Whisky a gogó (Whisky Galore, 1949) de Alexander MacKendrick

Inauguro también alegremente la temporada en el cine Doré, Filmoteca Española, con una proyección dentro del ciclo Tiempo de comedia.

Whisky a go-go

Whisky a gogó es el primer largometraje de ficción de Alexander MacKendrick en los Estudios Ealing y forma parte de ese tipo de comedia elegante, inteligente, sutil, satírica y, a veces, teñida con pinceladas negras que se daría en dicha compañía después de la Segunda Guerra Mundial. De esas comedias que no quitan la sonrisa de la boca. Y con este largometraje empezaría la andadura de un perfeccionista de carrera breve pero con títulos mayúsculos, MacKendrick, que al no encontrar la libertad artística que deseaba durante su carrera (sobre todo cuando regresó de nuevo a EEUU), prefirió terminar dedicándose a la enseñanza de cine.

El argumento de Whisky a gogó parte de una premisa sencilla: en una pequeña isla escocesa sus habitantes, sobre todo los hombres, están deprimidos y con tristeza perpetua, no solo por los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial, sino porque una de las consecuencias es que no llega whisky a la isla. Esa bebida, de tradición gaélica y con muchos ritos a su alrededor… casi sagrada, es su elixir de la vida. Sin embargo, el día a día continúa: con sus peticiones de mano, sus reuniones, su trabajo en el mar… Entonces un barco naufraga, el Cabinet Minister, y su tripulación abandona dicho barco antes de que se hunda, pero antes informa a uno de los habitantes de su carga: 50.000 cajas de whisky.

Y la sencillez envuelve un relato contado de una forma especial, no solo mantiene la sonrisa constante sino que encierra un pequeño universo, esa isla y sus habitantes. Y la cámara pasa con virtuosismo documental (MacKendrick venía del Ministerio de Información y había hecho varios documentales) por cada uno de los rostros y los quehaceres diarios del lugar pero con notas visuales y gotas de poesía y belleza. Un universo que muestra la unidad de la comunidad para la consecución de un objetivo: la obtención del whisky y sortear a las autoridades aduaneras para que no descubran el cargamento “prestado”, tras la denuncia de un responsable capitán inglés Waggett (Basil Radford), que se encarga, infructuosamente, de mantener el orden público en la isla. Sin embargo, el relato no termina como un cuento feliz, la voz en off da un giro final…, la felicidad es efímera, y solo la alcanza una pareja: la bella escocesa, Peggy Macroon, y el sargento británico Odd… ¡ambos son abstemios!

Whisky a gogó

Y es una película plagada de personajes maravillosos que protagonizan momentos colectivos o individuales que insuflan alma a ese universo creado por MacKendrick. Impagable esa madre severa y creyente que domina a su hijo pelirrojo, el maestro del lugar. O ese padre desolado por la falta de alcohol, que cuenta con dos jóvenes hijas casaderas, inteligentes y alegres. O el mismo capitán Waggett con su obsesión por el orden y su soledad, que incluso choca con su silenciosa esposa (que intenta advertirle, con cariño, sobre su actitud y que trata de transmitirle si es necesario ser tan estricto… y al final no podrá evitar la carcajada ante las vicisitudes del esposo) y con el sargento Odd, que le obedece con respeto y cariño, pero sorteando sus órdenes y siendo testigo de cada metedura de pata. O ese entrañable anciano enfermo, que milagrosamente recuperará la salud con el elixir, y su camaradería con el vigoroso doctor barbudo del pueblo…

La propia isla forma parte de ese universo ficticio e idílico (aunque con bofetada final): los acantilados, la cueva donde esconden el cargamento, la mar brava…, el tiempo frío, las casas, la iglesia, las tiendas, la taberna, los lugares de reunión… y el sentido de la fiesta y la celebración, del estar todos juntos, que culmina en esa fiesta ritual donde beben, cantan y bailan para festejar la pedida de mano de dos jóvenes parejas.

MacKendrick juega y combina la fuerza de sus primeros planos, pues cuenta con rostros con huellas (y buenos actores que crean personajes con alma), con escenas, que tras su sencillez y naturalidad, muestran una cuidada composición y puesta en escena: como esos hombres de negro desolados, de espaldas, con un perro acompañándolos, en el acantilado, mientras miran al mar, a ese barco a punto de hundirse con su preciada carga… y ellos inmóviles por la tradición: es domingo, día de descanso, de guardar…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 comentarios en “Whisky a gogó (Whisky Galore, 1949) de Alexander MacKendrick

  1. Me encanta esta película, amiga Hildy, tanto como el resto de películas del gran MacKendrick. Parece que me has leído la mente, porque en breve publico un artículo sobre los estudios Ealing que es de lo más interesante.

    Nos vemos en los estudios de los 40, con whisky, gogós y todo el aire británico que pueda ser.

    Besos

  2. … pues, mi querido Francisco, espero con gusto ese artículo de los estudios Ealing para leerlo entero y ver qué perspectiva nos ofrece tu certera mirada. No me extraña que te guste Whisky a gogó es todo un divertimento inteligente y sensible. Está llena de maravillosos personajes… pero mi ojito derecho es para esa madre cascarrabias, qué señora, Dios mío. Y qué bien «mira» MacKendrick…

    Beso
    Hildy

  3. Qué maravilla de película, qué tesoro… Una absoluta delicia, inteligente, tierna, aguda, brillante, tan irónica… MacKendrick es un fenómeno, un verdadero maestro por más que sus títulos y su carrera no hayan obtenido la repercusión que merecen. Su manual de dirección cinematográfica (no sé si lo has leído pero es muy muy recomendable) es una auténtica biblia.

    Qué bueno el cine y los actores británicos de aquel tiempo. Cimentaron su justa reputación de ser cantera de los mejores intérpretes del mundo.

    Besos

  4. Creo que ese espíritu picarón no exento de bonhomía que animaba las comedias Ealing en el comienzo de la década de los cincuenta que incluso practicó Ford (que no tenía nada que ver con la productora regida por Michael Balcon) en -por ejemplo- «EL HOMBRE TRANQUILO», se vio recargado de incisiva mala uva en las que dirigió Mackendrick. Su pesimista visión de la condición humana apenas quedaba amortiguada por aquel humor paisano que las recorría. Tal vez en esta casi primeriza «WHISKY GALORE!» no se note demasiado, si bien, ahí estaba ese toque de «subversión» emanado, eso sí, de un catálogo de debilidades humanas que representan ese grupo de ciudadanos enardecidos ante la posibilidad de acarrear esa ingente cantidad de whisky que inspira el título.
    A mí me gusta más «EL HOMBRE VESTIDO DE BLANCO» por su mayor trascendencia temática. Comedia satírica que partía de una ingeniosa variación de un viejo tema para, a partir de ahí, ejecutar un agudo y divertido dibujo del capital y el trabajo en sus irreconciliables diferencias, pese a coyunturales y quebradizos frentes comunes ante “peligros” que pudieran afectar a ambos. El espíritu avaricioso y depredador de unos y la mezquina cortedad de miras de otros era la excusa para una brillante concatenación de gags en una afilada e inspirada puesta en escena.
    No ha lugar ahora para hablar de la trayectoria posterior de Mackendrick, en especial la marcada por sus cuatro últimas y portentosas películas. Esa ya sería otra historia.
    Si la memoria no me traiciona (lo que puede ser posible), esta intervención es la primera que efectúo en tu blog. No entiendo por qué he tardado tanto.
    Un saludo.

  5. A ver si la veo, que empecé un ciclo de Mackendrick y no le terminé… y eso que me parece un fenómeno. Solo ‘Viento en las velas’ ya te justifica una filmografía.

  6. Sí, es una película-tesoro, tienes razón…, mi querido Alfredo, y asiento a cada uno de los adjetivos que propones.
    Sí, MacKendrick es un pasada y, exacto, merece ser más conocido.
    Su manual de dirección cinematográfica NO lo he leído. Hace unos años me sentía feliz porque lo habían sacado en castellano, pero ahora compruebo que está descatalogado y que en mi biblioteca más cercana lo tienen, pero no prestable…
    Sí, qué actores, qué rostros.
    ¡Cuánto SÍ!

    Beso, sí, y otro beso, también

    Hildy

  7. Pues mira, querido crítico abúlico, voy a proponerme yo también un ciclo MacKendrick e intentar ver las que me quedan de su breve filmografía.

    Beso
    Hildy

  8. ¡Bienvenido, Teo! Qué bien leerte. Sí, yo creo que dentro de poco EL HOMBRE VESTIDO DE BLANCO y alguna más de este director pasará por aquí.

    A mí me fascinó y me volvió loca Chantaje en Broadway… y ahí sí que se ve con toda su crudeza ese pesimismo del que hablas.

    Y como al crítico abúlico también me dejé llevar por esa extraña película de piratas que es Viento en la velas.

    Beso
    Hildy

  9. Querida Hildy, ¡Feliz año cinéfilo!
    Creo que se podría hablar de un subgénero cinematográfico específico sobre el peculiar universo de las islas y las pequeñas poblaciones escocesas, en el que, así a vuelapluma, cabrían películas tan diversas como esta estupenda comedia de Mackendrick que comentas; “The Edge of the World”, esa mezcla de ficción y antropología que dirigió Michael Powell; “I know where I´m going!”, también de Powell (con Pressburger); “Un tipo genial” de Bill Forsyth; o “The Wicker Man”, esa extraña fusión de los espíritus de la Ealing y la Hammer.
    “Whisky galore”, del año de gracia de 1949 para la Ealing (también se estrenaron “Ocho sentencias de muerte” y “Pasaporte a Pimlico”) es una comedia con un soplo divertidamente libertario, una exaltación de la “escocesidad” (si se me permite el barbarismo), y una solapada celebración del contrabando como motor de una economía local, cuya sombra se extiende hasta nuestra “Matías, juez de línea” de La Cuadrilla. Y tan sutil y deliciosamente anti-inglesa como el episodio central de la fordiana (e irlandesa) “The Rising of the Moon”.
    El reparto, como siempre en las comedias Ealing, es uno de los puntos fuertes de la película. Me gustaría mencionar expresamente a la guapa y tan injustamente olvidada Joan Greenwood, y al gran Basil Radford, uno de los fanáticos del cricket de “Alarma en el expreso”, muy bien utilizado como epítome del inglés acartonado.
    A falta de ver “The Maggie”, mi comedia favorita de Mackendrick, y una de las más grandes comedias “negras”, es el “El quinteto de la muerte”, una película tan rica que incluso funciona como metáfora del fin del Imperio Británico.
    Mackendrick era uno de los directores menos tocados por el ego que quepa imaginar. Aún recuerdo, en una entrevista que le hizo Antonio Castro para “Dirigido por”, sus constantes peros a los elogios que le dedicaba el crítico a “Viento en las velas”, insistiendo sin parar en que la maravilla era la novela de Richard Hughes, no la película. Por encima incluso de esa obra maestra que es “Chantaje en Broadway”, “Viento en las velas” es mi Mackendrick predilecto, tan hermosa, tan turbadora.
    Besos,
    Javier

  10. Mi querido Javier, ¡feliz año cinéfilo también para ti! Y cómo he disfrutado de tu comentario tan rico de referencias. Sí, el universo de las islas escocesas y ese intenso e interesante ciclo que propones… Me encantan las apreciaciones que haces del año 1949 como buen año de obras cinematográficas en la Ealing y la línea sucesoria que dibujas para Whisky a gogó que llega hasta aquí, hasta nuestras fronteras.
    Por supuesto que un buen recuerdo a Joan Greenwood y a Basil Radford. Y continuamos con la valoración positiva a la obra de Mackendrick, aunque él pusiera peros. Seguiré descubriendo más de sus títulos.

    Beso
    Hildy

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