Cuatro reflexiones alrededor de La guerra de los Rose (The War of the Roses, 1989) de Danny DeVito

laguerradelosrose

1.- El momento de la ruptura. Sin duda el momento clave de La guerra de los Rose ocurre en el dormitorio conyugal, cuando Barbara Rose le dice a su esposo Oliver (él acaba de pasar el susto de creer que perdía la vida con unos síntomas similares a un infarto y está molesto porque su mujer no ha acudido ni a verle ni a cuidarle) que cuando iba en el coche para ir al hospital de pronto tuvo miedo de lo que podía pasar en el futuro. Oliver (Michael Douglas) cree que su esposa va a decir que tuvo miedo a su pérdida, a su ausencia, y comienza a acercarse de nuevo a ella. Y de pronto Bárbara (Kathleen Turner) confiesa, fría, que se sintió liberada, que se dio cuenta de que todo le iría mejor que nunca si él no estaba en su vida. Finalmente le pide le divorcio. Y él se siente humillado, apaleado.

Hasta ahora se nos había contado la historia de color de rosa de un matrimonio burgués americano aparentemente perfecto, que habían ido construyendo una vida en común. En esa vida común deciden que él prospere y escale en su profesión como abogado y que ella se entregue a la crianza de dos hijos y a la organización de la vida doméstica. Ambos adecentan (uno económicamente y otro con todo su trabajo diario) la posesión más amada, la casa de sus sueños, además símbolo de su posición. Tienen dos coches, un perro y un gato, una sauna… Parece que no hay fisura alguna. Pero en el relato de la “felicidad” se van colando sombras, que se van haciendo más grandes cuando va a llegar el síndrome del nido vacío (sus hijos van a irse en breve a la universidad). Y esas sombras estallan en la noche mencionada. Y ahí, en ese instante, comienza la guerra.

2.- El relato épico de la ruptura. ¿Cuál es la decisión que toma DeVito para contar la historia de una ruptura? Se regala un personaje: un abogado (que le une una relación profesional con el protagonista), Gavin D’Amato, que narra la historia de los Rose como si fuera un cuento primero de hadas, de color de rosa, acaramelado, tópico, cursi y que se va transformando en un relato de terror y violencia. Su oyente es un futuro cliente. Y lo hace para interrogarle si realmente se ha pensado bien que quiere seguir adelante con su divorcio. Así el abogado se convierte en un narrador con lo que el espectador está en su derecho de pensar que puede “adornar” a su gusto esta épica cotidiana.

Y ya desde el título (original de la novela de Warren Adler, que luego también la convertiría en pieza teatral) y con la decisión de que sea un personaje el que cuente esta batalla se va al centro del debate. No es la pérdida y el desvanecimiento del amor (que también) sino una guerra de poder en el seno del matrimonio. Y el objeto de poder, el trono o el símbolo, será la casa conyugal. Y es que la guerra de estos Rose tiene analogías a las guerras de poder y tronos que se dieron a finales de la Edad Media británica y su guerra de las Rosas… solo que en pleno siglo XX. De ahí que nunca se pierda el tono épico y espectacular. Así como no ponerse trabas al empleo de la máxima violencia para la consecución de objetivos. Amores y traiciones varias. Entre medias los hijos, los abogados y una sirvienta que ve cómo todo se desmorona.

En realidad La guerra de los Rose cuenta el amor-odio de un matrimonio que termina destrozándose porque los roles que se asignan les destrozan. Ella no quiere estar a la sombra, tiene muchas ganas (las mismas que su señor esposo) de realizarse y prosperar, no le va su rol de mujer perfecta y florero. Y él se va acomodando en amarse a sí mismo, en tener todo bajo control y en el papel secundario que asigna cómodamente a su esposa…, cuando ella decide volar, él se siente continuamente amenazado, humillado y avergonzado.

3.- Cero empatía. La guerra de los Rose es una comedia negra pero también amarga. Todos sus personajes protagonistas: desde el narrador de la historia, el propio matrimonio como sus hijos no están construidos para ganarse las simpatías de los espectadores. No buscan la empatía. Y sin embargo logran convertirse en personajes absolutamente humanos por el exceso de sus defectos. El matrimonio batalla hasta llegar al límite, a la tragedia. Y cada uno esgrime sus razones y sus motivos, aunque los llevan a los extremos.

El único personaje positivo es Susan (Marianne Sägebrecht), la mujer que trabaja al servicio de la familia Rose (un personaje externo a la estructura familiar), y porque actúa como testigo (pasivo… cuando pasa a la acción ya es demasiado tarde) y como figura que siente y ve cómo se masca la tragedia.

4.- Duelo al sol. La escena clímax, la de la lámpara, es absolutamente desoladora. Puedes reírte en un primer momento pero luego al analizarla dinamita la comedia. En versión cotidiana, la escena remite a esos finales de amantes despechados que su historia oscila siempre entre el amor y el odio…, que batallan continuamente, guerrean sus poderes dentro de la pareja, pero en el momento de la muerte se funden en beso, mirada y abrazo desgarrado. Así podemos recordar a Perla y Lewt en Duelo al sol de King Vidor. Y, sin embargo, DeVito ni siquiera permite ese final a sus personajes. Oliver acerca moribundo su brazo hacia Bárbara y esta saca fuerzas para retirárselo… Guerra, sin solución ni redención posible, hasta el último suspiro. ¿Se puede ser más amargo?

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

14 comentarios en “Cuatro reflexiones alrededor de La guerra de los Rose (The War of the Roses, 1989) de Danny DeVito

  1. Me gusta mucho esta película, sin duda lo mejor que la Turner y Douglas han hecho juntos. Qué pena, por cierto, que la Turner se desvaneciera como lo hizo.

    Me encantan las películas que se chotean de todo aquello a lo que todos, y para empezar el cine, rebozamos de trascendencia. Por desgracia, esto es una realidad exagerada, pero realidad. La mayor parte de parejas que conozco encajan más en el modelo que ofrece esta película que el azucaramiento del romanticismo almibarado tipo El diario de Noa. Mirar la vida, deformarla con guasa, es todo un arte.

    Besos

  2. Sí, querido Alfredo, es una comedia muy amarga. Y toca lo que otras películas no cuentan, qué pasa después de vivieron felices y comieron perdices. Michael Douglas y Kathleen Turner formaban una pareja que disfruté en los ochenta. Me gustaba su saga de Tras el corazón verde y esta, cuando la estrenaron, me dejó impactadaaaa. Pero sobrevive fenomenal al paso del tiempo…

    Beso
    Hildy

  3. Esta película me gustó mucho, amiga Hildy. También me gustó Tras el corazón verde que intentó ganar taquilla gracias al boom Indiana Jones, pero esta película me resultó atractiva. Hay una cosa que nunca he soportado: ir a ver el vídeo de bodas de los amigos que se casan. Mira que llega a ser hortera y falso y maniqueo y salchicheo y … En fin, que ese ex jugador de la NBA llamado Danni DeVito realizó, lo que se puede decir, un auténtico vídeo de lo que puede llegar a ser un matrimonio cínico en su brutalidad, y digo cínico porque la historia se va degradando con una sonrisa diabólica, y en vez de decir: Te voy a matar, se dicen: cariño, al mismo tiempo que pueden estar comiéndose al gato.
    Hace tiempo que la Kathleen Turner declaró que es mejor conservar una cara bonita que un cuerpo bonito. Hoy, la pobre no tiene nada de bonito. Mi actriz favorita de los ochenta. Imposible olvidar Fuego en el cuerpo (la película que inaugura toda la fiebre de películas de jodiendas castas), y ya ni te hablo de La pasión de China Blue. Creo que su marido estuvo a punto de dejarla por el papel que realizó tan brillantemente. La guerra de los Rose se entiende mucho mejor cuando se conoce la trayectoria de la Turner (como actriz), aunque no tenga nada que ver, pero yo quiero verlo de esa manera, y no como los vídeos que tengo que ver cada vez que se casa un amigo o una amiga. Yo siempre propongo que me lo pongan cuando se estén separando. Claro, entonces me miran con mala cara.

    Besos.

  4. Sí, me ha gustado volver a recuperarla, mi querido Francisco. Su visión no deja de ser bastante triste y amarga, aunque su uso del humor negro es buenísimo. Bueno, los vídeos de boda pueden ser creativos, hacerse algo divertido, bonito, agradable y de una duración adecuada (como un cortometraje)…, solo hay que poner un poco de empeño, jejejeje. Mira, yo soy así, qué se le va a hacer, siempre deseo que los que deciden dar el paso, sean felices durante mucho, mucho, mucho tiempo.
    Y el drama de Turner fue que muy joven y en pleno éxito, cuando empezaba la década de los 40 años, le diagnosticaron una artritis aguda. Los dolores, los medicamentos, las operaciones, las secuelas psicológicas y otros asuntos que le acarreó la enfermedad así como su asimilación cambiaron totalmente su físico y el rumbo de su carrera. Pero ahí sigue en películas, escenarios de teatro, televisión…, superando barreras y dolores, superando hasta el cartel de sex symbol que se le colgó en los 80 (y que hizo tan bien), porque ella ha defendido que además siempre ha sido actriz.

    Beso
    Hildy

  5. Tengo ganas de volver a verla. La primera vez que la vi fue en mi casa (tiempos de video-club, jeje ays) y con los escépticos y brutos de mis hermanos y… recuerdo aquellas risas todavía. El humor amargo y negro, como el mejor café, sigue siendo el que más me convence.

    Y sí, me encantó la Turner aquí… qué mala leche se gastaba!! qué poderío brujil! jajajaja.

    La vuelvo a ver pero ya! gracias por recordármela.

    Besote.

  6. Querídisima Marga, conserva ese humor negro y amargo. A mí también me ha gustado volver a reencontrarme con ella. Creo que va a volver a gustarte. Ya me contarás. Sí, Turner está estupenda, y su paterneire la sigue estupendamente. Una de las escenas es genial uno subiendo las escaleras y el otro bajando y, mientras, soltándose mil y un insultos…

    Beso
    Hildy

  7. Querida Hildy, no he visto esta película en años y a medida que leía tu comentario comenzaron a aparecer escenas sueltas y borrosas en mi memoria. Lo único que recuerdo con claridad es una frase del personaje de DeVito, cuando dice algo así como que si un tipo que cobra por hora se ofrece a darte un consejo gratis, mejor lo escuches (mirá qué grabada me habrá quedado esa frase que hoy yo, aunque no cobro por hora, podría decir algo similar, jajaja. Qué vericuetos tiene la memoria). Me pregunto qué sentiría si volviera a verla, si me causaría gracia o amargura al compararla con la cantidad de discusiones estériles y mezquinas entre ex parejas que escucho a diario. Si llego a averiguarlo, te cuento.-
    Un beso grande, sin discusiones, Bet.-

  8. Mi querida Bet, qué interesante comentario y reflexión. Si la vuelves a ver, me cuentas qué vuelves a sentir. A mí me había pasado lo que a ti, años que no veía la película (de hecho solo la vi cuando era pipiola y la estrenaron en los cines… pero me marcó). Y sí esa frase de DeVito… sigue ahí, en el mismo lugar. Es una comedia negra y amarga. Si la pienso, me provoca una gran tristeza.

    Un beso gigantesco, tan grande, tan grande, tan grande que no deja sitio posible a la pelea
    Hildy

  9. a mi esta película me parece el lado sombrío que también aparece camuflado en Matilda…otra historia en la que el matrimonio es ya de pura comedia bufa…aqui hay cornadas serias mezcladas con gotas de vinagre y sal, que diría la cantante…el resultado es curioso y en algunos casos excesivamente demoledor, rozando el cartoon, lo que en mi opinión no le resta eficacia…es como si coyote y correcaminos fuesen matrimonio…creo que estos dos si hubiesen dispuesto de acme lo hubiesen usado….un abrazo

  10. Mi querido Victor, exacto, el lado sombrío del matrimonio hasta extremos de cartoon. Me ha encantado imaginar un matrimonio entre coyote y correcaminos o piolín y Silvestre…

    Beso
    Hildy

  11. Comedia negra, si. Y de las mejores. Nada que envidiarle a las de los ’40 y ’50 como «Arsenico y Encaje Antiguo» con Cary Grant, «Pero…¿Quién mató a Harry? de Hitchcock, y otras, hasta más actuales como el «Fargo» de los Hnos Coen y «American Beauty», con un matrimonio tan desavenido como los Rose, a cargo de Kevin Spacey y Annette Bening. Siempre es el control, el poder sobre el otro, el anhelo de los protagonistas de estas cintas. Michael Douglas cumple (me gusta más en Atraccion Fatal, Wall Street y Acoso) pero en esta peli está muy bien. Danny DeVito es entrañable siempre, uno de los tipos que más saben de cine realmente (aqui se me antoja un Edward G. Robinson del derecho), y Kathleen Turner, tan inmensamente actriz como bella. Imperdible para quienes gustan de una buena cinta.

  12. Sí, y es una comedia negra que además hace reflexionar sobre un montón de temas. Y dices algo cierto: es una cuestión de poder y de limitar la libertad del otro, y todo contado de una manera muy especial. A mí me parece muy amarga. Te deja una sonrisa helada. Y que es una película que va ganando y ganando con los años.
    Me gustan mucho además todos los títulos que has nombrado. Hace poco volví a ver Fargo… y también hay amargura… Y también con reflexiones duras sobre el matrimonio.
    Por último, comentarte que me chifla la película que nombras de Frank Capra, aquí se tituló Arsénico por compasión.

    Beso
    Hildy

  13. Hildy,
    estaba leyendo comentarios sobre «La guerra de los roses», y me encontré con tu blog.
    Me gustó tu blog, y lo que escribiste sobre esta película, pero también quiero señalar que me gustaron mucho tus respuestas a lo que escribieron en los comentarios; muy agradable el tono en que lo haces: positivo, pacificador e ilumina el tema !
    Así que … muchas gracias !!!

  14. Bienvenido, Ernesto
    Mil gracias por pasarte por aquí y dejar un comentario.
    ¡¡¡Me encanta responder a cada comentario, pues creo que con cada aportación que hacéis se enriquece mucho más el blog!!! Es un placer y surgen cosas muy interesantes.

    Beso
    Hildy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.