El blog de Hildy Johnson

Simplemente, un blog "de cine"

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La gaviota (The Seagull, 2018) de Michael Mayer

La gaviota

La película La gaviota no arriesga en las formas como Treplev en la obra.

Es tan potente el texto de Chejov, La gaviota, que su historia atrapa desde el primer minuto y están tan bien construidos los personajes y son tan buenos los intérpretes que los llevan a cabo que hay secuencias en los que se alcanza todo el espíritu del autor. Todo es mérito del material del que se parte y de unos actores que apetece ver encima del escenario. Sin embargo, el director Michael Mayer (que sobre todo se ha movido en los teatros) ofrece una dirección cinematográfica tan solo correcta, sin riesgo alguno. Únicamente rompe el texto dramático empezando la película por el cuarto acto, de tal modo que el acto primero, segundo y tercero se convierten en un largo flashback, para volver de nuevo al cuarto acto y llegar al clímax y a todo su sentido.

En cierto modo si tomamos una de las discusiones de la obra de Chejov, diríamos que Michael Mayer apuesta por la visión de las artes en las que se mueven Trigorin y Irina Arkádina, sin arriesgar en las formas, pero apostando por un contenido solido y que sabe que no va a fallar con el público… No toma el camino que infructuosamente siguen Treplev o Nina: de romper, innovar en las formas de contar, de entregarse apasionadamente a su arte (sin red, sin miedo)…, algo que sí hacía, por ejemplo, Louis Malle en la maravillosa Vania en la calle 42. Así La gaviota de Mayer cuida la ambientación, la localización, el vestuario… y salta del escenario teatral al cine sin alardes, de una manera incluso anodina.

Una de las cosas más fascinantes de La gaviota, es que además de sus discusiones sobre el arte, la creación, la escritura, la interpretación…, representa a la perfección un microcosmos de amores no correspondidos. Todos los personajes aman a quien no deben. En la película de Mayer se acentúan esas formas de soportar las penas de amor. De hecho, es todo un manual. Y ese es otro de sus atractivos.

Todos los actores brillan en sus personajes, como esa Irina Arkádina que se niega a perder su juventud… y su dinero con una chispeante Annette Bening, que sabe dosificar a la perfección las luces y las sombras de su personaje: cuando el espectador está a punto de huir de su lado, de pronto una frase, un gesto o un matiz hace que vuelva a su redil. O esa Elisabeth Moss, con su personaje roto de amor, que le da por la amargura y la bebida, y decide arrancarse la pena entregándose a la vida conyugal…, y que, sin embargo, es capaz de que se asome una sonrisa en quien la contempla, pues posee un sutil sentido del humor ante la tragedia. Y más allá un Trigorin con rostro de Corey Stoll, con ese personaje atractivo y anodino a la vez, que siempre opta por la vía fácil para conducirse por la vida, es de esas personas con estrella sin esfuerzo alguno. Así como también aportan sus momentos y sus matices cada uno de los personajes secundarios (Polina, el tío o el doctor) con los rostros de Mare Winningham, Brian Dennehy o Jon Tenney.

Pero los que consiguen acumular toda la emoción en su última escena como Nina y Treplev son, sin duda, Saoirse Ronan y Billy Howle. Ella es Nina esa joven actriz, ingenua, a la que dos hombres de una manera u otra tratan de destruir (uno, por inexperiencia, y el otro, por egoísmo de vivir lo no vivido y desinterés después), como esa gaviota muerta al principio de la obra, pero ella cuenta con la fe suficiente y con la pasión por su profesión como para levantarse una y otra vez a pesar del cansancio. Él, como el joven hijo de Irina, ya desencantado, sin fe y sin fuerzas para luchar por el arte en el que cree. Siempre atormentado e incapaz de salir de la casa del lago que le atrapa y consume. Si ambos ya compusieron con sensibilidad una pareja que no pueden culminar su amor en En la playa de Chesil; en esta película muestran todo el dolor de la inevitabilidad de la tragedia y del amor no correspondido, sobre todo en el clímax de la obra.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

4 comentarios en “La gaviota (The Seagull, 2018) de Michael Mayer

  1. Hoy en día, con tantas tramas ya sabidas, tantos clásicos vistos mil veces, tantos lugares comunes… Lo verdaderamente interesante es jugársela, hacer algo diferente, como bien dices, al estilo Malle. Esta película no pasará a la historia porque lo único que tiene es un texto ya suficientemente conocido (aunque no es poco, visto lo visto) y unas interpretaciones solventes, al menos en parte (el nivel interpretativo me parece muy desigual; el bueno es muy bueno, y el menos bueno es del montón). Es decir, justamente lo que se espera de este tipo de adaptaciones, sin riesgo ni aportación personal alguna. Se dejan ver y se disfrutan tan rápidamente como se olvidan.

    Besos

  2. Yo creo además querido Alfredo que la película ofrece la oportunidad de dar a conocer a nuevos espectadores una obra como La Gaviota y lo mismo lanzarse a su lectura o si hay oportunidad su visionado en un escenario.
    Yo me dejé llevar, pues es una obra que me fascina y logró atraparme, pese a su poco riesgo cinematográfico.

    Beso
    Hildy

  3. Hola de nuevo Hildy. Vaya por delante que amo a Chejov. Su obra dramática y sobre todo, sus relatos. Es uno de mis autores de referencia. Hace años vi una versión de La gaviota en el TNC. Me gustó pero no me entusiasmó. Pero me quedaron en la cabeza escenas, diálogos, personajes, temas y sobre todo su melancolía y ese final desesperanzado, trágico y para mi, entonces, inesperado. Me ha pasado lo mismo viendo su versión cinematográfica. Creo que Michael Mayer ha intentado por todos los medios que la película no fuera “teatral” o peor aún “teatro filmado”. Lo ha hecho utilizando dos recursos básicos, aquellos que no puede aportar el teatro: la filmación en exteriores (ese bosque y ese lago, ambos espacios liberadores) y el primer plano que nos permite captar las emociones de los personajes más allá de la palabra y el gesto (esas reacciones ante la obra experimental que nos describen tan bien a los personajes. Las miradas que se cruzan, las que buscan…Aunque la amiga con la que fui a verla comentó que notaba un exceso de primerísimos primeros planos). Otros recursos han sido la velocidad en el montaje para que no se noten tanto las costuras entre actos y el aligeramiento de los diálogos (aunque he echado en falta la integridad del parlamento final de Nina donde explica el porqué del final de su relación con Trigorin y sus sentimientos por él). Es una opción. Es cierto que no es una versión “revolucionaria”, “radical” u “original” (No sé si Konstatin la aprobaría) Su fuerza radica en la excelencia de sus intérpretes. Grandes Annette Bening (¿para cuándo un Oscar para esa actriz superlativa? ¡Y ni la nominaron por su maravillosa Gloria Grahame de “Las estrellas de cine no mueren en Liverpool!) y Saoirse Ronan (la gran actriz joven del cine norteamericano y no esas insípidas Emma Watson o Elle Fanning, por ejemplo) Pero también están muy bien Elisabeth Moss como Masha (me hubiera gustado que Chejov hubiese escrito una escena que compartieran Konstantin y Masha) o Mare Winningham (madre e hija compartiendo un corazón roto y un destino vital frustrante). Corey Stoll y Billy Howle sacan adelante sus complicados personajes. Dos escritores tan dispares en sus intenciones y trayectoria literarias como complejos en sus personalidades, ¿quizá las dos caras del propio Chéjov? Pero puede que mis personajes preferidos en una obra tan coral, tan llena de personajes tan ricos, tan rebosantes de humanidad con sus ambivalencias, sus frustraciones y sus ilusiones, sigan siendo el doctor Dorn, ese hombre que está ya cansado para cambiar de vida porque ya ha vivido mucho (estupendo John Tenney) y el viejo magistrado Sorin, un hombre que llega al final de sus días con melancolía por no haber vivido como quería. Me he reencontrado con Brian Dennehy y me ha pareció gigantesco. Ojalá hiciera más cine. Precisamente son los dos personajes junto con el de Masha, que mejor comprenden las tribulaciones vitales del hipersensible Konstantin y su innovadora obra literaria.
    Yo he disfrutado de la película. He reconocido a Chejov y me ha parecido cine y no teatro filmado. Y he gozado de un recital interpretativo. No está mal para estos tiempos cinematográficos. Y una última reflexión que siempre me queda tras leer o ver una obra de Chejov ¿qué sería de personajes como los que protagonizan sus obras tras la revolución bolchevique? Sin duda su mundo desapareció. De ese ocaso previo al final habla siempre Chejov.

  4. Y es que leer a Chejov, querida Lilapop, es todo un placer, ¿verdad?
    Y como siempre en tus comentarios dejas matices superinteresantes. Y en este caso sobre la versión cinematográfica de La gaviota de Mayer. Efectivamente una de las bazas de la película son sus intérpretes. Todos tienen su momento y todos saben dar momentos magistrales a sus personajes.
    Yo también disfruté mucho la película. Sí, Chejov escribió sobre un mundo en el ocaso…

    Beso
    Hildy

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