El blog de Hildy Johnson

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Robin Williams, una batalla contra el miedo

Robin Williams en su batalla contra el miedo en El mejor padre del mundo.

En el reciente documental El deseo de Robin (Robin’s Wish, 2020), de Tylor Norwood, en un momento determinado se menciona uno de los deseos que tuvo el actor para la posteridad: “Quiero ayudar a la gente a tener menos miedo”. Ese es el legado que quería transmitir. Y, de pronto, fui consciente de que la carrera de Williams podía analizarse y construirse a través de esa premisa. Combinó su carrera de actor cinematográfico con los escenarios, donde se subía como rey de la improvisación en el arte de los monólogos cómicos (stand up). Sus instrumentos de trabajo eran su voz, su mente veloz, y la transformación constante de su rostro y cuerpo para los personajes que llevaba a cabo. Todo al servicio de batallar contra los miedos humanos. Una batalla a la que tuvo que enfrentarse él mismo durante sus últimos años cuando sufrió una enfermedad que no le fue diagnosticada hasta después de su fallecimiento, en trágicas circunstancias: un tipo de demencia degenerativa (demencia con cuerpos de Lewy).

Uno de sus últimos trabajos cinematográficos más impactantes y valientes fue una triste e irreverente tragicomedia negra, muy negra: El mejor padre del mundo (World’s Greatest Dad, 2009), de Bobcat Goldthwait. La película cuenta la historia de un hombre fracasado, Lance Clayton, cuyo mayor miedo es la soledad. Lance es un tipo con una existencia gris: su convivencia con su hijo Kyle, es de todo menos idílica. El adolescente es oscuro, desagradable y absolutamente demoledor con su padre, además de ser bastante odiado, a pulso, en el instituto. Por otra parte, Lance es un profesor de poesía, en absoluto popular, con clases vacías y un frustrado escritor, que nada de lo que plasma en papel es publicado. Tiene una relación con una profesora, pero esta prefiere que se mantenga en secreto. Y sus relaciones con el director y otros compañeros del centro nunca saltan a mayores, pero no son fáciles. De pronto su vida tiene el giro más trágico que uno pueda imaginar, pero este paradojicamente le permite cumplir muchos de sus sueños, sustentados por una mentira. Al final del recorrido, tiene un momento absolutamente liberador, donde Robin Williams se desnuda ante la cámara (en todos los sentidos), para descubrir que es “mejor estar solo que rodeado de personas que te hagan sentir solo”.

La batalla de Williams tiene otro momento álgido en una de sus películas más recordadas Good Morning, Vietnam (Good Morning, Vietnam, 1987), de Barry Levinson. Ese locutor de radio con discurso ágil que termina no solo entreteniendo a las tropas, sino convirtiéndose en portavoz y en espíritu crítico. También a través de las canciones que emite trata de combatir el miedo que puedan sentir los jóvenes soldados, muchos destinados a una muerte segura. Así por las ondas, en un mundo hostil, surgen las notas musicales de What a wonderful world y I feel good, así como una llamada a no cerrar los ojos sobre lo que realmente está ocurriendo. De hecho, como se refleja en el documental, Robin Williams, como su personaje ficticio, visitó varias veces a soldados estadounidenses en distintos conflictos bélicos (Irán, Afganistán) y actuaba para ellos, también visitaba a los heridos en los hospitales. De alguna manera, trataba durante su presencia apartar el sentimiento de temor.

Pero este locutor de radio no es el único personaje que trata de que la gente a su alrededor tenga menos miedo, sin dejar siempre de luchar contra los miedos propios, sino que otros se alzan en esta tarea. ¿Quién olvida a Parry, ese sin hogar sin cordura que canta en un hospital psiquiátrico ante la presencia de todos los enfermos, I like New York in june, how about you? Yo no. El rey pescador (The Fisher King, 1991), de Terry Gilliam, es una de esas películas que me han marcado siempre. Una historia de personajes solitarios y atormentados que luchan contra la locura y la soledad. Robin Williams era Parry, un hombre intelectual que vive un acontecimiento traumático que le precipita a las calles. Crea un mundo paralelo donde un caballero rojo le persigue y donde su máxima aspiración es encontrar el Santo Grial. Ese caballero rojo es, en realidad, la representación de todos sus miedos. En su camino se cruza un locutor de radio, más conectado de lo que piensa a la vida de Parry, que vivió sus momentos de gloria y que ahora arrastra su culpa y adicciones por la gran ciudad. Los dos se liberan de sus miedos en un camino difícil, y de nuevo, Robin Williams se despoja de todo, de sus ropas, para mostrar lo que puede ofrecer la vida en una noche estrellada en un parque.

Penny Marshall adaptó para la pantalla uno de los libros del neurólogo Oliver Sacks, Despertares. Así en 1990, Robin Williams se puso la bata blanca y fue el neurólogo Malcolm Sayer, absolutamente entregado a los enfermos de encefalitis letárgica. Se pone en la piel de un doctor que acompaña a sus pacientes, que trata de entender su mundo interior, y busca una solución a su letargo. Cuando logra administrarles un medicamento que milagrosamente los despierta a la vida, tras los momentos de euforia, Sayer descubre que estos se enfrentan a los miedos de la existencia, y también a la incertidumbre de cuánto tiempo podrán permanecer “despiertos”. Y él los sigue acompañando en un camino doloroso y frustrante para todos. Ahora, recordando esta película, pienso cómo Williams hubiese necesitado en su camino un neurólogo entregado como Sayer para enfrentarse a los miedos de una enfermedad que estaba acabando y enterrando su identidad.

Otro de los papeles que marcaron su carrera fue el de psicólogo en El indomable Will Hunting (Good Will Hunting, 1997), de Gus Van Sant. En este caso hace que un joven conflictivo, Will, se enfrente a sus miedos. Precisamente Will se acomoda en la etiqueta que le han colgado para no chocar con el fracaso, la crítica o el terror a no cumplir las expectativas de los demás. Prefiere no salir del lodo, para no tener que caer. Ahí Robin Williams ejerce de profesional contenido y sabio que hace ver al joven la importancia de las pequeñas cosas, así como descubrir que nadie es perfecto, y que hay que convivir con eso. El secreto muchas veces es tan solo tener clara esa premisa y aprender a vivir con los demás, que tampoco son perfectos. Lo mismo hace el profesor Keating en El club de los poetas muertos (Dead Poets Society, 1989), de Peter Weir. A través de la literatura como instrumento, mostrar a los alumnos una senda para que no tengan miedo a lo que la vida depara.

En estas dos últimas películas y otras que hemos analizado, muestra también la importancia de la amistad para enfrentarse a los obstáculos que se van presentando en los itinerarios que recorre cada uno. Con los amigos los miedos son más llevaderos, o por lo menos compartidos. Así otras de las revelaciones de El deseo de Robin es la importancia de la amistad para Williams, que conservó grandes amigos a lo largo de la vida, y varios le marcaron mucho. Cuando era estudiante en la escuela de Juilliard, conoció a Christopher Reeve, y construyeron una amistad sólida, que duró hasta el fallecimiento de este último. De hecho, Robin fue uno de los que estuvo siempre al lado de Reeve cuando un accidente le postró en una silla de ruedas, además de tener continuas complicaciones de salud. Williams tenía clara la importancia de conservar las amistades en los momentos buenos y malos. También le marcó la muerte de John Belushi, con el que compartía adicciones a las drogas y el alcohol, y este fallecimiento le sirvió de advertencia. Toda su vida fue también una lucha contra sus dependencias.

Al analizar la carrera de Robin Williams, esta puede ir construyéndose a través del concepto del miedo. Un cómico presenta batalla contra los temores más profundos del ser humano, y se convierte en un genio azul que trata de cumplir un último deseo, que consigamos identificar nuestros miedos y enfrentarnos, en la medida de lo posible, a ellos.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

15 comentarios en “Robin Williams, una batalla contra el miedo

  1. Mi querida Hildy, nunca me entusiasmó demasiado Robin Williams… Cuando seguía un guíon. Hay vídeos de acontecimientos y situaciones en los que es absolutamente descacharrante. Ahora recuerdo una famosa entrega de premios en que, nominado junto a Jack Nicholson y Daniel Day-Lewis, estos ganan ex-aequo y él se queda fuera y, no obstante, la presentadora, Salma Hayek, le invita a subir al escenario a compartir de algún modo el premio y el homenaje; me troncho de la risa solo de recordarlo. Es de los mejores momentos en un sarao de ese tipo que jamás se han visto.

    Has hecho un excelente recorrido por su vida en conexión con su obra. Williams viene a alimentar esa extraña coherencia entre la capacidad humorística de algunas personas y su tristeza y desgracia personal, de la que hay tantos ejemplos que resultaría una banalidad considerarlo meras coincidencias.

    Solo puedo añadir que la demencia con cuerpos de Lewy es una enfermedad que conozco bien, puesto que mi padre la sufrió y fue lo que le ocasionó la muerte. Tiene síntomas del Parkison y del Alzheimer, pero si además, como fue el caso, va acompañada de brotes psicóticos, es un panorama y una perspectiva tan tan duros (el paciente es consciente, en ciertos momentos, de lo que le ocurre) que no me extraña que, sabiendo lo que sé, habiendo visto lo que he visto, y habiendo estado yo mismo a pocos centímetros de no contarlo, el bueno de Robin se quitara de enmedio.

    Un beso

  2. Nada que agregar Hildy querida, Robin era un ser humano valioso por tanto que se le podía aprender en lo positivo y negativo, pero te hacía vibrar siempre. Gracias por el recuerdo.

  3. Era un actor que me caía muy bien y le tenía cariño…especialmente en El Club de los poetas muertos, me emocionó.
    Ignoraba sus muchos problemas personales. Ha tenido que sufrir mucho pero ha sabido transmitir muchas cosas positivas y buenas a través de sus personajes.
    Tú artículo sobre él, como todos los tuyos, maravilloso . Muchas gracias por hacernos conocer mejor el cine y sus protagonistas.

  4. No puedo decir que Williams estuviera entre mis favoritos, siempre me quedó la imagen de la vez que apareció en el programa Desde el Actor’s Studio que yo miraba religiosamente por aquellos años hasta que de pronto dejó de gustarme, y no contestó ni media pregunta sobre sí mismo en la parte que miré. Todo era improvisaciones y gags casi maniáticos, hasta que me apabulló y cambié de canal (tal vez me perdí la parte más jugosa de la entrevista, pero fue demasiado para mí). Me quedó la idea de alguien que se escudaba detrás de la comedia para evitar mostrarse, aunque tal vez, como decis en tu texto, ya se mostraba demasiado en sus películas y haya que ir a buscar la verdad allí…
    Lo otro que asocio en mi memoria respecto de él es la anécdota que contó Steven Spielberg sobre la época en la que estaba en Europa filmando La Lista de Schindler. Spielberg estaba tan abrumado en ese tiempo por el peso de la historia que estaba contando, que al regresar a su hotel cada noche llamaba por teléfono a Robin Williams para que lo haga reír y así logró seguir adelante con su proyecto. Otro ejemplo más de amigos sosteniéndose para enfrentar el miedo.-
    Te mando un beso enorme, Bet.-

  5. Uff, ¡Qué grande el vídeo de la entrega de premios!
    Muchas gracias

    Vi el documental hace unos días y me dejó un sabor como de oportunidad perdida. Es algo demasiado «casero», demasiado centrado en su entorno íntimo de los últimos años y en justificar no se sabe muy bien qué. Bueno sí, que no se suicidó por un tema de drogas o pensamientos oscuros, pero me parece un poco innecesario.

    Sobre el mismo Robin Williams personalmente coincido palabra por palabra con los afectos y recuerdos de nuestra Querida Hildy. Me apunto El mejor padre del mundo.

    Como curiosidad, me ocurrió algo extraño cuando murió. La noche anterior a que sucediera estaba viendo un capítulo de la Louie en el que hace una colaboración como artista invitado. Tendría que mirar si el capítulo era de ese mismo año, pero el caso es que el pobre estaba fatal, con la mirada perdida, lento, inexpresivo… Y al día siguiente nos enteramos de su muerte.

    Un beso Hildy

  6. Hola Hildy
    Para mi Robin pertenece a esa estirpe de actores que si no sobreactúan lo echas de menos. Tienen una varita mágica y, lo que en otros te parecería repulsivo, en ellos te atrae como un imán.
    Un saludo, Manuel.
    PD. El titulo del documental me ha traído a la memoria el humor de una serie de otra época: «Robin’s Nest» (El nido de Robin)

  7. Mi querido Alfredo, qué duró vivir estas enfermedades en las personas queridas. Cuánto siento que conozcas esta enfermedad y que la hayas vivido tan de cerca. Todos los síntomas que cuentas que sufrió tu padre, los padeció también, como aparece en el documental, Robin. Desconocía este tipo de demencia. Lo más tremendo, y tú también lo apuntas desde tu experiencia, es que el enfermo es consciente de que algo pasa, de que algo va muy mal y no funciona.
    Agradezco infinito el vídeo que has compartido de la gala con Robin Williams. No lo conocía… y es tan divertido.
    A mí Robin me gusta en todas esas películas que he nombrado a lo largo del artículo. Si me tuviera que quedar con alguna, siento especial predilección por «El rey pescador».

    Beso enorme
    Hildy

  8. Bienvenido, Gerardo.
    Gracias por pasarte y dejar tu mensaje.
    A mí Robin en todos esos personajes que nombro me tocó… Hay un monólogo en Will Hunting que no me canso nunca de escuchar.

    Beso
    Hildy

  9. Querídisima María Rosa, todavía me recuerdo en un cine de verano, viendo por primera vez El club de los poetas muertos. Nunca olvidaré esa sesión, su profesor Keating, los alumnos, Walt Whitman, El sueño de una noche de verano y carpe diem.

    Beso
    Hildy

  10. ¡Querídisima Bet, no conocía la anécdota con Spielberg! Es una anécdota bonita. Sí, según parece a Robin Williams le gustaba rodearse de buenos amigos.
    Hay algo que apuntas interesante, que te daba la sensación de que se escudaba detrás de la comedia para evitar mostrarse. En la película El mejor padre del mundo o en El rey pescador, yo veo a un actor con una mirada tremendamente triste.

    Beso
    Hildy

  11. Querido, querido Manuel (Tren de sombras), efectivamente como cine documental, El deseo de Robin no es brillante, pero sí apunta ciertos aspectos de la personalidad del actor en el que se centra, Robin Williams, que a mí me interesaron bastante para analizar su papel como cómico y su carrera cinematográfica. Y me descubrió cosas que no sabía, entre otras, la existencia de la demencia con cuerpos de Lewy así como ciertos aspectos de su vida. Por ejemplo, me llamó la atención su dedicación y afición al ciclismo. Y sobre todo me dio la frase para construir y dar una unidad a su filmografía: “Quiero ayudar a la gente a tener menos miedo”.
    Efectivamente, como compartes, ya en sus últimos trabajos se le notaba físicamente que algo no iba bien. Te recomiendo El mejor padre del mundo es de esas películas que descolocan, tremendamente amarga, con un humor muy negro, pero donde Robin está magnífico.

    Beso
    Hildy

  12. Queridoooo Manuel, efectivamente tiene esa varita mágica que aunque sobreactúe en El rey pescador o en Good Morning Vietnam, quieres a esos personajes, y no se te hacen cargantes. ¡Y también sabía ser absolutamente contenido! Su psicólogo en Will Hunting o su neurólogo en Despertares tienen momentos de tranquilidad y sosiego.
    ¡No conocía la serie de El nido de Robin!

    Beso
    Hildy

  13. Hola Hildy!
    Me ha dejado sorprendido el documental, la verdad no estaba al tanto de como habían sido esos últimos años de su vida. Dejando a un lado consideraciones y opiniones personales en cuanto a su valía, a mi me ha proporcionado muy buenos momentos, varias de sus películas las recuerdo con especial cariño.
    Hay un momento en el documental que me llamo la atención, creo que lo resaltan pues aparece en mas de una ocasión. Fue durante el rodaje de «Noche en el museo…», están delante de lo que parece una mesa de montaje, se ve a Robin con un parpadeo cansino, que evidencia algo mas que cansancio, si bien la imagen esta ralentizada me pareció muy significativa.
    Estupenda la entrada como de costumbre, besos;)

  14. Querido, querido Fran, sí, yo también tengo mucho cariño a varias películas donde aparece Robin Williams. Sí, son muy tristes las imágenes de Noche en el museo 3 y todo lo que cuenta su director en el documental.
    Y sí es cierto que en compañía de estas películas de Robin Williams se puede aprender sobre el concepto de miedo.
    Beso
    Hildy

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