Los hilos entre Blade Runner 2049 (Blade Runner 2049, 2017) de Denis Villeneuve y Blade Runner (Blade Runner, 1982) de Ridley Scott

Nota: es un texto hasta arriba de spoilers, NO LEER BAJO NINGÚN CONCEPTO si aún no has visto Blade Runner 2049.

Blade Runner 2049

Dos blade runner: K y Deckard

De Deckard a K. El nuevo y solitario blade runner se llama K. Como Deckard (treinta años antes), es solitario, serio y desencantado. Pero son muchos más sus paralelismos. Y son tan fuertes que incluso en un hilo de la historia podemos creer que son padre e hijo. Pero es que realmente como personajes de ficción actúan y funcionan como un padre y como un hijo.

Los dos acaban siendo rebeldes y se plantean su existencia e identidad, además de darse cuenta de que están atados con cadenas a su trabajo: la persecución y muerte de replicantes. Los dos son redimidos por el amor y la muerte.

Pero lo más curioso de este padre e hijo, es que K, como un personaje kafkiano va por el laberinto de la memoria y del mundo en el que vive, hasta tratar de encontrar un sentido… es un replicante consciente de su esclavitud, que busca su humanidad. Y pese a la controversia de la verdadera naturaleza de Deckard, él actúa como un ser humano sin alma (como los replicantes que elimina), que busca su esencia, volver a sentir amor y miedo a la muerte.

K y Deckard están condenados a encontrarse en una ciudad devastada (que era símbolo del entretenimiento y el juego) donde solo quedan fantasmas u hologramas. Y, allí, se miran a los ojos, se reconocen en sus rituales… y la camaradería que comparten es la de un padre y un hijo. Una relación de amor-odio, de echar en cara y finalmente de unión irreductible.

Y curiosamente lo que diferencia a K y a Deckard son sus destinos. Deckard siempre camina o se aferra a una esperanza. Deckard logra amar intensamente. Y deja una huella en el mundo. Siempre hay esperanza para él, treinta años después también. K es consciente de su esclavitud, su amor es imposible y truncado, sus sueños artificiales rotos en pedazos… y su rebeldía y despertar le llevan a una muerte bajo la nieve. Y la muerte le hace libre. En su muerte se acerca más a la “filosofía” del replicante que fue el mayor enemigo de Deckard y también su salvador: Roy Batty.

Replicantes. Soledad y muerte. Si en el Blade Runner de Scott, la historia de ciencia ficción se vestía de puro cine negro; en el de Villeneuve no se pierde ese halo, pero con matices. Si en 2019 la historia se empapaba del romanticismo del género y de la poesía triste del destino irremediable y oscuro de los héroes de cine negro, en la 2049 se deja arrastrar por un pesimismo frío, de película de guerra fría y espías, con destellos de una poesía más cercana a los mundos distópicos.

Los replicantes en este mundo distópico son los rebeldes. Y curiosamente si en 2019 buscaban conocer al creador y ganar más tiempo en el mundo; en 2049 se siguen aferrando a la vida (se niegan a ser destruidos por ser viejos modelos), se organizan para un rebelión futura contra su esclavitud y además esconden un secreto: son guardianes de un milagro. Los rebeldes ya no tienen ningún apego ni deseo de conocer al creador (y este sigue con el sueño de crearlos más perfectos todavía, ángeles), quieren permanecer lejos de su órbita.

Las muertes de los replicantes Zhora, Leon Kowalski y Pris tienen su continuación en la primera secuencia de Blade Runner 2049, cuando K, el blade runner, sigue una pista en una granja abandonada donde se encuentra al replicante Sapper Morton. Morton será quien deposite antes de morir la incertidumbre en la vida de K. Le hablará de cómo él ha sido testigo de un milagro.

La replicante Luv es presentada como un ángel por su creador, pero es una mujer fría que, sin embargo, es incapaz de ocultar una lágrima. Digamos que es la cara oscura de Rachael. La verdadera mujer-replicante fatal y que es consciente, pero con dolor, de su maldad (Rachael era inconsciente, en un principio, incluso de su identidad replicante). En realidad, es consciente de su esclavitud, de que no puede desatender los mandatos del creador. Es otra auténtica máquina de matar para seguir cualquier orden de su creador, Niander Wallace. Y vive en la soledad más absoluta. Ella establece una relación de persecución sin piedad con su antagonista el replicante K. Y esta mujer-replicante fatal solo puede encontrar la muerte en sus manos. Luv tiene saña con K… quizá es consciente de que él está desatándose de las cadenas, mientras ella sigue con su destino de exterminadora. Solo le queda, a veces, llorar.

Por último, el héroe trágico, K, aquel que toca con una mano el deseo de ser el elegido. De ser, quizá, el fruto de un milagro. Aquel que roto descubre que no son suyos ni sus sueños. Aquel que vive un amor imposible. Aquel que cree encontrar un padre. Aquel que se sabe replicante esclavo y con ese destino. Aquel que decide sacrificarse por el milagro, por mantener la esperanza de otros. Aquel que sigue la estela del destino trágico del héroe de cine negro… y muere en unas escaleras cubiertas de nieve, como Eddie Bartlett, en Los violentos años veinte. Aquel que sigue la filosofía de amor a la vida de Roy Batty, el replicante antagonista de Deckard en 2019.

Y rodeando a todos la gran ausente, el milagro, la replicante perfecta: Rachael. Ella sigue siendo el puente entre 2019 y 2049. Ella sigue siendo la clave. Y vuelve la ilusión de un espejismo. Su voz, su holograma, sus huesos, su secreto… Ella se convierte, de nuevo inconscientemente, en la amenaza. La que vuelve a desestabilizar el frágil orden establecido.

Historias de amor. Tanto en 2019 como en 2049 no falta la historia de amor. Deckard cae en los brazos de Rachael, la replicante que no es consciente de que lo es… y protagonizan una romántica historia de amor que convierte una historia imposible en posible… Y en el montaje del director vemos que emprenden la huida hacia un futuro incierto… tras las puertas del ascensor que se cierran. Puro cine negro. Treinta años después nos enteramos, que consiguieron amarse, continuar su historia… aunque no lo tuvieron fácil. Rachael es una ausencia con fuerza, Deckard sigue enamorado. Y en 2049 el replicante K trata de encontrar destellos de ternura, un poco de compañía (una lucha constante contra su soledad) y un canal de comunicación en Joi, un holograma. Pero el replicante y el holograma desarrollarán un vínculo romántico y verdadero. Se convierten en verdaderos cómplices… y en protagonistas de una verdadera historia de amor imposible. Son conscientes de todos sus límites, de sus dificultades… y tratan de saltar barreras imposibles. Su historia será inevitablemente trágica.

Blade Runner

Enfrentarse a la muerte

El tiempo. Treinta años… y el mundo sigue evolucionando. Y en Blade Runner 2049 un mundo de hologramas que se mezclan con los fantasmas. Ya apenas hay diferencias entre humanos y replicantes. A veces, casi los humanos son como fantasmas y cobran más realidad los replicantes u hologramas. Y el gran apagón deja voces del pasado, imágenes distorsionadas. Una memoria que rescatar, un pasado… como intentan siempre tener los replicantes. Y como en 2019 se sigue reconociendo el caos de una urbe contemporánea con elementos de un mundo distópico. Treinta años han pasado, pero podemos tener destellos, no solo por la información que puede sacar el espectador de la propia película, sino por tres cortometrajes que cuentan cómo se produce el gran apagón; el proyecto del creador, Niander Wallace; o cómo K llega a la granja abandonada del replicante Sapper Morton. El tiempo pasa…

El creador y los recuerdos. Si Eldon Tyrell, el creador de replicantes en 2019, se ocultaba tras unas enormes gafas… que serán parte de su fin; en 2049 el nuevo creador de replicantes, Niander Wallace carecerá de vista, de ojos para ver. Pero Wallace es mucho más despiadado, pues es más consciente de su poder y de lo que quiere llegar a alcanzar. Aunque detrás de su imperio de esclavos, está naciendo un fuerte movimiento de replicantes rebeldes. El visionario no puede ver el mundo en el que se mueve.

Y para los replicantes sigue siendo un drama sus recuerdos. Esos implantes… que en un momento dado tienen consciencia de que son sueños inventados, también creados. Esos recuerdos falsos que les hacen ver, cuando los descubren, que no son humanos. Así como en 2019 Rachael lloraba ante una fotografía de una niña con su madre, una memoria robada…, una imagen ficticia; el replicante K en 2049 esconde recuerdos que le hacen crear una realidad que no es suya, que se le rompe en mil pedazos. Digamos que la memoria y los recuerdos son una de las cosas que más anhelan o desean los replicantes. Son conscientes de su artificialidad, cuando descubren la falsedad de sus recuerdos. Todo un drama.

Si en 2019 veíamos cómo había creadores de los ojos de los replicantes o diseñadores genéticos sofisticados como J. F. Sebastian capaz de crear todo tipo de seres extraños y artilugios, además de replicantes perfectos… En 2049 vemos cómo Wallace ha sofisticado la creación de replicantes, incluso vemos nacer a una hembra, pero lo que más puede llamar la atención es encontrarse con un creador de recuerdos, de sueños… Esos recuerdos que siempre terminan generando lágrimas. Así durante su investigación, K se entrevista con la doctora Ana Stelline… una mujer aislada, sensible y muy especial, pero a la vez la mejor creadora de sueños.

El caballo. Si en 2019 estaba ese misterioso personaje, Gaff, que era como una especie de guía extraño de Deckard, que siempre iba por delante de él, aunque actuando en silencio y dejando sus misteriosas figurillas de papiroflexia… entre ellas el famoso unicornio. De nuevo, ya anciano, estará presente en el año 2049, sin dejar de hacer sus figurillas y como siempre sabiendo sobre el destino de Deckard. Pero si en 2019 el misterio no desvelado se escondía en un unicornio… soñado. Ahora, en 2049 el sueño tiene forma de un caballito de madera con una fecha tallada. Y, sí, es un sueño real… pero ¿quién es verdaderamente el dueño?

… y los hilos entre los dos Blade Runner no cesan… Las conexiones y descubrimientos entre ambas películas crean otra historia subterránea.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

16 comentarios en “Los hilos entre Blade Runner 2049 (Blade Runner 2049, 2017) de Denis Villeneuve y Blade Runner (Blade Runner, 1982) de Ridley Scott

  1. Se está diciendo mucho, pero me parece cierto. La película de Villeneuve es un replicante de la cinta de Scott. Se parece, tiene mucho que ver, la emula, dialoga con ella… Pero es un sucedáneo. Son muchas las virtudes y unos cuantos los defectos. Para mí, el insalvable, es el poco interés de los personajes fuera de K, que como Ryan Gosling es tan malo, tampoco logra elevarse por encima de la película. Tanto es así, que en cuanto aparece Deckard se lo merienda sin contemplaciones, como Ford a Gosling. Hay otros problemas, pero prefiero quedarme con las virtudes, con momentos puntuales que superan los baches que contiene la narración, innecesariamente estirada. A mí ese orfanato-chatarrero me encanta. No así todo lo que rodea al presunto villano, que me resulta vacío, hueco, absurdo. Y desde luego, todo lo que tiene que ver con rebeliones y lo que en el fondo no es más que la preparación de próximas secuelas, lo mismo que se estiró absurdamente Alien o Terminator, me repele. La investigación, cogida con alfileres y construida a golpe de capricho de guion y no de lógica narrativa, tampoco me parece bien perfilada. Me quedo con el frente doméstico de K. como punto de mayor interés, y con la emulación visual, y musical, de ese clásico que esta película no ha llegado a igualar, que ni siquiera es capaz de justificar su propia existencia. Un replicante en toda regla.

    Besos

  2. Mi querido Alfredo, me ha parecido muy interesante tu punto de vista, que la película de Villeneuve es una replicante de Scott y tus motivos a la hora de formularla.
    Yo sí que veo, sin embargo, una línea y una narración entre ambas, unos hilos. Me parecía estar viendo un universo ya conocido y la identidad propia de Villeneuve como director. Sí que he visto una continuidad y la conexión entre hilos…
    Siendo frívola la existencia del proyecto es porque Scott lo ha querido, si sus motivos han sido económicos o artísticos (o una mezcla de los dos) es una cuestión importante, pero lo que sí es cierto es que no ha querido cualquier continuación. Lo que sí te doy totalmente la razón es que Scott quiere continuar…, por eso tanto el villano como la rebelión de los replicantes solo están meramente apuntados y dibujados… para tirar por ahí…, si conviene en el futuro.
    Yo la película la disfruté bastante desde el principio… y el encuentro entre Deckard y K rodeados de hologramas y fantasmas me hizo automáticamente querer a esta película.
    Además, por cierto, cada vez los límites entre replicantes y humanos están más desdibujados… y sus preguntas sobre la vida son las mismas… Ay, ¿película replicante o humana?

    Beso
    Hildy

  3. discrepo de Alfredo…el replicante es Blade runner 1982, de manufactura y poesía casi perfecta. Esta nueva película, como humana que es, tiene virtudes y defectos muy humanos todos. Y por supuesto dura más que el replicante de 1982. Denis Villeneve no tuvo en cuenta aquello de «la luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo» y nos vamos a unos innecesarios 163 minutos.
    El reto es complejo y dificil lo admito. Y villeneuve camina durante todo el metraje bajo la tremenda presión de verse auto obligado a ser trascendente y maestro en cada plano. A ser majestuoso, solemne ante una criatura que debe ser importante si o si.
    Virtudes existen, atmósfera hay, tempo también, cuidado en la elección de cada plano y potencia visual.
    Pero todo ello no evita problemas serios que anidan en el arquetipo. Ese insufrible y mesiánico Jared Leto y sus parlamentos son de tercera regional. Su ayudante terminator sin comentarios. Por no hablar de un Harrison Ford que está para un partido de solteros contra casados. Lo que ha hecho este hombre destrozando con sus reapariciones la memoria de Indiana, Han solo y ahora Deckard es de proporciones abisales. No veo a Deckard en ningún momento, solo a un Harrison Ford fondón haciendo de Harrison Ford y llevando consigo a la película, que hasta ese momento se sostenía con buen pulso, a un abismo sin fondo.
    Mención aparte para la recurrente, sobada y ya muy cansina apelación a las metáforas judeocristianas del elegido que ha de salvar el mundo. Francamente decepcionante que una obra de ciencia ficción no sepa serlo y termine recurriendo a parábolas bíblicas cuyo manoseo ya cansa y mucho.
    Y dejo para el final el nuevo intento de Hans Zimmer tras interstellar y Dunkerke de romperme los timpanos con sus machaconas bandas sonoras a todo volumen.
    Cuando se me pase el cabreo igual enumero algunas cosas interesantes de la peli, que pese a todos estos lastres, las tiene…de momento me quedo con el replicante de 1982, «mas humanos que los humanos»…2049 tiene demasiados defectos humanos y tiene serios problemas para pasar el test. Un abrazo

  4. Qué grande eres, Hildy. Menudo análisis y qué sensibilidad para las conexiones. A mí me pasa como a Alfredo, encuentro los mismos puntos de interés y los mismos puntos de rechazo. Pero no son tan abiertamente contrario a la película, me parece que actualiza con buena intuición alguna de las cuestiones existencialistas de la primera. Tiene su gusto. Pero insisto en lo que te dije, es una historia que no está bien narrada.

  5. ¡Querido, querido Victor, pero que alegría verte de nuevo por aquí, por estos lares! Me repito, pero me da igual… ¡es todo un placer!
    Me gustó hilar los hilos, nunca mejor dicho, entre 2019 y 2049… en el mundo que plantean las dos Blade Runner. Y creo que existen. Reconocí el mundo Blade Runner, ese universo creado, y sentí la continuación de una historia. Sí, es cierto, que el personaje menos matizado es el del creador de replicantes y también la revolucionaria replicante, que apenas tiene protagonismo… lo que hace pensar en futuras secuelas, y esto no sé si tomárselo como buena o mala noticia.
    Sí logré hundirme de nuevo en el universo Blade Runner durante los nuevos ciento sesenta y tres minutos de Villeneuve. No me desilusioné, pese a las imperfecciones… ni siquiera con la aparición de un Deckard envejecido y cansado. Cacé unos hilos y seguro que hay más. Y esa ha sido la primera impresión… que obviamente todavía no ha sufrido variados visionados como el Blade Runner de 2019 que prácticamente me sé de memoria y que he visto tropecientas veces (incluida el montaje del director…, que es la que he vuelto a ver para rescatar estos hilos).
    Me encantará, ya que me ha quedado clarísimo, todo lo que no te ha gustado en absoluto… saber cuáles son los puntos que no te han desagradado del todo.

    Beso
    Hildy

  6. Mi querido crítico abúlico, para mí también es un placer inmiscuirme en tus textos. Bueno, ya lo sabes que a mí Blade Runner 2049 me parece una digna película sucesora del Blade Runner. Reconocí el universo, atrapo hilos… y a la vez disfruté de otra película de un realizador que me gusta mucho, Villeneuve… Pero como digo, logró pasar el examen del primer visionado… ¿Me apetecerá verla tantas veces como su antecesora?¿La disfrutaré tantas veces y con la misma intensidad? Eso aún no lo sé.

    Beso
    Hildy

  7. Si te soy sincero, yo hubiera preferido que entre ambas películas hubiera habido menos hilos. Me habría gustado que la película de Villeneuve no se hubiera visto constreñida a ser la continuación de la de Scott, una continuación innecesaria, por otro lado, y que el director canadiense, del que conocemos de sobra su valía y su particular mirada, hubiera tenido libertad para abordar una película propia que, tomando como partida también los textos de Philip K. Dick, se adentrará en nuevos sueños de los que se cogen contando ovejas eléctricas, esos que la relación sentimental entre K y Joi proponían y que son el verdadero lustre de la cinta.
    Saludos.

  8. Sí, la historia de K y Joi es potente, muy potente. A mí me ocurrió que sentí el universo conocido de Blade Runner pero a la vez sentí que era una película con identidad propia.

    Algo que tengo pendiente, mi querido Licantropunk, lo reconozco, es leerme a Philip K. Dick.

    Beso
    Hildy

  9. Aún no la he visto, pero solo me paso por aquí para decirte o escribirte que has confeccionado una crónica memorable. Para enmarcar. Un lujo que debemos de agradecerte a penas tengamos un mínimo de sensibilidad. Enhorabuena.

  10. Un placer leerte, Hildy, y más conectando en un análisis tan certero todo aquello que en este «descendiente» se reconoce de su historia progenitora.
    Creo que la mayoría de quienes amamos «Blade Runner» hasta el punto de ser uno de nuestros largos favoritos, que nunca nos cansaríamos de ver, consideramos todo un atrevimiento el abordar una secuela, aunque al darse a conocer el director encargado al menos nos despertó la curiosidad.

    El largometraje de Ridley Scott fue un relativo fracaso en su estreno, así que casi hubiera sido un milagro que su continuación hubiera sido considerada una obra maestra al instante. El tiempo dirá qué lugar ocupa en la historia del cine. De momento, yo reconozco que me dejé llevar por la magia de ese universo tan especial (y no resulta tan fácil sentir esa magia).

    En mi opinión, sobre un punto de partida ya de por sí insuperable, Villenueve es capaz de construir una película fiel al espíritu de su original y que sabe remontar su propio vuelo con las alas del imaginario bíblico envuelto en la poética de la nostalgia fílmica. Incluso con sus diversas aristas que impiden que sea redonda (un villano algo maniqueo, metraje un poco excesivo), contiene momentos fascinantes, además de una nueva memorable historia de amor, cruce de «Her» y «Vértigo», con una Ana de Armas que enamora y una Mackenzie Davis que me encantó volver a ver tras ese maravilloso episodio de «Black Mirror» titulado «San Junípero».

    Un abrazo.

  11. Querida, querida Ana, sí, tienes toda la razón. El tiempo dirá. Yo tampoco sé si la veré tantas veces como la versión anterior o puede que sí. La de Scott me la sé prácticamente de memoria. La de Villeneuve logró arrastrarme de nuevo a ese universo. Y mentiría si no dijese que disfruté en el cine una barbaridad. El amor de K y Joi es uno de sus grandes aciertos… y fundamental el papel de Mackenzie Davis (no he visto Black Mirror, sniff). Y a mí también me envolvió totalmente el encuentro entre Deckard y K… Ya logró atraparme desde la secuencia del principio entre K y el replicante Morton.

    Beso
    Hildy

  12. Tan interesada en mostrar dichas vinculaciones a las que aludes, tan interesada en desplegar una superioridad plástica, tan interesada en parecer importante y trascendente, tan interesada en estar a la altura de las circunstancias que al final todo en esta película resulta frío y calculado, ausente del alma que busca y no encuentra. No hay una sola secuencia en la película que sea capaz de transmitirme la más mínima emoción, disgusto o reflexión. Ni siquiera su esteticista y nevado desenlace, pues la transformación de K y su inmolación final me conmueve.
    Si por algo fue grande la primera es por su capacidad para transmitir de forma emocional y finalmente lírica como unos seres artificiales llegaban a sentir y amar la vida aún más que sus creadores humanos y, en consecuencia, luchar contra la finitud impuesta o su fecha de caducidad. Nos llegábamos a preguntar qué es ser humano y no qué es un ser humano. Humano es aquello o quien es capaz de desarrollar la complejidad que suponen los sentimientos, afectos y recuerdos, con independencia del fluido que circula por sus venas, del material del que esté elaborada su estructura o si las percepciones del pasado han sido añadidas o experimentadas. Qué o a qué eliminaba Deckard nos preguntábamos en su día y se preguntaba él mismo. Y finalmente comprendió que “amaba tanto la vida que salvó la mía” pese a haber dado caza y eliminación sin piedad a su amada.
    Hoy, Blade Runner 2049 se viste de enorme artefacto muy al uso del cine de su director y en general del cine moderno para regalarnos un trabajo formalmente impoluto, brillante e incontestable pero nuevamente pomposo y henchido, cuya grandilocuencia esconde una historia repetitiva, plana sin ánima y sensibilidad. La culminación del amor entre hombre y máquina es el objetivo de esta película, pero ¿necesitaban los replicantes ese “milagro” para dar sentido a su existencia? ¿es ese antropocentrismo necesario? La fusión entre humano y replicante solo viene a destrozar el verdadero sentido y lirismo de la película inicial, de la que algunos deducimos que el eterno dilema del hombre en su búsqueda de lo inmortal representado por esos replicantes que con independencia de lo que circule por sus ausentes venas con capaces de sentir. Insisto, ¿es el hombre humano por lo que está construido?, huesos, sangre, piel y carne, o ¿es hombre por lo que es capaz de sentir, de amar, de percibir, de admirar, de adorar? Cuando Ford se denomina “ex-policía, ex-asesino” ya estaba otorgándoles a sus víctimas la condición de humanos o de seres cuya eliminación suponía un asesinato. La hija surgida entre hombre y máquina es solo la criatura argumental de una visión pobre y egoísta desde la acera humana, desde la necesidad egocentrista de dotar a la máquina de algo de humanidad en la asunción soberbia que nada que no procede en todo o en parte de lo humano jamás será reconocible. No necesitan los replicantes tal milagro para sentirse únicos, especiales y no aniquilables. No necesitan tal milagro para exigir el respeto vital que le es intrínseco por estar diseñados no a imagen y semejanza de los humanos y sí por su capacidad de amar, sentir y apreciar la vida, como humanos o como máquinas. Pero todo esto es una mera reflexión que no tiene mayor importancia y que no debe de influir para calificar mejor o peor esta película, pues el verdadero lastre de Blade Runner 2049 es que se muestra como un artefacto prefabricado alejado del lirismo y la esencia de todo aquello que debería de haber sido objetivo o meta. Un gran abrazo.

  13. Querido, querido Altaica, ¡cómo te ha decepcionado! Pero desde luego aportas un análisis de tu mirada muy interesante y que hace repensar más todavía Blade Runner 2049. Todo un lujo.

    Beso
    Hildy

  14. Esta ha sido una de las entradas que más me ha gustado de las que te he leído. A pesar de sus defectos (se hace larguíííísima) es desde luego una película llena de elementos a debatir.
    Por mi parte, no pude sentir una pequeña decepción. El momento más emocionante me pareció cuando sale Rachael diciendo lo mismo que en la original. Supongo que eso lo dice todo.
    Sin embargo no deja de ser una película visualmente preciosa. Y muy bien Joi y Luv.
    Un abrazo.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

  15. Querido Alberto, me alegra que te haya gustado el texto. Mil gracias. Sí, estoy de acuerdo contigo en que Blade Runner 2049 tiene muchos elementos a debatir. Guste o no guste, decepcione o no… no deja indiferente. Y eso siempre es interesante.

    Beso
    Hildy

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