Joan Crawford y amores otoñales desgarrados. De amor también se muere (Humoresque, 1946) de Jean Negulesco/ Hojas de otoño (Autumn Leaves, 1956) de Robert Aldrich

Los ojos de Joan Crawford tienen vida propia. Basta mirarlos para caer en un abismo de sentimientos expresados. Su rostro fue reinventando durante décadas diferentes tipos de mujer. Así se mantuvo al otro lado de la pantalla de los años 20 hasta los 60. Crawford, desde su juventud en el cine silente, fue reina de heroínas protagonistas de los amores más complejos. Porque el amor no es fácil. Porque el amor puede transformar pero también desgarrar, provocar dolor infinito. En esta sesión doble, con diez años de diferencia, Joan Crawford protagoniza dos melodramas de amores otoñales desgarrados. Dos melodramas apasionantes llenos de detalles y matices… y los ojos expresivos de la actriz.

De amor también se muere (Humoresque, 1946) de Jean Negulesco

humoresque

Si en Melancolía, Lars von Triers comenzaba su película con un poema visual sobre la muerte, la melancolía y el amor con el rostro de Kirsten Dunst, impasible, y de fondo una parte musical de la ópera Tristán e Isolda de Richar Wagner, y lograba así hundirnos en el tono trágico de la película; Jean Negulesco se sirve de la misma música para llegar al máximo clímax final de Humoresque con los ojos y el rostro de una Joan Crawford que expresa todo su sufrimiento de amor y delirio en un acto final redondo. Contención y explosión y una misma melodía.

De amor también se muere emplea su banda sonora de manera brillante para contarnos una historia compleja sobre un amor trágico. La historia se centra en un famoso violinista atormentado, con cara de boxeador (como le dicen en un momento de la película… y no es otro que un carismático John Garfield), que vuelca su vida en convertirse en uno de los mejores violinistas. Pero esto supone sacrificar distintas facetas de su vida. El violinista de Garfield es como una estrella de rock de los setenta con aires de genio artístico, con dilemas y tormentos, arrastrando el peso de la fama. Un muchacho humilde que se aferra al violín para lograr llegar a ser alguien. Y en este camino obsesivo (en el que le acompaña sobre todo su madre y un irónico e incondicional amigo pianista) se cruza una mecenas millonaria (nuestra Joan Crawford), alcohólica, maravillosamente miope (memorables las escenas de la protagonista con las gafas) y aburrida de la vida loca que cae sucumbida a los pies del artista.

Los obstáculos de su amor son muchos, no solo la diferencia de edad o la clase social y los ambientes diferentes. Pero el obstáculo más importante e insuperable para la heroína que sufre es el siguiente: si el violinista tiene que elegir entre el amor y la música… claramente se decanta por la música. Ella tampoco está dispuesta a ser la mujer a la sombra del artista o la que cuida al guerrero porque no está ni en su naturaleza ni en su carácter. Su amor está condenado a la pasión desgarrada y al conflicto continuo. Y el personaje de Crawford, como una diosa, necesita que la adoren incondicionalmente… como eso no es posible y es mujer eternamente insatisfecha solo encuentra un camino para terminar con una historia que la devora… Ella sabe que el personaje de John Garfield nunca va a postrarse a sus pies, ni va a perder su libertad artística… Así que un día mientras escucha al amado en la radio interpretar un concierto, se acerca a la orilla del mar…

Humoresque hace gala de melodrama desaforado pero magníficamente contado e interpretado.

Hojas de otoño (Autumn Leaves, 1956) de Robert Aldrich

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Robert Aldrich imprime su firma en todas las películas que interviene. Hasta un melodrama sin mayores ambiciones es capaz de convertirlo en una retorcida, asfixiante y agobiante historia de amor otoñal. Un melodrama que pilló a Aldrich en un momento que no sabía muy bien qué iba a ser de su futuro como realizador. Así el director toma esta historia, que podría haber sido rutinaria, y quiere como protagonista a una diva, Joan Crawford (que luego se convertiría también en personaje fundamental en uno de los éxitos del director, Qué fue de Baby Jane). Así se convierte en una atormentada y solitaria mecanógrafa que ha sacrificado su juventud y la posibilidad de ser amada por cuidar a su padre enfermo. Ahora sola se vuelca en el trabajo para no pensar en su soledad que por otra parte le da menos miedo que darse una nueva oportunidad para encontrar el amor.

Un día acude a un concierto y después a un restaurante… y allí se sienta en su mesa un joven desconocido con mucho encanto (Cliff Robertson). A pesar de sus miedos (sobre todo la diferencia de edad) y obsesiones, la mecanógrafa inicia una historia de amor y termina casada con casi un desconocido joven que la cuenta mil y una anécdotas… Casi desde el principio empieza a chocarse con pequeñas contradicciones en la vida que le cuenta su joven amante hasta que un día se presenta en su nuevo hogar alguien inesperado: la joven y hermosa esposa de su marido para que firme los papeles del divorcio.

A partir de ese momento la mecanógrafa se convierte en una detective y psicóloga enamorada que se descubre casada con un mentiroso compulsivo con graves problemas de salud mental… que, sin embargo, se aferra a ella y a su amor como tabla de salvación para no hundirse en el abismo.

Así Robert Aldrich logra un tortuoso melodrama donde una Joan Crawford con su ojos siempre abiertos (como de no salir del asombro) crea una compleja heroína otoñal enamorada que al final tiene miedo infinito a ser tan solo una “necesidad psicológica” de su joven y solitario amado. Es decir, llega a temer que si su amante logra curarse de su enfermedad deje de quererla y necesitarla… Puro Aldrich. Puro Crawford.

Y como siempre, Aldrich logra sorprender con la forma de contar la historia. Llama la atención cómo se mete en la psicología del personaje femenino con un maravilloso flash back (por cómo está rodado) en el concierto al que acude para explicar totalmente su soledad. Deja escenas sorprendentes como la del primer encuentro de los amantes en el restaurante o su escarceo en la playa. Muestra inquietud, desasosiego y deja una ya clásica galería de personajes opresivos y desagradables memorable. Y llama la atención cómo muestra, de manera directa, agresiva y fría, la “curación” del protagonista masculino en una clínica psiquiátrica. Así como también acierta en la elección de una canción preciosa de Nat King Cole como leitmotiv de los amantes que es a la vez, según el momento que se escuche, preciosa o inquietante.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

12 comentarios en “Joan Crawford y amores otoñales desgarrados. De amor también se muere (Humoresque, 1946) de Jean Negulesco/ Hojas de otoño (Autumn Leaves, 1956) de Robert Aldrich

  1. Solo he visto la primera (por cierto, habrá sido Trier el que habrá usado la misma música que Negulesco, y no al revés, ¿no?), y lo que más me gustó fue la interpretación de Garfield, cómo rompe con su imagen predominante para crear un personaje atípico en su filmografía, y cómo trabajó además todas las facetas asociadas a un intérprete de violín, por más que los trucos del director le ayuden la mayor parte de las veces. Eso sí, ya sabes que las tramas folletinescas no son lo mío, no me las creo, me resultan conflictos postizos, impostados, culebronescos, que deliberadamente circunscriben los planteamientos del drama a unas reglas demasiado estrechas en aras de conseguir el impacto dramático (y llorón) buscado.

    En cuanto a la Crawford, posiblemente es la actriz de más extraño envejecimiento de todos los tiempos. Los cambios de su rostro no son ni medio normales. La hizo ganar en dimensión como actriz, desde luego (en el cine mudo, al fin y al cabo, generalmente estaba para enseñar las piernas y poner caritas); nadie se acordaría hoy de ella por sus papeles silentes.

    Besos

  2. Ja,ja,ja, querido Alfredo, hasta ahí llego. No lo he puesto por orden cronológico sino para expresar cómo una película reciente (y más, ahora mismo, en la memoria de muchos) que empleaba de una manera especial con el rostro de una actriz la música de Tristán e Isolda y el empleo también que realiza Negulesco de esta misma música también con el rostro de una actriz en su película. Y me llamaba la atención porque Trier la sitúa al principio para darnos totalmente el tono de la película y Negulesco la usó al final para alcanzar el paroxismo.

    Y que te voy a contar de Garfield a mí es un actor que siempre me ha enamorado y me fascina como violinista estrella atormentado. Me encanta la magia del cine parece que es un violinista consumado, y en un documental muy interesante que había en el dvd, explicaban cómo en muchas escenas los brazos no eran los de Garfield sino los de un famosísimo violinista. Y tú ves la película y no notas absolutamente nada.

    A mí Crawford me fascina. Y te diré que si bien es cierto que en el cine silente era una chica it chispeante para mí sí pasó a la historia ya de los romances trágicos con su presencia en GARRAS HUMANAS y recién el sonoro ya realizó papeles tan impactantes como el de RAIN. Aunque su rostro y su carisma fue creciendo al cabo de los años. Supo ir transformándose…

    Besos
    Hildy

  3. Se nota cuando escribes sobre peliculas que fuera de su calidad, te han tocado. Te olvidas de todo y te desnudas de alguna manera dejando que los sentimientos vuelen. Me gusta, sinceramente cuando lo haces.

    Las dos peliculas magnificas, en especial hojas de otoño, una pelicula descarnada que navega entre muchos géneros. Dando una mirada casi distante, sin tomar partido en realidad y abordando temas comprometidos como la ezquizofrenia

    Curiosa linea la que plantea esta pelicula, en principio una majestuosa Crawford en busca del amor perdido ya en edad otoñal. Y luego, pues todo se complica y el melodrama da paso al drama psicologico, incluso al triller y todo tratado de forma elegante, en cierta manera recordándome a Cukor. Gran película sin duda. Cuidate

  4. Mi querido Plared, sí, estas dos películas me han tocado… y me desmeleno sin remedio. Tecleo en el ordenador como si fueran las cuerdas del violín de Garfield y pierdo la noción del tiempo y del espacio…

    Robert Aldrich es un director que siempre me sorprende y procuro, siempre que puedo, ver todas las películas de su filmografía que llegan a mis manos. Llevaba mucho tiempo detrás de Hojas de otoño y sabía que no iba a decepcionarme… Y de fondo la letra melancólica de Nat King Cole.

    Besos
    Hildy

  5. Querida Hildy, recién terminé de ver Humoresque (creo que tardé tres días en verla, ya perdí la cuenta). Mmmm… no puedo decir que me haya gustado y es que no conecté para nada con Joan Crawford o con su personaje. Casi me ha parecido que se trata de dos películas en una: la primera media hora o un poco más, es una película de Garfield; el resto, una de Crawford. Y no creo que nuestro favorito salga beneficiado por la intervención de su coprotagonista. Sentí que Crawford se devoraba la película (y no en un buen sentido). Tal vez deba verla de nuevo y de un tirón, como debe ser, pero fijate que creo que mi falta de voluntad para verla de una vez se debió en parte a que perdí el interés por esta heroína. Para decirlo de una vez, me pareció una mujer frívola, aburrida con su vida y que no comprendió que no recogió un perrito abandonado en la calle sino a un joven artista, muy talentoso y que se quemó las pestañas (¿allí también se usa esa expresión?) para triunfar.-
    El final se me antojó como una variante de Ha nacido una estrella, pero sin alma. Y es que Helen no es Norman Maine ni Crawford (creo) es Fredric March o James Mason…
    Un beso grande (aunque esta vez en disidencia), Bet.-

  6. ¡Mi Bet, jajaja, qué poquito quieres a Joan! Sí, Humoresque es una película Crawford. Efectivamente se convierte en protagonista y releva a secundario a Garfield. Su personaje te cae fatal, pero describes perfectamente cómo es y su drama personal: ella quiere que la adoren y que él sacrifique su pasión por la música por ella. Como realmente lo ama y ve que esto es un imposible: pasa lo que pasa.
    A mí los melodramas de Joan me enloquecen, ¡quiero conseguir que te guste en alguna peliiii!, jajaja. Por ahora, creo que no lo he logrado, ¿viste Rain, verdad?
    Beso
    Hildy

  7. ¡Ay, no he podido ver Rain! Conseguí una copia por medios dudosos y se ve fatal, de modo que la dejé a los pocos minutos de comenzada porque era imposible verla. Ya daré con una copia decente y te contaré. Por lo pronto vi otra peli de Garfield, «The Fallen Sparrow», con una trama a lo «The Maltese Falcon» (de hecho bien podría ser una película de Bogart) en donde Garfield interpreta a un sobreviviente de un campo de concentración franquista con más de un trauma. ¿La viste? La historia es imposible de entender pero ¡qué bien que está nuestro muchacho! En fin, ya estoy comenzando a sonar como un disco rayado, jaja.-
    Más besos, Bet.-

  8. Nuevo visionado, nueva opinión, nuevo texto en mi blog (menos mal que esperé para escribirlo, jeje).-
    No me he unido al club de Crawford, pero suavicé un poco mi opinión 😉
    Un besote, Bet.-

  9. Hildy querida, finalmente di con una versión bastante pasable de Rain (qué curioso que haya caido en el dominio público, ¿verdad?). De la hora y media, creo que pasé una hora y veinte esperando que Crawford se abalanzara sobre Huston o viceversa y pensando que tal vez estaba perdiendo el tiempo con esta película. Y cuando me dije «bueno, quedan diez minutos, es ahora o nunca», PUM, el final me golpeó como un mazazo. ¡Guau! Me resultó una de esas pelis que puede entenderse como que construyen tensión (si a uno le gustó) o que son un amasijo (si no) pero que en cualquier caso quedan redimidas por su final.-
    Gracias por ponerla en mi camino
    Un beso enorme, bajo una lluvia tan densa como la de la película, Bet.-

  10. Ufffff, ¡salvada por el final! Menos mal. Jajajaja, me estaba corriendo el sudor por la frente mientras leía tu correo. Ya me decía: ¡Nada, no logro que el cine de Crawford hipnotice a mi Bet!… Y de pronto ¡el final salva a «Lluvia»! Por cierto, el relato de Maugham también merece la pena. Guaaauuu, ¡menuda pareja retorcida la de Crawford y Huston…! Y ¡qué duelo y guerra de poderes tienen los dos! Pero Sadie Thompson, es mucha Sadie Thompson… ¡Con pecados la van a ir a ella…!

    Beso
    Hildy

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