Alfredo Moreno abre su ensayo con una cita reveladora de Luis Buñuel, pues define perfectamente cuál es la mirada del autor hacia el séptimo arte. En dicha cita el director aragonés dice: “El misterio, elemento esencial de toda obra de arte, falta en general en las películas. Autores, realizadores y productores tienen mucho cuidado de no perturbar nuestra tranquilidad, cerrando la ventana de la pantalla al mundo de la poesía. Prefieren proponer argumentos que son una continuación de nuestra vida cotidiana, repetir mil veces el mismo drama, hacernos olvidar las penosas horas del diario trabajo. Todo esto sazonado por la moral habitual, por la censura gubernamental, la religión, el buen gusto, el humor blanco y otros prosaicos imperativos de la realidad. Al cine le falta misterio”. De esta manera Alfredo Moreno convierte Hermosas mentiras en un libro honesto, idealista y transparente. Honesto, porque deja al descubierto su forma de ver el cine y lo argumenta en cada línea. Idealista, porque para él el cine sobre todo es un arte, y tendría que abrir puertas, por eso sufre cuando cae una y otra vez en la otra vertiente, en la industria, que manipula y redirige. Transparente, porque aquellos que llevamos años siguiendo a Alfredo Moreno a través de su blog 39 escalones ya conocemos esa mirada, esa forma de expresarla, y su rigurosidad a la hora de argumentar. Y también cómo pese a su mirada pesimista sobre los derroteros y caminos que están tomando las películas, no puede esconder su pasión, y deslumbrarse ante los autores o creadores que sí se expresan a través del séptimo arte y no dejan de crear obras para gozarlas, mirarlas y que sirvan de aprendizaje sobre el mundo que nos rodea.
Como explica en una reciente entrevista en el diario Heraldo en el ensayo trata de mostrar “cómo y por qué el cine retrata la realidad de unas maneras determinadas, a veces debido a la inercia de la tradición narrativa, otras por simple eficacia o comodidad, y a menudo porque existe una intención ideológica, impulsada por los poderes políticos y económicos, un deseo de adoctrinar o de evitar el riesgo de verse adoctrinado por otros. Es ahí donde entran los mecanismos de censura y de propaganda” y añade que “el cine es un planeta inagotable, y un trampolín inmejorable para hablar de casi cualquier cosa. El tema de los tópicos y los clichés, a su vez, es inabarcable”. Y estas palabras nos permiten dilucidar el cuarto adjetivo que acompaña a Hermosas mentiras. Es un ensayo ambicioso. Muy ambicioso. El autor extiende sus tentáculos y trata de abarcar tantos clichés y tópicos que ofrece capítulos que claman que se conviertan a su vez ensayos independientes. Y a veces estás tan metido en cómo refleja la historia de América el western o cuál es la mirada de las distintas cinematografías hacia Oriente o cómo se ha reflejado el colonialismo en el cine (ganas de ampliación de este apartado en ensayo único), que, de pronto, corres el peligro de perder el hilo del discurso argumentativo del ensayo.
Hermosas mentiras es un viaje que merece la pena pues Alfredo Moreno consigue otra cosa, engancha a cada una de sus páginas con una escritura ágil, y ofrece paradas diversas en cada uno de sus capítulos y apartados. Así empieza jugando con las mil y una manera de filmar París y esto le sirve para argumentar cuál va a ser el camino de baldosas amarillas al que vamos a enfrentarnos. Pues escoger cómo se va a filmar algo supone “elección y descarte, la toma de una decisión que obedece a una postura ética y estética, a una intencionalidad que marca y condiciona el contenido íntegro de lo que siga después”. Los referentes, los antecedentes, algo de historia del cine y sobre todo reflexión y debate no faltan en el libro, caminos distintos y conclusiones para entablar discusiones. Y aquí viene el último y quinto adjetivo, Hermosas mentiras es un ensayo vivo, que permite el intercambio de pareceres. Y se puede estar de acuerdo o no con ciertos aspectos del libro, pero como he dicho argumenta (y va a defender su visión con uñas y dientes, pero siempre desde la elegancia y el respeto). De nuevo, apelo a los años metida en su blog o los debates que hemos sostenido en diversos comentarios, no cierra puertas a que se debata, se contradiga o se pueda expresar otra mirada. Así que Hermosas mentiras es un libro para reflexionar, contrastar y sacar a relucir continuos temas de debate.
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Qué interesante, querida Hildy. Siempre leo con atención los comentarios que Alfredo deja aquí y aunque no siempre coincido con su visión, nunca deja de ser sugestivo.-
Me has hecho pensar con lo de las formas de filmar París, que muchas veces la idea que tenemos de un determinado tiempo o lugar viene de la mano, justamente, de esas formas de filmar. Así creemos que conocemos, por ejemplo, el Londres victoriano o la Antigua Grecia o la sociedad norteamericana a partir de lo que vemos en la pantalla y es válido cuestionarse ese conocimiento permanentemente para luego entregarse con ojos abiertos a esa mentira. Que en definitiva es lo que nos gusta tanto.-
Un beso grande, Bet.-
Qué bien, mi querida Hildy, qué bonito regalo de cumpleaños (ayer mismo).
Debo confesar, en primer lugar, una carencia: creo que al libro le falta humor; creo que habría ayudado a clarificar posiciones, es decir, aquello en de lo que estoy absolutamente convencido respecto a otras cuestiones en las que puedo relativizar bastante mis propios juicios. En segundo lugar, al hilo de esto, una incoherencia: ni yo mismo termino de estar plenamente de acuerdo con algunas de las cosas que escribo, a veces por la forma en que las he dicho, no del todo satisfactoria o no siempre con todo el rigor o los matices que querría haber expresado. Por último, un reconocimiento: en muchos momentos me he tenido que cortar para no perderme en alguno de los temas que he intentado apuntar; como sabes, por ejemplo el tema del reflejo del periodo colonial en las películas me interesa mucho, sobre todo cómo pervive en el cine de hoy a pesar de que el colonialismo es un tema del pasado (o tal vez no).
En cuanto a la forma y el empeño de argumentar, creo que se trata de deformación profesional: soy un jurista que no ejerce. Eso implica todo un mecanismo razonador (el ejercicio de la justicia creo que aborta esa tendencia: precisamente el ejercicio de la ley lleva a argumentar cada vez menos) que proviene de la práctica jurídica teórica: toda afirmación conlleva necesariamente un argumento, un indicio, una prueba, un apoyo para que pueda sostenerse por sí misma. Unas veces resulta más sólido que otras, pero para mí es un principio básico.
Me gusta enormemente que consideres el libro como un punto de partida abierto; es justamente lo que es, la intención primera. No puede estar uno diciéndolo cada vez que habla de una película, pero mi principio elemental puede expresarse en una frase muy sencilla, más allá de la calidad de un filme, del gusto personal o del juicio que se pueda hacer de él a posteriori: vale más una película que ninguna.
Muchísimas gracias, mi querida Hildy.
Besos
Hay algo apasionante en esto del cine y su misterio, querídisima Bet, y que pasa también en la literatura, y que se ve claramente también en ese ejemplo maravilloso del ensayo de Alfredo, esas «formas de filmar París» entraña una cuestión clave: la mirada subjetiva. Cómo miro yo París o cómo quiero que se mire París (como siempre los matices son importantes). Y creo que a nosotras lo que más nos atrapa es «cómo miro yo París» y me lleno con esa mirada que tanto disfruto.
Beso
Hildy
Mi adorado y querido Alfredo… ¡mil y una felicidades!
Qué alegría ha sido el camino de hundirme varios días en las páginas de tu ensayo. Estoy de acuerdo, tu humor es un arma genial en tu manera de explicarte y es esclarecedor… Pero pienso que si no lo has empleado en este libro es por algo, quizá el ritmo de sus páginas y su escritura en este caso no te lo pedía, ¿no crees? Sí, por supuesto, que el libro es un punto de partida abierto, lleno de temas sugerentes, y totalmente de acuerdo con esta premisa: «vale más una película que ninguna». La argumentación y argumentar bien es un arte; igual que la oratoria, saber y reflexionar lo que se dice… Creo que deberían ser asignaturas en esta vida. Me parecen aspectos apasionantes y enriquecedores.
Beso
Hildy
Una gran reseña, amiga mía. Escribir un libro de cine no es nada fácil. Si lo haces sobre un director, un actor, una época, un género, la cosa se perfila, aunque no se llegue al final de todo. Pero si se escribe un libro sobre «el cine», sin ninguna distinción en concreto, la cosa puede resultar harto complicada. Ahí tenemos esas enciclopedias, que a lo sumo, reducen al máximo las películas que quedan como meras sinopsis de sus argumentos o, la biografía de sus directores condensadas en los títulos de las películas y el año que fueron realizadas. Ahora se están publicando libros que hablan en exclusiva de una sola película y estos libros tienes mil páginas, y no llegan al final de lo que quieren decir. Y, claro, es completamente normal y saludable. Nuestro amigo Alfredo escribe un libro que ya es complicadísimo, no de escribir, sino de lo que tiene que omitir para que sea publicable. «Hermosas mentiras, tópicos y clichés en el cine» es la punta del iceberg de lo que representa el cine y con su lectura somos conscientes de que su autor también lo es. El libro, invita a que sigamos indagando, reflexionando, rememorando, recordando, visionando y pensando lo que oculta ese gran iceberg que es el cine. Con solo un siglo de historia y todavía no ha sido posible escribir la Imposible Historia del Cine. Ahí tenemos el cine silente, el peor documentado de todos. Si eres amante del primer arte del siglo XX (me niego a decir «séptimo arte») y tienes tu personal colección de libros de cine, este de Alfredo tiene que estar allí. Todavía no se lo he dicho, pero en mi biblioteca personal, está junto a los de Garci, Bogdanovich, Truffaut, Bazin, Bresson, etc.
Besos de cine.
¡¡¡Queridooooo Francisco, qué bueno leerte!!! Alegría y jolgorio cada vez que apareces. ¡Y además emocionas con esa declaración tan bonita hacia el ensayo de Alfredo, que dicho sea de paso bien que lo merece! Y en ese comentario dejas bellas perlas… ¡sigamos indagando en la imposible Historia del Cine…! y descubriendo joyas del cine silente, del pre code, pasando por los estudios de Hollywood, recorriendo cinematografías de distintos países, recurriendo ahora a distintos formatos…, pero disfrutando de una y mil miradas sobre el mundo que nos rodea.
¡Ay, Francisco, esa biblioteca personal tiene forma de palacio, te lo digo yo!
Beso
Hildy
Hermosa y sentidas palabras Hildy. Invitan sinceramente a leer el libro.
Queridísima Lilapop, es un ensayo que aporta muchos caminos en los que indagar. Muchas sendas para reflexionar. Si conoces el blog de Alredo, 39 escalones, reconoces entre las páginas su pasión por el cine y su mirada, su manera de expresarse y de argumentar. Se disfruta.
Beso
Hildy
Magnífica reseña para un libro que tengo ya en mi lista de pendientes. La pasión de su autor y su gran saber transmitirla desde sus rigurosos artículos en 39 escalones, son ya toda una garantía de disfrute de esta nueva obra suya.
Me encantan las sinergias que se crean por la cinefilia compartida.
Beso de película.
Mi querida Ana, ¡merece mucho la pena!
Viva la pasión por el cine que une…
La cinefilia compartida crea universos.
Besos
Hildy
Muchísimas gracias por el descubrimiento.
Es un placer leerte.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
Gracias a ti, querido Alberto, por pasarte por aquí y dejarme siempre comentarios de ánimo para continuar tecleando.
Beso
Hildy