El lado bueno de las cosas es la película con sello de ‘pequeña obra’ o ‘pequeña sorpresa’ que se ha colado en la gala de los Oscars. Películas que se revisten de un halo de cine independiente (que no lo es) o cine de autor. Así sobre ella se vierten distintas opiniones: otra comedia romántica más que prometía algo distinto durante sus primeros minutos o una obra menor que se ha colado en la lista a falta de una película ‘pequeña’ mejor. Pues bien dejando aparte la apreciación de si tiene que estar en los Oscars o no (¿de verdad Los miserables ha sido una de las mejores propuestas del año?), El lado bueno de las cosas plantea varios aspectos interesantes y una evolución en la concepción de la comedia romántica.
El lado bueno de las cosas es una tragicomedia con gotas muy bien espolvoreadas de comedia romántica (y otras variantes de la comedia). Así si observamos la estructura repite la de cientos y miles de películas: chico conoce chica, chocan mucho pero se van conociendo, inician una bonita amistad, se enamoran, encuentran obstáculos, los superan, hay una separación inminente, una carrera por las calles para recuperar el amor y, por último, beso final. Hasta aquí podemos decir: hay que dar la razón a los que dicen otra comedia romántica más, típica y tópica sin sorpresa alguna. Además su pareja protagonista está acompañada de una galeria de familiares y amigos con sus propias peculiaridades que siguen sus vicisitudes, otro de los pilares de este tipo de comedias.
Pero David O. Russell (primera película de su filmografía que veo) no entrega una obra cinematográfica tan sencilla ni tan tópica. No es una obra redonda ni maestra pero sí pensada y elaborada y sobre todo respira un inmenso cariño hacia sus protagonistas (sobre todo al personaje con rostro de Bradley Cooper) y un fondo de realismo en lo que quiere contar que termina nadando en un cuento de ficción.
Su protagonista, su héroe romántico, es un hombre que ha perdido todo. Empleo, mujer, casa… y salud mental. Pat (Bradley Cooper) lleva ocho meses ingresado en una institución psiquiátrica después de haber agredido al amante de su mujer. Allí le han diagnosticado un trastorno bipolar. Después de esos meses regresa al hogar de sus padres a enfrentarse de nuevo con la vida y sus objetivos son ver el lado positivo de las cosas y recuperar el amor de su mujer (que ha dictado una orden de alejamiento contra él)… Pero en su camino se cruza Tiffany (Jennifer Lawrence), una jovencísima viuda que no supera el dolor de la pérdida y padece también desordenes mentales. Ambos inician una relación de amistad, con concurso de baile de por medio, que terminará en romance.
Al principio la película tiene todos los ingredientes para: a) ser un drama sobre personas con problemas de salud mental, b) ser un drama de superación sobre personas con problemas de salud mental… pero David O. Russell se desvía y decide convertir a dos personas excluidas socialmente en dos héroes románticos y además hacerlos vivir en una ‘comunidad’ en la que son incluidos. Porque O. Russell muestra cómo los personajes secundarios (padres, amigos, hermanos…) tienen sus propios trastornos mentales no diagnosticados y cómo todos tenemos comportamientos extraños (a esta baza jugaba también Lars y una chica de verdad) así que no hay posibilidad por tanto de excluir al que tiene problemas mentales diagnosticados porque todos tenemos carencias emocionales y sociales. De esta manera hay una lectura de evolución del género screwball comedy. Estas comedias de los años treinta y cuarenta eran protagonizadas por familias y vecinos alocados (pero no diagnosticados) y las parejas de enamorados (sufrían trastornos mentales no diagnosticados… ¿alguien piensa que Irene Bullock o Susan Vance estaban bien de la cabeza?)… en El lado bueno de las cosas lo único que pasa es que alguno de sus personajes sí que tienen un informe psiquiátrico en sus manos y medicamentos que tomar (aunque a veces se nieguen a ello porque merman sus facultades físicas y mentales).
David O. Russell trata con ternura a su héroe romántico, Pat. Y hace una concesión porque se encuentra protagonizando ficción no una jodida historia real. Y le regala un final feliz. Hay una escena al principio de la película en la que Pat se pone muy nervioso a las cuatro de la mañana porque se indigna ante la lectura de un libro y va al dormitorio de sus padres a contar su angustia. La novela en cuestión es Adiós a las armas de Hemingway. Uno de sus propositos era leer los libros que su mujer enseñaba a sus alumnos (los dos eran profesores). Entonces Pat quiere rebelarse. No entiende por qué dos personas que sufren pero terminan alcanzando la felicidad, el autor no les da una tregua y un final feliz. David O. Russell decide servirse de la ficción y dar una tregua y un final feliz a su personaje, que en la vida real probablemente sería improbable que lo alcanzara.
Y entonces ahí recurre no sólo a la comedia romántica, a la screwball comedy… sino a otro de los géneros por excelencia que es un canto a la felicidad: el musical (y ahí encaja de manera maravillosa ese baile desastre que finalmente conmueve) con homenajes explícitos a ese canto a la vida que es Cantando bajo la lluvia y ese canto al romanticismo que es West side story.
Así finalmente El lado bueno de las cosas es la historia de dos seres excluidos que sufren (como aquellos que les rodean: padres, hermanos y amigos —con sus traumas propios—) y se medican pero que les dejan finalmente protagonizar una comedia romántica con final feliz y concurso de baile incluido con salto cutre a lo Dirty Dancing. Quizá sea un regalo que quiera hacerse el propio director pues conoce bien de lo que habla (de ahí ese cariño a los personajes y esa veracidad que se respira) ya que lo tiene muy cerca en su propio hogar: su hijo padece trastorno bipolar y es obsesivo-compulsivo (le da un pequeño papel en la película de vecino molesto)… Por eso para él es tan importante ese final feliz como en cualquier otra comedia romántica…
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Hola Isabel, ya veo que has podido ir a ver «El lado bueno de las cosas», yo aún la tengo pendiente, aunque no acaba de convencerme toda la historia que hay por medio de enfermedades mentales, pues «Extrañas coincidencias» a pesar de no tratar de este tema, me pareció curiosa y enferma a la vez, rara como ella sola, incluso la volví a ver pensando que entendería algo más, pero no. También me quita la sombra de la duda eso que dices de que todos tenemos enfermedades o carencias no diagnosticadas pero que están ahí, totalmente de acuerdo. La sociedad actual parece que necesita que todo tenga que ser etiquetado (diagnosticado en este caso)pero quizás ese algo siempre estuvo ahí sin nombre y sin necesidad de ser recalcado, pero conviviendo con ello.
Un saludo.
Jose.
Ja, ja, ja… ¿Isabel, qué Isabel? Hildy al habla o mejor dicho Hildy al teclado o al teléfono. Qué bien leerte de nuevo, Jose. Como digo de O. Russell, ésta es la primera película que veo. Y me ha parecido que tenía matices muy interesantes, Russell sabía cómo quería contar la historia y por qué. Esto probablemente haga que me acerque a su extraña, corta y variada filmografía.
Sí, creo que todos tenemos enfermedades y carencias mentales-sociales-emocionales no diagnosticadas… y que todos tenemos extrañezas. Lo que pasa que a algunos esas carencias les superan (o se vuelven incontrolables) o les dañan hasta límites que no les dejan vivir. Pero «ese algo» que siempre estuvo ahí explica muchos comportamientos y dificultades en la convivencia diaria con los demás.
Besos y más besos
Hildy
Sorry Hildy, no se en que estaría pensando…. Ays! 🙂
David O. Russell lo petó con sus dos primeras películas; eran extrañas, originales, pero puro cine. Con «Tres reyes» se alineó con esa tribu hollywoodiense que hace críticas controladas, esto es, dentro de los márgenes que el sistema acepta porque contribuyen a mantener, paradójicamente, el mismo sistema, es decir, cine de consumo. Con «The fighter» falló en el diseño del protagonista (valía prácticamente más la pena cualquier otro personaje, especialmente Christian Bale, que nunca ha estado mejor).
En esta película, y te lo digo yo que de psiquiátricos entiendo un rato (he trabajado en uno durante año y medio), lo que ocurre es que retrata unos «trastornos» de diseño, aptos para todos los públicos. Y él debería haberse dado cuenta de que no es así. Y no me vale eso de que en ficción todo está permitido. La ficción adquiere corpus, solidez, cuando emula a la realidad. Ahí es donde entra en juego el mecanismo del cine y de las licencias en el cine: hay que jugar, pero con reglas. Una vez más, donde hay una historia potencialmente interesante (por ejemplo, el amor entre personas realmente trastornadas, la dificultad psíquica y física, sobre todo física, para entregarse a él), Hollywood hace un «happyending» que no se lo creen ni ellos.
Y a esto lo nominan a ocho Oscars. Eso sí que es un trastorno…
Besos
Los temas sobre salud mental siempre me han interesado mucho y cómo se reflejan en el mundo de los medios de comunicación, el cine, la literatura y otros lenguajes expresivos también.
Estoy de acuerdo contigo, Alfredo mío, en que no todas las licencias son válidas, sin embargo, creo que O. Russell es respetuoso y honesto en esta película y sobre todo en el personaje de Bradley Cooper. Y claramente manifiesta en una de sus primeras escenas (la de Pat disgustado en la habitación de sus padres porque le parece injusto el final desgraciado de los personajes de Adiós a las armas)que va a hacer que dos personajes de un mundo real (con muy poca luz al final del túnel y con muchas posibilidades de vivir una situación de exclusión social) vivan una historia de ficción con un final feliz.
Yo iba con bastantes suspicacias y me encontré otra cosa.
También te digo que no me parece ni mucho menos lo mejor de la cosecha cine USA de 2012 (como tampoco me lo parece Los Miserables u otras producciones cinematográficas que aparecen este año en los Oscars)pero tampoco una obra cinematográfica carente de interés o muy tópica. Creo que O. Russell realiza realmente una obra muy reflexionada y con aspectos muy interesantes de análisis.
Me parece eso sí más cuidado, respecto a los problemas de salud mental y su reflejo, el personaje de Pat (Bradley Cooper) que el de Tiffany (Jeniffer Lawrence). O, por lo menos, tratado con más profundidad y cariño.
Besos
Hildy
Como en otro blog ya me despaché a gusto con esta película sin haberla visto (je, je, cómo nos gusta criticar por la portada), no entraré al trapo que me enseña ese pedazo de actor nominado al Oscar!?!?! que es Bradley Cooper. David O. Russell tiene otra bastante buena, «The fighter», con Mark Whalberg y Christian Bale, de boxeo, y que muy romántica no recuerdo yo que fuera.
¿»Dirty Dancing»? ¡Virgen santa! ¡Va a ser de chiste la cara de Haneke si «El lado bueno de las cosas» le quita el Oscar que, por descontado, no deberían ni dudar un momento en darle al austriaco! (Con permiso de Ang Lee y Spielberg: ¡Vaya cara se le quedará a los tres, ja, ja!).
Saludos.
… De verdad, de verdad…, Licantropunk, que tiene su miga. David O. Russell sabe lo que tiene entre manos y cómo quiere contarlo. Como digo no es lo mejor del año pero sí una propuesta muy interesante y una buena comedia romántica que hace evolucionar el género… o darle aspectos interesantes…
Tanto es así que me apetece ver otras películas del realizador que nunca antes me había llamado la atención. Y ahora me planteo que alguna sorpresa puedo encontrarme.
Te lo juro, hay salto cutre y fallido a lo Dirty Dacing… pero también una imitación de Gene Kelly y Donal O’Connor en Cantando bajo la lluvia… y muchas sorpresas más… Y también hay una de las cenas menos románticas de los últimos tiempos con unos cereales con leche y un te…
Besos
Hildy
La verdad es que sí, estoy un poco cansado de que nos vendan comedias románticas como «no, está es diferente» para ser de nuevo igual. Habrá que ir a verla. Gracias por la reseña.
Ja, ja, ja…, Manel… ¡no te me canses, hombre! Mira, yo te aviso, El lado bueno de las cosas tiene los ingrendientes del género, si no no pertenecería a él. Por lo tanto el esquema chico conoce chica, chocan, se junta, salvan obstáculos, son felices y comen perdices está presente… Pero a la vez tiene elementos que hacen valiosa y diferente esta historia y que hace de alguna manera avanzar al género. O por lo menos para mí así ha sido… Pero tragicomedia romántica con apuntes musicales y tamizada con screwball comedy (con locura diagnosticada)…
Besos
Hildy
Después deleerte creo que queda bastante claro. A mi la idea de partir de los cánones de un género y luego darles un toque personal, en principio me gusta. Siempre y cuando la película no sea mecánica. Y porlo que leo me parece que no.
A mi Bradley Cooper no me disgusta. Igual está en el camino todavía pero no me parece tan malo. Pero sobre todo me llama la atención algo que no debe faltar en una comedia. Ritmo, ritmo y más ritmo. Y de eso intuyo que hay. La tengo que ver. Un abrazo.
Mi querido Victor, te voy a contar una cosa: ¡nunca había visto ninguna película de Bradley Cooper!… Así que haberlo visto por primera vez en su papel de Pat, no ha estado nada mal. Pues se nota un gran cariño en su personaje.
Además mientras que de su pasada carrera no hay muchos títulos que llamen mi atención… del futuro sí que hay varios papeles que va a interpretar que me interesan: está presente en la siguiente película de Woody Allen y en la de Susanne Bier (otra vez junto a la Lawrence). Pronto estrenarán su trabajo junto a Ryan Gosling en otra película de Derek Cianfrance (Blue Valentine)… y O. Russell vuelve a contar con él en su próximo proyecto… Así que ahora sí que tengo bastante expectativas con este actor.
El lado bueno de las cosas ofrece buenos ingredientes tanto en ritmo, como en personajes principales y secundarios (Robert de Niro ofrece una buena escena con mucha emoción) y también en su estilo tragicómico. También hubo cosas que no me convencieron como una subtrama sobre apuestas y partidos de fútbol americano… pero…
Besos
Hildy
Hola querida Hildy, después de evadirla durante mucho tiempo (si ningún motivo en particular, sólo no tenía ganas de verla) vi esta peli ayer por la tarde. Me gustó bastante, lo pasé mejor que con «Escándalo americano» del mismo director porque esta vez sí logré interesarme por la historia y por los personajes, aunque me perdí un poco hacia la mitad cuando empieza toda la cuestión del concurso de baile (pensé que había empezado otra película) y como a vos, la subtrama de las apuestas y sobre todo la escena en la que el padre de Pat le reprocha por haber perdido todo y aparece Tiffany a salvar el día con todas sus estadísticas deportivas, no me cerraron en lo más mínimo. Como tampoco me esperaba que Pat viera las cosas con tanta lucidez hacia el final. Parece que la medicación le hizo efecto…
Sí me pareció que la película tiene muy buen ritmo, sobre todo cuando se trata de representar el estado mental de los personajes, y ni hablar de las actuaciones. Una vez me vi forzada a ver durante un viaje en ómnibus «¿Qué pasó ayer?» y casi se me muere el cerebro. Después de eso, no le puse muchas esperanzas a Bradley Cooper como actor, pero últimamente me viene sorprendiendo en buena forma. Lo mismo de Jennifer Lawrence, antes de «Escándalo americano» solo pensaba en ella como la chica que siempre se cae en los Oscars, ahora me interesa verla.
Otra cosa que me gustó es el resultado del concurso de baile. Hubiera sido MUY increíble que ganaran o que hicieran una coreografía impecable. Creo que hicieron bien en mostrar que a pesar de todo el esfuerzo apenas lograron el mínimo puntaje que necesitaban. Te deja la impresión de que sus vidas seguirán siendo difíciles pero que ellos lograron encontrar un cierto equilibrio dentro del caos. Sobre los finales felices, recuerdo que en «Expiación», la novela en la cual se basa «Expiación, deseo y pecado», el personaje que narra la historia explica porqué dar un final feliz a los personajes no es un facilismo sino, por el contrario, un acto de coraje, es una forma de redimirlos de sus pecados. No tengo la novela a mano ahora para citarla con mayor exactitud, pero su planteo es interesante.-
Un beso grande, Bet.-
Mi querida Bet, ¡cómo me alegra que disfrutaras de esta película! Yo la defiendo a capa y espada (jajaja, qué exagerada soy) porque a pesar de sus peros me parece una película tremendamente interesante y una evolución en la comedia romántica. A mí también me está soprendiendo gratamente Bradley Cooper, que además esta fue la primera película que vi con él de protagonista. Jennifer Lawrence ya me había gustado mucho pero mucho en una película que se llama «Winter’s Bone». Sí, la escena del baile me parece maravillosamente resuelta y no sería lo mismo si no fuera tan cutre… pero tan emocionante.
Me encanta tu reflexión sobre Expiación y los finales felices. Me gustó mucho tanto la novela como la película.Sí, tienes razón el planteamiento tanto de la película como de la novela es muy pero que muy interesante.
Beso muy pero que muy grande, gigante
Hildy