… la incomunicación y la culpa, el peso del pasado, la complejidad de las relaciones humanas y familiares. El pasado del director iraní Asghar Farhadi muestra otro laberinto difícil y un mapa apasionante de emociones que se van desvelando a lo largo del metraje. Algo que ya hizo en la película que permitió que muchos espectadores empezaran a interesarse por su cine: Nader y Simin, una separación. Un difícil puzle impecablemente construido deja al descubierto un melodrama familiar apasionante y con una cuidada y maravillosa puesta en escena.
Asghar Farhadi rueda su primer trabajo en Europa y sitúa a los personajes en París, pero un París que no visitan los turistas. Desde la primera escena notamos la mano de un artista con una sensibilidad especial para contar sus historias en imágenes. Nada es lo que parece, la primera impresión que nos hacemos de esta historia nada tiene que ver con la concatenación de hechos que se nos van narrando construyendo el mapa sentimental de varios personajes.
La película se construye a base de silencios, malentendidos e incomunicaciones entre personajes que se aman, pero a veces amar duele demasiado y pone a sus personajes en dilemas morales complejos que quiebran sus almas. Y vuelvo a esa primera escena. Aparece una mujer con una venda en la muñeca en un aeropuerto esperando tras un cristal, por fin ve a la persona a la que aguarda: un hombre. Ella trata de que él sea consciente de su presencia, finalmente es una mujer la que avisa al hombre de que una mujer le saluda al otro lado del cristal. Ambos se miran y sonríen. Y empiezan a realizar gestos y hablar con el cristal de por medio. El espectador no escucha nada… Y ya empieza a imaginar: ¿es su pareja, su marido, quién es él, de dónde viene, quién es ella, dónde está, se quieren, no se quieren, por qué se reúnen?
Poco a poco se nos van desvelando la historia de esta pareja y el motivo del viaje. Se va armando un complejo drama sentimental donde las piezas van moviéndose y donde se van desvelando secretos ocultos. Precisamente el personaje que servirá de motor para el paulatino desvelamiento será el viajero: el iraní Ahmad (Ali Mosaffa) que ha ido a encontrarse con su exmujer Marie (Bérénice Bejo) para firmar el divorcio. Marie vive con sus dos hijas (ambas fruto de un primer matrimonio anterior al de Ahmad) y con Fouad, el hijo pequeño de su actual pareja (Tahar Rahim), Samir. Samir vive su propio drama pues su anterior mujer vive en coma en un hospital, esta intentó quitarse la vida…
Pero lo que atrapa definitivamente de El pasado es la forma que tiene de contar Asghar Farhadi. Cómo utiliza los espacios, los marcos de puertas y ventanas, las miradas, los puntos de vista que ofrece…, todo danza para ir desvelando poco a poco el interior de cada uno de los personajes y las complejas relaciones que les unen. Así como una galería de actores que dan vida a esos personajes con absoluta entrega y forman parte de esa cuidada puesta en escena que practica Farhadi. También muestra la sensibilidad especial que tiene el director de trabajar con niños e integrarles en la trama como piezas fundamentales. La sorpresa en El pasado es doble. Por una parte el rostro y la mirada de la adolescente Lucie (Pauline Burlet) y por otra parte la verdad que rezuma de la interpretación del hijo de Samir (un maravilloso Elyes Aguis). Y los dos son piezas fundamentales para que la trama avance y los dos tienen una relación especial con Ahmad, el recién llegado, que les hace comunicar sus miedos.
Asghar Farhadi muestra la continuidad de una obra cinematográfica que merece la pena ir descubriendo poco a poco y que deja al espectador con ganas de más. El pasado es una radiografía de la complejidad del ser humano y sus relaciones interpersonales. Y un documento sobre el cine como creación artística y forma de expresión. Solamente un ejemplo. Distanciamiento e incomunicación de una pareja: él conduce el coche y tiene la mano derecha en el cambio de marchas, ella tiene su mano sobre la suya. Suavemente cuando él va a cambiar de marcha, retira la mano de la mujer… Y todo esto en primer plano. Ahí tenemos con una economía narrativa increíble, un conflicto sentimental.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Pues, a diferencia de Nader y Simin, esta me gustó bastante menos. Posee la voluntad de mirar y diseccionar, de hurgar en la herida y de remover, pero, a falta de la espontaneidad, sencillez y naturalidad de la anterior, aquí todo me parece frío, calculado, teledirigido, estructurado con el fin de manipular los sentimientos del espectador para despertar emociones de manual. En resumen, no me la creí porque me resultó todo lo artificiosa que la otra no era. Y aún así, me parece una película estimable por las interpretaciones y la puesta en escena. El guión, me falla.
Besos
Me pareciò buena pelicula….una continua implosiòn plagada de corrientes subterraneas, y con un toque impresionista que hece que el valor de la pelicula suba cuando el espectador capta miradas furtivas, gestos cotidianos….que son la punta de un iceberg enorme.
Berenice esta enorme….y el resto tambièn…y estoy de acuerdo en que es otro Paris….bueno en realidad a Farhadi le interesan mas los conflictos emocionales. Esa conversacion en la que el le pregunta si vive con otro…te lo dije por mail….que mail?…..no recuerdo, uno….y el remata no se, no los he recibido…y ella, ya x eso querias alojarte en un hotel…..
Ahi se ve, y es solo un detalle, que hay un trabajo minucioso detras.
No se si me parece tan excelente la puesta en escena, aunque desde luego hay un estilo muy personal.
Ese viaje en coche desde el aeropuerto cargado de silencios….me recordò al de Meryl Streep con su marido en la furgoneta al final de los puentes de Eastwood. No me enrollo mas. Me ha gustado, aunque la pelicula me haya parecido mas buena que bonita. Un abrazo
Querido Alfredo, conozco y he leído también a varias personas, que como a ti, después de disfrutar Nader y Simin se decepcionaron ante EL PASADO. A mí no me pasó lo mismo. Creo que tanto NADER Y SIMIN como EL PASADO son dos obras tremendamente elaboradas y lo que me fascina de ambas es que a pesar de su ‘aparente’ sencillez narrativa… te vas dando cuenta la complejidad de lo que cuenta y también de cómo lo cuenta. Y vas metiéndote en ese laberinto de emociones que va creando y tejiendo. Y te das cuenta a la salida del cine o después de su visionado en dvd de la cantidad de capas e interpretaciones que tienen las películas, lo ricas que son en miradas.
Me apetece mucho ver la anterior a Nader y Simin, A propósito de Elly. Y espero poder seguir viendo más obra cinematográfica de este director.
Beso
Hildy
Querido Victor, a mí también me pareció buena película. Y efectivamente es muy interesante ir diseccionando y descubriendo sus corrientes subterráneas. La galería de actores está impresionante desde Berenice hasta Tahar Rahim, Ali Mosaffa (al que no conocía)… y por supuesto los niños.
La escena que describes es otro de los ejemplos de cómo plantea tanto en los diálogos como en la puesta en escena (me parece que está cuidadísima y todo se cuenta de una determinada manera porque él lo quiere y así lo dispone) los conflictos emocionales de sus personajes. Es una pasada la riqueza de detalles y matices de la película.
Estoy segura de que la veré más de una vez (tengo el dvd ya en mi videoteca particular) y es de esas películas que en cada visionado se descubre un nuevo matiz.
Besos
Hildy