Me gusta leer biografías o autobiografías de actrices, actores, directores, guionistas, productores… Si digo la verdad, las devoro. Así que, de pronto, por un regalo cae en mis manos esta biografía de Ingrid Bergman. Un libro que tiene vida entre sus páginas y que recoge los testimonios de la propia Ingrid y personas muy cercanas a ella en entrevistas que realiza a lo largo de un periodo de tiempo la autora, Charlotte Chandler (que es otra dama que me despierta interés para ser investigada, biógrafa entre otros de Groucho Marx o Federico Fellini). A través de estas entrevistas y los fragmentos que se vuelcan en el libro va asomando una radiografía de Ingrid Bergman. Y mi cabeza empieza a girar y a girar para repensar la carrera cinematográfica de esta actriz.
Entre las páginas de este libro no solo habla Ingrid Bergman sino su hija Isabella, Roberto Rossellini, Federico Fellini, George Cukor, Alma Reville… pero cobran vida no solo los entrevistados sino también Alfred Hitchcock, Charles Boyer, Ingmar Bergman, Greta Garbo, Robert Capa, Howard Hughes… Es como un libro elegantemente íntimo donde descubrimos lados ocultos de personas públicas pero con la mirada de Ingrid.
Por una conversación con otro apasionado del cine clásico vía tecla y tecla por WhatsApp… me entero además de una hermosa casualidad… El 29 de agosto este año Ingrid Bergman hubiese cumplido 100 años. Y entonces cuando termino las páginas de este libro me doy cuenta de que he descubierto a cuatro Ingrid (analizando solo su filmografía en pantalla grande… y sin añadir un quinto rostro, Ingrid Bergman en los escenarios de teatro, y un sexto rostro, Ingrid Bergman en la televisión) y que alguno de sus rostros me es totalmente desconocido.
La gran desconocida
La joven actriz que triunfa en Suecia durante los años treinta es una absoluta desconocida para mí (no he accedido nunca a ninguna de sus películas suecas). Sobre todo trabajó con el director Gustaf Molander. Y con él haría la película que llamaría la atención a David O. Selznick, Intermezzo. Si analizamos los argumentos donde la joven Ingrid se iba convirtiendo en la promesa de cine sueco, nos damos cuenta de que son los años treinta, no hay un código de censura (como el que pronto se establecería en Hollywood…, cuando debutó Bergman en Suecia, todavía allí se vivía el periodo pre-code) y los papeles de Ingrid Bergman nada tienen que ver con los que la harían famosa en Hollywood. En sus películas suecas hay: adulterio, violación, bajos fondos, intercambio de pareja, violencia de género, lucha de clases… E Ingrid Bergman es la joven a la que le suceden todas estas cosas y va superando obstáculos y vidas duras en la pantalla de cine. Curiosamente con Molander también haría una película en 1938 que tendría su remake en EEUU con George Cukor como director y Joan Crawford como protagonista en 1941 (que pude ver hace relativamente poco). Se trata de Un rostro de mujer… donde Ingrid Bergman protagoniza un drama de dama desencantada con cicatriz en el rostro. Otra curiosidad es que la familia materna de Ingrid era alemana y hubo un momento de “estudiar” la posibilidad de dar un paso hacia la filmografía alemana y sí que hizo una película, El pacto de las cuatro. En el libro, Ingrid cuenta su aventura en Alemania: cómo palpaba y sentía el miedo y la tensión en la sociedad alemana y también el poder de Hitler (y señala que no entendía la fascinación que despertaba a las masas). No dio el salto al cine alemán… Su salto a Hollywood y la construcción de su segunda Ingrid sería con un remake de Intermezzo, su gran éxito.
La naturalidad en Hollywood
De pronto llegó a Hollywood una sueca alta, sencilla y natural que quería seguir siendo alta, sencilla y natural… e increíblemente bella. Y se fue construyendo la leyenda Ingrid Bergman como heroína romántica y pura o como mujer atormentada, frágil y vulnerable que terminaba mostrando su fuerza. Ella seguía arriesgándose como actriz y procuraba no encasillarse. Así entre sus primeros papeles se encuentra el de Ivy en El extraño caso del doctor Jekyll. La actriz no apuesta por el papel de la buena novia (que curiosamente sería para Lana Turner) sino que se convierte en la tentación, en la seductora camarera. Pero a continuación llegó Ilse de Casablanca y su halo romántico de mujer fuerte y vulnerable a la vez, amada por dos hombres, construyó su imagen fílmica. Y a continuación la mujer atormentada que ha de ser protegida en Luz que agoniza… hasta llegar a su imagen de pureza máxima en Las campanas de Santa María. A continuación se convierte en heroína y cómplice de Alfred Hitchcock. Y ambos conectan. El público también con ellos. Por una parte protagoniza el sueño freudiano del maestro del suspense en Recuerda y forma una pareja mítica con Cary Grant en Encadenados en una de las películas más retorcidamente románticas del director del suspense. Hitchcock la convierte en protagonista de un sueño pero es que Ingrid Bergman es un sueño para muchos espectadores. Su última colaboración es la más desconocida pero mezcla historias: una especie de Cumbres borrascosas, con Rebeca y Luz que agoniza. Se trata de Atormentada. Antes se pega también un batacazo con uno de sus papeles más ansiados, Juana de Arco. Mujer entre guerrera y mística…
Pero un día se metió en un cine y se quedó impresionada ante una película: Roma, ciudad abierta. Lo que no sabía era que este simple hecho, entrar en un cine , cambiaría su vida y su carrera.
Perdida en Italia
Así une su destino al de Roberto Rossellini. Y da un paso impensable. La estrella de Hollywood cae rendida ante el director italiano. Así se convierte en musa de un autor, de un director de cine independiente con una mentalidad totalmente distinta a la de EEUU. Otro rostro. Se queda en Europa y abandona todo. Hollywood y EEUU no la perdonan y el escándalo es mayúsculo. Es la estrella desterrada. Ingrid Bergman vive una etapa junto a Rossellini que la acapara para él solo (podría haber tenido la oportunidad de trabajar con otros directores italianos como Fellini… pero Roberto no quería compartir actriz). Es curioso cómo mira la actriz sus películas italianas: ella no encajaba ni en el tipo de película ni en la forma de trabajar de Rossellini. Ella siente las películas como extraños híbridos: ni son lo que esperaban los espectadores de Ingrid Bergman ni tampoco lo que esperaban los espectadores de Rossellini. Las películas de ambos están en una especie de limbo donde el director italiano explora el alma de distintas mujeres con rostro de Ingrid. Y, como dice, Ingrid son películas que apenas cuentan con un público que las vea. Ahora en la lejanía del momento, estas películas adquieren una modernidad extraña y no admiten otro rostro más que el de una estrella desubicada. Así es bueno perderse por Stromboli, Europa 51, Ya no creo en el amor o Te querré siempre y toparse con las complejas personalidades de mujeres con rostro de Ingrid. Cuando surge la ruptura profesional y sentimental con el director italiano, ella sigue siendo una actriz valiente y forma su rostro de actriz de mundo.
Actriz de mundo
Cuando regresa a Hollywood (pero ya nunca fijó su residencia allí) y al mundo, Ingrid Bergman es una actriz de 41 años, un momento difícil pero ella se reinventa y continúa una carrera cinematográfica distinta y variada. Primero hace un paréntesis y se muestra bellísima y divertida en una película francesa de Jean Renoir. Por fin puede trabajar con otros directores. Y así se muestra alegre y vital en Elena y los hombres. Después vuelve a su antiguo papel de mujer atormentada con ángel, que ha de ser protegida y rescatada además de protagonizar un gran amor, Hollywood la redime en Anastasia. Su gran amigo Cary Grant vuelve a ser su pareja en una comedia romántica y elegante con unas gotas de desencanto, Indiscreta. Y su halo más puro y angelical regresa con El albergue de la sexta felicidad. Entre curiosidades de su filmografía de estos años, protagoniza dos películas (desconocidas para mí) con Anthony Quinn con el que entabló amistad en Italia, La visita del rencor y Secretos de una esposa. Por otra parte está deliciosa en una pura comedia de finales de los años sesenta, Flor de cactus. Y sigue interesándose por papeles inesperados, así en Asesinato en el Orient Express le llama la atención el personaje más corto y más anodino, la recatada Greta Ohlsson. Además de trabajar con el director sueco con el que comparte apellido en la que sería su última película en pantalla grande de cine, Sonata de otoño. Y es una despedida hermosísima donde Ingrid Bergman hace el papel de una artista (pianista… como el personaje que le daría éxito en Intermezzo) que es en la faceta donde se siente más completa y menos perdida…, no pasa así cuando es madre o esposa. Ahí Bergman deja un retrato femenino complejo y se muestra además tremendamente hermosa (ya estaba bastante enferma)… frágil y fuerte a la vez, vulnerable e independiente…
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Coincido con tus gustos por la lectura sobre grandes figuras del cine. Eso sí, con la salvedad de no creerme en absoluto lo que se cuenta, o como mínimo relativizarlo mucho, muchísimo. Cuando se trata de autobiografías, porque son invariablemente embusteras, y conviene contrastar lo leído con dos o tres títulos más a fin de destapar las trolas. Cuando se trata de «biógrafos» sobre todo soy escéptico. Grandes libros como el que Spoto escribió sobre Hitchcock, por ejemplo, están llenos de comentarios tendenciosos e interpretaciones forzadas. Algunos sobre Kate Hepburn, por ejemplo, escritos desde una visión posmoderna del feminismo y su presunta personalidad independiente son absolutamente delirantes.
No obstante, 100 años bien merecen un buen libro. También es el centenario de Orson Welles, el de Frank Sinatra…
Besos
Jajaja, y también es el centenario de Anthony Quinn…
Y, sí, tienes razón, querido Alfredo, en lo que dices en tu comentario. Hay biografías simplemente informativas, otras muy documentadas, otras maravillosamente escritas, otras del montón, más allá otras sensacionalistas, cotillas o que buscan el escándalo (como las que ha sufrido la pobre Marilyn)… Efectivamente es bueno leer de varias fuentes o varios puntos de vista y estudios sobre una misma personalidad. Y de las autobiografías hay algunas que sabes que son sinceras por lo que callan (y que te dice lo que va a callar y por qué) como por ejemplo la de Marlon Brando (Las canciones que mi madre me enseñó)…, otras más vanidosas, algunas mejor escritas, otras peor…
Besos
Hildy
Qué gracia! hace apenas una semana que he estado disfrutando de «Indiscreta», la belleza y el desencanto, como dices, de sus personajes. Y esa historia elegante y jocosa de amores maduros.
Yo también soy amante de biografías y autobiografías y alguna cae de actores o directores. Y también pienso que se trate de quien se trate hay que cogerlas con pinzas, creerse la mitad y la otra mitad en cuarentena pero aún así… qué gozada leer entre líneas, interpretar e imaginar una vida.
Aunque de todo hay, la última que me decepcionó, no sólo por el estilo que resultó más bien ramplón, sino también por la personalidad que debaja intuir, la de Diane Keaton… qué bien me caía antes de leerla y qué boba e ignorante me pareció al terminar el libro! jajaja. Como no soy nada mitómana estas decepciones no me importan pero no dejan de ser chocantes, verdad?
Pero pobres, nadie debería ser responsable de las expectativas que nos crean sus obras… que pocas veces pueden compaginarse con una vida y sus dia a día. Como sucede con cualquier mortal, claro!
Besos y letras
Querida Marga, Stanley Donen en sus últimas obras mezclaba esa belleza y desencanto al reflejar las relaciones de pareja así realizó varias radiografías interesantes en Indiscreta, Página en blanco, la maravillosa Dos en la carretera y la desconocida pero melancólica La escalera.
También suscribo absolutamente todo lo que escribes de tu interesante comentario. A mí me ocurre lo mismo que a ti, me cae bien Diane Keaton… y como todavía no he leído su libro, pues me sigue cayendo bien, ja,ja,ja… aunque ya me pones sobre aviso.
Sin embargo dices algo interesantísimo y es cómo los espectadores construimos la personalidad de los actores según la «mitología» que desprenden de sus personajes. Así Rita Hayworth se quejaba de que los hombres pensaban que se acostaban con Gilda y se levantaban con ella por las mañanas. O la propia Ingrid Bergman decía que todos la tacharon como persona cuando decidió apostar por Rossellini en lo sentimental y profesional porque para los espectadores era Ilse, de «Casablanca», no Ingrid Bergman… El propio Woody Allen en una de sus joyas, La Rosa Púrpura del Cairo, explicaba muy bien esa diferencia. La protagonista se enamoraba del personaje de la pantalla de cine que era un encanto, luego conocía al actor (que la engañaba) que como persona dejaba mucho que desear. Qué interesante debate, querida Marga.
Beso
Hildy
Qué casualidad, querida Hildy, mientras daba el último toque a mi entrada sobre «Notorious» ayer hojeé la autobiografía de Ingrid Bergman, escrita en colaboración con Alan Burgess y me dieron ganas de releerla. No recordaba que este año es su centenario, vendría bien celebrarlo con una seguidilla de sus películas ¿no?
Besos, Bet.-
Querida Bet, qué casualidad. Ya me he pasado por tu buen blog y he disfrutado con tu texto de Notorious una barbaridad. Ese libro, el que nombras, fue de los primeros que leí sobre la vida y obra de un actor hace un montón de años y tan solo recuerdo que me enganché a sus páginas. Sí, a mí ahora me ha apetecido descubrir las películas que Ingrid Bergman hizo con Quinn (que también cumple 100 años) y las de su periodo en Suecia.
Un beso
Hildy
Yo no soy muy amiga de Quinn, ¿cuál sería una buena película para comenzar?
Leí el comentario que me dejaste con mucho gusto, siempre es un lindo estímulo para seguir saber que estás del otro lado. Al final me di cuenta de que me había enredado mucho para terminar hablando de un solo tema, pero así son las películas. A veces te atrapan por una cosa y tiempo después cambian y te llaman la atención por otra…
Besos, Bet.-
Querida Bet, Anthony Quinn tiene una filmografía enorme. A mí me queda mucho por descubrir. Pero te contaré mi experiencia. Hay dos películas que me emocionan: una es LA STRADA de Federico Fellini y la otra es LOS DIENTES DEL DIABLO de Nicholas Ray (pero por lo que me impresionó cuando era pequeña…, no la he vuelto a ver desde entonces). Después le he ido descubriendo más y más y te diré las que más me han gustado (como protagonista o coprotagonista porque como secundario tiene joyas como Incidente en Ox-Bow o El mundo en sus manos o Lawrence de Arabia): en Viva Zapata de Elia Kazan, El loco del pelo rojo de Vincente Minnelli, Retrato en negro de Michael Gordon, maravillosa «Requiem por un campeón» de Ralph Nelson, también está increíble en la tristísima Zorba el griego y el último descubrimiento que he hecho de él ha sido en una película de Alexander MacKendrick donde representa de una manera muy especial el mundo infantil, Quinn es un pirata, en «Viento en las velas». Pero como te digo me quedan un montón de películas que ver de Quinn.
Besos
Hildy
¡Gracias Hildy! Intentaré encontrar alguna para comenzar. De esas vi «Lawrence de Arabia», pero me acuerdo más de Peter O’Toole y de Omar Sharif; y hace poco empecé a ver en la tele una de piratas con Gregory Peck, «El mundo en sus manos» pero no la terminé. ¡Tengo mucha tarea para el hogar, jaja!
Un beso grande, Bet.-
Ya me contarás, querida Bet
Beso
Hildy
¡Hildy! ¡Qué emoción leerte de regreso! Y que oportuno es esto. No hay duda alguna, yo me enamoré del cine clásico gracias a Ingrid Bergman. Me acuerdo perfecto de la primera vez que vi Casablanca, porque sólo un par de días después me encontré en la televisión un programa sobre su biografía, y quedé enganchada con todo. Con ella, y con el gran universo del cine en todas sus épocas y modalidades.
Yo la verdad no he tenido todavía la tendencia a leer muchas biografías, pero como digo, es muy oportuno esto porque Ingrid Bergman fue mi primera (y mi única hasta ahora, jeje). Hace unos años leí su biografía y su autobiografía con Alan Burgess, y bueno, de su filmografía ni se diga. La he ido buscando y recogiendo por todos lados. De su etapa sueca tuve la suerte de conseguir tres y fue casi por casualidad: Intermezzo, A Woman’s Face, y June Night. Y con Anthony Quinn, te recomiendo que busques La visita del rencor, que recuerdo que era muy buena (la otra no la he visto).
Y pues así es, a Ingrid Bergman le tengo mucho cariño, y su vida me parece fascinante, en todas sus etapas.
Te mando un abrazo enorme, Hildy…
Mi querida Carmen, es una alegría como siempre leerte. Qué bonito engancharse al cine clásico por Ingrid Bergman. Yo he tratado de indagar el porqué de mi amor por el cine clásico y me viene a la cabeza las proyecciones de super 8 que hacía mi abuelo en el salón de mi casa con películas de Charlot, del Gordo y el Flaco, de dibujos de la Warner, de las películas de Tarzán… Y después también las sesiones de los sábados al mediodía de la televisión pública en la 1 que siempre emitían clásicos o los ciclos completísimos de actores y directores que emitía la 2. O cuando mis padres me llevaban al cine de reestreno que por ejemplo ponían en sesiones dobles películas de Hitchcock en pantalla grande… En fin. Luego un periódico, Diario 16, sacó una historia del cine en fascículos y ahí empecé a leer e informarme más a fondo junto a otros artículos que publicaba también Terenci Moix, un autor que amaba el cine. Has hecho que me salga la vena nostálgica.
Qué envidia que hayas visto películas suecas de Ingrid, tendré que buscar yo también. Y me apetece muchísimo la que me has recomendado de Ingrid con Quinn, qué ganas.
Sí, Ingrid Bergman y Casablanca es una bonita puerta de entrada al cine clásico.
Beso
Hildy
¡Qué gran actriz! Y qué carácter. Su escapada hacia Rossellini es una de las más afortunadas locuras que le han sucedido al cine. El italiano quedó desolado cuando rompieron y ya no volvió a realizar nada parecido a lo que hizo antes de llegar ella y con ella. Y me recuerdas que tengo desde hace un montón el DVD de «Sonata de otoño» y que aún no la he visto.
Saludos.
Querido Licantropunk, sí, qué gran actriz. Y su escapada con Rossellini así como la evolución de su carrera cinematográfica un atractivo atrevimiento, un cambio importante, una afortunada locura (como bien dices)… Te confieso que de lo que hizo Rossellini después de Ingrid Bergman solo conozco «El general de la Rovere» con un impresionante Vittorio de Sica. Tengo un desconocimiento bastante importante del Rossellini pos Ingrid Bergman. Y decirte que «Sonata de otoño» es una dura y bella despedida cinematográfica de Ingrid.
Besos
Hildy