La primera vez que escuché el nombre de Emily Dickinson y algunos de sus versos fue en una película que me impactó en mi adolescencia: La decisión de Sophie. La triste historia de Sophie y Nathan, que crean un universo particular en la habitación de la casa rosa, se abre y se cierra con unos versos de Dickinson: «Haz amplia esta cama, / haz esta cama con prudencia;/ espera en ella el postrer juicio,/ sereno y excelente./ Que sea recto su colchón/ y redonda sea su almohada,/que ningún rayo dorado de sol/ llegue jamás a perturbarla».
Y ya se me quedó el nombre de esta mujer en la memoria. Ahora muchos años después Terence Davies me trae de nuevo a Emily Dickinson (1830-1886) en Historia de una pasión. Y lo que hace es captar a una mujer que ejerció una rebeldía silenciosa hasta terminar confinada en su cuarto vestida de blanco. Porque su alma no era más que suya, de nadie más. Y su alma se expresaba a través de los versos. Emily Dickinson se desnudaba a través de la poesía. Terence Davies logra atrapar la esencia de esta mujer y crea su propio poema en imágenes. En el siglo XX una escritora británica diría: “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción”…, esta es una de las citas más famosas de Virgina Woolf (1882-1941) de su ensayo (a partir de varias conferencias de la autora) Una habitación propia. Y es una frase que podría haber escrito siglos antes Dickinson… porque fue en la intimidad de su cuarto en la casa familiar (nunca se casó) donde elaboró su obra y donde ejerció su independencia espiritual (la económica no la consiguió). No fue fácil. Llevó al extremo tener una habitación propia… y no salir de ella.
Además en la película numerosas veces Emily Dickinson muestra su admiración por otras hermanas que escribieron también en la intimidad del hogar, pero novelas intensas, de sentimientos extremos, y con una fuerte presencia de la locura y la muerte. Otras mujeres que no lo tuvieron fácil, pero con su habitación propia donde pudieron expresar el rico mundo interior que escondían. Ellas eran las hermanas Brönte (se refiere sobre todo a Emily, 1818-1848) y Charlotte, 1816-1855).
Terence Davies posee una sensibilidad cinematográfica especial e indaga en el alma de la poeta norteamericana creando una película hermosa pero también desgarrada. Y es capaz de trasladar la inmortalidad de sus versos (y también uno de sus temas) y volcarla en imágenes. Davies siempre parte de vivencias, y en esos recuerdos mezcla sus influencias cinematográficas y musicales, o de obras literarias que le tocan, que le llegan. De hecho él interpreta las emociones que le provocan los recuerdos o las obras que lee, siempre escribe sus guiones. Películas bellísimas que nacen de sus vivencias y emociones, Voces distantes o El largo día acaba; o películas que nacen de sus lecturas particulares como La casa de la alegría o Sunset Song.
Historia de una pasión además vuelve a mostrar su privilegiada manera de plasmar la escritura cinematográfica en la pantalla blanca. En una entrevista de la revista Caimán del mes de octubre no es de extrañar que en un momento dado nombre a dos cineastas clásicos: por una parte a Max Ophüls y por otra a William Wyler (y en particular una obra cinematográfica concreta, La heredera). El director tiene tal cultura cinematográfica que sabe los secretos de su lenguaje, y emplearlos en un estilo propio muy identificable.
Efectivamente se encuentra la huella de la cámara de Ophüls que baila, siempre con elegancia, y esas panorámicas circulares de 360 grados. Terence Davies regala una espectacular para mostrar un momento de intimidad de la familia de Emily, que se encuentran todos juntos en una habitación. Y la cámara, como si fuera la mirada de la artista, va creando una panorámica circular donde van apareciendo todos los personajes y objetos de la habitación… hasta volver a Emily. Un círculo íntimo. Y no cuesta imaginar a Catherine Sloper, el personaje de la película de Wyler (que a la vez adaptaba una novela corta de Henry James, Washington Square), encerrada en otra habitación como Emily Dickinson… ejerciendo también su rebeldía y su pérdida de inocencia. Wyler sabe cómo rodar en esa mansión, en esa casa que se convertirá en la cárcel consentida de Catherine. Y Terence Davies también sabe moverse perfectamente en el interior de los aposentos de la familia Dickinson… y filma la mayor de las intimidades de una familia: la muerte de los seres queridos… en esas amplias camas de sus versos (la muerte de la madre, la muerte de la propia Emily).
El director es además el rey de las elipsis y sabe filmar como pocos el paso del tiempo. Por ejemplo, uno de los momentos más llamativos de Historia de una pasión es cuando los miembros de la familia se hacen cada uno un retrato fotográfico y vemos cómo frente a la cámara se van transformando… y en sus rostros se refleja el paso de los años.
Historia de una pasión es una película rica en análisis tanto de contenido como de forma. No solo muestra que la comunión entre cine y literatura es posible, sino que además toca diversos temas de una manera especial: la situación de una mujer creativa en un periodo determinado de la historia; la influencia de la religión y las creencias en la vida cotidiana; las relaciones familiares: entre padres e hijos, entre hermanos; el hogar como refugio; la amistad como huida; la ausencia del amor, la enfermedad, la muerte… Pero también deja la mirada especial y sensible del cineasta sobre una mujer: Emily Dickinson, y un esclarecedor análisis de su vida y obra.
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Muy interesante, y bellísima película. Un poco reiterativa, en el sentido de que transita y vuelve a transitar varias veces por los mismos sitios. En todo caso, una propuesta atípica y excepcional en los tiempos que corren.
Besos
Una muy bella pelicula que como siempre Hildy nos cuenta, relaciona, analiza y nos hace ver desde diferentes puntos de vista. Para mi es otro doloroso testimonio de como la mujer, por el simple hecho de serlo, ha sufrido y sufre una enorme presion social que la impide ser como ella desea. Además de la nostálgica belleza de su poesía, respiramos la asfixiante atmósfera en que vive pero también las diferentes formas de asumirlo, por ejemplo la figura de la hermana me ha parecido magnífico. Gracías Hildy, viendo el cine contigo se ve de otra manera.
Querido Alfredo, sí, interesante y bella… a mí el cine de Terence Davis siempre me deja buen sabor de boca. Tiene una sensibilidad que me toca. Desde que me quedé deslumbrada con Deep blue sea ha sido un placer descubrirlo.
Beso
Hildy
Querida Maria Rosa, sí, el personaje de Vinnie es maravilloso, y la relación que tienen entre ellas. Y efectivamente las mujeres, y Emily es un ejemplo de ello, no lo tuvieron fácil para ser tal y como deseaban. Ni lo tuvieron fácil para estudiar, para crear, para imaginar, para volar… Davies es genial en la presentación del personaje desde el principio: en esa escuela donde está interna: una profesora hace que las alumnas se dividan entre las que creen que van a ser salvadas y las que no… Emily no se posiciona en ninguno y además lo razona. Y sabemos entonces que su vida va a ser solitaria…
Beso
Hildy
Querida Hildy,
Recuerdo que el gran José María Latorre tituló un análisis de “Lawrence de Arabia” con el nombre de una conocida pieza musical de Edward Elgar, “Variaciones Enigma”, y a mí me gusta pensar en esta exquisita aproximación de Terence Davies a aquella extrañísima mujer que fue Emily Dickinson como algo similar a lo que se propusieron David Lean y Robert Bolt en su película sobre T.E. Lawrence: el acercamiento a partir de un mosaico de apuntes biográficos y sugerencias a una figura extraordinariamente escurridiza, misteriosa, poliédrica. Por otra parte, la existencia de la Dickinson posee la dificultad añadida de su carácter sedentario y externamente gris (porque en lo que atañe a vida interior, uno solo de sus días debió de ser infinitamente más rico que vidas enteras…), y sus oscuros poemas no hacen sino aumentar la confusión.
Davies apuesta sin tapujos por su habitual clasicismo para esta pieza de cámara. Y el hecho de que la película rehúya, ya sea por razones de presupuesto o conceptuales, todo preciosismo o reconstrucción lujosa de época, además de situarse en plena coherencia con una vida que giró alrededor de la reclusión, evita, junto a los ocasionales vuelos poéticos, los peligros del envarado academicismo que lastra tantas películas de época. Sirvan como ejemplo las fotografías coloreadas que se emplean para aludir a la guerra de Secesión, o la muy austera secuencia en la ópera, casi el anti “Senso”.
La panorámica circular que mencionas, un fragmento tan cálido como desasosegante, sin duda es particularmente ophülsiana (e incluso aventuraría que su referente concreto podría estar en una película que a ti y a mí nos gusta mucho, “Le Plaisir”, en el corazón de “La casa Tellier”, cuando el maestro alemán desliza envolventemente su cámara por la Darrieux, Gabin y los demás rostros reunidos en la iglesia, una cumbre espiritual del cine). Y lo que lo hace doblemente fascinante es que Joyce también está presente: esa evocación de juventud de la madre de Emily cuando, la mirada perdida frente a la hoguera, escucha una vieja melodía, remite poderosamente la de Gretta al final del relato “Los muertos”, cuando una vieja canción le trae a la memoria al joven pretendiente que murió por su causa (una inolvidable Anjelica Huston en la adaptación cinematográfica de su padre, y por extensión, continuando con el juego de espejos cinéfilo, a una evocación similar de la Bergman en “Te querré siempre” de Rossellini).
Sólo le haría dos objeciones importantes a la película: encuentro hueca la caracterización de Miss Buffam, en exceso artificial y “wildeana” su retórica. Y la interpretación de Duncan Duff como el hermano me resultó poco convincente y creo que está muy por debajo del resto.
Me gustaría señalar que la película aborda de forma secundaria pero significativa el tema del puritanismo que reglaba la vida cotidiana en la sociedad norteamericana de la época, principalmente representado por la oronda tía. Pero yo especularía con la idea de que Davies ha querido extrapolarlo a nuestra época y hablarnos del que, camuflado bajo una supuesta modernidad, subrepticiamente regula nuestros hábitos, ese puritanismo de “la vida sana” cargada de prohibiciones y la sexualidad perfectamente domesticada tipo Grey.
Creo que a la misma altura que Cynthia Nixon, notabilísima de registros, brilla Jennifer Ehle como su adorable hermana Vinnie, un personaje que además funciona como el punto de vista esencial respecto a la protagonista: su más rendida admiradora al mismo tiempo que su particular Pepito Grillo.
Y no quiero dejar de destacar la brillantísima exposición, digna de la elocuencia expresiva de los mejores clásicos, en el mismísimo arranque, del rasgo de carácter más acusado de la Dickinson: la rebeldía. Una rebeldía que propicia que “Historia de una pasión” sea también una película de crispadas confrontaciones dialécticas.
Creo de todas formas que un solo visionado es del todo insuficiente para llegar a las múltiples significaciones y sugerencias que propone la película, los roles de la música y los poemas en voice over, por ejemplo, merecerían un análisis específico.
Besos,
Javier
Mi querido Javier, mil gracias por este análisis genial sobre Historia de una pasión. Me ha encantado. Me ha fascinado esa conexión con Los muertos de Joyce. Sí, es una película realmente rica en detalles y en matices.
Beso
Hildy