Ensayo de un crimen (La vida criminal de Archibaldo de la Cruz, 1955) de Luis Buñuel

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¿Ensayo de un crimen, magnífica comedia negra de Luis Buñuel? Definitivamente, sí. Tres años después de Él, el director aragonés vuelve a retratarnos a un aristócrata mexicano obsesivo y complejo, Archibaldo de la Cruz (Ernesto Alonso), un asesino en potencia (solo en potencia… porque como dice un juez: “el pensamiento no delinque, don Archibaldo”). Así un señor que sueña con ser asesino de mujeres (sean estas santas o de vida alegre) queda suelto… y feliz. Sin sentimiento alguno de culpa.

De nuevo Luis Buñuel ha vuelto a engancharme y a fascinarme por partes iguales. Al igual que el protagonista de Él, Francisco Galván de Montemayor, era de inspiración literaria, es decir, personaje de una novela de Mercedes Pinto; Archibaldo de la Cruz es también una inspiración de un personaje literario de una novela de Rodolfo Usigli (que en un principio iba a colaborar en la escritura del guion pero luego puso muchas pegas a cómo quería adaptar Buñuel su obra… y provocó varios quebraderos de cabeza al director pero que fueron solventados porque Buñuel puso en los créditos claramente que era una inspiración y buscó otro título para su exportación, La vida criminal de Archibaldo de la Cruz no respetando el título de la novela original, Ensayo de un crimen). Y Archibaldo de la Cruz también tiene la apariencia de todo un señor con posibles, creyente y soltero.

Buñuel empieza este relato de forma brutal (y con mucho encanto)… y ya atrapa de lleno al espectador. Oimos una voz en off de un hombre que recuerda su infancia en la Revolución mexicana mientras pasa las páginas de un libro de fotografías. Un niño, hijo único de una familia burguesa totalmente enmadrado. De su educación y su cuidado se encarga una joven y atractiva institutriz. Ésta le encuentra en un armario con las ropas de su madre (entre ellas un corsé), le regaña pero enseguida entra la madre y le prodiga de mimos antes de irse a una representación teatral. La madre le regala una preciosa caja de música con bailarina incluida y una melodía especial y le pide a la institutriz que le cuente el relato relacionado con la caja. Así ésta empieza a narrarle un cuento de corte fantástico donde la caja de música tiene la propiedad de que si se piensa en la muerte de alguien… y se la hace sonar, éste fallece inmediatamente. El niño hipnotizado por la historia, piensa en la muerte de la institutriz y hace sonar la caja de música. En ese mismo instante, la casa de los burgueses está siendo asediada… y hay diversos disparos, uno de ellos atraviesa la ventana, justo cuando la institutriz está mirando preocupada lo que ocurre… y la mata. Cae ante la mirada del niño que siente horror pero también atracción porque se cree con el poder de matar. Observa la sangre de su cuello… y sus piernas sensuales.

Volvemos de nuevo a escuchar la voz que nos está narrando esta historia y vemos que pertenece a Archibaldo de la Cruz que se encuentra en la cama de un hospital atendido por una monja y es a ésta a quien está contando esta historia. Y vemos cómo éste sigue obsesionado con la muerte, con el acto de matar. Y cómo se obsesiona con asesinar a la monja. Cuando ésta va a por un vaso de leche, y está bastante alucinada con lo que le acaba de contar el paciente, Archibaldo se levanta de la cama y se dirige a un maletín lleno de navajas de afeitar, cada una en su mango tiene inscrito un día de la semana. Cuando la buena monja entra para darle el vaso, éste va a llevar a cabo su asesinato pero la hermana asustada sale corriendo y ve la puerta abierta del ascensor, entra corriendo pero cae al vacío… y muere. ¿Principio brutal o no?

Así Buñuel ya nos ha caracterizado al personaje perfectamente y además también ha dado con el tono de la historia… Así la próxima escena es encontrarnos a un juez que está investigando la muerte de la monja. Éste se informa de que uno de los pacientes era Archibaldo que se encontraba en el hospital por una crisis nerviosa debido a lo de su esposa (otro misterio, no sabemos qué ha pasado con su esposa). El juez a continuación entrevista a don Archibaldo que se declara culpable de la muerte de la monja (y confiesa que de otras víctimas) y empieza a contar su historia. De nuevo un largo flash back nos sigue contando los avatares de un asesino en potencia… pero sólo en potencia. El azar es más rápido que él.

Asistimos a tres ‘ensayos’ de asesinato a cada cual más escalofriante. El ambiente y la imaginería de Buñuel envuelven esta historia apasionante. Esta comedia negra y macabra con final feliz (que para mí va absolutamente con el tono… y no deja de ser inquietante). Sus tres ‘víctimas’, son tres mujeres muy distintas. La voluptuosa Patricia (Rita Macedo), la virginal Carlota que será su futura esposa (Ariadna Welter) y la modelo Lavinia (la mítica y trágica Miroslava en la que sería su última interpretación antes de su suicidio). La espiral de ‘intentos’ de asesinato se activa cuando Archibaldo vuelve a recuperar la caja de música de su infancia en un anticuario.

El estuche con las navajas de afeitar (uno para cada día de la semana), la caja de música, el propio hogar de Archibaldo con su taller de ‘artista’, la muñeca de cera exactamente igual que Lavinia (que protagoniza una de las escenas más escalofriantes), un saltamontes que repta por un árbol… El casino donde vuelve a encontrarse a Patricia o el bar donde también se fija en Lavinia (que ya la conocía del anticuario), la casa de su prometida Carlota con una capilla a la virgen María… Todo convierte Ensayo de un crimen en un artefacto perfecto, inquietante y tenebroso…

Retorcido es Archibaldo pero también todos los personajes masculinos que le acompañan en sus avatares. El prometido de Patricia y la relación que se han construido entre ambos, el futuro marido de Lavinia (un hombre mayor tremendamente celoso) o el arquitecto Alejandro, hombre casado que no puede conseguir el divorcio, pero que lleva tiempo con Carlota… Los tres hombres son también hombres ricos y burgueses que se dejan llevar por las apariencias… pero en el mundo privado y en sus relaciones con las mujeres esconden una ‘bestia’. Archibaldo es otra ‘bestia’ frustrada… Para los cuatro hombres… las ‘víctimas’ son tan sólo ‘oscuros objetos de deseo’ capaces de activar sus instintos más ocultos.

Buñuel retuerce el pescuezo del espectador hasta llegar al paroxismo con la escena de la incineración… donde la cara de locura de Archibaldo nos pinta que realmente estamos ante una bestia frustrada… que anda suelta. El director no deja títere con cabeza: los turistas son presentados como ridículos, como también lo es Archibaldo en su profunda exquisitez y educación y en una escena delirante se burla de las fuerzas del orden. Esa escena contiene un diálogo de antologia entre un cura (con el mismo actor que también hacía de cura en Él), un representante del ejército y un comisario mientras los tres asisten a la boda entre Archibaldo y Carlota.

Como en Él también hay una escena donde refleja el amor fou, la pasión amorosa más allá de la razón, y es el encuentro entre Archibaldo y Lavinia en el bar. Ahí él se fija en el rostro de la modelo entre llamas de fuego y se queda ensinismado. Después (y nos recorre un escalofrío) la llama su pequeña Juana de Arco… O también nos encontramos con ‘ensoñaciones’ macabras del protagonista… No tiene desperdicio cuando imagina una escena con su ‘amada’ esposa recién casada, todavía con el traje de novia, en el lecho nupcial…

Ensayo de un crimen… nos hace temblar ante la irónica frase del juez: “el pensamiento no delinque”. Y lo más tremendo (ay… ese humor negro) es que en todo el metraje no se nos quita la sonrisa de la boca… porque Archibaldo es mucho Archibaldo…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

6 comentarios en “Ensayo de un crimen (La vida criminal de Archibaldo de la Cruz, 1955) de Luis Buñuel

  1. Otra de las grandes películas de Buñuel realizadas en su periodo y austero bagaje mexicano.Es impresionante este hombre universal. Sale de su árida y medieval tierra para enseñar cine moderno en París, México y después España. Su primera película en el país de los burritos, el charro y las rancheras, Gran Casino con el insoportable Jorge Negrete cucurrucucú palooooooomaaaaaaaaa… digo insoportable, porque cuando Buñuel estrena una de sus obras cumbres Los olvidados,Negrete estaba de gira con esa ropa y ese sombrero y ese charro y esas pistolas de plástico, cuando llega a su México lindo y ve la que ha liado la película, dijo: «Si yo llego a estar aquí ese hombre no hace esta película». Y tenía razón,porque el cucurrucucú paloooooomaaaaaa… por aquel entonces tenía muchísima influencia en el país de los frijoles, el tequila y el ardor de estómago… por donde iba… maldita sea con mi manía de las digresiones… ah, sí,Ensayo de un crimen es una película riquísima en matices,guiños,recursos, humor,recuerdos,etc. Respecto a “el pensamiento no delinque” habría que ir a 1953,dos años antes de esta gran película,porque el escritor americano de ciencia ficción Alfred Bestes escribió El hombre demolido (un clásico de los grandes) donde se cuenta que en una sociedad no muy lejana los asesinos pueden detectarse telepáticamente antes de que lleven a cabo sus crímenes. Pero nace un dilema, imaginar un crimen no tiene el porqué ser realizado.Entonces nace una sociedad más psicópata por parte de la policía.Y,un año después de Ensayo de un crimen,Philip K. Dick escribió el relato El informe de la minoría que viene a ser más o menos lo mismo. Pepe Spielberg la cagó a base de bien con su versión cinematográfica. En la película lo único que me gusta es el grandísimo actor secundario Peter Stormare (algún día se tendrá que escribir sobre él)cuando estornuda y se le llena toda la mano de mocos y dice: «Vivimos en un mundo altamente tecnológico y no somos capaces de curar un resfriado». Cucurrucucú paloooomaaaaaaa…

    Lo que sí tuvo la película de Buñuel como premonición fue el destino de la malograda actriz Miroslava Stern.Ya en el rodaje le decía a Buñuel que quería quitarse del medio,pero aguantó hasta terminar la película. Hay una escena donde la podemos ver mirando unas llamas de fuego como hipnotizada.Cuando murió fue incinerada.

    Me voy,amiga Hildy, porque todo es un nunca acabar. Nada que tenga algo de importancia se agota. El arte se comunica desde el hombre de las cavernas y uno tiene que ponerle fin,sino…

    Besos

  2. Pero ¡mi querido Francisco, qué referentes tan alucinantes! No conozco El hombre demolido así que me lo apunto enseguida y de El informe de la minoría solo tenía la referencia por Minority Report, película que no he visto (pero ya veo que muy bien no piensas de ella…, je, je, je, me queda clarísimo).

    Recuerdo otra película, The box, que adaptaba parece ser un relato de Richard Matheson, donde los protas tenían una caja con el mismo poder que Archibaldo imagina tiene la cajita de música… Y todo se centra en el dilema moral de abrir esa cajita o no.

    Decirte que me estoy llevando agradables sorpresas con el periodo mexicano de Buñuel pues hasta ahora solo había visto El Ángel Exterminador, Los Olvidados, Abismos de pasión (pero la tengo lejana en el recuerdo y en breve voy a volver a refrescármela)y Nazarín. Y tanto Él como Ensayo de un crimen me han entusiasmado…

    Besos
    Hildy

  3. Mi querida Hildy, ya sabes cuánto me gusta esta película, hasta el punto de convertirla en una de mis «Estaciones». En ella, en mi estación, contaba lo del suicidio de Miroslava y la escena típicamente goyesco-buñueliana que se encontró la policía cuando la halló.

    Esa monjita por el hueco del ascensor vale mil visionados.

    En cuanto a Buñuel y la comedia, no olvidar «La ilusión viaja en tranvía». En cuanto a «Gran Casino», efectivamente, es un bodrio, pero contiene un momento buñueliano que me provocó una carcajada de mil diablos cuando la vi: Negrete y la torda se besan y se dan arrumacos en la valla de madera de un pozo de petróleo; pues bien, mientras el charro le mete el hocico, coge un palitroque y empieza a remover un charco de petróleo que hay en el suelo… A buen entendedor… Me partí de risa, te lo juro…

    Aquí te quería yo ver, mi querida Hildy, con el gran Archibaldo… Contando la película, quiero decir, no como «víctima»…

    Besicos

  4. Qué ganas tengo de ver esta película, Hildy. «Él» fue la primera que vi de Buñuel y me encantó. Esta de Archibaldo me ha sido varias veces recomendada por el amigo en común 39escalones. Y desde luego, has realizado un repaso exhaustivo de la película. Como digo, una buena preparación para alguien que está deseando verla. Saludos.

  5. Mi querido Alfredo, acabo de deleitarme de nuevo con la lectura de tu texto sobre Ensayo en tu libro…, en cuanto he leído tu comentario corriendo me he ido a la estantería para leerlo. Y he leído todo lo del suicidio de Miroslava… La escena de la monjita…, sin palabras se queda una, oye.

    Sí, me apetece ver LA ILUSIÓN VIAJA EN TRANVÍA. Espero conseguirla. Tampoco he visto Gran Casino ni la escena en cuestión…

    Madre mía, estoy asomada al balcón y hay un señor con bigotillo que me hace gestos y me habla…, me dice que se llama Archibaldo, que busca un anticuario para comprar una caja de música. Como te puedes suponer, me ha entrado un miedo atroz…, es que las casualidades es lo que tienen, y eso que el hombrecillo parece educado, amable y gracioso…

    De momento te estoy contando esta historia…

    Besos desde el hueco del ascensor
    Hildy

  6. Querido Marcos, entonces te va a pasar lo que a mí. Estoy segura de que te va a encantar la película. Me fascinó ÉL y me ha pasado también con ENSAYO DE UN CRIMEN. Existen conexiones entre ambas y creo que forman una buena sesión doble.

    … Si es que Alfredo nos prepara siempre buenas recomendaciones y buenos descubrimientos…

    Besos
    Hildy

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