Dos clásicos del cine de terror de los años setenta y un aviso de Hildy. El exorcista (The Exorcist, 1973) de William Friedkin/La noche de Halloween (Halloween, 1978) de John Carpenter/ Arranca el ciclo de cine y debate Enganchados a lo tóxico en La Casa Encendida

El exorcista (The Exorcist, 1973) de William Friedkin

El exorcista

William Friedkin se muestra transparente en un interesante documental sobre su filmografía, Friedkin sin censuras. Y por eso dicho documental provoca ganas de adentrarse en su trayectoria, más intensa, atrevida e interesante de lo que parece, además de volver a visitar alguno de sus éxitos como El exorcista. Siempre que se habla de cine de terror, se reconoce que El exorcista supuso una obra importante dentro de la historia del género. Sí, hay un salto reconocible… desde aquellos “monstruos” y ese “mal externo” del cine clásico de terror de la Universal, de la RKO, de la factoría de Roger Corman o de la Hammer (sin olvidar el giallo italiano, que es transición de un periodo y otro) hasta un terror más asentado en lo real, más cotidiano, más cercano de lo que creemos, y más inevitable, donde el mal puede triunfar, y cambiar la vida de uno para siempre. Ese tránsito lo explicó de manera sublime Peter Bogdanovich con su segunda película de ficción, El héroe anda suelto (Targets, 1968). La clave de El exorcista quizá esté, como dice Friedkin, en buscar el mal en lo cotidiano y en dar a la película esa apariencia casi documental, de vida en directo. Así somos testigos incómodos de una posesión inexplicable en el cuerpo de una niña a punto de pasar a la adolescencia (estremecedora Linda Blair).

Hay varios ingredientes especiales que aportan valor a la cinta (a pesar de que queden algunos flecos sueltos en la trama o algún personaje excesivamente desdibujado, como el detective con cara de Lee J. Cobb o el de la asistente de la madre —Kitty Winn—). Por ejemplo, la progresión de la posesión sin que casi nos demos cuenta. Dejar lo inexplicable en evidencia. No hay lógica posible en lo que pasa. La ciencia nada puede hacer por la niña, y ellos mismos sugieren el camino del exorcismo, pero por un mecanismo psicológico, de autoconvencimiento (si la persona piensa que está poseída, que se empleen mecanismos que la hagan pensar que va a ser liberada). Los protagonistas de la película no son personajes estereotipados. Un cura atormentado y fuera del canon de otros sacerdotes en pantalla de cine como protagonista. El padre Damien Karras (Jason Miller) es un hombre con una crisis de fe, que además se siente culpable por el fallecimiento de su madre, es psiquiatra y muy deportista (practica boxeo, corre…). Y una madre (Ellen Burstyn), que es una actriz de éxito, acostumbrada a solucionar sus problemas, independiente, que se ve sobrepasada por los hechos, y solo quiere proteger a su hija y que vuelva a ser la misma. No es creyente, pero acude al exorcismo como última salida, desesperada por encontrar una solución. Por primera vez se siente insegura por ser incapaz de arreglar algo en su vida, se siente un cero a la izquierda, impotente ante lo que está ocurriendo, suplicando ayuda. Tampoco se puede obviar una presencia que se convierte en antagonista de la presencia demoniaca, y así se le presenta en el prólogo de la película, el padre Merrin (Max von Sydow), que oscila entre la vida y la muerte, y además experto en una práctica de la iglesia católica que está casi desaparecida (por obsoleta e imposible en una sociedad moderna).

Por otra parte otros dos elementos más influyen y siguen funcionando en convertirla en especial y en todo un clásico: la ambientación con esa siniestra escalera o esa habitación de la poseída, con momentos de composición de imagen inolvidable gracias al uso de la luz (como esa escena de la niña encima de la cama retorciéndose como en sombra y a su lado la aparición de una escultura diabólica), por parte del director de fotografía, Owen Roizman. Y por otro la música inquietante de Jack Nitzsche, que se clava en el cerebro.

El exorcista sigue logrando inquietar así como provocar una sensación de impotencia ante la presencia del mal en la vida cotidiana.

La noche de Halloween (Halloween, 1978) de John Carpenter

Halloween

La película de John Carpenter sería el pistoletazo de salida de un subgénero dentro del cine del terror que llegaría a lo más alto durante los años ochenta y noventa, con unos códigos bien asentados. De nuevo, el terror en lo cotidiano, en el día a día, pero ahora el mal inexplicable puede estar en el vecino de al lado, que es un asesino en potencia (esto ya lo dejaba ver la película de Bogdanovich). Ese vecino puede ser malo, sin más, como el protagonista de Halloween, que muestra su maldad desde los seis años o haber sufrido un trauma como el protagonista de Viernes trece y buscar venganza. Lo mismo da. El caso es que ese personaje convierte el asesinato en todo un ritual. En estas películas la puesta en escena del asesinato es la clave (como en los giallos italianos más famosos).

Las víctimas de la “bestia” suelen ser jóvenes con las hormonas disparadas que tienen la cabeza en otro sitio, por eso son víctimas potenciales. No ocurre así con sus sufridas protagonistas, chicas racionales, inteligentes, con las hormonas bajo control y su castidad a salvo. Ellas son no solo las reinas del grito, sino las heroínas capaces de mantener a la “bestia” a raya, que no de vencerla del todo (las secuelas son necesarias…). Aquí la primera reina del grito, de la función, es ni más ni menos que la hija de Tony Curtis y Janet Leigh: Jamie Lee Curtis.

Así fruto de esa puesta en escena, John Carpenter arranca de manera brillante la cinta, y a la vez pone la semilla del slasher. A través de una cámara subjetiva, vamos viendo a una pareja de jóvenes. La cámara subjetiva es la mirada del asesino que agrade brutalmente con un cuchillo a la chica. Para al final del todo desvelarnos que esa mirada pertenece a un niño (esa secuencia casi es un corto en sí). Años después, el asesino vuelve a su ciudad natal y tres amigas, una de ellas la heroína, serán las nuevas víctimas.

De nuevo, Carpenter parte de la idea de Peter Bogdanovich con El héroe anda suelto (Targets, 1968). Habla de un terror inocente, manejable, externo…, de monstruos. Un terror en pañales, de pesadilla infantil (pero memorable). Por eso la película se ambienta en la fiesta de Halloween, un canto inocente al miedo donde los niños se divierten disfrazándose de diversos monstruos y son además espectadores de películas aparentemente más ingenuas como El enigma de otro mundo. Y esa es la noche que elige el “vecino de la localidad”, Michael Myers, para sembrar en el día a día de una localidad tranquila un terror verdadero, inevitable y salvaje que acaba con la “inocencia” de su protagonista, pues trastoca su destino tranquilo.

Arranca el ciclo de cine y debate Enganchados a lo tóxico en La Casa Encendida

Sin amor

El cine siempre ha mostrado relaciones humanas y cómo estas pueden ser tóxicas o beneficiosas. Relaciones complejas de pareja, de familia, entre amigos o compañeros de trabajo que pueden ser una senda hacia la felicidad o convertirse en una pesadilla, en un callejón sin salida. La Casa Encendida presenta durante los martes y jueves del mes de julio historias tóxicas que buscan un antídoto. Después de las proyecciones habrá coloquios con especialistas en distintos ámbitos (psicología, sociología, psiquiatría, periodismo, filosofía y crítica de cine).

Las relaciones tóxicas son sinónimo de sufrimiento e infelicidad, además muchas veces no se sabe cómo cortarlas o abandonarlas. Los motivos por los que se llega a este tipo de relación son variados (sociales, políticos, de poder, creencias, presión de grupo…) y también se empapa del ambiente que se respira, que puede ser enrarecido y enfermo. Lo tóxico puede darse en las parejas o en las familias, pero también trasladarse a los lugares de trabajo o a los centros escolares. Incluso la toxicidad puede alcanzar instituciones sociales o envenenar países… Pero existen los antídotos, es decir, hay relaciones que curan, construyen y generan ambientes sanos. De este modo se va mejorando la situación de las personas. Una relación antídoto puede ser un respiro, un espejo para mirarse y cambiar todo lo que daña, un paso hacia la felicidad y el bienestar. Así en este nuevo ciclo analizamos distintas historias donde se reflejan relaciones tóxicas y relaciones antídoto a través de ocho películas. Nos acercaremos a distintos temas para debatir, muchos de ellos de actualidad en los medios de comunicación.

Como todos los años mucho trabajo, pasión, cariño e ilusión en este ciclo.

La programación se puede consultar aquí.

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15 comentarios en “Dos clásicos del cine de terror de los años setenta y un aviso de Hildy. El exorcista (The Exorcist, 1973) de William Friedkin/La noche de Halloween (Halloween, 1978) de John Carpenter/ Arranca el ciclo de cine y debate Enganchados a lo tóxico en La Casa Encendida

  1. Tengo muchísimas ganas de volver a ver ‘El exorcita’, porque tengo imágenes de ella clavadísimas en la retina que me daban muy, muy mal rollo y no he visto a ver nada parecido. Además hace poco le leí a Sergio Sánchez interpretarla muy fundadamente como una lectura del terrible paso de la infancia a la adolescencia (una auténtica mutación física y enajenación mental) y me pareció un prisma curiosísimo desde el que volver a acercarme a ella.

  2. ¡Te animo a que lo hagas, querido crítico abúlico! Yo hacía también mucho que no la veía, y además no me gustaba especialmente. Pero ahora la «he leído» de otra manera y la he disfrutado bastante más. Qué interesante la información que aportas, que muestra cómo se pueden ofrecer miradas interesantes sobre una película tan conocida como El exorcista.

    Beso de terrroooorrrr
    Hildy

  3. Ay, qué a desmano me pilla tu ciclo, snif… Qué interesante y qué rica en prismas esta propuesta. Y qué gran variedad de título donde elegir, de todas las épocas.

    El documental de Friedkin me parece muy interesante. Hay que ver, el barrigazo que se pegó. Su cine posterior a su glorioso arranque nunca ha alcanzado sus cotas iniciales. Sin embargo, es uno de esos adorables «enfermos» de cine que lo respiran por cada uno de sus poros. Pero qué magnífica es, por ejemplo, su entrevista a Fritz Lang.

    Soy más reticente a considerar Halloween como el origen de algo, salvo tal vez de una moda (desde los ochenta, ya no hay movimientos o corrientes, solo modas). El tema del terror y de la muerte violenta asociado a procesos de maduración, de superación de la infancia y la adolescencia, es tan antiguo casi como la ficción misma. Y ahí tenemos La escalera de caracol, o Psicosis, por no ir más atrás.

    Besos

  4. Es una pena que no podamos estar todos en la capital para ese ciclo (contra lo que algunos piensan «aquí» no es siempre Madrid. No. No os hagais los sorprendidos. «Aquí» no está ni cerca de Móstoles, ni en los aledaños de El Escorial. «Aquí» es muchos sitios diferentes (Mostoles y El Escorial también, como no), no como esos que dicen «soy de aquí, de Madrid….)

    Pero de lo que dices sobre «El Exorcista» tienes mucha razón. No sé hasta qué punto Friedkin y William Petter Blatty tenían en mente «Targets» de Bogdanovich, pero desde luego el clásico interpretado por Max Von Sydow marcó un antes y después en la historia del cine de terror en particular y en la Historia del Cine en general.

    Cuando echo la vista atrás e intento memorizar los momentos más fascinantes de la película, aparte de las antológicas secuencias de la habitación de Regan (ya quizás demasiado trilladas todas, aunque magnificas, pero sin embargo algunas quizás también resultan demasiado efectistas), siempre me vienen a la mente las maravillosas escenas del prólogo de la excavación en el norte de Africa o en Oriente Medio (creo que era en Jordania o Marruecos). Ahí en una sociedad casi preindustrial todavía parecía tener sentido una lucha entre dos polos tan primitivos como el Bien y el Mal, y el contexto parece mucho más adecuado, como si el diablo jugara en casa. Y hay un plano en el que el padre Merrin ahí en medio del desierto con una ligera nube de arena, parece enfrentar su mirada directamente con el diablo cuando mira detenidamente a la estatua que acaba de desenterrar. Es un momento muy sugestivo que viene a apelar a la lucha eterna entre ambos polos los representados por Dios y el Demonio. Además parecen mantener una mirada muy fija como en los típicos momentos tensos de duelo de los westerns clásicos.

    Además, supongo que, en su día, al igual que «Hospital General», «Perry Mason» y «La ley de Los Angeles», despertaron muchas vocaciones médicas y de abogados respectivamente, «El Exorcista» también venía un poco a alimentar las precarias vocaciones católicas, ya que venía a sugerir la existencia de un malvado Satanás, y si existe un malo, tan malo, pues alguien tendrá que contrarrestarle ¿Y quien mejor que un cura carismático como el encarnado por Max Von Sydow? Seguro que después de ver la película, muchos sacerdotes incluso de pequeñas comunidades llevaban con mucho más orgullo sus respectivos alzacuellos (aunque, ojo, había que tener cuidado con el pecado de orgullo…..)

    Y en cuanto a «La noche de Halloween» estamos sin duda ante la mejor película de John Carpenter. «La cosa», «!997 rescate en Nueva York», y «Asalto a la comisaría del distrito 13» eran grandes aportaciones al cine de género, pero todas eran un poco deudoras de clásicos anteriores («El enigma de otro mundo», «Río Bravo» y el cómic entre otros…..). Pero aunque a inicios de los 70, el primer verdadero renovador del cine de terror fuera Tobe Hooper con la rompedora «La Matanza de Texas», con su aterradora casquería y toda su carga de sociológicos complejos que venían a abrir una brecha insalvable entre la ya difícil convivencia entre la América urbana y la rural, «La noche de Halloween» era otra cosa. En su mejor obra, Carpenter, venía a plasmar su visión más sobrecogedora del «psychokiller» diciéndonos, efectivamente, que el asesino más sanguinario podía convivir puerta a puerta contigo y nosotros sin enterarnos. Además, dentro de la escasez de medios, el director hacía gala de una ejemplar sobriedad narrativa, con una estilización inaudita en una película de tan pocos medios (casi siempre los directores de serie B intentan ser un poco efectistas para epatar y llamar la atención aunque solo sea de los productores). Y, además, la banda sonora compuesta por el propio Carpenter, con esos teclados acelerados, venían a subrayar esa ansiedad que se apropia de la protagonista. El resultado fue un merecido éxito, la cumbre de su carrera (aunque a mi tambien me gusta mucho «La Niebla», una película a reivindicar).

    Pues nada- Un saludo a todos, y que lo paseis bien en La Casa Encantada.

    Besos.

  5. Mi querido Alfredo, ¡sí, el documental es estupendo! Estoy pegándome un pequeño atracón de pelis de William.
    Yo nunca vi las sagas de Halloween, Pesadilla en Elm Street, Muñeco diabólico, Viernes 13, etcétera… Era una adolescente y luego joven que me llevaba mal con este género. Ahora llevo unos años que me estoy viendo varias películas de terror… Y no solo me lo paso bien a base de sustos, sino que veo una evolución y una historia del género que es otra interesante historia del cine. ¡Por cierto, cómo me gustan La escalera de caracol y Psicosis!
    Con Halloween y otras sagas similares se hace un curioso estudio de la juventud y su comportamiento, el género del terror ofrece castigo ante ciertos comportamientos y salvación en otros… ¿Por qué se ofrece esa imagen? El análisis de este asunto es clave para comprender la existencia de estas sagas y es una vía interesante de estudio.
    Beso
    Hildy

  6. Querido Deckard, ¡cuántas cosas en tu comentario, hasta juegos de palabras! Y yo leyéndote, aquí (desde el sillón en una calurosa tarde veraniega). Yo a Carpenter le tengo gran cariño por Starman. Fue una de esas películas que vi de adolescente y que ya nunca olvidé. Y poco a poco voy viendo más películas de su filmo y se nota un dominio del lenguaje cinematográfico y de cómo contar una historia, por muy disparatada que sea. Carpenter ama el cine y contar… Y se nota.
    En cuanto El Exorcista es verdad que tiene secuencias icónicas, antológicas, que son difíciles de olvidar una vez que has visto la película. Y eso forma parte de la magia del cine, la creación de imágenes que se queden grabadas por mucho, mucho, mucho tiempo en la memoria.
    Beso
    Hildy

  7. Bueno. La verdad es que no he visto «Starman» Como en su día vi la serie televisiva protagonizada por Robert Hays que hicieron un par de años después y me pareció bastante ingenua (incluso para un entonces adolescente como yo) pues como que me daba pereza ver la de Carpenter. No obstante, por lo que me dices, y como, además, tengo alma de «completista» y me gusta ver todo lo que alguna vez fue digno de verse, pues lo más seguro es que cualquier día de estos la recupere.

    El caso de John Carpenter es bastante curioso. Estudiante de cine en la USC de California, ahi tuvo profesores ejemplares como Orson Welles (tal y como él en alguna ocasión contó), y precisamente por uno de los cortometrajes que realizó en dicha escuela ganó el Oscar con apenas 22 años. Ese éxito tan temprano parecía señalar un futuro brillante en el que iba a poder reinar entre los dioses del Olimpo del cine. Pero, de alguna manera, su manera de concebir el arte cinematográfico le fue relegando a asumir una función al parecer gustosamente aceptada de «rey de la serie B», puesto que era en los márgenes del cine independiente donde él se sentía libre creativamente. Eso tiene el riesgo de tener un poder ciertamente limitado, y de tener que sufrir con más fuerza los veleidosos y caprichosos vientos de la industria. Pero la verdad es que no le ha ido mal del todo.
    Su primera película «Dark Star» era una aplicada parodía de «2001» y tenía bastante gracia, además de tener unos efectos especiales sobresalientes para una película de andar por casa. Luego hizo su mencionado homenaje al Howard Hawks de «Río Bravo» con «Asalto a la comisaría del distrito 13», un ejercicio de estilo y de género verdaderamente ejemplar. Y luego vino la eclosión con «Halloween» Esa película tardé mucho en verla, pero a mi me parece la mejor de entre las suyas. Y después, otro clásico: «La Niebla» (con una fotografía asombrosa, repito ASOMBROSA, de Dean Cundey). Posteriormente, dos obras que aquilatarían su prestigio:la endiabladamente entretenida «1997 Rescate en Nueva York» y «La Cosa» su inteligente y prestigiosa revisión de «El enigma de otro mundo» Posteriormente con «Christine» y «Starman», a mi juicio intentó hacerse querer descaradamente por el gran público (con la primera apuntándose a la moda de las adaptaciones de Stephen King y con la segunda subiéndose un poco al carro de «ET» y del «extraterrestre amigo»).
    Pero a mi, la que más me marcó de toda aquella época fue «Golpe a la pequeña China», un batiburrillo de referencias variopintas y difíciles de ensamblar que guarda en su interior toda la fascinación que por aquel entonces ejercían las películas de accion de kung-fú, las reminiscencias misteriosas de los barrios chinos de las grandes ciudades, y el eco de los supermalvados del estilo Fu-Manchú. Y aunque la vi en un lujoso cine comercial, alberga ese encanto que todavía seguía emanando de los cines de barrio que por culpa de la televisión y del vídeo estaban ya empezando a desaparecer (aunque yo todavia los conocí: eran cines parroquiales algunos y otros en sociedades deportivas y lugares similares…..) En mi retina todavía recuerdo con alborozo la escena con la que solía bromear con mis amigos en la que un tipo achinado empezaba a inflarse y a inflarse y alguien va y dice: «Este hombre VA A EXPLOTAR» cosa que acaba sucediendo tal cual. Un momento delirante de esos que raramente se olvidan pero que ya por sí solos justificaban el pago del precio de la entrada.
    Y despúes, durante los 90, Carpenter siguió con su admirable espíritu independiente con una filmografía irregular pero casi nunca carente de interés. Por desgracia, durante el siglo XXI, como tantos directores de su generación, un tanto perdidos por la errática deriva de la industria no ha sabido encontrar su sitio, pero me encantaría que algún director joven de éxito le produjera alguna nueva obra porque seguro que tiene por ahi algún otro conejo guardado en la chistera.

    Besos.

  8. Deckard, qué buen repaso de Carpenter, su filmografía y su manera de entender el cine. «Asalto a la comisaría del distrito 13» la tengo pendiente pues me la ha recomendado una buena amiga lectora del blog con un gusto siempre acertado, y la tengo muchas ganas. Y hace relativamente poco vi «Golpe a la pequeña China», e imagino lo que hubiese supuesto si la hubiese visto de pequeña.
    ¡Anda, que no he disfrutado yo los cines de barrio y los recuerdo tanto! Paso por supermercados o galerías o tiendas… y recuerdo con pena: ¡Ahí iba yo al cine!

    Beso
    Hildy

  9. Bueno, bueno, queridísima Hildy. Se me van a subir los colores con las cosas tan bonitas que me dices. No sé yo si el gusto es siempre acertado. Se hace lo que se puede.
    Muy suculento tu texto, como siempre.
    Estoy completamente de acuerdo con Deckard en que «La niebla» es una película a reivindicar y su fotografía es maravillosa. Y, personalmente, opino que su inicio es magistral. Hace guiños continuos a «Los pájaros» y, sospecho, que de ella han bebido (para mal) la saga infame de «Sé lo que hicisteis el último verano».
    Respecto a las películas reseñadas, ahí va mi punto de vista:
    – El exorcista. Toda la primera parte es espléndida y angustiosa. La manera con que está rodada, los temas que trata, etc., me recuerda a «La semilla del diablo». En una palabra, impecable. El problema comienza, evidentemente, en su segundo tramo. Para mí, el film se despeña, sin remedio, desde el exorcismo. Qué pena, podría haber sido una obra maestra y termina por ser un festival de vómitos, truculencias y efectismo.
    – La noche de Halloween. A nivel técnico es una película asombrosa. Los espacios, los encuadres, todo causa asombro por lo bien ejecutado que está. Carpenter se movía en la serie B como si fuese serie A. Todo el film posee una nitidez encomiable. A nivel narrativo, yo la concibo como una fábula sobre el Bien y el Mal despojado de cualquier matiz (por ello hace que la vea con cierta indulgencia por el noble empeño del director pero sin rasgos de madurez). Por tanto, mi conclusión es que «La noche de Halloween» es una película «infantil» dirigida a un público adolescente, pero hecha con seriedad.
    – Respecto al tercer tema. Ay… Es algo que me toca muy profundamente. Por desgracia, sé muy bien lo que significa una relación tóxica y de la que es imposible huir (lo padezco dentro de mi familia más directa). El desgaste psicológico es bestial, por más que uno intenta huir de las discusiones. El problema se genera desde la propia persona tóxica, la que origina los conflictos, extendiéndose como una ramificación a terceras y hasta cuartas personas.
    Me hubiese gustado mucho poder asistir a esa reunión pero, lamentablemente, por lejanía, no va a poder ser.

    Besos.

  10. ¡Querida Isis, qué alegría leerte! Como ves sigo teniendo pendiente “Asalto a la comisaría del distrito 13”, pero no me olvido. ¡Qué interesante lo que dices tanto de El exorcista como de La noche de Halloween! Ambas son películas que tienen «mirada» especial, y cuentan con imágenes y secuencias que se quedan grabadas.
    Jo, qué difícil es el tema de las relaciones tóxicas o convivir con una persona tóxica. Y, a veces, cuesta encontrar la solución de cómo extirpar la toxicidad. Con este ciclo de cine se trata de hablar sobre el tema a través de las distintas historias que plantean cada una de las películas.
    Beso de ciiiinnneeee
    Hildy

  11. No sé qué tiene el cine de terror que engancha tanto, sobre todo a la gente más joven. Recuerdo una encuesta que hice en el instituto sobre los gustos cinematográficos de mis compañeros y compañeros de varias clases y el género de terror arrasó como número uno. Supongo que el componente adrenalítico, ese sufrir sabiendo que no corremos riesgo, tendrá mucho que ver.
    «El exorcista» la vi ya de adulta en pantalla grande en un pase de reestreno con esas escenas recuperadas que añadieron a la versión inicialmente divulgada y me suscitó una inquietud superlativa. La potencia de los clásicos. «La noche de Halloween» la tengo más en la nebulosa, tras verla en un pase televisivo hace muchos años. En cualquier caso, un gusto volver a recordarlas gracias a tus estupendas y certeras críticas.
    Seguro que el ciclo «Enganchados a lo tóxico» está siendo un éxito, a mí se me pusieron los dientes largos en cuanto leí el programa… Muy interesante debatir sobre un tema que a la mayoría nos afecta por conocer personas que propician esas dañinas relaciones. Menos mal que existen las personas antídoto, que a mí me gusta más denominar en esa otra acepción tan positiva: personas-vitamina.
    Beso veraniego y vitamínico.

  12. ¡Querídisima Ana, yo no empecé a ver cine de terror (excepto ciertos clásicos de la Universal o la Hamner que sí había vislumbrado o las que yo llamaba de terror psicológico, tipo La semilla del diablo) hasta que me convencieron casi terminada la universidad donde nos reunimos a hacer una triple sesión de terror tipo la Matanza de Texas y Posesión infernal! Jajaja, y poco a poco he ido viendo y sigo viendo este género, y me voy atreviendo más y más. ¡Gracias por tus palabras al ciclo Enganchados a lo tóxico! Yo lo estoy disfrutando cada tarde.
    Beso
    Hildy

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