Ken Loach, junto al guionista Paul Laverty, nos está diciendo en sus últimas obras cinematográficas de ficción que pese a que todo esté muy negro y haya que indignarse, que creamos en la gente, y que la lucha es más fácil en comunidad… y alimentando pasiones. Y además está empleando el sentido del humor, muchas veces ausente de sus películas pasadas, Ken Loach se ríe, una risa crítica, y además se nota que se encariña con sus personajes. Así en Jimmy’s Hall nos cuenta una historia real del pasado pero con aires de fábula… y con muchos elementos que podemos trasladar a este presente negro. Nos regala un cuento precioso. Algunos opinan que Ken Loach es maniqueo en el planteamiento de sus películas o que se repite en su visión del mundo y la injusticia; sin embargo creo que Ken Loach quiere a las películas que está haciendo, diría que las ama, y que ahora más que nunca es necesaria su visión. No hay maniqueísmo sino un punto de vista sobre cómo podrían ir un poco mejor las cosas y una exposición de lo que hace que una sociedad sea cada vez más injusta. Y una llamada a no perder la esperanza. A levantarse una y mil veces, aunque siempre pierdan los mismos. Un canto al optimismo y las ganas de hacer cosas.
La película nos sitúa en un país que lo está pasando muy mal, Irlanda en los años 30, un país con una historia triste (como tantos otros países), además en un momento histórico de crisis económica mundial (la crisis del 29). Y nos habla de un héroe anónimo (acompañado por muchos héroes y heroínas de la vida cotidiana), que es un personaje real, James Gralton, un líder comunista. Ken Loach y Paul Laverty nos dibujan a un héroe encantador y carismático (con el rostro de Barry Ward). Un hombre tranquilo que regresa años después a su tierra natal, a sus raíces, para estar en una granja junto a su anciana madre. Él llevaba años en EEUU, como un trabajador más en busca de sustento, y también ha vivido los estragos del 29 en la tierra de las oportunidades. Poco a poco se nos van desvelando –en una ráfaga de flash back-memoria de James– las circunstancias de por qué tuvo que marcharse (circunstancias sociales y políticas) y de su regreso. Y los recuerdos de James tienen un detonante: los jóvenes de la zona rural donde vive con su madre, le exigen que vuelva a abrir el centro cultural que puso en marcha antes de irse a la tierra prometida. Ahora un barracón abandonado. Un centro cultural donde se celebraban bailes, se daban clases de literatura, de canto, de música, un centro de convivencia y reunión… Y un centro que funcionaba sin la influencia castradora de la Iglesia católica y los terratenientes de la zona. Un lugar libre que la gente cuidaba y adoraba. Un centro para aprender, bailar, reír, reunirse, enamorarse, debatir, cantar, razonar… Un centro aparentemente poco dañino pero que sin embargo asustaba a las estructuras del poder establecido (a la Iglesia y a los terratenientes y poderosos de la zona).
Después de los recuerdos, James decide no rendirse, no quedarse en silencio. Y con la ayuda de toda la comunidad vuelve de nuevo a levantar el centro, que de nuevo vuelve a traerle los mismos problemas y complicaciones. Pero en los dos momentos, mereció la pena la lucha de James Gralton a pesar de las consecuencias. A Gralton, el de la ficción, no logran borrarle la sonrisa. Aunque siempre pierda.
Además Ken Loach crea y construye una película bonita en la que se sirve no solo de una Irlanda de paisajes-paraíso sino que puebla su historia con personajes tan maravillosos como la madre del protagonista (una anciana aparentemente servicial y callada que se revela como una luchadora nata y amante de los libros… y su difusión) o con esos momentos, que siempre ha sabido realizar tan bien el director, de reuniones de un colectivo de personas en las cuales exponen sus ideas o denuncian su situación y entre todos elaboran una forma de actuar para salir de una situación injusta. Reuniones que no son fáciles pero en las que se escucha y se trata de llegar a la solución que más agrade a todos.
Pero una de las sorpresas más agradables de Jimmy’s Hall es la narración cinematográfica de una emotiva historia de amor imposible. Una historia delicada contada a base de miradas y despedidas con algún baile en solitario. Además de una ambientación cuidada y plagada de momentos mágicos, sobre todo los transcurridos en el centro (como ejemplo, cuando James les enseña a todos algo que ha traído de EEUU, un fonógrafo y cómo lo primero que pone es un disco de jazz. Todos quieren aprender el nuevo baile y James empieza a danzar y todos a seguirle…). La película logra transmitir alegría y ganas de seguir, a pesar de los tiempos duros. Cuando sales de la sala de cine, quieres leer y bailar, quieres reunirte, reírte, gozar, aprender y tener un sitio, un lugar de reunión apropiado para todo ello… e intentar que esto sea posible y realidad para el mayor número de personas…
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Voy a verla mañana….ya te contarè. Pero no me he podido resistir. Menuda inyecciòn de optimismo en estos tiempos, aunque transcurra en los 30.
La idea de un centro cultural como foco de resistencia y vitalidad me gusta de entrada. Ya veremos si esta tratado con exceso de almibar o no.
sobre Ken y su guionista….unas me gustan mas que otras….y algunas muy poco. No les niego su voluntad inquebrantable…pero en ocasiones su cine respira verdades y en otras….cuelan su particular discurso con mètodos un tanto panfletarios.
Aun asi, creo que su cine esta cargado de buena voluntad como de didactismo…pero ojo…que lo prefiero a productos de usar y tirar. En mi caso, no siempre logra su principal objetivo que debiera ser la reflexiòn. Y no lo hace x que Ken y Paul ya te sirven el plato listo y con todas las reflexiones hechas x ellos.
Vaya….y eso que no la he visto….finalizo diciendo que yo mismo critico muchas veces su cine….pero me gusta que exista pese a todo….quedan pocos que deseeen contar el estado de las cosas. Un abrazo
… Ay, Victor, ya me contarás. A mí me pareció una fábula que me alegró la tarde. Disfruté de la película porque es de esas que te insuflan ganas de vivir. Me entusiasma, como apuntas, la idea de centro cultural como foco de resistencia y vitalidad.
Siento debilidad por Ken Loach. No puedo evitarlo. Siempre de sus películas, me gusten más o menos, saco algo.
Besos
Hildy
Ya la vi. Tienes razòn tiene su punto de fàbula. Hasta el punto que la intransigencia local en algunos momentos ne recordaba la que sufrìa Juliette Binoche en Chocolat.
Me parece inteligente el hecho de escoger esta anecdota sobre un centro cultural inocuo….al hacerlo como lo hace Loach (y Laberty) pone màs aun en evidencia lo ridìculo de la situaciòn….que tiene un fondo polìtico, cierto, pero tb cultural.
Esos miedos a lo nuevo, a lo diferente han sido recurrentes….recuerdo a Winona en Gran bola de Fuego.
Este cura….me pregunto que tal se llevaria con el Trevor Howard de la hija de Ryan….mmmmm igual se lleva una colleja.
Por ùltimo, algunas escenas de baile y cerveza me llevaron a pensar que Tolkien para crear la tierra media solo tuvo que fijarse en la verbena de la taberna de la esquina…que estaria a diez pasos de su casa.
Para mi el unico debe es la obsesiòn continua x conectar aquello con la realidad actual. Creo que fuerzan un poco la maquina y se nota.
pero tiene virtudes, como saber disfrazar un segundo fracaso con un toque poetico final. Un abrazo
Qué bueno que la vieras, querido Victor. Sí, yo la viví como una bonita fábula. Y me encantó que todo el meollo de la polémica fuera un sencillo centro cultural rural. Muy buenos los diálogos que estableces con otras películas. Porque estoy convencida de ellos, las películas dialogan entre sí. Y sí tienes razón, es bonito «disfrazar» ese segundo y triste fracaso con un toque poético. Es de esas películas que merecen la pena por determinados momentos y por el cariño que tomas algunos personajes (como al de la madre de Jimmy…).
Besos
Hildy
Lo que yo le achaco a Loach y Laverty lo cuenta muy bien Víctor en su primer comentario. Esta no la he visto aún.
Besos
Ole, ole y ole, mi querido Alfredo. ¡Concisión y sabiduría! Jejeje.
Os voy a contar algo muy curioso que me pasó al ir al cine a ver Jimmy’s Hall. Había en la sala de cine tres abuelillas del Barrio Salamanca de Madrid. Cuando salieron, el acomodador les preguntó si habían disfrutado la película y ellas contestaron: «Sí, muy bonita. Aunque salimos un poco comunistas…». Me pareció una anécdota maravillosa, me partí de risa… Lo que os digo, es una película-fábula que te hace salir del cine con una energía muy bonita.
Besos
Hildy
Jajajaja me encanta eso de «salimos un poco comunistas» jajajaja, sólo por eso debería verse la película en todos los cines. Al menos en esos barrios, jeje.
A mi me pasa lo que a ti, soy incondicional de Loach, aunque reconozco que algunas de sus películas me han resultado pelín cargantes pero incluso eso le perdono y como dice Victor, esas están por encima, para mí, de otras de usar y tirar.
Yo es que con Loach intento que el corazón gane a mi escepticismo y al cinismo que me rodea, mi propio cinismo cuando bajo la guardia. Se lo ha ganado por nuestra trayectoria conjunta de goce y rabia, qué narices!
Y esta la tengo pendiente, iba a ir a verla este sábado pero en el último momento nos metimos a ver Winter Sleep de Ceylan y ufff, hablamos de palabras mayores.
Pero Loach forever… y de este finde no pasa, espero.
Besosssssssss
Querida Marga, ya te he leído en la cibercasa de nuestro Licantropunk (ja, ja, ja… yo soy de escribir muchos posesivos aunque luego no posea nada…), y me ha entrado una envidia sana porque también ando detrás de ver Sueño de invierno de Ceylan… y espero también poder disfrutarle esta semana. Por cierto, me ha parecido intuir en ese comentario que ponías a Licantropunk que tienes un blog ¡y yo sin enterarme! ¿He intuido bien? ¿Me dirás cuál es? ¿Podré leerte? Qué ganas.
Y es que con Loach a mí me pasa lo que con Woody Allen, soy tan incondicional, que incluso de las que menos me gustan saco algo que me llama la atención, que me gusta, que me llena…
Pero Jimmy Hall tiene el encanto de una fábula sencilla y directa. A mí logró conquistarme.
Besos
Hildy
Ja,ja,ja… Luego se santiguarían e irían a confesarse y comulgar, las buenas señoras…
A mí, en serio, me gusta mucho el Loach de la primera época, hasta que asomó Laverty. Creo que la colaboración con él ha cargado las tintas pelín de más en los aspectos demagogos y panfletarios de su cine (recuerdo, por ejemplo, «El viento que agita la cebada», película estimable por muchas razones, y que sin embargo en ciertos diálogos y situaciones pierde el equilibrio cinematográfico porque sobrecarga la línea ideológica; qué lejos de las cargas de profundidad, mucho más efectivas, de «Agenda oculta», por ejemplo…). En el cine, todo subrayado es contraproducente.
Besos
Pues yo disfurté una vez más del milagro del cine. Una historia real para ser contada…y si la interpretan unos actores tan bueno y convincentes, el placer está servido. Además me conmovió.
Mi querida María dices una palabra clave que no es fácil en el cine: conmover. Porque enternece pero también porque mueve una energía necesaria. Y Loach al principio de su carrera conmovía porque inquietaba, porque ofrecía una mirada indignada. Ahora sigue conmoviendo y en Jimmy’s Hall también logra enternecer.
Besos
Hildy
La verdad es que su cine queda algo lastrado por sus ideas políticas. Pero aun así, uno de los directores mas interesantes de las ultimas décadas. Y que muchas veces, equivocado o no da en la diana ya que es tan critico con los que son de su lado, como los que están en el otro.
Me gusta mucho su lloviendo piedras, agenda oculta es también mas que notable. Felices dieseis me parece una patada en el estomago. Y tierra y libertad, una de los mejores acercamientos a lo que debio de ser el ejercito republicano en nuestra guerra civil. Joere, releyendo lo que escribo me da que me gusta mas de lo que pensaba. En fin un grandisimo director y en breve espero ver esta película que comentas. Cuidate
Felices dieciséis, también me parece a mí querido Plared no solo una buenísima película sino también una patada en el estómago. Y tienes razón, Ken Loach es un director muy pero que muy interesante. Su última película me ha tocado…
Besos
Hildy