Edward Dmytryk posee una filmografía irregular donde pueden encontrarse títulos muy interesantes como Historia de un detective, Hasta el fin del tiempo, Encrucijada de odios, Vivir un gran amor o El baile de los malditos. Sin embargo, otros de sus títulos han caído en el más absoluto de los olvidos, pero con peculiaridades de fondo. Por otra parte, este director es una de las figuras interesantes para estudiar los estragos de las listas negras y la caza de brujas. Empezó como chico de los recados en la Paramount hasta convertirse en un buen montador profesional. Después dio el paso para dirigir películas de serie B, hasta que ya en los cuarenta se convirtió en director de renombre. Pero en 1947, cuando todavía disfrutaba de las mieles del éxito con Encrucijada de odios, todo se torció al ser llamado ante el Comité de Actividades Antiamericanas. Primero, formó parte de los diez de Hollywood, así conoció el exilio y la cárcel. Pero finalmente cedió a la presión, y volvió a testificar, esta vez sí dio nombres de compañeros que habían militado en el Partido Comunista. Continuó trabajando para los grandes estudios, tuvo algunos éxitos más, y su carrera fue más irregular todavía, aunque de vez en cuando despuntaba con momentos brillantes. No obstante, no tenía miedo a enfrentarse a distintos géneros o a encarar temas complejos y arriesgarse. En sus últimos años, se paseó por coproducciones y rodaba en Italia o Gran Bretaña, además de en EEUU. Tuvo un lento y largo declive hasta caer en el olvido… La sesión doble analiza dos películas de su último periodo.
Adónde fue el amor (Where love has gone?, 1964)
Adónde fue el amor es un melodrama tremendamente entretenido, que además da la oportunidad de ver enfrentadas a dos reinas del género que trabajaron por primera vez (y última) juntas: Susan Hayward y Bette Davis. Es de esos melodramas que durante los sesenta preludiaron las adictivas telenovelas americanas como Peyton Place (de aquellos años), Falcon Crest o Dallas. Adónde fue el amor tiene una clara fuente de inspiración, un suceso real, pero semilla de melodrama sórdido. Primero sirvió para que Harold Robbins escribiera uno de sus best sellers, y después para que pasara a la pantalla grande. El suceso fue el homicidio por parte de una adolescente Cheryl Crane de la pareja de su madre en aquel momento, Johnny Stompanato. Su madre era la actriz Lana Turner. Fue un juicio mediático y se barajaron mil y una teorías.
Edward Dmytryk construye un melodrama sobrio y elegante, con momentos desatados, sobre todo por la naturaleza interpretativa de una de las damas del sufrimiento, la pelirroja Susan Hayward. Las tres damas de la función (se sumaba a las dos divas, una joven Joey Heatherton, que mezclaba en su papel de adolescente homicida la inocencia con la sensualidad desbordada) no hacían necesaria la presencia de personajes masculinos carismáticos, estos se convertían en meros observadores de los arrebatos o contenciones emocionales de las protagonistas.
La mantis religiosa, la que posee los hilos de su hija y su nieta, y domina las vidas de todos los que la rodean, es Gerald Hayden (una elegantísima Bette Davis), que desata sus rasgos de villana en una mujer fría y manipuladora, pendiente de las apariencias y del qué dirán, y que con mano férrea construye los destinos de su hija y nieta, pasando por encima de sus emociones, convirtiéndolas en juguetes rotos, y fastidiando la vida a aquellos que las aman, en este caso, Luke Miller (Mike Connors), el sufrido esposo y padre (pero también con sus sombras), un héroe de guerra, que observa impotente la fuerte tela de araña donde está atrapada su hija. Este es un héroe de guerra que no logra, con ayuda de su suegra, claro, cumplir sus sueños de arquitecto, y se va hundiendo en el alcohol, sin superar además su complejo de inferioridad por su procedencia humilde. Por otra parte, quiere dominar a su esposa a la fuerza, cuanto más débil se siente él, y hace así que se vaya el amor. Esta vuelve de nuevo a caer en brazos de unos y de otros para preservar su libertad creativa (porque ella es una escultora con nombre… y con soplete en mano), cuando Luke no cumple la expectativas de liberarla del yugo de su madre.
Edward Dmytryk cuenta con la rivalidad de las dos damas para “salvar” el futuro de la adolescente. Y en ese enfrentamiento se sustenta la película. Dejando momentos ilustres de una Susan Hayward que sufre y una Bette Davis que manipula. Además de poder permitirse ser lo suficientemente escandaloso como para dejar claro, por ejemplo, que la compleja adolescente ya se acuesta con hombres hechos y derechos…, porque la pobre no puede más con la frustrante vida familiar que la rodea. No hay duda que Adónde fue el amor se convierte en una producción entretenida, de resolución elegante, que engancha a la pantalla.
Barba Azul (Bluebeard, 1972)
Barba Azul es todo un despropósito, pero de tales características que tiene su encanto. Edward Dmytryk se va a Italia para rodar una esperpéntica adaptación del siniestro y fascinante cuento de Charles Perrault, Barba Azul. Así ante nuestros ojos se desata una historia erótico-festiva con un humor negro explícito con gotas de destape, giallo italiano, producciones de Roger Corman y también de la Hammer. Barba Azul es un héroe de la primera guerra mundial, que se convierte posteriormente en un nazi confeso, y en su vida íntima es un psicópata asesino que colecciona mujeres muertas para ocultar su impotencia, y que esconde una compleja relación con su madre muerta. La última de sus esposas, una vedette americana (de nuevo Joey Heatherton), descubre su terrible y macabro secreto (no falta el manojo de llaves y la apertura de habitaciones), y antes de correr la misma suerte que las demás, escucha la confesión de su marido, y el motivo por el que cada una de sus esposas perdió la vida.
Este asesino en serie tiene el rostro de un Richard Burton que da a su papel su voz de barítono y su apariencia de alucinado. Y delante de él pasan toda una galería de sex symbols de los años setenta: a la mencionada Joey Heatherton se unen Virna Lisi, Raquel Welch, Nathalie Delon, Karin Schubert, Marilù Tolo, Agostina Belli y Sybil Danning. Y cada cuál tiene muertes de lo más macabras y dan un paseo por el humor más negro: una por cantar horteras canciones de amor, otra por inexperiencia y lesbianismo, otra por feminista sadomasoquista, la de más allá por Lolita indiferente, la de más acá por ninfómana, y otra más por querer tener cuanto antes su noche de bodas…
Barba Azul se disfruta cuando no se toma en serio, y cuando se van desgranando sus referentes. Y aun así curiosamente conserva el espíritu del cuento, su esencia, y una ambientación que te hace perderte por una mansión que oculta secretos oscuros de un psicópata asesino. Dmytryk se desmelena en su festival erótico festivo macabro y muestra conocimiento de un cierto tipo de cine que le sirve como referencia para dar un tono determinado a la película. Richard Burton es un misterio si realmente está perdido, pasa de todo o sabe que está metido irónicamente en una travesura fílmica y lo lleva como puede, con ironía distante.
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Edward Dmytryk, como bien dices, fue un director un tanto irregular. Hoy abría que reflexionar sobre este adjetivo y contextualizar el asunto en los tiempos que nos ha tocado vivir, mi querida Hildy. En aquellos tiempos los grandes directores estaban bien asentados en sus respectivos géneros y había otros, por ejemplo, como Howard Hawks, que fue un maestro en todos. Es muy interesante esto que dices: “Es de esos melodramas que durante los sesenta preludiaron las adictivas telenovelas americanas como Peyton Place (de aquellos años), Falcon Crest o Dallas”. El declive del melodrama y su nueva transformación, totalmente desvirtuado. Ahí tenemos a Douglas Sirk, vilipendiado en su tiempo, y ahora nos resulta un maestro, quizá como el bueno de Frank Capra o Stanley Kramer. Visto los culebrones y pelis americanas actuales con problemas familiares, casatorios o despedidas de soltero, el asunto está bien claro. En fin, esta película es estupenda. ¿Adónde fue el amor? No te preocupes por la difícil respuesta. Nos la da Nicholas Ray: A un lugar solitario.
Besos de cine.
Me encanta tu respuesta de ¿Adónde fue el amor?… Sí, A un lugar solitario.
Planteas un debate la mar de interesante y digno de ensayo. Te lo dice una amante del melodrama (sí, aunque todavía pienso que se hacen buenos melodramas en el cine… y sorprenden. No hay más que ver las películas de Todd Haynes).
Beso
Hildy
Es cierto, me gustan los melodramas de Todd Haynes. Incluso me gustó esa miniserie «Mildred Pierce» de James M. Cain y sobre todo Carol. Mira que poner «abría» si hache, es que estoy perdiendo facultades con esto del teclado. Ay, lo toco últimamente muy poco. Será mejor que ya me retire de todo esto. Menudo melodrama, amiga mía.
Más besos de cine.
Nooooo te retires, Francisco, toca ese teclado sin parar. No solo tienes muchas cosas que decir, sino que a muchos nos gusta leerte.
Beso
Hildy
Dmytryk es un caso interesantísimo. Me suele gustar, en su plano más Hollywood y en sus rarezas y marcianadas. Este Barba Azul es el coño de la Bernarda, pero, como bien dices, tan disparatado que tiene un no sé qué. Cuando te pasas de rosca, a veces, das la rosca entera y vuelves, o al menos pasas esporádicamente, por el sitio donde debías estar. La otra película es mucho más interesante, más que nada porque se apunta a esa línea autoparódica de Sirk, que parece decir, «ya que manejo un material abominable, abominémoslo bien». Del Dmytryk de esta época me gusta mucho La gata negra.
Besos
Como dices, es un despropósito con encanto. La vi hace uno o dos años, así que la tengo reciente. Este despropósito de Dmytryk se relaciona tanto con la literatura de Poe como con los juegos de ingenio tipo «La huella» (también de 1972), las películas de psicópatas (p. ej. las de Fleischer de esos mismos años) y con el cine erótico-novelesco de un Jess Franco hiperactivo en los años setenta. Por cierto, la IMDB registra 8 títulos de J. Franco solo en 1972 (!!). En fin, así de estrafalaria es la propuesta de Dmytryk.
Por cierto que, como sugieres, la galería de chicas guapas que pueblan la película es extraordinaria, ¿sin parangón?
No sé si resulta acertado situar este tipo de cine con lo que directores clásicos como Preminger, Cukor, el propio Dmytryk, Mankiewicz, Wilder, Hitchcock o Kazan seguían firmando en la década de los setenta. Independientemente de la calidad que queramos ver en sus películas, todos esos directores y varios otross parecen, en cierta forma, «peces fuera de su agua». Son tipos ya veteranos que se sienten obligados hasta cierto punto a adaptarse a algunas coyunturas cinematográficas del momento y unas coordenadas morales que seguramente ya no entendían del todo o ni siquiera compartían. Es comprensible que los críticos modernos de los años setenta por lo general despreciaran las películas de estos directores pensando que su mejor época había quedado atrás. Quizá tuvieran razón, pero no siempre.
Luis
Sí, mi querido Alfredo, tiene una filmografía interesante y muchos títulos a recuperar. Y como dices incluso en sus marcianadas se nota oficio. Estas dos películas merecen un visionado. La gata negra tengo que refrescarla, siempre la he visto a trozos, pillada en la televisión, nunca completa. Es objetivo temprano.
Beso
Hildy
Querido Luis, qué alegría volver a leerte. Espero que estés muy bien. ¡Gracias por poner la referencia a Jess Franco, también pensé en él! Me parece buenísima. ¡Ya te digo, la galería de féminas es alucinante! Son todas guapísimas, con cuerpazo y están divertidísimas, sobre todo Virna Lisi, Raquel Welch y Marilù Tolo.
Y me chifla el tema que pones en cuestión y son las últimas producciones de todos estos directores clásicos que veían no solo cómo terminaba un modelo de industria en el que trabajaron, sino como llegaban otros aires en el cine, tanto en forma como en temáticas. Algunos de ellos siguieron experimentando y sorprendiendo, por ejemplo, Elia Kazan o Nicholas Ray. Otros siguieron haciendo cine como siempre lo habían hecho, John Ford o Hawks. Y también hubo quien unió las dos corrientes experimentación y seguir haciendo cine como siempre, como Wyler…
Una alegría que te hayas pasado de nuevo por aquí.
Beso
Hildy
Hildy: SOY UN HOMBRE BASTANTE GRANDECITO, PERO DESDE MI MÁS TIERNA INFANCIA ME HA GUSTADO MUCHO EL CINE, SOBRE TODO EL NORTEAMERICANO Y EL MEXICANO. ALGUNAS PELÍCULAS DE DMYTRYK LAS VI EN SU TIEMPO, Y EL NOMBRE DEL CINEASTA QUEDÓ ASOCIADO EN MI, COMO EL DE UN BUEN DIRECTOR. COMO EN SU TIEMPOR NO SUPE O NO ENTENDÍ BIEN EL ASUNTO DEL ANTEAMERICANISMO DE MUCHA GENTE DE HOLLYWOOD. LAS PELÍCULAS QUE PUDE DISFRUTAR DE ESTE DIRECTOR ME GUSTARON MUCHO. BARBA AZUL ME PARECIÓ UNA PELÍCULA CLASE B, PERO AHÍ RESIDÍA PARTE DE SU ENCANTO, ADEMÁS CÓMO NO IBA A TENER ENCANTO CON ESE RAMILLETE DE BELLEZAS. BESOS MI QUERIDA HILDY
Querido Jorge, sí, Dmytryk, como digo en el texto, tiene películas que le convierten en un realizador muy interesante de analizar, que se atrevió con todo tipo de géneros y tocó temas arriesgados. Aunque eso no quita, que también hiciese varios títulos irregulares, pero que sí denotan su buen oficio, como las dos películas de la reseña. El periodo de las listas negras me parece muy interesante para estudiarlo y analizarlo. Me gusta bastante. ¡Y sí desde luego la galería de actrices de Barba Azul son todas una belleza y además están divertidísimas en sus papeles!
Beso
Hildy
Querida Hildy:
Para mí Dimitryk es el gran director de EL MOTIN DEL CAINE,película inolvidable por su profundidad psicológica y brillantes actuaciones(Humphey Bogart,Fred McMurray,Jose Ferrer)
Y si Dimitryk sacó una buena actuación de un galán ligth como Van Johnso,dole mérito…
Besos,IVÁN
¡Estoy leyendo ahora las memorias de Michael Caine, querido Iván, y esa película era una de sus favoritas, pues estaba su ídolo Bogart. De hecho su apellido artístico surgió precisamente del título de esta película, ¿curiosas las conexiones, verdad?
Beso
Hildy
Estoy dándome una vuelta por tu blog y observo ¡¡¡¡que data del 2007!!! O, por lo menos, las entradas más antiguas que he leído son de ese año. Un placer leerlo.
En algunas entradas, más recientes, me quedé con ganas de apuntar cosas y por exceso de trabajo y falta de tiempo, no pude. Voy a hacerlo en estos días de confinamiento.
Dos películas curiosas de un director marcado a fuego y para siempre por la caza de Brujas. Víctima y delator. Doblemente castigado. Primero con la cárcel y después con el estigma de chivato y traidor.
Vi Adónde fue el amor y la coloco en ese contexto de final del sistema de estudios y de su política de géneros. El melodrama llegaba a su final en los 60. Los 70, la década de imposición del Nuevo Hollywood, será poca amiga del melodrama (aunque se seguirán haciendo, siempre con un punto “demodé”). Los melodramas en los 80, como bien apuntas, se verán relegados a la televisión en forma de series o miniseries. Los pocos y poco ilustres melodramas de los 70 serán más sórdidos y atrevidos en el tema sexual. De hecho, tratarán básicamente de eso. La transición del melodrama cásico a esa nueva etapa, ya una degeneración del género, la marcarán ciertos filmes de los 60 como el que nos ocupa. Pero también otros como “La calle de atrás” (tercera versión de la novela de Fannie Hurst) y “El valle de las muñecas” (ambas con Hayward), “La mujer X” versión Lana Turner o “Parrish”. Todos ellos en color y rozando (y a veces traspasando) la línea entre el melodrama y el culebrón. La estilización tan propia de los grandes melodramas va dando paso a la obviedad y cierta hipérbole. Todo es más obvio. Más osados sino en los temas, sí en el tratamiento de estos. Y eso no será algo positivo de por sí.
A dónde fue el amor reúne a dos actrices que tenían mucho en común, Bette Davis y Susan Hayward. Ambas eran intensas incluso excesivas (y no es algo peyorativo) y lo daban todo por el personaje. Siempre ponen toda la carne en el asador. No les importaba afearse o ser grotescas si creían que el personaje lo requería ( la Bette Davis consumida por la sífilis, aunque nos digan que es tisis, en su escena final de “Cautivo del deseo” o mostrándose calva y ridículamente envejecida en “El Sr. Skefington” mucho antes de su patética y terrorífica Baby Jane) Susan Hayward también me impresionó degradándose por el alcohol en “Mañana lloraré (recuerdo la escena con su cabeza desmoronada sobre la bebida derramada sobre la mesa e intuimos que sobre su propio vomito…) Las dos se llevaron fatal pero quizá esa antipatía ayudó a la muy disfuncional relación madre e hija que tienen en la película. Bette está elegante como nunca (y cuando el papel lo requería podría ser la más vulgar) y su personaje desprende autoridad, la que dan el saberse miembro de una estirpe perteneciente a la élite a la que todos obedecen. Y Hayward es la hija rebelde pero no lo suficiente. No es capaza de romper el yugo materno y solo se rebela con una vida sexual disipada. Espera que sea su hombre el que tenga el valor de rebelarse. Me falló el hombre. Mike Connors no me pareció demasiado atractivo y a veces daba la impresión que llevaba más sombra de ojos que Bette Y Susan juntas. La película es entretenidísima y bastante tremenda (para colmo la hija adolescente asesina del amante de su madre y parece que de ella también, aunque no queda del todo claro) y se sigue con interés. Pero esa obviedad, ese trazo grueso que arrastra la historia, se evidencia clamorosamente en la muy molesta escena final, donde el yerno le canta las cuarenta a la suegra. No hacía falta ese subrayado verbal. Nos había quedado todo claro.
Con Barba Azul tengo una historia curiosa. Por supuesto me mandaron a dormir y no pude verla, sino oírla un rato desde la cama. Tiempo después compartí dormitorio con mi prima unas vacaciones y por las noches me narraba historias y me explicaba películas. Una de ellas fue Barba Azul. Como es una excelente narradora, me hice una idea muy clara de la película. Las dos llegamos a la conclusión que Barba Azul era digno de lástima, que las esposas eran unas pelmas que no nos daban demasiado pena y que ojalá Barba Azul se hubiese curado y hubiese disfrutado del amor con su última esposa. Realmente los niños están más allá de la moral.
Hace poco pude ver el film…Y era mejor la versión que me explicó mi prima. Barba Azul es un chalado (y pseudonazi además) de tomo y lomo que debería haber ingresado en un sanatorio mental y haber dejado tranquilas a las mujeres. Las chicas, como cantaba Cindy Lauper, “solo quieren divertirse” y eso es lo que no soporta el perennemente triste Barba Azul.
Completamente de acuerdo que la interpretación de Richard Burton. “Richard Burton es un misterio si realmente está perdido, pasa de todo o sabe que está metido irónicamente en una travesura fílmica y lo lleva como puede, con ironía distante”. Tal cual
Querídisima Lilapop, ¡efectivamente este blog nació un febrero del 2007!
Como sabes el melodrama es otro de los géneros por los que siento una especial debilidad (¡ay, que me gustan mucho tanto La calle de atrás como La mujer x!, jajaja, no puedo evitarlo, a pesar de sus excesos). Efectivamente Davis y Hayward eran dos de las reinas del género. Algunos inolvidables.
Edward Dmytryk tiene una filmografía irregular, pero muy interesante. Hay varios títulos que me apetece descubrir como Obsession (The Hidden Room), Espejismo (Espejismo) o El francotirador (The Sniper).
Me encanta tu anécdota sobre Barba Azul, y esas películas mentales que nos hacemos de aquellas películas que no podemos ver. Además tú tenías narradora de lujo… No sé si te lo he contado o lo habrás leído porque lo he escrito en más de una ocasión: siempre sentí fascinación de pequeña, y no me preguntes el porqué, por el cuento de Barba Azul. Me lo pasé bien viendo este despropósito de película.
Beso
Hildy
También me gustan “La calle de atrás” y “La mujer X”. Pero si comparo la versión de la historia de Fannie Hurst de John M. Stahl, “La usurpadora” ( ¡qué título más moralista!) con la de David Miller, me doy cuenta de cómo había cambiado el género. La de Stahl es tan precisa en su narración, tan esencial. “Menos es más”.
Dmytryk tiene un par de westerns que me encantan “Lanza rota” (ese remake de “Odio entre hermanos” que no se limita a copiar a su original, sino que lo reinterpreta) y “El hombre de las pistolas de oro”, un western con personajes de psicologías torturadas, complejo y brillante ¿El primer western crepuscular? También tiene un melodrama sureño que podríamos añadir a la lista de esos melodramas de los 60 que estaban haciendo evolucionar y a la vez finiquitando el género, “La gata negra” (con lo estupendo que es el título original “Walk on the wild side”) que me atrapa por su intensidad y fatalismo y con “El baile de los malditos” (“The Young lions”) me pasa lo mismo, además de romperme el corazón.
“Hombres perdido” (The juggler) con nuestro Kirk como superviviente del Holocausto que llega a Palestina es profundamente conmovedora. Su etapa post caza de Brujas (a la que pertenecen esos filmes) es siempre menos valorada por la crítica. He leído a críticos que dicen que todo lo que tenía que dar como autor lo dio antes de su proceso judicial. No sé cuánto tiene esa afirmación de juicio cinematográfico y cuánto de prejuicio político. De su etapa “preproceso” es evidente que “Encrucijada de odios” es brillante con su mezcla de denuncia social y cine negro.
Tiene también una pequeña película, de serie B por la que siento debilidad “Los hijos de Hitler” que explica el adoctrinamiento en el culto al líder al que se sometía a los niños y jóvenes alemanes. Una de esas obras que evidencia que el cine siempre ha tenido vocación de testimonio de la realidad, de crónica del momento. Y además contiene una emocionante historia de amor juvenil.
Hay Dmytrik per reivindicar y descubrir como las tres películas que citas. A ver cuando puedes hacerlo y nos lo cuentas en el blog.
Había leído el cuento de Perrault pero en alguna versión “suavizada” para niños (no creo que, en estos tiempos políticamente correctos, este cuento aparezca en el corpus aceptable de relatos para niños. Una pena) En la versión que leí la protagonista no era la esposa de Barba Azul (en el cuento original, se dice que el matrimonio se consuma en la noche de bodas…) sino una joven que va a trabajar a su castillo…Te recomiendo la versión de Angela Carter de la historia titulada “La cámara sangrienta”, que forma parte de una antología de versiones de cuentos de hadas del mismo título, en las que aparece, por ejemplo, “En compañía de lobos” que Neil Jordan llevó al cine.
También hay un “Barba Azul” de Edgar G. Ullmer con un John Carradine interpretando a un artista asesino de mujeres. Un personaje trágico y digno tanto de lástima como de miedo.
Paula Ortiz, una directora que me parece que tiene un universo estético propio estaba preparando una película sobre el personaje, pero creo que el proyecto se paró. Una pena.
Superfan de La usurpadora. Entiendo perfectamente a qué te refieres respecto a la evolución del género.
¡Interesante repaso por títulos de la filmografía de Dmytryk! Pronto veré Hombres olvidados, que no la he visto todavía, y es otra que me apetece mucho. Sí, hay muchos títulos que merece la pena que se rescaten.
Tengo muchísimas ganas de leer esas versiones de cuentos de Angela Carter. Me los han recomendado por distintas vías, y muero de ganas por leerlos.
No sabía lo de Paula Ortiz.
Y la de Ulmer, otro interesante director, la tengo también en mi baúl de películas.
Beso enorme
Hildy