver Christopher Strong, y no por falta de ganas al ser un gran fan de Katharine Hepburn, pero sí que vi Baila muchacha baila, que me gustó mucho.
    Me sorprendió muy gratamente esos toques que para un film del Hollywood clásico me parecen bastante feministas: la protagonista siguiendo su propio camino, rechazar el que se supone que es un partido irreprochable y, sobre todo, me dejó huella esa escena en que rechaza participar en un número de baile ¡porque no se ve a la altura! Una actitud totalmente anti-Hollywood. ¡Bravo! Realmente es una rara avis con esos pequeños detalles fuera de lo común.

    Un saludo.

  11. Querido Doctor Mabuse, ya me dirás qué te parece «Christopher Strong». Si te gusta Katharine Hepburn creo que te va a parecer fascinante, sobre todo el momento en que aparece como una mariposa de lamé.
    Sí, «Baila, muchacha, baila» muestra personajes femeninos que como dices siguen su propio camino. Y esa exigencia que tiene el personaje de Maureen al no verse a la altura envuelve al personaje de una humanidad auténtica. Sí, tienes razón, es una película plagada de detalles.

    Beso
    Hildy

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