Sesión doble. El oficial y el espía (J’accuse, 2019) de Roman Polanski / 1917 (1917, 2019) de Sam Mendes

El oficial y el espía (J’accuse, 2019) de Roman Polanski

El famoso artículo de Zola, punto de inflexión en El oficial y el espía.

Roman Polanski adapta una novela de Richard Harris que le sirve para construir una metódica y polanskiana película histórica. La película recoge la odisea que vivió el oficial francés Georges Picquart (Jean Dujardin) cuando encuentra mil y un impedimentos para exponer la verdad sobre el caso de Alfred Dreyfus (Louis Garrel), capitán judío, que estaba sufriendo una injusta condena en la Isla del Diablo, acusado de espía de los alemanes. Polanski no solo cuenta la historia con alarde técnico y las huellas de su cine (esos espacios cerrados con vida propia, como las oficinas donde trabaja Georges Picquart o la celda y alrededores de Dreyfus), sino que realiza un relato minucioso de un hecho histórico, que se analiza con bisturí. Y en ese relato minucioso deja muchas puertas abiertas para la reflexión que acompañan al espectador muchos días después de su visionado.

Polanski escenifica al detalle el momento de la humillación pública de Dreyfus en una secuencia fría y ordenada en la que el ritual al que es sometido el capitán encierra una dureza escalofriante. Así se presenta no solo a los personajes principales de la trama, sino también el ambiente político y social que el hecho suscita. Poco a poco se irá viendo el proceso de cambio e implicación de Picquart en el caso Dreyfus, pues si en un principio entra de lleno en la acusación, se dará cuenta posteriormente de su equivocación e irá desentrañando los hilos de la verdad, en un mundo oscuro, poderoso, hostil… y muy cutre. Si la vida de Dreyfus es ya un infierno, la de Picquart irá camino de ello, afectando no solo a su carrera sino también en su entorno (pese a que es un hombre solitario) e intimidad. En esa “odisea” especial que vive Picquart también se vislumbran esos hilos oscuros y poderosos que aplastan a todo aquel que osa desentrañar y descubrir una verdad cada vez más clara. Ese ambiente oscuro y malsano, ese destino negro que parece inevitable, también es muy acorde con el cine de Polanski.

El momento clímax de la película coincide con la publicación del famoso artículo de Zola, Yo acuso. Es el punto de inflexión para los protagonistas atosigados, y que finalizará con una victoria… pírrica. Así el desenlace no oculta cierta justicia, pero unido a un desencanto presente y a un camino abierto hacia dos contiendas oscuras: la primera y segunda guerra mundial. El caso Dreyfus dejó ver una sociedad fuertemente polarizada, el antisemitismo presente (un acierto de la película es mostrar la poca simpatía que tiene también Picquart hacia los judíos, pero dejar clara su implicación cuando descubre una verdad: que a un hombre, independientemente de su simpatía o no hacia él, se le ha condenado injustamente) y cómo la injusticia puede ocultarse en el seno del Estado, y lo peligroso que es esto.

El oficial y el espía es una película que deja poso. Y solo abre una cierta esperanza y armonía en la vida privada de ambos personajes. Dreyfus nunca es abandonado por su familia y él, en los peores momentos y más humillantes, encuentra fuerzas para seguir con vida por mantener estos lazos y por limpiar su nombre por ellos. Y Picquart no solo está rodeado de buenos amigos, sino que mantiene una bonita y libre relación con su amante Pauline Monnier (Emmanuelle Seigner), que le acompaña hasta el final, pese a todas las dificultades que pasan.

1917 (1917, 2019) de Sam Mendes

El soldado Schofield, en 1917, en una carrera sin fin durante la Primera Guerra Mundial.

A dos jóvenes soldados británicos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman), les encargan una misión imposible de antemano: cruzar territorio enemigo sin ninguna garantía de que los alemanes hayan abandonado la zona (aunque así parece ser), en esa guerra de trincheras que fue la Primera Guerra Mundial, para avisar a otra compañía británica de que aborte el ataque que tiene preparado, pues es una trampa del enemigo, y así poder evitar una masacre. Blake no puede negarse, porque en la compañía que tienen que alertar está su hermano mayor; y Schofield se involucra por una cuestión del destino. Está al lado de Blake (pues son buenos amigos) en el momento en que a este le dicen que elija a otro hombre para una acción que les van a encomendar…

En esa carrera contrarreloj la cámara de Sam Mendes persigue a los dos soldados y no los abandona en un largo y talentoso simulacro de plano secuencia. Y sufrimos con los dos soldados con cara de niños (uno de los aspectos que me parecen un acierto, y que también se reflejaba en Dunkerque), y es que a veces se olvida que muchos soldados de la primera, segunda guerra o Vietnam (por nombrar solo algunas del siglo XX) eran todavía adolescentes y jóvenes con toda la vida por delante. En otras películas clásicas como Sin novedad en el frente, de Lewis Milestone, o Gallipoli de Peter Weir tampoco olvidaban este aspecto.

Así 1917 acompaña el alarde técnico con una historia sencilla pero efectiva, que emociona cada segundo y mantiene la tensión de si finalmente podrán cumplir la imposible misión o no. Sus dos protagonistas van sorteando distintos obstáculos por el camino y tendrán diferentes encuentros, bien con el enemigo o con distintas compañías de su ejército, que irán dificultando o no su meta. De esta manera, procura entremezclar momentos de acción con secuencias más intimistas.

Sam Mendes realiza una apuesta por una experiencia visual con momentos estremecedores como el ataque nocturno de bengalas entre las ruinas o la carrera final de Schofield. Si bien es verdad que su argumento principal no aporta una mirada nueva, sí logra que se empatice con la suerte de ambos protagonistas. El director no oculta sus referentes tanto a la antes nombrada Gallipoli (esa importante presencia de las fotografías o las cartas o esas carreras al límite) o, sobre todo en la primera parte, que transcurre en las trincheras, a Senderos de gloria. Por otra parte, es un acierto acompañar a George MacKay en su odisea, pues el actor posee un rostro capaz de expresar toda la vulnerabilidad necesaria, pero a la vez reflejar su obstinación y ese empuje que le hace no rendirse nunca.

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18 comentarios en “Sesión doble. El oficial y el espía (J’accuse, 2019) de Roman Polanski / 1917 (1917, 2019) de Sam Mendes

  1. En la de Polanski, todo ese poderío técnico, tan rotundo, está muy bien ajustado a la narración, sometido humildemente a ella, a esa crónica minuciosa, paciente y detallada. Me apreció magnífica, quedé absorbido por esa trama de corruptelas, xenofobia y mezquindad.
    En cambio, en ‘1917’, el plano secuencia no me parece mal recurso para introducirle a uno en el horror de las trincheras (los travellings de Kubrick y la forma de rodar la carga ya daban la pista, como apuntas), pero yo la verdad es que me pareció que Mendes lo aplicaba de manera demasiado barroca como para que yo me introdujera en la piel de estos soldados inmersos en un thriller de supervivencia a tiempo real. De hecho es que me ocurrió lo contrario y me quedé bastante fuera de la película. Y fuera hace frío. Pero claro, es opinión personal: a un montón de gente sí que le funciona, o sea que tampoco me voy a atrincherar (juego de palabras) en mi postura.

  2. Sí, queridísimo crítico abúlico, estoy de acuerdo totalmente con lo que dices de la película de Polanski, que además, no sé si te ha ocurrido, pero la sigues pensando días después. Con la de Mendes, es cierto que el alarde técnico hace, como digo, que elabore una historia en extremo sencilla, sin aportar algo a otras narraciones cinematográficas sobre la primera guerra mundial, pero yo sí que me metí dentro de la película, y dentro de mí, no podía dejar de gritar: «Corre, Schofield, corre». Pero sí entiendo perfectamente tu mirada y que te quedaras frío, porque es cierto que Mendes le da más importancia al cómo contar que al qué contar…

    Beso
    Hildy

  3. Por cierto, sin embargo, yo en esa historia sencilla que narra Mendes, como digo, a mí sí me tocaba la fibra, me hacía sentir. Y no sabía explicar el porqué. Hay algo que no he puesto en el texto crítico, pero me llamó mucho la atención, y quizá explique por qué me puse a seguir a esos personajes, y en muchos momentos sufría de veras. Fue en los créditos finales, y la dedicatoria. Mendes se la dedicaba a las historias que le contaba su abuelo. Luego sí tenía material de primera mano, emociones, sensaciones e historias que un abuelo contaba a sus nietos… No sé, quizá tuve esa sensación de que me estaban contando una historia oral sobre dos chicos que lo pasaron muy mal en las trincheras.

    Beso
    Hildy

  4. Sí, sí, la de Polanski es de las que se queda. Sobre la de Mendes, no recuerdo a quién le leí que los soldados de la Primera Guerra Mundial se tomaban las cosas con una resignación bastante fatalista. Supongo que eran otros tiempos en los que la idea de morir en guerra por la patria estaba plenamente asumida. Ahora, por suerte, predomina más el «vivir por» que esa absurda y sesgada noción de «deber morir por». En cualquier caso, creo que buena parte del mérito lo dejas escrito ya en el texto: George McKay está muy bien. Para mí, de hecho, su expresión transmite mejor el sufrimiento, el miedo y el impulso de supervivencia que la cámara. También hay que reconocer que, dentro de la sencillez del argumento, se perfila bastante bien a los personajes.

  5. Efectivamente, lo mejor de «1917» son los actores, sobre todo los dos jóvenes protagonistas. Pero es una película que me deja frío. Ya le dije a Víctor, Hildy, que a mi, estas películas que se afrontan como una especie de reto o desafío técnico me resultan siempre muy antipáticas. Porque afrontan el proyecto como una especie de competición casi deportiva. Ya solo faltaría que, a este paso, en el cine entrarán las casas de apuestas como en el fútbol con preguntas del tipo «Conseguirán Roger Deakins y Sam Mendes consumar su plano secuencia de dos horas?» No se. Me parece que todo esto es absurdo. La maquinaria cinematográfica, la gramática, la narrativa audiovisual son la materia prima para elaborar esos sueños en forma de película, pero cuando se convierten en un fin en sí mismo carece completamente de interés. El medio no puede convertirse en el fin. Las mejores películas son aquellas en las que te olvidas que estás en un cine viendo una película. Pero eso es imposible cuando estás pendiente de si Mendes o Deakins (en este caso) lograrán su «proeza» No os habéis fijado nunca en qué las peores películas suelen ser aquellas en las que empezamos a fijarnos en sus carencias técnicas? Es cuando empezamos a decir «buah, aquí hay un error de raccord» o «mira, ese tío está fuera de foco» Y hay obras maestras a patadas con errores de ese tipo, pero que ni siquiera, advertimos porque la técnica está completamente subyugada por factores más esenciales no meramente técnicos. Yo, salvo casos muy puntuales como «2001», «Star Wars», «Blade Runner» o «Quién engaño a Roger Rabbit?» no me dejo subyugar solo por la técnica. Pero es que incluso en estos casos tan señeros, la técnica sólo era un medio para contar mucho más (en «2001» estaba la obsesión por el monolito, en «Blade Runner» la angustia existencial de los replicantes, y en «Star Wars» toda la épica clásica de la fuerza y la lucha eterna del bien contra el mal) ) Quizás «Roger Rabitt» fue la unica de todas ellas que fue concebida descaradamente como una inversión cara para lograr un avance técnico. Y aún así, sigue siendo una comedia divertidisima que funciona entre todo tipo de públicos. No creo que se pueda decir lo mismo de «1917». Entre otras cosas, porque no creo que Sam Mendes haya llegado a tal punto de dominio y de conocimiento de las viejas fórmulas y de los géneros tradicionales como para haberse aburrido y permitirse el lujo de dedicarse a experimentar haciendo alardes técnicos cuando todavía tiene tanto y tanto que aprender de hasta el peor de los directores clásicos. Pero en fin.
    Y en cuanto a la de Polanski, una buena película. Muy necesaria en estos tiempos en los que estamos todos tan expuestos a la post verdad y a las «fake news» Algo que, como se vio en el caso Dreyfuss, no es cosa de hoy, ni de ayer, sino de hasta, anteayer.
    Un beso.

  6. Querido Deckard, cuántas puntos interesantes tocas en tu comentario. A mí en una película siempre me interesa el qué cuenta y cómo lo cuenta. Y ese equilibrio me fascina. Pero efectivamente hay en películas que el qué supera al cómo o viceversa. En otras está el equilibrio mágico. Y en las que se rompe los resultados pueden ser interesantes. Has puesto ejemplos maravillosos de películas dónde el cómo se cuentan (la técnica y los efectos) sirven para el qué se cuenta. En fin, otro tema fascinante.
    En el caso de Mendes, creo, fíjate, o a mí como espectadora me ha llegado así, que ese plano secuencia está justificado por lo que quiere contar y cómo. Narra un viaje a límite y no quiere separarse ni un segundo de sus protagonistas. Quiere que el espectador los acompañe y trasladar la emoción, quizá, con la que se abuelo contaba las historias de las trincheras. Sí, sus dos protagonistas están magníficos.
    La de Polanski pasan los días después de su visionado y la sigo pensando.
    Beso
    Hildy

  7. Entiendo que te haya gustado, pero mi razonamiento es por que limitarse a un solo plano secuencia con todos los recursos tecnicos y narrativos que tiene el cine? No crees que si Mendes hubiera renunciado a, su particular «chulada» a lo mejor a ti (y a todos los demás) la película nos hubiera gustado mucho más porque a lo mejor hubiera mejorado sustancialmente? Así lo veo yo.
    Besos.

  8. Muy bien Polanski; mal Mendes. Así, por resumir.

    Mendes es otro de esos (como Cameron, como Ridley, como Nolan, como Fincher) que creen que son autores y necesitan que alguien más listo que ellos (cosa no difícil) les escriba sus ideas mucho mejor de lo que ellos son capaces. El problema de 1917 es que no existe nada parecido a personajes ni a guión, solo una recopilación de lugares comunes y predecibles que vienen lastrados de antemano por el artificio descarado; todo cine es artificio, pero subrayarlo, y encima falseándolo, es una torpeza al alcance de muy pocos. Toda la película se ve limitada por el capricho formal, que es esto, un capricho, que no aporta absolutamente nada salvo su propio artificio. La construcción queda así como un simple videojuego en el que el guión queda reducido a superar pantalla tras pantalla, con cada dificultad o sobresalto en el camino tratado con la naturaleza caprichosa del monstruo que sale de repente por un lateral de la pantalla. Es la peor clase de pretenciosidad que se puede filmar. Hacerlo cuando alguien lo ha falseado antes que tú (y mejor) ya en 1948 (hablo de Hitchcock, claro) y después de que Inárritu ya lo falseara con pésimos resultados en Birdman, y cuando ya ha habido gente como Sokurov que lo ha hecho sin falseamiento ninguno, es de cineasta pequeño. Como Mendes.

    En cambio, Polanski ha hecho algo muy bueno, puro cine. No veo, eso sí, ningún empeño personal en usar la historia de Dreyfus y compañía para equipararla a la suya propia, como tantas veces he leído últimamente por ahí. No hay nada de eso en la película.

    Besos

  9. Mi querido Alfredo,
    jajajaja, nada, veo que hay unanimidad respecto 1917. Y que cada uno exponéis y argumentáis perfectamente los reparos.
    Me quedo solita con Mendes. Veremos cuál es su próximo paso. Yo es un director al que sigo y creo que sabe mirar y contar.
    Estoy de acuerdo, como dejo ver en el texto, que no arriesga, no muestra una mirada nueva y que cuenta una historia muy básica, y que se vuelca más en la forma de contarla. Pero yo me metí en la película, y seguí a sus protagonistas. Y como digo, no dejaba de pensar: “Corre, Schofield, corre”.
    Y respecto Polanski. Yo también pienso que es una buena película histórica sobre el caso Dreyfus.

    Beso
    Hildy

  10. No estás nada sola, Hildy. Los BAFTA le han dado los premios gordos a Mendes, y Jose Luis Garci y Eduardo Torres Dulce no hacen más que repetir en «Cowboys de medianoche» que es la mejor película del año. Y si hay que hacer caso al rastro dejado por la temporada de premios, parece que se puede llevar también el Oscar a la mejor película sin ningún problema.
    Básicamente estoy de acuerdo con Alfredo, aunque a mi David Fincher y Ridley Scott me parecen directores mucho más solventes y modestos que James Cameron y Christopher Nolan, que son dos tipos por lo general bastante pretenciosos que van un poco de «autores» y parecen estar presumiendo la mayoría del tiempo de eso de tener un «universo propio.» Igual lo tienen, pero a mi, cada vez más, me aburren soberanamente.

    Y en cuanto a Sam Mendes, no tiene nada que ver que no me haya gustado mucho «1917» «American Beauty» me parece una película notable y tampoco me disgustó «Camino de perdición», pese a sus excesos esteticistas. Yo no soy de esos de los que porque no me guste la película de un director tache a ese director de «mi lista» y no le vaya a dar una segunda o tercera oportunidad. Muy mal tiene que hacerlo para que yo me ponga en ese plan. Supongo que hay gente que sigue esa política, y me parece muy respetable, aunque me parece un poco excesivo pensar que porque alguien tenga defectos no sea capaz de mejorar en su siguiente intento. Y volviendo a Mendes, sin embargo, «Revoutionary Road» me pareció muy decepcionante (digan lo que digan, Kate Winslet y Leonardo Di Caprio tienen una química nula: un caso ejemplar de como dos personas bellas y atractivas, juntas, repelen o al menos no fascinan. Kate a mi me fascina, pero cuando sale con Di Caprio, sinceramente, parece su madre…..)

    Besos.

  11. ¡Aleluyyyaaa, no estoy sola! Jajajaja. Ahora en serio, me parece interesante seguir los pasos de Mendes. Y como bien dices hay directores que tienen obras mejores y otras peores, pero sus trayectorias merecen la pena seguirlas.
    Y me han resultado muy interesantes todas vuestras apreciaciones. Me gusta repensar las películas. Y sobre todo las que generan tantos puntos de vista sobre su manera de mirarla. Es algo que siempre me ha chiflado porque creo que enriquece mucho el análisis de las películas.
    Te vas a reír, Deckard, pero soy superdefensora de Revolutionary Road. Es una novela que me gusta mucho y creo que es una buena adaptación cinematográfica. Es una peli que me gusta mucho. Winslet y Di Caprio me gustan mucho en esta película.

    Beso
    Hildy

  12. No, guapa, si yo no me río. Porque, de hecho, el tema de «Revolutionary Road» es interesante. El de un matrimonio que no se ajusta a los cánones establecidos y decide vivir a su bola. Es un tema que podría haber dado mucho juego. Y no conozco la novela, así que me fio de ti si dices que es buena. Pero lo que me chirría de la película es esa falta de química de la que te hablo, y esa pinta de Di Caprio de falso «beatnik» sobreactuado que le resta, autenticidad a la propuesta. Por lo demás, no me importaría volver a verla para confirmar o reconducir mi opinión….
    Beso.

  13. Pues a mí la que me ha dejado un poco frío es la de Polanski, y eso que es una película en cierto modo impecable. Pero le falta emoción. La de Mendes me atrapó y me enganchó hasta el final. Pienso que ahora la gente está demasiado resabiada y conoce en exceso los entresijos técnicos de las películas, pero creo que si no sabes lo del dichoso plano secuencia disfrutarías sin más de la historia, sin cuestionar si Hitchcock o cualquier otro ya lo hicieron antes. Para mí es una gran película bélica. Una recreación excelente de ese mundo sórdido y hediondo de las trincheras.

    Un beso.

  14. ¡Querido Luis, cuánto tiempo sin leerte y qué alegría que te hayas pasado!
    Sí, más gente me ha expresado que la película de Polanski les pareció fría. A mí me resultó tremendamente interesante porque trata un evento histórico del que se habla mucho, pero poco se sabe (o por lo menos yo) cómo fueron todas las circunstancias. Me pareció una buena recreación histórica. Y, como escribo, una película bastante polanskiana. Y es una película que después de verla, sigo pensándola.
    Con la de Mendes, me pasó más o menos lo que te ocurrió a ti. Me dejé llevar, me olvidé de la parte técnica y seguí a sus personajes. Y yo hubo momentos que me pudo la emoción, que me sorprendí, que me llegó el agobio o el miedo de que pasara algo…

    Beso
    Hildy

  15. Ay, querida Hildy, te leía ahora sobre «1917» teniendo mucho más en mente a «Senderos de gloria» que mientras la veía en el cine. Y es que acabo de enterarme de que ha fallecido Kirk Douglas, que con sus 103 años era leyenda viva de ese Hollywood dorado que es ya todo un referente para el cine posterior. A mí sí que me enganchó el largometraje de Mendes con su medida estrategia de puesta en escena, pero aunque todas las comparaciones son inapropiadas, Kubrick es mucho Kubrick y, frente al elenco corredor de «1917», creo que seguirá perdurando mucho más en la memoria cinéfila el coronel Dax encarnado por nuestro Espartaco favorito. DEP 🙁

  16. Querídisima Ana, ¡me ha dado tanta pena que se haya ido Kirk! Ya era inmortal, vivo. Qué filmografía nos deja. ¡Y todavía me quedan películas por descubrir! Cómo me gusta Senderos de gloria.

    Beso
    Hildy

  17. En absoluto estás sola con «1917». La disfruté muchísimo. El alarde técnico está al servicio de la experiencia fílmica, no como en «Durkenke» que me parece una película absurdísima y pomposa a morir.
    me pareció especialmente vibrante la escena ncturna en la ciudad en ruinas y te ha faltado por mencionar la magnífica música que ayuda a mantener la pulsión narrativa. Una maravilla.
    Solo me descolocó la escena con la mujer francesa. Me resultó muy poco creíble esa comunicación entre ellos.

  18. Querido Alberto, qué bueno que disfrutaras de esta película. A mí me mantuvo pegada a la pantalla y en constante emoción, la verdad.

    Me alegra recibir noticias tuyas y saber que estás bien

    Beso
    Hildy

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