El blog de Hildy Johnson

Simplemente, un blog "de cine"

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El ombligo de Guie’dani (Xquipi’ Guie’dani, 2018) de Xavi Sala

La adolescente Guie’dani le confiesa a su amiga Claudia que su ombligo está enterrado en su pueblo, Xadani, en Oaxaca. Es un ritual simbólico que refleja que siempre puede regresar a su tierra, pues ahí se esconde su esencia. Guie’dani no renuncia ni un momento a sus raíces, a su identidad, a su cultura, a la mirada que posee del mundo… Su vida da un vuelco cuando tiene que abandonar la aldea e irse con su madre a Ciudad de México, donde su progenitora ha encontrado un trabajo como empleada doméstica interna con una familia de clase media acomodada.

Cuando llega a su nuevo hogar, no solo no lo vive como tal, sino que se siente un pez fuera del agua, que mira con ojos vigilantes un mundo al que no pertenece ni quiere pertenecer si tiene que renunciar a ser ella misma. Una de las funciones de cuidado que tienen que asumir su madre y ella es alimentar a unos delicados peces en un enorme acuario. Guie’dani se siente pez extraviado, fuera de su hábitat natural, y se rebela contra un mundo que no la deja ser ella misma.

La actitud de Guie’dani incomoda a la nueva familia, y el director Xavi Sala logra trasladar esa inquietud que provoca al espectador. Pues la niña no es sumisa, la niña no renuncia a su identidad, la niña es diferente y no quiere ser de otra manera para ser aceptada, la niña no asume las reglas de convivencia que establece la familia empleadora, que perpetua un modelo social injusto… Ella no les habla, los mira fijamente, no empatiza, no sonríe… Siempre está al acecho ese momento que se espera catártico donde Guie’dani estalle con toda su rebeldía y transgresión, donde el enfrentamiento cristalice. Pues la adolescente no siente que se tenga que mostrar agradecida ante una familia, que sutilmente, rechaza su identidad. De nuevo, cuando Claudia, su amiga, le pregunte que qué quiere ser de mayor. Ella lo tiene claro, será lo que tenga que ser, menos una sirvienta.

Porque el primer largometraje de Xavi Sala, director nacionalizado mexicano, pero que nació en Alicante, remueve y toca muchos matices a analizar. No solo evidencia una realidad mexicana, sino que universaliza un sentir. Es decir, no solo trata el conflicto racial tan arraigado en México contra la comunidad indígena, que incluso se perpetúa en ciudadanos con ideales progresistas, como la familia de la película, sino que deja al descubierto la enorme brecha social existente, cada vez mayor, donde arraigan nuevas relaciones de esclavitud.

Y esa brecha cada vez es más profunda y es universal, creando unos mecanismos de intransigencia y odio, donde asoma siempre una violencia silenciosa, en la que unos prefieren ignorar y perpetuar su poder bajo sonrisas amables y otros quieren sacudirse el yugo, frustrándose ante las continuas humillaciones, sin abandonar un enfrentamiento continuo. Ese enfrentamiento quiere revelar que no solo abrazan su diferencia, sino que se niegan al destino social que tienen asignado. Guie’dani echa de menos su aldea, sus orígenes, su raíces, su ombligo… No quiere renunciar a él. De hecho, se lleva como codiciada posesión una bolsa de tierra de su aldea.

El gran acierto de Sala es que todo lo refleja sutilmente a través de la puesta en escena, aprovechando, entre otras cosas, la arquitectura y los espacios de la casa en Ciudad de México, que será la localización principal de la película. Así Guie’dani y su madre, a las que se las repite continuamente que son como de la familia (si mantienen las distancias y siguen las reglas del juego dictadas por sus empleadores), tienen reservado un lugar en la casa, aislado de donde se desarrolla la vida familiar. A ese lugar se accede por una escalera de caracol, y nada tiene que ver con el confortable hogar de diseño de la familia. Ellas están confinadas en unos humildes e incómodos aposentos, donde además tan solo les proporcionan una cama para las dos.

Guie’dani siempre se siente una intrusa en las demás habitaciones, a no ser que esté en ellos por tareas domésticas, y su espacio en el hogar de la familia empleadora es la cocina. Ahí su madre y ella pueden desarrollar momentos de intimidad y complicidad, también de confrontación.

La adolescente en su silenciosa rebeldía irá cometiendo pequeñas transgresiones que reflejan su rechazo a una adaptación y sumisión obligada. Gestos como escupir sobre una prenda, pintar un póster, echar agua en un ordenador, burlarse de las maneras de sus empleadores, pero también lleva a cabo otros gestos que tienen más que ver con su identidad: se niega a renunciar a su lengua (zapoteca), a su manera de vestir, de celebrar, de comer, y nunca pierde el deseo de regresar a la aldea, de abrazar de nuevo a su abuela.

El ombligo de Guie’dani forma parte de un hilo de películas que ponen sobre la mesa que la lucha de clases nunca ha terminado, que sigue vigente. La madre de Guie’dani es una superviviente que aguanta y es inevitable el enfrentamiento, siempre suave, con su hija adolescente que no ve la cosas igual que ella. La madre considera que trabajan en una casa donde las tratan bien y donde sus condiciones de vida son mejores. En cierto sentido es un personaje emparentado con la protagonista de Roma, de Alfonso Cuarón. Son mujeres dedicadas absolutamente al cuidado, pero su afán de supervivencia evita el enfrentamiento. Tanto en la de Cuarón como en la de Sala se realizó un cuidado y realista casting y sus actrices principales son mujeres indígenas, su presencia como estrellas de la función no ha sido común en el cine mexicano.

Por otra parte, la visión de Guie’dani, la relación con su madre y con la familia que las contrata, así como su vivencia en los espacios de la casa donde trabajan se emparenta con una película brasileña, Una segunda madre, de Anna Muylaert, que muestra, haciendo más hincapié en el humor (pero no por ello menos dura), el conflicto entre una madre, que trabaja como sirviente doméstica interna, y una hija que viene a visitarla por distintos motivos.

Sin embargo, El ombligo de Guie’dani universaliza el reflejo de esa forma sutil de esclavitud y esa lucha de clases que pone en evidencia una brecha cada vez más gigantesca, que tiene distintos estallidos de violencia que son sutilmente fagocitados para continuar perpetuando una misma situación social injusta o peor.

Así ese hilo nos conduce al reciente documental Overseas, de Sung-a Yoon, que documenta la formación de sirvientas filipinas en un centro para encontrar puestos de trabajo en distintas partes del mundo, y cómo son preparadas para vivir las situaciones más humillantes, condenadas a una vida futura con unas condiciones prácticamente de esclavas. Se puede seguir tirando de ese hilo y llegar a Parásitos, de Bong Joon-ho, que refleja también a través de los olores y la arquitectura, la insalvable brecha entre los que nada tienen y los que todo poseen, y las peculiares reglas del juego, así como el estallido catártico que hace que todo vuelve a ser igual, con la brecha más amplía.

Xavi Sala muestra su dominio a la hora de reflejar la mirada de Guie’dani, apenas necesita que este personaje hable. Nos guía a través de sus ojos y sus acciones a su sentir. Esa mano que se mete en el acuario; ese cuerpo que se tumba en el jardín, mientras se riega automáticamente; ese rostro que mira a la luna; esa niña que se mira al espejo y se quita la pintura de los labios o se viste con un traje de hombre; esa adolescente que come sin cubiertos… Y esa mirada es incómoda, inquietante, nada complaciente.

Guie’dani desarma con su mirada observadora y esa boca que cree que tiene poco por lo que sonreír y mucho por lo que rebelarse. La adolescente seguirá buscando su camino, aunque tenga que bailar siempre al margen, sin renunciar a ella misma.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

7 comentarios en “El ombligo de Guie’dani (Xquipi’ Guie’dani, 2018) de Xavi Sala

  1. Hola Hildy:
    Todo el tiempo estaba pensando que ya conocía el argumento y, fijáte, pensaba que podría ser una película francesa pero no, era la brasileña que señalas; aunque en este caso la hija ya no es adolescente, retrata como los «sacrificios» que una generación casi hace como «honor» la siguiente ya no los acepta.
    Y eso, traducido, lleva al papel que chachas y paletos hacían en nuestro llamado «cine del desarrollo».
    Un saludo, Manuel.

  2. Querido Manuel, «El ombligo de Guie’dani» ha sido toda una sorpresa para mí. Es una película interesantísima. Y, efectivamente, emparenta en ciertas cuestiones con la magnífica «Una segunda madre». Efectivamente, como dices, en la película brasileña la hija ya es una joven, no una niña. Ambas películas formarían una interesante sesión doble. Pero Xavi Sala consigue una voz propia y una mirada especial en la película, merece la pena acercarse a ella.
    En México se está viviendo una etapa dorada de cine, con títulos potentes. Últimamente he visto películas mexicanas presentando distintas realidades que me han llamado mucho la atención y además visualmente potentes (como «Güeros» o «Las niñas bien»), y «El ombligo de Guie’dani» continúa esa senda de buen cine.
    Pero hay un tema de fondo que trasciende y llega a todas las cinematografías. Presentando una realidad totalmente distinta, pero donde hay huellas también respecto esas formas de esclavitud existentes en todos los tiempos y en todos los sitios (a pesar de las batallas sociales), recuerdo el impacto que me causó la primera vez que vi «Los santos inocentes» de Mario Camus.

    Beso
    Hildy

  3. Hola otravez: «los santos inocentes» es una película monumental y, creo recordar, el tema que nos ocupa ya está allí. Cuando los terratenientes pretenden «ascender» a la hija para que pase al servicio de la casa, ella decide que es mejor ir a servir a la capital y vivir su propia vida que quedarse y ser la continuación de sus padres. Yo también estaba pensando en ella.
    No podemos cerrar los ojos con México; nos cuesta confesar que el más grande cómico en castellano es Mario Moreno «Cantinflas».
    Un saludo, Manuel.

  4. Ni pajolera idea de esta película, mi querida Hildy. Me parece todo muy interesante hasta que mencionas «Roma». Espero que no se parezca en nada a esta, y si se tiene que parecer a algo, que sea a «Una segunda madre».

    Y hala, como es lunes, voy a discrepar hasta de eso de considerar a Cantinflas el mejor cómico en castellano. Lo siento, pero más allá de las dos o tres primeras películas, se me hace insufrible.

    Besos

  5. Precisamente, mi querido Alfredo, es opuesta en su planteamiento y mirada a Roma. Pero que sepas, creo que ya lo debatimos, que a mí Roma, de Cuarón, me gustó.

    Me parece curioso lo que ha pasado con Cantinflas. Recuerdo cuando era niña, es decir, durante los ochenta, que Cantinflas y sus películas estaban mucho más presentes en nuestras vidas. Ahora acá se le ha olvidado totalmente. Eran habituales las emisiones televisivas de sus películas, su presencia en videoclubs o en otro tipo de pantallas.
    Mis recuerdos infantiles me traen a un tipo que me parecía que hablaba muy rápido, y que, a veces, no pillaba todo lo que decía. Me lo pasaba bien con sus películas.
    Llevo tiempo que leo más sobre la persona detrás de Cantiflas, pero tengo que revisitar de nuevo sus películas. Ahora mismo no podría decir u opinar bien sobre su filmografía.
    Lo de los cómicos y su humor es como en todo en esta vida, es cuestión de conectar. Cuestión de sensibilidades, ¿verdad? Yo hay con cómicos que no puedo, no me hacen nada gracia. Y otros con los que me parto de la risa.

    Beso
    Hildy

  6. Lo primero, saludos al tocayo.

    Querida Hildy, me la apunto, porque no tenía ni idea. Es que estoy muy muy desconectado del cine de hoy…

    Sí coincido con Alfredo (qué bien, ahora que sé su nombre no tengo que llamarle 39escalones)en que Roma me mola poco. Las razones no me apetece ahora contarlas, pero en general me pareció artificiosa y churrigueresca. No puede ser que estés más pendiente de cómo han rodado un paneo-secuencia de 10 minutos sin cortar que de lo que vale la vida de quien está en el agua en ese paneo-secuencia. Lo mismo el problema es mío, que me fijo en esas cosas, pero me da que no.

    Lo dicho, melapunto y besazo.

  7. Creo, querido Manuel, que va a interesarte bastante esa película. Además, como contraposición a Roma, permite unas reflexiones de lo más interesante sobre la mirada.
    El ombligo de Guie’dani no deja en absoluto indiferente. Remueve.

    Beso
    Hildy

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