Desde allá (Desde allá, 2015) de Lorenzo Vigas

Desde allá

Desde allá. El título de la ópera prima del director venezolano Lorenzo Vigas es la esencia de su película y la mirada de uno de sus protagonistas. Armando (Alfredo Castro) se posiciona en la vida desde allá. Él mismo, por traumas que arrastra desde su infancia de las cuales solo se dan pinceladas, decide instalarse como espectador al acecho, como voyeur, y llevar una vida cuadriculada dentro de una estricta rutina. En una posición de clase media alta, y con un trabajo rutinario y artesanal pero que deja dinero (elaboración de prótesis dentales), sus necesidades básicas están cubiertas, otro cantar son sus necesidades emocionales, ahí por pura supervivencia se quedó atrofiado.

En su camino se cruza, en circunstancias violentas y adversas (esa violencia que acecha cada rincón, que se intuye en cada esquina de las calles de Caracas), un joven que vive en los márgenes, Elder (Luis Silva), y que sobrevive por instinto. Y Armando siente curiosidad (conecta por caminos extraños con el muchacho) y se aproxima a él, e incluso tira muros de su aislamiento, se resquebraja su atrofia… pero todo queda en un espejismo brutal: se vive más cómodamente y lo tiene todo más controlado desde allá… la contención de sus emociones le hace más fuerte. Y actúa creando un abismo más profundo y una incomunicación más cruel entre las distintas clases sociales. Es más fácil la atrofia de las emociones, duele menos.

Lorenzo Vigas se ha rodeado en su primer largometraje de ficción de pesos pesados de un cine latinoamericano que abre nuevos caminos en sus maneras de contar (y sobre todo en la elección de puntos de vista) y sigue también la estela de producciones cinematográficas venezolanas que están traspasando las fronteras de su país (Pelo malo de Mariana Rondón, Azul y no tan rosa de Miguel Ferrari, La distancia más larga de Claudia Pinto…). Por una parte están dos personalidades muy presentes en el cine del director chileno Pablo Larraín: su director de fotografía, Sergio Armstrong, y su actor fetiche, Alfredo Castro. Y, por otra, tanto en el guion como en la producción está un peso pesado del cine mexicano, Guillermo Arriaga. Me atrevería a añadir otra referencia contemporánea, tender otro puente, su manera de trabajar y narrar es muy cercana a la de otro director chileno, Fernando Guzzoni (hay similitudes en las formas de contar y en lo que cuentan entre Desde allá y el último trabajo de este director, Jesús, sobre el caso Zamudio, un suceso que conmocionó a la opinión pública chilena); ambos dejan la esencia de la historia, dan pinceladas, pero no exponen toda la información, de tal manera que supone una continua participación del espectador, además de dar una importancia crucial a la forma de contar visualmente la historia que quieren narrar.

El director, que estudió Biología molecular, decidió adentrarse en la ciencia de las emociones y en las entrañas de los seres humanos. Al hombre de ciencias le pudo su vena artística, pero a la vez no deja de diseccionar, analizar. Su labor cinematográfica es concienzuda y cuidadosa, ha sido un proyecto largamente elaborado (desde el guion hasta la forma de filmarlo o el método de trabajar con sus actores). Y tiene antecedentes en la figura de su padre el pintor Oswaldo Vigas (precisamente, su siguiente obra cinematográfica es un documental alrededor de la figura del padre), que estudió Medicina, pero decidió empuñar un pincel en vez de un bisturí.

Y es precisamente el tema de la paternidad una de las claves de Desde allá. La paternidad y su disección. El daño que provoca el padre, el peso del pasado, el dolor de su ausencia… y de su presencia, el alineamiento emocional que provoca la figura paterna, la rebelión contra el padre, la búsqueda de la figura paterna, el fracaso de ser padre, la traición… Otro tema presente es la violencia latente y el distanciamiento e incomunicación entre los distintos estratos sociales en Caracas, Venezuela. No hay posibilidad de tender puentes y si se tienden, estos terminan derrumbándose. Más allá la fascinación de un hombre maduro ante un joven efebo (este casi es un argumento universal, como decían Jordi Balló y Xavier Pérez en su imprescindible libro La semilla inmortal), si ya en la mitología estaba la admiración de Aquiles por Patroclo, en el cine el camino es amplio y ha dejado su estela en historias como la de Gustav von Aschenbach por el joven Tadzio en Venecia, o más recientemente (tanto en cine como en literatura), y más cercanía en el mapa, del intelectual Fernando con el joven sicario, Alexis, en las calles de Medellín.

Pero Lorenzo Vigas, con su pincel de artista, cuida con perfección científica la forma en que quiere contar esta historia (curiosamente en un coloquio, el director explicó sus gustos cinematográficos en la infancia y cómo quedó deslumbrado por el cine de Brian de Palma y John Carpenter, dos directores que destacan por su forma de contar las historias y de crear atmósferas). Y esa forma le sirve para contar y mostrar los matices de su narración cinematográfica, pero también corre el peligro de querer crear un relato tan perfecto y concienzudo, tan frío, que no deja el asalto de imperfecciones, incoherencias, que el relato vuele y se rebele, que desconcierte, que deje el análisis científico del ser humano y se deje llevar por un alma con vida propia… La frialdad del punto de vista de Armando somete la historia y tumba al caballo desbocado del joven Elder. Pero es una decisión de puesta en escena y, por tanto, da una personalidad determinada a la película. Así todo está perfectamente pensado: la mirada de Armando, desde allá: visualmente mostrar su aislamiento, y para ello, el silencio, las imágenes desenfocadas, el orden en su casa y en su lugar de trabajo, su apariencia gris… Y el mundo desbocado de Elder, el ruido de las calles, el laberinto y la cámara mareante. El único lugar donde los dos personajes muestran cierta conexión y cercanía real… es fuera de la ciudad, frente al mar bravo y salvaje. E incluso, como el mismo director cuenta, trabajó de manera diferente con sus dos actores principales y eso crea una relación compleja y creíble entre ambos personajes: mientras con el actor chileno, Alfredo Castro, todo fue análisis del personaje y su historia, todo medido y pensado; con Luis Silva (con poca experiencia como actor) fue improvisación, ir moldeando el personaje en el rodaje, aportarle la menos información posible… y jugar con su brutal instinto natural ante la cámara.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

4 comentarios en “Desde allá (Desde allá, 2015) de Lorenzo Vigas

  1. Ni idea de esta película, mi querida Hildy, y poco o casi nada de cine venezolano en general. No me atrae en principio nadie deslumbrado por De Palma o Carpenter, pero mucho lo que se está haciendo en Iberoamérica. Hoy decía Juan Perro que allí están en ebullición, mientras que en España estamos cansados. Creo que en el cine, también es así.

    Besos

  2. Desde allá está nominada al Goya este año a mejor película iberoamericana junto a El ciudadano ilustre, Las elegidas de David Pablos y Anna de Jacques Toulemonde.
    En el coloquio me topé con un hombre encantador y culto que analizó muy bien la película en todos sus detalles a través de las preguntas que se realizaron. Pero, mi querido y adorado Alfredo, y De Palma y Carpenter me parece muy normal que deslumbren de niños (y te digo que a mí algunas de De Palma me deslumbran de mayor también. A Carpenter, como escribí en el blog de Francisco, le estoy descubriendo ahora de más mayor… pero le recuerdo en la infancia por Starman, película que me encantó y que me hizo seguir para siempre la carrera de Jeff Bridges) y además son dos directores que no se puede negar su forma de contar, el uso del lenguaje cinematográfico que tienen. Lo que quiso señalar Vigas es que no solo le interesaba contar su historia, sino también la pincelada, es decir, el cómo contarla. Luego según vas creciendo, conoces más historia del cine, más realizadores y su obra cinematográfica… pero de niño no te van a llevar a ver Bresson o Tarkovsky…, jajajaja.

    Beso
    Hildy

  3. Gracias, hildy, yo ni idea de cine venezolano. Sí me llama la atención lo que cuenta la película en torno a la paternidad, según dices. Todo es negativo, fracaso, ausencia, etc.

  4. Buenas, querido Luis, sí que es interesante el análisis de esta película. Y, sí, en este caso la paternidad es sombría para los dos personajes principales… y sus destinos van unidos a ese mal pasado (tan solo se dan pinceladas) con la figura del padre.
    No llega mucho cine venezolano por estos lares, yo tampoco tengo mucho conocimiento, aunque últimamente he podido ver algún título interesante. De cine latinoamericano tengo algo más de visión del cine mexicano, del brasileño, del chileno y del argentino. Y aun así mis lagunas son enormemente amplias y profundas. Pero siempre es un cine que ha suscitado mi atención e interés.

    Beso
    Hildy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.