“Antes de conocerte no me gustabas nada. Y aún sigues sin gustarme nada. Al menos a mi lado razonable. Pero mi parte irracional se altera al pensar en ti”, le dice el periodista Peter Ames (Henry Fonda) a la millonaria Melsa Manton (Barbara Stanwyck). Y entonces este personaje da con la clave que mueve todas las historias de amor de las screwball comedies… Sus personajes se dejan llevar por esa parte irracional y los polos opuestos están condenados no solo a entenderse sino a enamorarse locamente. A Melsa Manton y Peter Ames les acompañan otras parejas ilustres como David Huxley (Cary Grant) y Susan Vance (Katharine Hepburn) que habitaban en La fiera de mi niña. O Godfrey Parke (William Powell) e Irene Bullock (Carole Lombard) que paseaban su absurdo y loco amor por Al servicio de las damas. Pero además Ocho mujeres y un crimen apunta otro derrotero que la hace especial: une a la comedia alocada, el misterio. Y esta mezcla ya había dado muy buenos resultados con un sofisticado matrimonio de detectives, Nick Charles (William Powell) y Nora (Myrna Loy), que empezaron sus aventuras, entre fiestas y champán, en 1934 con La cena de los acusados.
Screwball y misterio, una mezcla que funciona en Ocho mujeres y un crimen. Como también es evidente la magia que surge entre Barbara Stanwyck y Henry Fonda que volverían a unirse tres años después en otro screwball brillante, Las tres noches de Eva de Preston Sturges. Y es que las screwball también eran el reflejo de una época, cuando el cine era un refugio para los malos tiempos. Curiosamente evadían de los estragos de la Depresión y de los tiempos sombríos que se avecinaban, pero por otra parte reflejaban de manera sutil esa realidad. No se callaban. Con la locura por bandera, daban rienda suelta a la crítica. Y de alguna manera eran también comedias transgresoras que mostraban la guerra de sexos, la lucha de clases y otras muchas realidades sociales y políticas. Valga de ejemplo un diálogo entre las jóvenes ricas. Melsa está con sus amigas, al principio, inspeccionando una mansión y pide a una de ellas que suba las escaleras. Y esta contesta: “No soy individualista. Vamos todas juntas”. Así otra replica escandalizada: “¡Eso es comunismo!”. Pues bien al final de la película, las amigas llegan a casa de Melsa y ven que está en peligro y se acercan todas a la vez… pero el malo de la función les dice: “Quietas o la mato”. Y la misma chica que decía que ella no era individualista le contesta: “¡A nosotras con ella!”. Y a esta exclamación, la que se escandalizaba en la escena anterior, suelta: “¡Tú y el comunismo!”.
Ocho mujeres y un crimen arranca cuando, después de una noche loca, una frívola millonaria descubre un cadáver en una mansión, mientras pasea a sus perros. Llama a la policía y cuando llegan al escenario del crimen el muerto ha desaparecido. La policía identifica a Manton como la millonaria que siempre están montando escándalos y falsas alarmas con su grupo de amigas. Para colmo el joven periodista Peter Ames publica un artículo desprestigiando más las frivolidades de Manton y su pandilla. Pero Melsa Manton, junto a sus amigas, decide demostrar que no está equivocada. Y el enredo está servido. Damas enjoyadas con sus abrigos de pieles investigan un crimen… y siguiéndolas los pasos el joven periodista y un teniente de policía al borde de un ataque de nervios.
Según avanza el enamoramiento de Manton y Ames, se va desenredando la madeja del misterioso caso. Y en el ecuador de la película, la secuencia del enamoramiento. La culminación del amor. Peter Ames quiere quedarse en el dormitorio de Manton pues esta ha recibido una amenaza. Ella esta en la cama y le pide un cigarrillo y él se acerca para dárselo y encenderlo. Y con un buen diálogo sobre los mecheros, la ciudad que nunca cambia y lo que se ve desde la ventana, como por ejemplo, las farolas… todo en la penumbra, no cabe duda de que la irracionalidad de ambos les ha unido para siempre.
Y es que es de esas películas en las que se convierte en gozada leer sus créditos. Curiosamente el menos conocido es su director, pero merece la pena descubrirlo a través de esta película. Tampoco, fueron muy conocidas las amigas de Melsa Manton, pero, sin embargo, también aportan a la película su punto de locura. Sí disfrutamos, sin embargo, de la presencia de Hattie McDaniel o Sam Levene. Y es que las screwball comedies también cuidan a sus personajes secundarios y aunque salgan unos segundos o unos minutos tienen su momento de gloria…, como ese policía que acompaña al teniente y que tiene uno de sus momentos brillantes en una hilarante secuencia en un hospital donde termina cantando con sentimiento… En el guion mete mano uno de los hermanos Epstein, Philip, que alcanzarían la inmortalidad con Casablanca pero que tienen muchas más joyas en su filmografía. Y como director de fotografía uno habitual en las películas de cine negro o de miedo, Nicholas Musuraca.
Y como dice el periodista Ames, con el rostro de un encantador Henry Fonda, “apunta, las cotizaciones han caído otra vez, el paro ha subido… pero la señorita Manton y su panda siguen con sus frivolidades”… y nos evaden de la realidad gris (sin que nos olvidemos de ella)…, nos hunden un poco en la locura, y transgreden a través de la risa todas las pautas de la corrección.
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¡Qué intriga, querida Hildy! No he visto a Fonda en comedias pero me tienta descubrirlo. Tomo nota.-
Me resulta muy interesante la forma en la que las screwball comedies se las ingeniaban para introducir elementos sociales, generalmente a través de los personajes secundarios pero también en la crítica más o menos velada a las situaciones disparatadas que presentan.-
Un beso enorme, Bet.-
Mi querida Bet… ¡Henry Fonda en comedia te lo comes de lo lindo que es!, jajajaja. Las tres noches de Eva es otra buena screwball comedy y él está maravilloso. Y hace una pareja con Barbara genial. Pero ¿cuándo no están bien Barbara y Fonda? Incluso en sus películas menores… hay un gesto, un momento, una secuencia… donde brillan.
Efectivamente, sí, las screwball comedies estaban muy en la actualidad del momento. No son tan de evasión como se piensa, son bastante críticas… pero a través de un humor inteligente, sutil.
Beso
Hildy
Una película deliciosa, mi querida Hildy, con unos intérpretes en estado de gracia. Últimamente, gracias a algunas lecturas, estoy notando, no obstante, algunas diferencias entre estas comedias locas, y sus excéntricos personajes, según los estudios que las producían. Unas matizaciones muy interesantes que permiten establecer diferencias dentro de la screwball, y que enriquece muchísimo (aunque no siempre para bien) la visión sobre la comedia de aquella época.
Besos
Sí, mi querido Alfredo, como bien dices es una película deliciosa. Y apuntas un tema interesantísimo. Efectvamente cada estudio tenía sus peculiaridades y estas se volcaban en sus películas… No era igual una película de la Metro que otra de Columbia o Warner. ¡Qué interesante! Esos matices enriquecen el análisis de la película.
Beso
Hildy
Solo he visto una vez esta película y fue por televisión hace unos cuantos años. La verdad, leyendo la reseña sobre ella me ha invadido la sensación de que el texto no se refería estrictamente a la película y su (plana) puesta en escena sino más bien habla del guión y de un género, la screwball comedy, que dio algunas joyas inolvidables cuyos títulos están en la mente de todos. Pero esta que ahora nos ocupa, si he de fiarme de mis recuerdos, me pareció una fallida «comedia loca” aderezada con una guarnición de suspense y cuyas posibilidades, las que ofrecía el guión, estuvieron claramente desaprovechadas por un director que estaba muy lejos de ser Preston Sturges o Howard Hawks. A mí resultó más estúpida que divertida.
Un abrazo.
Querido Teo, me refería a la película y a través de ella analizaba características de un género que me gusta mucho, la screwball comedy. Si tienes ocasión, te diría que la dieras una nueva oportunidad. No es una obra cumbre del género pero para mí ha sido una grata sorpresa dentro del screwball. Sí, el realizador está bastante olvidado y es difícil acceder a sus otras películas (de su filmografía diría que la más accesible es la que nos ocupa), pero en «Ocho mujeres y un cadáver» cuenta con un equipo artístico y técnico que da como resultado una buena combinación de screwball y misterio. Así que no estoy de acuerdo del todo, y si vuelves a verla me dirás, en que su puesta en escena sea plana y tampoco con otras afirmaciones que escribes en el comentario. De hecho, por ejemplo, la escena romántica que reseño (la del mechero) es todo puesta en escena, no solo guion. Además tiene diálogos chispeantes, es una gozada ver a Barbara y Henry y a otros secundarios. Sí, creo que es una interesante screwball comedy a analizar y no la encuentro ni fallida ni estúpida… Me parece que se puede disfrutar y rescatar muchos elementos para analizar este género (y eso es lo que trataba de plasmar en el texto).
Y encantada de debatir y matizar con usted, querido Teo.
Beso
Hildy
Echando mano de mi voluntad y sentido de la disciplina (solo por eso y también porque al cabo de veinte años uno no debe fiarse del todo de las sensaciones u opiniones datadas en aquel momento) te haré caso y en la primera oportunidad que tenga, visitaré de nuevo «OCHO MUJERES Y UN CADÁVER». Pero vamos, ya te confieso que no me quedaron ganas en su día de volver sobre ella.
Lo que probablemente más me descoloca del post es que hayas elegido este título del «invisible» Leigh Jason (solo conozco otra peli de él, «CÁSATE Y VERÁS», también con la Stanwyck, igualmente inane pero cuya trama tenía un pelín más de enjundia) para elogiar un género por el que yo también siento una especial inclinación, y no hayas echado mano de «VIVIR PARA GOZAR», «LAS TRES NOCHES DE EVA», «ARSÉNICO POR COMPASIÓN», o «LA FIERA DE MI NIÑA» por poner los primeros ejemplos que me vienen a la mente. En cualquier caso, lo escrito más arriba es solo mi opinión que, ya te digo, estoy dispuesto a rectificar en cuanto me haga con los motivos para ello.
Una cosa sin mayor importancia, y ya cierro: ¿por qué comienzas tuteándome (que es lo deseado por mí) y terminas aplicándome el tratamiento de «usted»? ¿lapsus o enojo?
Un abrazo.
¡Querido Teo, nada más alejado del enojo! ¿Por qué me voy a enojar? Si a mí me encanta hablar y debatir sobre el cine así como compartir otras miradas. Y me encanta leeros y charlar. Lo de «usted» era simplemente un juego.
En el Viejo baúl de películas me dedico a rescatar clásicos de siempre y también otros más desconocidos. Dentro del screwball están los títulos maravillosos que comentas y otros más desconocidos o difíciles de acceder a ellos. Ocho mujeres y un cadáver forma parte del segundo grupo y me resulta interesante analizarla y rescatarla.
Beso
Hildy
A TEO Y A HILDY LOS LEO CON VERDADERO GUSTO Y PLACER, LOS DOS SON DOS GOZOS DE LOS QUE DISFRUTO EN ESTA VIDA…
¡Mil gracias, Jorge! Siempre digo que una de las riquezas del blog son los comentaristas, los comentarios, los debates que se generan y los conocimientos que se comparten.
Beso
Hildy
Juego con cierto ventajismo en lo que voy a decir….pero ya me gustaría a mi que ciertas aclamadas comedias de hoy en día fueran al menos la mitad de planas que esta, que aborda un par de géneros de no muy fácil combinación y que se prestan al patinazo si no se dispone de talento…la screwball y el misterio….en este caso, la película funciona…y no solo por sus actores…creo que la factura media de un film del año 38 supone acceder a una cosecha excelente aunque no escojamos el mejor de los vinos. Y en ese caso creo que estamos. Muy disfrutable, para nada un simple entretenimiento..la comedia es cosa muy seria….un abrazo
Pero, querido Victor, como siempre, qué alegría cuando escribes. Y, sí, estoy de acuerdo. En 1938 hubo una buena cosecha cinematográfica y se pudo acceder a una buena cosecha. Me gusta el símil: Ocho mujeres y un crimen es de esa buena cosecha aunque no el mejor de los vinos. También es cierto que siempre es difícil combinar dos géneros con códigos distintos: en este caso screwball y misterio, y creo que en este caso la combinación salió bien parada.
Beso
Hildy