El blog de Hildy Johnson

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Ciclo de cine italiano (I). Más allá de los directores estrella

Cuando se habla de cine italiano, inevitablemente los directores que vienen a la cabeza son los que hicieron resurgir el cine de las cenizas de la segunda guerra mundial, fomentaron que naciera un movimiento, luego siguieron sus caminos y dejaron sucesores que evolucionaban hacia otros derroteros: Roberto Rossellini, Vittorio de Sica, Federico Fellini, Luchino Visconti, Michelangelo Antonioni y Pier Paolo Pasolini. Pero el cine italiano fue brutalmente creativo y rico, existen más directores con filmografías ricas y películas que ponen de manifiesto una cinematografía arriesgada con unos actores brillantes. Y aquí veremos una pequeña muestra.

Abajo la riqueza (Abbasso la ricchezza!, 1946) Gennaro Righelli

Abajo la riqueza

El cine italiano también tiene, como no, sus pioneros. Y uno de ellos fue Gennaro Righelli que empezó su carrera con el cine mudo, lo continuó con éxito en la década de los 20 en Alemania y regresó a Italia como director con fama de artesano durante la década de los 30. Y en sus últimos años realizó dos tragicomedias populares con Anna Magnani de protagonista. La actriz iba rumbo de convertirse en leyenda y ya era rostro del neorrealismo desgarrador en su aparición en Roma, ciudad abierta. Y Righelli la hizo protagonizar Abbasso la miseria! (1945) y la que nos ocupa, Abajo la riqueza, al año siguiente.

La película se decanta más por la comedia con un poso trágico. Está dividida en dos actos. Su personaje central es Gioconda Perfetti, una nueva rica que ha logrado enriquecerse tras la guerra, que abandona su barrio popular romano y su frutería y verdulería para trasladarse a una villa que pertenece al conde Ghiani, que fue evacuado durante la guerra. Así, por distintas circunstancias, terminan conviviendo bajo el mismo techo Anna Magnani y Vittorio de Sica.

Abajo la riqueza no oculta su aire popular y de comedia de enredo y vodévil. Donde su principal baza es una arrebatadora Magnani que borda su apariencia de nueva rica con todos los defectos posibles y que conmueve por su dignidad cuando toda su riqueza le es arrebatada a través de la estafa y el engaño y regresa de nuevo a sus orígenes humildes. Abajo la riqueza es un canto de amor a la Roma más popular, la ruidosa, la vital y la de las canciones nostálgicas. Y no falta el retrato de una aristocracia decadente que también lucha por su supervivencia y que su cara amable es un conde Ghiani, con cara de Vittorio de Sica, que a pesar de los pesares no pierde nunca sus aires de caballero. Curioso personaje que en su condición de conde y superviviente nunca da la espalda a Gioconda, otra superviviente nata, que también le da su mano.

Arroz amargo (Riso amaro, 1949) de Giuseppe De Santis

Arroz amargo

Giuseppe De Santis mezcla el neorrealismo, y presenta la vida dura de las arroceras, con el melodrama desgarrador y un thriller rural en Arroz amargo. Pero además pone de manifiesto un star system italiano que destaca por su natural sensualidad. Así las imágenes casi documentales de una forma de vida se mezclan con la sensualidad salvaje y sin pulir de una jovencísima Silvana Mangano, que se nos presenta bailando y moviéndose libre, alzando sus brazos que lucen los encantos de una mujer no depilada. Además la incipiente actriz dejó una imagen icónica de arrocera metida en el agua con unos pantalones cortos y unas medias negras.

La vida de las arroceras sirve de fondo para una película pasional sobre una pareja que arrastra la mala vida (Vittorio Gassman y Doris Dowling) y termina con sus huesos, para no ser detenidos, junto a las arroceras. Mientras a ella se le despierta la vena solidaria, luchadora y de clase social; él sigue tramando planes y robos que solo conducen a un final poco prometedor. E implican en sus vidas a una joven arrocera que sueña con huir de la miseria y a un apuesto y honesto militar (Silvana Mangano y Raf Vallone). Los líos y pasiones de los cuatro se mezclan en los paisajes rurales y en los barracones donde viven. Sus relaciones se desbordan como las lluvias torrenciales que sufren. Y culminan con el final de la cosecha en una especie de matadero, con una muerte violenta y con un suicidio trágico. Tan solo queda un cuerpo cubierto por puñados de arroz y una pareja que avanza con posibilidades de futuro.

El hombre de paja (L’uomo di paglia, 1958) de Pietro Germi

El hombre de paja

Pietro Germi dirigió y fue además el actor principal de dos dramas humanistas como El ferroviario y la que nos ocupa, El hombre de paja. El cine de Germi es popular, vital, con una capacidad infinita para mezclar los momentos cómicos con la tragedia más desgarradora. Pietro Germi ama a sus personajes, y sus vidas plagadas de defectos, pero también de ternura, de humanidad y de aciertos. Y tanto en El ferroviario como en El hombre de paja habla del desmoronamiento de la familia tradicional, pero también la batalla por mantenerse unida, a pesar de las heridas que sufren por el camino.

El hombre de paja es la historia de Andrea, un hombre trabajador en una fábrica, que vive feliz con su mujer, Luisa, y su hijo pequeño. Un problema de salud del pequeño, hace que Luisa y el niño se vayan unos días al mar, y que Andrea se quede solo en la ciudad. Así empezará un romance con una joven vecina, mecanógrafa y a punto de casarse. Con la vuelta de su mujer y su hijo, Andrea pretende cortar todo vínculo con su joven amante, y que todo siga igual. Pero no es tan fácil. Así una infidelidad rompe la felicidad y el equilibrio de todos los implicados. No falta la tragedia que desvela el secreto, pero terminarán juntos de nuevo Andrea y su familia…, pero como dice, al final, la voz en off de la esposa (único momento en que aparece su testimonio, siempre la historia ha sido contada desde la mirada de Andrea) ya nada será igual…

Pietro Germi borda la vida en los barrios populares y la de los trabajadores en las fábricas. Recrea también como nadie la vida en el interior de los hogares. Cómo se comporta la gente en los populosos viajes en autobús, en sus momentos de ocio o muestra locales como esas cafeterías de siempre o bares donde transcurre la vida entre alcohol, canciones y otros juegos. Y también sabe reflejar el espíritu de la infancia, la inocencia, y en los niños deja la semilla esperanzadora del futuro. Tanto en El ferroviario como en El hombre de paja el momento culminante llega en fin de año.

Crónica familiar (Cronaca familiare, 1962) de Valerio Zurlini

El director de La chica con la maleta tiene otras joyas en su filmografía como esta Crónica familiar. De nuevo la sensibilidad, la nostalgia y el recuerdo así como la complejidad de las relaciones humanas. Lo cuenta con una sensibilidad que duele y abofetea en cada fotograma. Es la historia de dos hermanos separados por la pobreza y marcados por ella.

El mayor se cría con su abuela, que hace lo que puede por sacarle adelante. Él lo tiene difícil y sueña con ser periodista. Y el pequeño es acogido por el mayordomo de un aristócrata y crece con una educación exquisita y todo tipo de privilegios. Pero durante su adolescencia, el aristócrata fallece y su padre adoptivo pierde el trabajo, y poco a poco va cayendo en la pobreza, además de tener que enfrentarse a una vida dura para la que en un principio no le habían preparado. Durante los años los hermanos no pierden el vínculo, pero su relación no es fácil, por las mochilas que arrastran. Una relación de cambio de roles, de miradas, de silencios, de palabras no dichas, de heridas, de curas, de enfermedades, de logros, de fracasos… y de un amor siempre latente y un fuerte vínculo que nunca se rompe.

Marcelo Matroniani y Jacques Perrin son los dos hermanos que te van rompiendo con sus personalidades y la relación que construyen. La piedra angular de ambos es el personaje inolvidable de la abuela (Sylvie). Con colores terrosos o azulados que apelan a la melancolía y a lo irremediable, la película transcurre en habitaciones donde vive el frío y se corta la electricidad, en asilos sin salida, en un hospital sin esperanza o en un habitáculo desnudo esperando una llamada. Y en esos espacios se edifica una relación entre hermanos que no se rompe nunca, pero que duele.

Yo la conocía bien (Io la conoscevo bene, 1965) de Antonio Pietrangeli

Yo la conocía bien

Antonio Pietrangeli realizó un trabajo de investigación para filmar Yo la conocía bien y además descubrió para todos a una actriz como Stefania Sandrelli. Pietrangeli indagó en la vida de jóvenes que dejaban una vida humilde en el campo y se sumergían en las ciudades para encontrar la fama en el mundo del espectáculo. Todas tenían características comunes en su vida y se plasman en los días vividos por su protagonista, Adriana. Estas jóvenes conseguían pequeños trabajos, oportunidades efímeras, vivían el presente, protagonizaban cientos de historias, eran enamoradizas, algunos se aprovechaban de ellas y a otros con los que podrían haber felices los dejaban escapar…

Pietrangeli en esta película da pinceladas en la vida de Adriana, siempre acompañada de su tocadiscos. Sus juergas nocturnas, sus viajes en coche, sus paseos por la peluquería, sus continuas humillaciones amorosas y laborales. Y ella sigue adelante y se levanta una y otra vez. Parece que nada hace mella, pero su rostro cuando se mira en un espejo o mira por una ventana revela su descenso, sus heridas, su dolor, su vacío y todos sus miedos. Sin embargo, ella borra sus lágrimas, se vuelve a peinar, se viste y se dispone a conquistar el día. Y dibuja siempre su sonrisa. Nunca pide ayuda, calla sus miedos, no construye relaciones que la hagan hablar o plantearse las cosas, vive con sus recuerdos y sus heridas sin curarlas. Hasta que un día todo carece de sentido…

La película es de una joven, vital y sensual Stefania Sandrelli que vive en casi todos los fotogramas de Yo la conocía bien y que muestra una sociedad golpeada por la pobreza y otra decadente y frívola donde triunfa el que no tiene reparos en pisar, estafar o reírse del otro, donde la filosofía es sálvese quien pueda. Y ahí Adriana, aferrada a su pasado humilde, trata silenciosamente desesperada de encontrar un hueco.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

7 comentarios en “Ciclo de cine italiano (I). Más allá de los directores estrella

  1. Las 5 son excelentes. De hecho creo que Arroz amargo, Crónica familiar y Yo la conocía bien me parecen OBRAS MAESTRAS ABSOLUTAS de una atemporalidad que solo los grandes clásicos tienen. Digo más, de Valerio Zurlini y Pietro Germi se pueden reivindicar casi toda la filmografía.

  2. ¡Qué bueno leerte, querido Jose!
    Sí, las cinco son películas que no pueden escaparse. Merecen la pena. Y algunas son joyas indiscutibles, como bien dices. A Pietro Germi le descubrí hace poco y ha sido muy placentero encontrarme con él. Cada una de ellas contiene un montón de motivos para hundirse en ellas y bucear. Hay que visionarlas y analizarlas despacio. Y, sobre todo, apetece volver a verlas una y otra vez.

    Beso
    Hildy

  3. Hola de nuevo Hildy. Me ha parecido interesantísimo tu texto sobre esas obras de esos “otros directores italianos”, aquellos que no forman parte del “altar de los autores consagrados”: Rosellini, De Sica (más cuestionado por la crítica) Visconti, Fellini, Passolini y Bertolucci pero son las películas y los directores como las de tu artículo los que conformaron tanto como los anteriormente citados, esa época dorada del cine italiano.
    De los filmes que comentas solo he visto “Arroz amargo”. La vi por televisión de niña y me impactó el fatalismo y la pasión malsana entre el personaje de Silvana Mangano y Vittorio Gassman. De Pietro Germi me gustó mucho “Divorcio a la italiana”, una de las películas favoritas de mi madre. Humor negro y sátira sobre el concepto del honor. Divertidísima y con un final irónico inolvidable. Del Germi actor solo he visto “Un maldito embrollo” un buen relato criminal y crónica social. He visto pocas películas de Anna Magnani “Roma ciudad abierta”, “Bellísima”, “La carroza de oro”, “El amor”, un par de incursiones americanas “La rosa tatuada” y “El secreto de Santa Vittoria” y su fulgurante cameo final en “Roma”. Todas o bien películas de autores fundamentales y consagrados (Rossellini, Visconti, Fellini, Renoir) o bien parte de su trayectoria como estrella internacional. Pero si llegó a estas fue por películas como la que citas, que la convirtieron en la encarnación de la Italia popular de postguerra. Fantástica actriz y extraordinaria mujer que según su amigo y amante Rossellini, que la acompañó en su lecho de muerte, “nació llevando el hígado en la boca”. Lo demuestra en cada interpretación que le he visto.

  4. Por cierto de Pietrangeli solo he visto «Las cuatro brujas» una de esas películas de episodios tan en boga en el cine italiano de los 60. Él era el responsable de uno de los episodios y pese a las fantásticas actrices que intervienen (Vitti, Capucine, Cardinale y Raquel Welch) la pelicula me pareció absurda e infumable…De no dar crédito.

  5. Qué bueno leerte de nuevo, querida Lilapop. Sí, estoy disfrutando muchísimo con este ciclo de cine italiano que me estoy dando este verano. Cuántas joyas.
    ¡Adoro a la Magnani! ¡Nombras un montón de sus obras fundamentales y que me chiflan! Está también impresionante en Mamma Roma de Passolini. No he visto la película de Las cuatro brujas donde hay episodio de Pietrangeli, pero, de verdad, Yo la conocía bien merece muchísimo la pena.
    De esta primera tanda todas las he disfrutado muchísimo, alguna las había visto y otras las tenía muy olvidadas, pero la que me ha parecido deslumbrante o me ha llegado muchísimo ha sido la de Zurlini, Crónica familiar.
    Me ha parecido muy interesante de tu comentario cuando dices que Vittorio de Sica es el más cuestionado por la crítica. Sin embargo, yo creo que empecé mi idilio con el cine italiano gracias a sus películas… ¡sin olvidarlo como intérprete! Sí que es cierto que fue de los más criticados cuando su cine se fue alejando de los dictados neorrealistas, pero hasta el final de su carrera tiene películas que a mí me emocionan como Los girasoles o El jardín de los Finzi Contini.

    Beso
    Hildy

  6. Muchísimas gracias por abrirme los ojos a películas que desconocía por completo. Tendré que pensar por cuál comenzar.
    Es un placer leerte.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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