La herida (La herida, 2013) de Fernando Franco

laherida

Después de la gala de los Goya una de las películas con varias nominaciones (y finalmente dos galardones importantes: mejor actriz y mejor director novel), que no había visto aún y más me apetecía era La herida de Fernando Franco. Ya lo había intentado más de un vez y no había podido ser (una por falta de entradas en la Cineteca —que me pareció maravilloso, últimamente me está pasando esto: que no puedo entrar en una sala porque ya no hay entradas… y hacía mucho que no me ocurría— y otras porque no encontraba momento o fecha) así que decidí por fin, y porque de nuevo se había reestrenado, ir a la sala de cine y verla. Me interesaba sobre todo cómo La herida trasladaba a la pantalla un tema de salud mental. Salud mental y cine. Cine y salud mental. Es un binomio que suelo perseguir. Esta vez la protagonista es Ana, una joven con trastorno límite de personalidad.

Y desde la primera escena sabemos que vamos a estar muy cerca de Ana (Marian Álvarez)… pero tan cerca que sentimos su angustia y sufrimiento. Porque La herida es una película violenta e incómoda… emocionalmente. Asistimos a la cotidianeidad de Ana durante más o menos un año… y asistimos impotentes a tal cantidad de sufrimiento y dolor inevitable que provoca una sensación de agotamiento, incomodidad y depresión. Te hundes con la protagonista en ese abismo del cual no puede —es incapaz de— salir. Y con ella asistes con impotencia a sus dificultades de relación, a sus estallidos de enfado y violencia, a sus intentos una y otra vez de salir del abismo, a sus fracasos, a su desesperación por comunicar, a sus autolesiones, a sus lágrimas…, y también a sus pequeños logros, a sus momentos fugaces de algo parecido a la felicidad (que sobre todo logra en su lugar de trabajo y en esporádicos instantes) y ese rostro que mira y sonríe a punto de romperse, con un fragilidad y vulnerabilidad que duele.

Pero también refleja cómo su enfermedad mental agrieta su presente, su día a día, y el de todos aquellos que la rodean. Incapaz de estar relajada ante sus amistades, de llevar una relación sentimental con una pareja, de mostrar a su madre una cercanía que las ayude a ambas (no puede, no pueden ayudarse), un padre que huye del problema y a la vez provoca dolor (con una pincelada oscura), un aferrarse fuertemente a las redes sociales donde busca de manera desesperada consuelo —único sitio donde puede expresar sus pánicos pero sin posibilidad de saltar la barrera de la pantalla—…, sin poder evitar ataques de angustia, pánico y dolor que hace que estalle o se rompa en mil pedazos, ese intento desesperado de huir de su aislamiento y su sufrimiento autolesionando su propio cuerpo, buscando sexo fácil o bebiendo y drogándose…

Solo logra cierta paz escasa en su lugar de trabajo. Ella trabaja en una ambulancia y se encarga, junto a su compañero (el único que más o menos sabe cómo relacionarse con ella o el único con el que Ana no siente miedo, pánico o dolor a la hora de relacionarse un poco más… pero saben muy bien ambos dónde están los límites), del traslado de enfermos con tratamientos especiales de sus hogares al hospital (un hospital donde se palpa la crisis, la marea blanca, la posibilidad de una interrupción lenta y agónica de la sanidad pública que afortunadamente parece que se ha alejado un poco…). Ahí, cuando tiene que ayudar a los demás (a gente más vulnerable y que llevan a cuestas más dolor e incluso la cercanía de la muerte), se siente bien…

Fernando Franco (montador profesional que esta vez ha dejado esta labor a David Pinillos, que a su vez también debutó en el largometraje como director recientemente) dirige su primer largometraje y opta por arriesgarse también en la forma de contar su historia. Y a mi parecer no se equivoca o por lo menos yo como espectadora sentí toda la angustia e impotencia de Ana, pude seguir su viaje íntimo y vislumbré el abismo… y pude comprender el horror de los que viven ese tipo de trastorno y también la dificultad que supone para ellos (y para los otros, aquellos que les quieren y rodean su vida) levantarse un nuevo día, sobrevivir un nuevo día. Levantarse de la cama para sufrir un día más…

Así el tono y la forma de contar esta película se acerca a la de los hermanos Dardenne donde no sólo la cámara sigue a sus protagonistas sino que sentimos lo que sienten, sin estridencias, música (la justa y necesaria… la que acompañe al personaje), sin efectos especiales, dando importancia al sonido (a lo que se oye y se percibe… al fuera de campo) y con unas elipsis arriesgadas y rompedoras (nunca olvidaré la elipsis brutal y genial de los Dardenne en El silencio de Lorna o el rostro angustiado de Rosetta). Pero también en la forma de contar esa historia sentimos otros ecos, vemos el nombre del coguionista junto a Fernando Franco, Enric Rufas… Y es el dramaturgo que ha trabajado como guionista en películas de Jaime Rosales. Así notamos la importancia del silencio, de una mirada, del efecto de unas palabras o de un gesto en el otro… y la soledad terrible de Ana, encerrada en una cárcel donde parece que la posibilidad de escape es imposible… y esa cárcel es ella misma.

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14 comentarios en “La herida (La herida, 2013) de Fernando Franco

  1. Cine y salud mental es un binomio interesante, sí. Y a veces una pura relación de causa y consecuencia (y no quiero volver a las andadas con Di Caprio…).

    Me gustó mucho esta actriz, está soberbia (el cine español, como siempre, al rescate: ni una sola oferta de trabajo, según decían el otro día, ha recibido esta chica, que yo sólo conocía de esporádicas apariciones en alguna de esas series de televisión que yo no veo, interpretando, precisamente, a una psicópata); en cuanto a la película, su dependencia de ella es total. No hay película sin el personaje, y eso, que con un buen acabado puede ser una virtud, también puede ser un problema. Viendo esta película tuve la sensación de que estaba viendo un corto de un director que preparaba su salto al largo. Me parece que ese es el único problema de la cinta, que la premisa y el desarrollo no son suficientes por sí mismos para un largo, por breve que sea.

    Ahora bien, ese matiz del personaje, el hecho de que la atención a los enfermos sea la única manera que ella tiene de reconocerse como enferma y, en un ejercicio de combate por su independencia, rebelarse contra ella y triunfar, aunque sea por unos minutos, me parece un hallazgo excepcional. No funcionaría el personaje de haber escogido para él cualquier otra profesión o de tener otra actitud frente al trabajo (la de su compañero, sin ir más lejos, por ejemplo).

    Besos

  2. Ni una sola oferta de trabajo, repito, desde que esta chica ganó el premio a mejor actriz en San Sebastián… No sé de quién habla peor este detalle, si del cine español o del Festival…
    Más besos

  3. Mi querido Alfredo, sí a mí también me llamó la atención que Marian Álvarez no haya tenido ninguna oferta de trabajo desde esta obra cinematográfica. Y es cierto que La herida funciona por su increíble interpretación llena de matices. Es dificílisimo interpretar con una cámara que está pegada a los poros de tu piel y transmitir lo que transmite…

    Y sí, Cine y salud mental es un binomio interesante que ha dejado muchas, por fortuna, buenas obras cinematográficas. Y La herida es una de ellas.

    Un beso enorme
    Hildy

  4. Hola Hildy,
    Un texto tan intenso como la película, lo que me parece prodigioso: una crítica cuya respiración es muy parecida a la de la propia película que comenta.
    Marian Álvarez está descomunal (y en Francia o Italia a estas alturas sería ya una gran estrella…), evitando cruzar la delgada línea que separa una actuación poderosa de “pasarse”, de sobreactuar, que conllevan este tipo de papeles.
    Totalmente de acuerdo en el estilo hermanos Dardenne de la película, yo no pude dejar de pensar mientras la veía en la Émilie Dequenne de “Rosetta” (la cual, por otra parte, debe mucho ya que no en el estilo sí en el argumento a la “Mouchette” de Bresson).
    Hay un aspecto del que me gustaría saber tu punto de vista, y sobre el que discrepé en su momento con la persona con la que fui a ver la película. Se trata de que percibí o creí percibir algún tipo de sugerencia de pasados abusos sexuales en la relación de la chica con su padre. Me lo ha hecho recordar esa “pincelada oscura” a la que aludes.
    Besos,
    Javier

  5. Leo tus comentarios…e inmediatamente me entran unas ganas locas de ir a ver la peli en cuestión. Transmites tanto amor al cine que emociona. Gracias

  6. Querido Javier, el episodio del padre, ese baile, esa duda continua de ir o no ir a la boda, la incomodidad continua de Ana, su vuelta brutal a los abismos… su desgarro y las palabras a las que alude… deja entrever un dolor, una pincelada oscura respecto a la figura paterna.

    Sin embargo no estoy segura de que esa pincelada oscura sean abusos sexuales aunque puede ser una posibilidad porque como bien expresas hay una sugerencia… Hay una especie de intuición en la película sobre que algo rompe a Ana respecto a la relación con su padre. Pero también puede ser el abandono.

    Lo que está claro es que se produjo una ruptura familiar donde todos quedaron tocados (madre e hija sobre todo) y el que ahora reconstruye su vida… pero lejos del ‘problema’ es el padre.

    Es un tema muy pero que muy interesante…

    Besos
    Hildy

  7. Pues si que la pones apetecible e interesante amiga Hildy…
    Desde luego el tema es duro…pero si está tratado con finura y respeto, con profundidad merecerá la pena. Efectivamente la composición de la actriz en estos casos es fundamental…de otro modo la película se viene abajo. Me vienen a la mente aquella desquiciada Olivia de Havilland entre rejas Susan Hayward en mañana lloraré…incluso Marylin en vidas rebeldes, aunque no sea un trastorno de personalidad. Pero si interpretaciones al límite. No me convence Barbra en loca, pero por supuesto quien me pone la piel de gallina cada vez que vuelvo a ver su sufrimiento a flor de piel es Romy Schneider.
    Tomo debida nota, que ya solo la foto dice que hay verdad ahí. Y luego tu lo corroboras. Un abrazo

  8. Mi querido Victor: ¡qué repaso maravilloso a interpretaciones femeninas intensas! ¡Cómo me gusta Marilyn en Vidas Rebeldes! Sí, tienes razón hay interpretaciones al límite que te dejan en el sitio.

    Es curioso la transformación del rostro de Romy Schneider con el paso del tiempo… del tono pastel de sus primeras interpretaciones a la mujer que ha vivido mucho(y rota por el dolor y el desencanto)de las últimas.

    En el caso de La Herida efectivamente Marian Álvarez trasmite verdad y creo que acertadamente refleja cómo debe sentirse una persona con trastorno límite de personalidad… a mí me dejó tocada…

    Besos
    Hildy

  9. Tengo mucho que ver del cine español del año 2013. En otros tiempos me repasaba toda la cartelera de producción nacional, pero este ha sido de los años en los que menos películas españolas de estreno he visto. Y «La herida» habrá que verla, claro. Como dices, tiene pinta de que la película es «ella», Marian Álvarez, que de momento sólo la conozco por recoger un Goya (las series de televisión en las que salía no las he visto) y por la entrevista que le hicieron en «Alaska&Coronas». Nada, en fin.
    Saludos.

  10. Querido Licantropunk, a mí me pareció durísima pero merece la pena verla. Es Marian ÁLVAREZ pero también cómo deciden contarlo, la decisión de donde colocar la mirada y cómo. Y el resultado es impactante.

    Sí, hay mucho cine español que ver. Muchas apuestas y caminos interesantes. Yo también tendría que haber visto bastante más. De lo que he visto más de una sorpresa me he llevado…

    Besos
    Hildy

  11. Hola, Hildy, buenos días de nuevo; ví hace unos días que habías escrito sobre la peli y como, casualmente, coincidió que la había visto en esa misma fecha, ya tenía pendiente dejarte una nota sobre ella. Vamos al lío… Es difícil no coincidir en la apreciación básica de cuánto pesa la protagonista en una cinta que, prácticamente, ES ella, que hace un trabajo extraordinario. También me llamó la atención el peso de los silencios y me resultó muy revelador sobre lo consistente de la propuesta el hecho de que sus amplios y profundos ‘agujeros de trama’ no la hagan difusa ni confusa, lo cual me hace ver que hay un trabajo de guión de mucho calado (eso sí, sin llegar a la apreciación de Alfredo sobre que la peli no da para más de un corto, sí resulta, probablemente, algo extensa para lo que da de sí su urdimbre dramática).

    Más allá de eso, otros dos apuntes: sobre el tema de los posibles abusos sexuales a los que remitía el comentario de Javier Valverde, es algo que a mí también me pareció apreciar (aunque mi mujer, con quien ví la peli, no lo tenía tan claro, más bien al contrario); yo no los descartaría, desde luego, como posibilidad argumental (eso sí, a nivel explícito no se puede afirmar categóricamente). Y en cuanto al disparate de que una actriz que ha demostrado el nivelazo de Marian Álvarez no haya recibido una sola oferta desde que hizo esta peli, a mí no me sorprende en absoluto. Y a cualquiera que le eche un vistazo a la parrilla televisiva, a la programación de las grandes cadenas generalistas nacionales, le sorprenderá aún menos: está plagada ahora mismo de series de formato potente, y nivel de producción bien ‘costeao’, en las que está currando (salvo casos contados) la práctica totalidad de la profesión interpretativa de este país. Esa que ya no encuentra ocupación en un cine que ya no existe como industria capaz de generar un volumen de producto (y, consiguientemente, de trabajo) que le permita vivir de él. A día de hoy, el cine español, si se entiende como tal un corpus de producción cinematográfica más o menos estable e identificable por determinadas señas de identidad idiosincráticas y artísticas, está hibernado (y me temo que no se muere porque no cuenta con dinero ni para pagar los clavos del ataúd). En fin…

    Un fuerte abrazo y hasta pronto.

  12. Ah, y se me olvidó un tercer apunte, sobre un aspecto que me había despertado mucho interés, y que no quería dejar pasar. No he leído ni oído una sola mención en relación con esta peli (y no digo que no las haya, seguramente las habrá, pero yo no las he encontrado), a La pianista, de Haneke, basada en la novela homónima de Elfriede Jelinek. Hay fuertes concomitancias entre los personajes de las protagonistas de ambas pelis, algunas, además, muy explícitas, así como en el tono del relato (aunque también diferencias apreciables, desde luego). Y, desde luego, nada le tiene que envidiar el trabajo de Marian Álvarez al (también majestuoso, como de costumbre) de Isabelle Huppert en esta peli. Que conste.

    Abrazos.

  13. Querido Manuel: sí, qué difícil es el empleo del silencio en el cine o en el teatro pero que efectivo es y cuánto puede transmitir cuando está bien situado.

    Otra de las cualidades de esta película, es como explicas, que está muy trabajada su estructura,lo que quiere contar y cómo quiere contarlo. Y no hace sino enriquecer la trama y sus posibilidades esos puntos que tan solo se dejan entrever… porque además los espectadores tenemos una única mirada, la única que se nos facilita, la de la protagonista…

    Sí, a mí me llamó la atención que una actriz como Marián Álvarez con esta interpretación no encuentre ofertas como el año pasado dijo también Candela Peña que llevaba años sin que nadie la ofreciese nada. Efectivamente esto pinta una radiografía triste de la situación de la industria cinematográfica que no puede construirse bajo pilares fuertes… y que deja por tanto espíritus creativos y muy buena materia prima (guionistas, actores, directores, decoradores, directores de fotografía…) sin posibilidad de continuidad, sin posibilidad de cimentarse una carrera con sus aciertos y sus fracasos. Así surgen muchas operas primas que muestran que sí hay un camino que seguir… pero la imposibilidad de levantar una segunda o tercera obra deja una calle sin salida. Y es una triste pérdida… aunque muchos sigan y sigan sin perder las ganas de continuar…, sin tirar la toalla. Y otros no tienen más remedio que tirarla, no porque no quieran seguir luchando, sino porque tienen que seguir viviendo…

    Y por último, me ha resultado muy interesante tu relación de La Herida con La pianista de Haneke. Ni se me había pasado por la cabeza pero ahora que lo has escrito, me ha hecho pensar.

    Besos
    Hildy

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