Diccionario cinematográfico (231). Cabina telefónica

Los pájaros

La cabina telefónica como refugio.

Quién me diría que la cabina telefónica terminaría siendo un elemento urbano del pasado. Y de pronto me entra la nostalgia. ¡Cuántas veces utilicé las cabinas en la calle! ¡Cuántos nervios porque no funcionaba o porque te quedabas sin monedas y veías que se iba a cortar la llamada! ¡Alguna vez llegué a dictar una noticia por una de ellas! Por supuesto el cine tiene cabinas, cabinas míticas.

Siempre que se nombran aquí particularmente nos viene a la cabeza un mediometraje de Antonio Mercero angustioso, La cabina (1972).

Pero tampoco se nos olvida una Tippi Hedren horrorizada, que ve desde una cabina los ataques de los pájaros y que observa cómo intentan también traspasar el habitáculo donde está protegida. Hedren atrapada en Los pájaros (1963)

¿Os acordáis de los hermanos Babbitt en Rain man (1988)? Ahí hay escena divertida con algún que otro mal olor.

En plena época de móviles, Colin Farrell termina en una cabina, y ahí está encerrado, pues un francotirador le amenaza con disparar si sale de ahí. Me refiero a Última llamada (2002).

También hay amor y sexo en una cabina telefónica en Amor a quemarropa (1993).

O cabreos monumentales como el de Michael Douglas en Un día de furia (1993), que no aguanta más que le llamen la atención, y “estropea” una cabina con su escopeta.

En las películas de Woody Allen no faltan. Últimamente he repasado Recuerdos (1980). Y ahí el director de cine Sandy, después de hablar por una cabina, reconoce la voz de una violinista que le atrae, que está hablando desde otra.

Y es que en las cabinas también hay momentos de soledad… Como esas llamadas desesperadas de la cantante de La Rosa (1979), desde una cabina telefónica aislada, solitaria. Una llamada de socorro…

¿Cuántas veces quedan llamadas ininterrumpidas en secuencias de películas de misterio, terror o de espías? Y un teléfono colgando, y una voz desde el otro lado de la línea… O un protagonista desesperado, que le han dicho que espere una llamada desde determinada cabina para seguir instrucciones sobre un asunto de vida o muerte…

¿Cuál es tu cabina de teléfono favorita?

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30 comentarios en “Diccionario cinematográfico (231). Cabina telefónica

  1. ¡Ay, lo peor que podía pasar por estos lados era que la cabina te «tragara» la moneda, o sea que te cobrara por una llamada fallida! De la mano de la cabina de Los Pájaros me viene a la memoria la cabina de High Anxiety desde la cual Mel Brooks intenta llamar a una Madeleine Kahn que malinterpreta sus intenciones.-
    Recuerdo también la cabina desde la que Michael Corleone se informa sobre el atentado contra su padre. O las cabinas hacia las que corre el grupo de reporteros en ¿Dónde está el piloto?, derribándolas. También hay muchas cabinas en el cine de Hitchcock, además de la de Los Pájaros. Recuerdo la cabina ocupada en La Llamada Fatal, la que utiliza George Sanders para comunicar las malas nuevas a Judith Anderson en Rebecca o aquella en la que se comunican Cary Grant, Eva Marie Saint y Martin Landau en Intriga Internacional.-
    Ah, una cabina desde la que el reportero llama a su editor luego de hablar con Susan Alexander en El Ciudadano.-
    Bueno, paro que ya estoy gastando todas mis monedas. Un beso con tono de llamada, Bet.-

  2. Síiiii, qué rabia daba cuando se tragaba las monedas, y encima no podías hablar. Pero ¡qué encanto tenían! Mi madre siempre recuerda la primera cabina del barrio, cuando mi padre y ella eran unos jovenzuelos recién casados.
    ¡Me encantan tus cabinas cinematográficas!
    Qué risa la de Dónde está el piloto, aquí la peli se llamó Aterriza como puedas.
    Y Hitchcock, siempre el maravilloso Hiltchcok. Sí, me chifla la secuencias de Intriga Internacional (Con la muerte en los talones)…

    En fin el mundo cabina de cine es un lujazo.

    Beso
    Hildy

  3. Recuerdo la cabina de la escena inicial de Lola rennt, donde un Moritz Bleibtreu asustadísimo llamaba a Lola (qué Potente estaba Franka!)y en la conversación que seguía quedaban claras por lo menos dos cosas: el argumento de la peli y el ritmo que iba a tener.

  4. También le eran bastante útiles a Supermán. A ver ahora dónde se cambia, el hombre, media hora buscando un escondrijo. También servían para pasar de un lado a otro de ‘Mátrix’, cosa curiosa en una película futurística.

  5. Ay, Hildy, todavía hay una cabina en uso justo delante de la puerta de la que fue mi casa toda la vida, donde todavía vive mi madre… Cabinas… Se me ocurren las cabinas que usa Robert Redford en «Los tres días del cóndor». O la inquietante llamada telefónica desde una cabina de Mia Farrow, acosada súbitamente por su doctor, en «La semilla del diablo». Y la cabina que arrasa el camión asesino de «El diablo sobre ruedas». Monográfico aparte para las cabinas de bares y restaurantes, y para las de las estaciones de tren.

    Escuché hace años a José Luis Garci hablar de que Telefónica publicó en su día un libro magnífico sobre la presencia del teléfono en el cine. No he podido hacerme con él, bien porque no podía encontrarlo, bien porque el ejemplar que encontré era de precio prohibitivo.

    Besos

  6. Mi querido Alfredo: qué buen libro. Fíjate, que creo que ha estado en mis manos. Y es que el teléfono es un elemento de lo más cinematográfico…
    Qué buenos tus tres momentos cabina telefónica. Además de tres películas que tienen mucha miga y unos análisis apasionantes.

    Beso
    Hildy

  7. no son llamadas telefónicas desde una cabina, pero finalmente tienen que ver con teléfonos: el cable teléfonico que ahorca a una de las protagonistas en una película con tom neal cuyo título se me escapa, pero que es considerada como de las primeras del cine noir y la otra donde barbara stanwick sufre el acoso de un asesino en «sorry wrong number». a mi me pasó lo contrario de lo que nos pasa cuando la cabina se traga las monedas, haz de cuenta que estaba yo en una maquinita de esas de las vegas, colgué la bocina y me empezaron caer un montón de monedas. besos y mis mejores deseos para estas fiestas navideñas a mi querida Hildy.

  8. Pero, querido Jorge, qué suerte… ¡lluvia de dinero de una cabina telefónica!
    Qué buena la película de Barbara Stanwyck con mi Burt Lancaster. Es una pasada.
    ¡El cine tiene momentos maravillosos con el teléfono como protagonista!
    Es curioso cómo el móvil, Internet y demás tecnologías cambiarían, y yo creo que a peor, argumentos maravillosos.
    Gracias por las felicitaciones.
    ¡Felizzzz Navidadddd!
    Beso
    Hildy

  9. No me parece justo que quieras apropiarte de Burt Lancaster, Hildy. Dices «Mi Burt Lancaster» No quieras patrimonializar. Deja un poco para los demás. Burt Lancaster era grande entre los más grandes. Yo casi te diría que el más grande por su modestia y discreción. Su filmografias es brillantisima. A mi juicio sólo Kirk Douglas, James Stewart, John Wayne y Cary Grant pueden rivalizar con el en este aspecto. Pero no seas, así, Hildy. Hay que compartir….
    Besos.

  10. Jajajaja, yo soy muy de posesivos, querido Deckard… Y es que Lancaster ¡lleva acompañándome toda la vida! Me ha hecho suspirar tropecientas mil veces y adoro tantas películas de su filmografía. ¡Por eso lo considero tan míoooo! Jajaja.
    Oye, no me has dicho ninguna de tus cabinas telefónicas favoritas en el cine…, Deckard mío
    Besooooo
    Hildy

  11. Querida Hildy:
    Los mecanismos de mi memoria suelen funcionar en términos diferentes a los que tu sueles proponer (recuerdo que hace poco propusiste hablar de «las casas del cine») No obstante, como me animas a lanzarme, te cogeré el guante.
    Algunas cabinas ya las habéis mencionado. La magistral cabina ideada por Antonio Mercero y José Luis Garcí, la cabina inolvidable de «Los pájaros», la nada desdeñable tensión que vivía Colin Farrell en «Última llamada» (con guión del gran Larry Cohen y, por cierto, película muy recomendable que hay que reivindicar) etc….
    Para, aportar de mi propia cosecha memoristica habría que decir que nadie como Clint Eastwood ha sufrido mas (salvo quizás Barbara Stanwyck en «Voces de muerte» y López Vázquez) a causa de esos malditos aparatejos. En «Harry el Sucio» el inspector Callahan suda la gota gorda de cabina en cabina (cabinas abiertas, eso sí) con un maletin a cuestas repleto de dinero para pagar un rescate guiado por un malvado psicopata por las calles de San Francisco (con la de cuestas empinadas que hay en esa ciudad, por Dios). Desde luego, el bueno de Clint ahí se ganó el sueldo.
    Yo creo que, por lo general, las cabinas telefónicas han dado siempre mucho juego. Otra cabina que recuerdo con cariño es cuando Woody Allen, en su papel de hipocondríaco en «Hannah y sus hermanas» en una Nueva York otoñal en la que las gotas de lluvia golpeaban sobre el cristal de la cabina, creo recordar que Allen torcia el gesto muy convincentemente porque recibía por vía telefonica malas noticias sobre unos análisis médicos que supuestamente le condenaba a muerte.
    Habría que ejercitar la memoria, pero si circunscribimos la charla al teléfono en sí, y prescindió de la cabina circundante, los ejemplos aumentan significativamente. Por ejemplo, ahora recuerdo como Humphrey Bogart y Lauren Bacall, en la maravillosa «El sueño eterno» con uno de esos teléfonos antiguos en los que el altavoz y el micrófono estaban separados, se turnaban para tomarle el pelo a la persona que está al otro lado del hilo telefónico.
    Pero el momento más memorable que yo asoció a un teléfono está en «Que bello es vivir» Una escena de la que se habla poco pero que marca la diferencia entre la mediocridad y el talento de un genio como el de Frank Capra. Es la siguiente. James Stewart,(George Bailey) en fechas creo que navideñas, está una vez más amargado porque ha fracasado una vez más en su enésimo intento de abandonar Bedford Falls para salir en busca de aventuras por el mundo. Alguien (creo que su madre) le avisa de que Donna Reed ha vuelto a casa desde la universidad y le sugiere que vaya a visitarla. Stewart va, pero completamente desganado. Está frente al vallado del jardín de la casa de ella, pero no se decide a entrar. Reed está enamorada de él y le ha montado todo un tinglado para recibirle. Pero el no muestra la misma pasión. Esta igualmente enamorado de esa preciosidad pero no quiere confesarselo, porque ella, a su vez, representa aquello de lo que él quiere huir. O sea, de la vida doméstica y familiar, de echar raíces, y de olvidar, sus sueños aventureros de adolescencia. Donna Reed se asoma y se, sienta en el alféizar de la ventana. Ve a Stewart, y con una sonrisa de comprensión le pregunta «Te vas a decidir a entrar?» (ahora mismo resuena con fuerza en mi memoria la pregunta en inglés y se me pone la piel de gallina) Stewart finalmente entra. Ella le recibe entusiasta. Entre otras muchas cosas pone el tocadiscos la canción que cantaron y bailaron el día que se conocieron y estrecharon lazos. SU canción. Pero Stewart esta arisco y huraño. No quiere saber nada. Ella se cabrea. El también. Discuten. Entonces, cuando Stewart se marcha dando un portazo, suena el teléfono. Es el novio oficial de ella. Un buen chico muy adinerado pero al que ella no quiere. Es amigo también de Stewart. Donna Reed coge el teléfono. Stewart todavía no ha salido de casa. Cuando ella adivinaquien es, finge derretirse de amor por el novio oficial poniéndose muy melosa. Stewart se da cuenta y a duras penas disimula la punzada de los celos, pero aún así sale dando un portazo. Pero inmediatamente regresa porque se ha dejado el paraguas o el sombrero. Entonces ella le dice:»No te vayas» porque el novio, que también es amigo suyo quiera hablarle de algún negocio o algo parecido. Stewart se acerca. pero el novio le pide a ella que, por favor, no se retire del auricular porque también quiere que le escuche para tenerla al corriente. Lo que ocurre a continuación es magia pura. Stewart y Donna Reed están con sus caras pegadas de perfil mientras escuchan por el auricular. Ella luce resplandeciente, quizás porque algún filtro de cámara ha logrado ese efecto de iluminar su rostro. Stewart y Reed no hacen más que mirarse de reojo y son incapaces de escuchar la cháchara intrascendente que proviene del otro lado. Porque lo cierto es que ambos nunca habían tenido sus cuerpos tan cerca. La tensión sexual entre ellos es irresistible. El sugerente erotismo de la situacion se puede cortar con un cuchillo. Stewart lucha como una fiera contra ese sentimiento irreprimible, pero ya no puede aguantar más. Cuando el novio se despide, Stewart la agarra, todavía resistiendo se a lo obvio, le coge de los brazos con fuerza y le grita que el no quiere casarse, que no está dispuesto. Pero ya es tarde. Cupido ha lanzado sus flechas y ambos se funden en un abrazo y en un apasionado beso. Magistral. Maravillosa. Escena antologica dentro de una Obra Maestra.
    Está escena que os he narrado me recuerda un tanto a la mítica escena del besuqueo entre Cary Grant e Ingrid Bergman en «Encadenados» de Hitchcock. Lo que ocurre es, que, si no recuerdo mal, en ese caso no hay un teléfono de por medio.
    Y, bueno, Hildy. Por homenajearte un poco no nos vamos a olvidar de eso teléfonos humeantes de la sala de prensa de la penitenciaria tanto en «Primera plana» como en «Luna Nueva»
    Nada más.
    Besos, bonita.

  12. Guauuuu, cuántos momentos. El de «Hannah y sus hermanas» lo vi hace nada. Cómo me gusta esa película.
    Y el momento teléfono de Qué bello es vivir es uno de mis favoritos. Lo has descrito estupendamente.

    Beso
    Hildy

  13. tengo la vaga idea de que vuestro Burt Lancaster tiene una escena en una cabina telefónica en Atlantic City. grace kelly va a ser asesinada con un cable telefónico en Dial M for Murder del gran Alfred y Joan Crawford se ve amenazada por un sicópata en Broma Macabra, una de sus últimas apariciones apariciones… más besos

  14. … Sí, yo también hace bastante que la vi, querido Jorge, y creo recordar seguro un teléfono. La verdad es que el mundo teléfono en el cine es riquísimo. Si sumamos cabinas, teléfonos en casas o como dijo Alfredo, teléfonos de bares, gasolineras, colectivos en colegios mayores, apartamentos u hoteles…
    … Ayyyy, el empleo de los posesivos…, jajajaja. Me encanta lo de «vuestro Burt Lancaster». Y, sí, es que cada película importante para mí la considero que forma un poco parte de mí misma. Valga la redundancia.

    Besos y más besos
    Hildy

  15. POR ÚLTIMO: NO ES UNA CABINA TELEFÓNICA, ES OTRA COSA, EN DONDE «MI JUDY HOLLYDAY RECIBE LAS LLAMADAS PARA SUS CLIENTES EN «BELLS ARE RINGIN» DE MINELLI (?)

  16. ¡No he visto todavía esa película de Minnelli! La tengo en mi lista, pues todo lo protagonizado por Judy Hollyday me interesa. Las películas que he visto de esta dama rubia, que une en su rostro lo cómico con lo trágico y vulnerable, merecen un análisis. Hasta ahora adoro no solo La costilla de Adán, sino también Nacida ayer o Una rubia fenómeno. Pero me faltan otras películas de la Hollyday por ver que me apetecen mucho.
    Beso
    Hildy

  17. Ya Superman se cambiaba de ropa en una cabina telefónica, y Mathieu Kassovitz tenía problemas que solucionar con aquellas extrañas fotografían en aquel fotomatón. El teléfono como el ferrocarril y las estaciones siempre han quedado muy bien en el cine, es más, es el mismo cine. No acabaríamos nunca de mencionar momentos estelares en la historia del cine. Sin embargo, a bote pronto, me sale al recuerdo “El golpe”, donde el gran Robert Shaw (Lonnegan) se introduce, en más de una ocasión, con aquel ridículo abrigo de piel de camello, en aquella reducida cabina de aquel bar para apostar y ser estafado. También podría mencionar una película muy interesante de Don Siegel “Teléfono” de 1977, con Charles Bronson. También recuerdo “Pijama para dos”, con Rod Hudson y Doris Day. Creo que aquí anticipa el modo de comunicarse que tiene ahora la gente, es decir, a través del móvil con zapatillas de estar por casa y en bata con aires seductores. Rod y Doris se hablan desde la bañera como si tal cosa. Y las tres que mencionas, pero voy a matizar un poco más porque el sentido es bien diferente entre estas estupendas películas. En “Los pájaros”, Tippi Hedren no saldría de la cabina por nada del mundo. José Luis López Vázquez en “La cabina” daría lo que fuera por salir de ella. Colin Farrell en “Última llamada”, está atrapado en ambas situaciones.

    Te deseo unas felices fiestas, mi querida Hildy.

    Besos telefónicos.

  18. Fraaaaaannnnnnnccccciiiisssscoooo querido y de mi corazón. ¡Qué alegría saber de tiiiiii! Y como siempre con un comentario jugoso.
    Desde una cabina telefónica te llamo y te deseo unas fiestas preciosas. Aunque ya estoy preparando el texto navideño de todos los años, ¡te deseo desde ya un 2020 de cine! Pero de película con comedia y momentos felices.
    Besos
    Hildy
    PD: no puedo abrir la puerta de la cabina… Y siento que… ¡Estoyyyy volandoooo! Viendo todos los tejados… Es precioso. ¿Dónde me dejará? Descuelgo y puedo llamar…

  19. me ganó francisco machuca con 2 películas que quería comentar:la de Bronson con Lee Remick y la de Hudson y Day.
    otra película, no recuerdo si fue con la misma Day o con Janet Leigh, en donde una ama de casa contesta la llamada de un apostador y se mete en problemas. Llamada de un extraño con «mi» gran Bette Davis. Otra con un final en el teléfono en que «mi» Lana Turner, Dick Powell y otro más reciben una llamada de Kirk Douglas en Cautivos del mal de Minelli y sólo le contestan para burlarse de él por todo el daño que les hizo a sus carreras. Creo que no vamos a acabar con lo del teléfono.

  20. Y no terminamos con lo del teléfono: Jessica Walter es una sicópata que acosa al pobrecito de Clint Eastwood por teléfono en Play Misty for me, dirigida por el mismo Clint en 1971. Luise Rainier gana un oscar en 1936, por una sola escena telefónica en El Gran Zegfeld y aquí le paro porque es hora de ayudarle a mi esposa a preparar el bacalao para la Nochebuena. besos navideños…

  21. Querido Jorge, qué buenos momentos telefónicos de cine.
    Todos una joya.
    ¡Disfruta de la Nochebuena con esa receta maravillosa de bacalao que vas a preparar con tu esposa! ¡Ya huelo lo deliciosa que está!
    Beso en trineo
    Hildy

  22. Si quieres que te diga la verdad la primera película que me ha venido a la cabeza es “Fx: efectos mortales” (¡Socorro, los 80!) Pero la escena es buena. El técnico en efectos especiales que interpreta Brian Brown (¿por qué este actor no haría más cine?) llama desde una cabina a los agentes que le han contratado y les avisa que está en peligro, que vengan a buscarlo y que les espera en la cabina desde la que está llamando, porque llueve mucho. Una vez ha colgado, un hombre golpea la cabina porque necesita llamar. El personaje de Brown sale y va a refugiarse a la entrada de un edificio cercano. Llega un coche que identifica como el de los agentes que van a rescatarle y de sus ventanas salen unas ametralladoras que acribillan al pobre tipo de la cabina. La pesadilla ha empezado.
    Otras cabinas que me vienen a la cabeza son las muchas que parecen en “Sérpico”, desde las que llama a sus superiores ese agente de policía integro y rebelde. Volví a ver el film hace poco y me pareció soberbio. Y ¡cómo ha influido a casi todas las policíacas que vinieron después! Y ninguna la supera.
    Otras cabinas aquellas desde las que los reporteros/pajarracos llaman a sus periódicos cada vez que hay una novedad en el caso de Earl Williams en esa maravilla que amas tanto llamada “Luna nueva” (¿de dónde sacarían el título en español, por cierto?)
    Por último, uno de mis musicales favoritos, “Guys and dolls”, “Ellos y ellas”. Uno de los corredores de apuestas de ese número inicial que es tan teatral y a la vez puro cine, entra en diferentes cabinas y comprueba en un estupendo trávelin con música, si hay monedas olvidas para hacer su llamada. Finalmente encuentra una…El tono de la película está ya presentado.
    Y ahora a revistar “Recuerdo de una noche” ¡Gracias por proponerla”! Será un estupendo colofón de este día de Navidad.

  23. Por cierto, no te pierdas, un film que ya han comentado, «Suena el teléfono» («Bells are ringing») el canto del cisne de los musicales de la Metro.

  24. Queridísima Lilapop, pero ¡qué alegría leerte y saber de ti! Es todo un placer.
    Cómo he disfrutado de tus cabinas.
    Te contaré que Al Pacino es otro de mis muchos consentidos. ¡Tengo que rescatar otra vez de mi duveteca Serpico! Me gustará volver a verla.
    ¡Me chifla Ellos y ellas!
    No sabes lo que disfruté con un nuevo visionado de Recuerdo de una noche.
    Apuntada queda el musical de Suena el teléfono.

    Beso
    Hildy

  25. Me vino a la cabeza otra escena en una cabina. En la película “Entre dos mujeres” (título explícitamente estúpido y reductor del mucho más sugerente “Intersection”) de Mark Rydell, el personaje de Richard Gere, que le había dicho a su amante Lolita Dadidovich que volvía con su esposa y con su antigua vida, ve una niña pelirroja y recuerda el color de pelo de la mujer que realmente ama y la sonrisa de la niña le ayuda a ver con claridad que no está acabado, que su vida no está ya decidida. Llama a su amada desde una cabina, pero salta el contestador. Él no puede esperar a encontrarla, ya ha perdido demasiado tiempo, es decir vida y le dice que quiere volver a su lado para empezar a vivir con ella sin lastres del pasado. Que no puede perder un minuto más sin estar sin ella. Es una declaración hermosa, romántica y vitalista. Por desgracia el destino tiene otros planes…Esa llamada que no es solo una declaración de amor sino de futuro (¿no es acaso lo mismo?) será escuchada más tarde y servirá para curar heridas, pero su propósito no podrá llevarse a cabo…
    Un film a mi juicio, a reivindicar, aunque no he visto el original francés “Las cosas de la vida”.

  26. Querida, querida Lilapop, tengo que ver Entre dos mujeres. Otra cabina y para una película de amor… Cómo me gustan esas secuencias de declaraciones. Pero también me han entrado unas ganas tremendas de ver esa trilogía sobre el amor donde entra Las cosas de la vida. Esa trilogía con Romy y Piccoli de protagonistas.

    Beso
    Hildy

  27. Me ha encantado este artículo. Ha hecho que recuerde a Pepa, al borde de un ataque de nervios, llamándose a su casa con ese aparato que no sé ni cómo se llama para saber si Iván ha dejado algún mensaje. Hasta que le cae una maleta encima.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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