El caftán azul, una película que capta la intimidad y complicidad de una bonita relación a tres bandas.

Hay películas que muestran una sensibilidad especial a la hora de contar una historia. Y así ocurre con El caftán azul. Una relación a tres bandas contada con detalles, matices, miradas y silencios. Con un ritmo sereno. Es difícil conseguir la sensación de complicidad; es decir, ser testigos de una relación íntima. Y eso es lo que ocurre con el matrimonio formado por Halim (Saleh Bakri) y Mina (Lubna Azabal). Por circunstancias de la vida, la pareja tiene que dejar entrar en esa complicidad a un joven, Youssef (Ayoub Missioui).

Halim y Mina llevan un taller artesanal de costura de caftanes en la medina de Salé. Halim es el sastre, Mina administra el local, atiende a los clientes y es una eficaz ayudante. Cuando les conocemos, sabemos que les cuesta sacar el negocio adelante, que Mina no se encuentra bien y que para sacar los pedidos pendientes necesitan contratar a un joven aprendiz.

Poco a poco vamos descubriendo que Halim es todo un artista de la costura. Un sabio de las telas y las puntadas. Cada una de las prendas las realiza con un gran amor y cuidado. Respeta absolutamente su profesión. En el momento en el que le conocemos está llevando a cabo para una clienta un caftán azul y está siendo una de sus piezas más elaboradas. Es un hombre silencioso, respetuoso y bueno, con la mirada lo dice todo. Mina es una mujer luminosa, con carácter y fuerza, con don de gentes.

Como dice Halim en un momento de la película, Mina es la roca de la relación. Con su vitalidad, sacan todo adelante, pero ahora está enferma. Mina ama Halim, Halim ama a Mina. Los dos tienen una complicidad preciosa, saben reírse juntos, mantienen un equilibrio precioso y un secreto. Halim reprime su sexualidad. Ahora en esa complicidad perfecta que han construido durante años entra Youssef… y la vida les obliga a restablecer las líneas de un nuevo equilibrio.

Y ese camino será lo que conforme la línea argumental de El caftán azul. Cómo se van estableciendo los nuevos lazos con la entrada de Youssef. Y se construye una historia delicada, de puntadas perfectas, con hilo dorado, como ese caftán que va elaborando poco a poco Halim. Maryam Touzani, una realizadora marroquí, construye una sólida historia de amor en su segundo largometraje de ficción. El primero fue Adam. En los dos ha coescrito el guion junto a su pareja Nabil Ayouch. En los dos su actriz principal es Lubna Azabal. Y en los dos se va construyendo una relación a tres bandas. En la primera entre dos mujeres y una niña, en la segunda entre dos hombres y una mujer.

Maryam Touzani cuida la ambientación. Su historia de amor transcurre entre las calles de la medina, pero sobre todo en el hogar de Halim y Mina y en el taller. El espectador visita con los personajes otros lugares de la medina como la cafetería y el hammam. Lo hermoso de esta relación a tres bandas es que los personajes construyen en su intimidad una fortaleza donde vivir en libertad y huir de la represión.

Maryam Touzani crea una película luminosa, donde en esa intimidad especial, fuerte y libre, deja espacio para la sensualidad, el amor y el humor. Los tres personajes aprenden los unos de los otros y van tejiendo una relación de cimientos duraderos. El caftán azul es un canto sobre el amor y la muerte, pero también, sobre todo, de la importancia de las relaciones que construyen y benefician a las personas. Mina le dice a Halim que no tenga miedo a amar y ella también da una lección de cómo una vida se va apagando sin cuentas pendientes. Mina y Halim se han amado siempre, ante todo son buenos amigos con una complicidad incondicional y se respetan profundamente… a pesar del secreto que ha planeado siempre en su matrimonio.

No faltan los detalles a la hora de contar su historia. No es solo captar el tacto de cada una de las telas, el contraste de los colores, la importancia de los sonidos en la medina, las músicas que se mezclan, los sabores de las comidas, el jugo y el color de las mandarinas, la música, el agua en las pieles, el significado de las cicatrices visibles e invisibles, el juego de miradas de Youssef, Halim y Mina…, sino también los silencios, los juegos de miradas, lo que tocan las manos, lo que expresan los rostros…, lo que esconden las lágrimas o las risas.

El caftán azul es una narración serena, bella. La sensualidad y la belleza está presente en cada secuencia. Los silencios hablan. La delicadeza de sus puntadas va completando un caftán que se hace desde el amor y el respeto más absoluto. La cámara de Maryam Touzani ama a los tres personajes principales que, a pesar de la represión y la muerte, crean mecanismos para danzar libres. Y reír.

Una secuencia resume esa intimidad tan difícil de captar. Mina asomada en la ventana. Desde la calle, un hombre en la puerta de su tienda tiene un radiocassette con la música a tope. Una vecina se queja por el volumen. Mina sonríe y se pone a bailar al ritmo de la música, recibiendo la mirada de reproche de la mujer que se ha quejado. Mina sonríe y se ilumina. Baila feliz. Mira hacia el interior de la casa y están Halim y Youssef. Invita primero a Halim a que se una al baile y los dos danzan sonrientes bajo la mirada de Youssef. Un rato después Mina invita también al joven. Y los tres felices y sonrientes bailan al lado de la ventana. Libres, felices, cómplices y con mucho cariño entre ellos.

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