Joyas del cine clásico latinoamericano (VI). El chacal de Nahueltoro (1969) de Miguel Littín

El chacal de Nahueltoro no deja indiferente a un espectador que le acompaña en su historia.

El chacal de Nahueltoro. Los tobillos de un hombre con unos grilletes. De calzado, unas sandalias. Todos los periodistas que le rodean llevan zapatos. Mientras se filman sus pies encadenados, se oye cómo pide el posible indulto. Y el espectador siente que ese hombre ya está condenado.

Ya desde los créditos de la película de Miguel Littín se informa de que los hechos contados se basan en informaciones de prensa de la época, en entrevistas realizadas por los periodistas, expedientes, actas y documentos del proceso de Jorge del Carmen Valenzuela Torres. La película se divide en distintas partes que van contando el errar del personaje principal desde la infancia hasta que es condenado a pena de muerte. Así ante nuestros ojos, como si de un documental se tratara, pasa la infancia, el andar, la regeneración y muerte de Jorge, el chacal de Nahueltoro.

Miguel Littín arranca su historia una vez ha sido detenido y cómo es condenado por la multitud que le rodea. Ese hombre está siendo conducido al lugar de los hechos para reconstruir la muerte de las víctimas. A partir de ese momento la voz del propio asesino va contando su historia desde la infancia, con insertos también de una voz objetiva que lee documentos oficiales. El chacal describe los hechos tal y como declaró para el juicio o en las diferentes entrevistas a la prensa.

El largometraje tiene una fuerza narrativa que atrapa, pues Miguel Littín retrata con toda su crudeza los asesinatos que cometió el chacal el 20 de agosto de 1960 bajo los efectos del alcohol: mató con violencia a una mujer, Rosa, y a sus cinco hijos, uno de ellos un bebé. Pero antes conocemos el deambular de Jorge desde que huyera de su casa a los siete años. Una vida de miseria y soledad, sin referentes ni educación y con la humillación continua en cada paso o nuevo destino. Rosa, viuda y expulsada de su hogar por el patrón, no le va a la zaga en vida dura. El apodo de chacal se le puso por el salvajismo de sus actos, pues llegó a pisotear al bebé hasta morir. Tanto el chacal como Rosa y sus hijos están condenados de antemano por sus circunstancias sociales.

El mérito de Littin es que transforma la mirada del espectador sobre la figura del chacal. Por supuesto, no minimiza ni trata de eludir los hechos cometidos, pero sí trata de entender en qué contexto se dio el asesinato y las circunstancias de la persona que se comportó como una bestia salvaje.

Una de las cosas más emocionantes de El chacal de Nahueltoro es todo el metraje en el que cuenta la regeneración y redención del personaje principal. Cuando Jorge comienza a socializar con otros presos, a tener sus momentos de distracción y ocio (el fútbol), empieza a formarse (le enseñan a leer y escribir), aprende distintos oficios manuales como realizar cestos o guitarras, se siente tratado, pese al encierro, con dignidad y se aferra a una esperanza a través de la religión (a él le sirve)…, de pronto, tiene una transformación física impresionante. Y el hombre humillado, la bestia, va siendo consciente de sí mismo y cuida su apariencia y su espíritu.

Es entonces cuando carece de sentido, una vez rehabilitado, el cumplimiento final de su condena. Esa pena de muerte que le llega en un momento en que es un hombre que tiene un compromiso con la sociedad y es totalmente consciente del mal que hizo. Y es cuando se pone en evidencia que los periodista no hacen nada por revocar el destino del chacal, por hacer entender su proceso; que el juez solo está ahí para cumplir a rajatabla la ley, sin dar su brazo torcer a matices y detalles; y el cura de prisión no va más allá en su acompañamiento al chacal. Es tal el sinsentido del acto final que cuando Jorge pide ser fusilado sin venda en los ojos, le piden que por favor se ponga esa venda para que los que le van a disparar no tengan que ver su rostro.

Miguel Littín fue uno de los rostros del Nuevo Cine Chileno a finales de los años sesenta, movimiento auspiciado, entre otras instituciones, por el departamento de Cine experimental de la Universidad de Chile. Como en otras cinematografías de Latinoamérica, y en unos tiempos de cambio y revoluciones varias en el mundo, en Chile apostaron por un cine alejado de los designios de Hollywood y más apegado a la realidad social.

Un cine imperfecto pero capaz de remover, de impactar. Los realizadores suplieron la falta de medios con el uso certero e innovador del lenguaje cinematográfico y la experimentación con el montaje o el sonido. Littín tuvo que exiliarse durante la dictadura, pero nunca dejó de hacer cine y de tratar de reflejar lo que estaba pasando en su país. Sus peripecias fueron carne de literatura en manos de Gabriel García Márquez, los dos fueron grandes amigos, que contó su odisea en La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile (1986). Aún hoy con sus 80 años sigue implicado en el mundo del cine en Chile.

El chacal de Nahueltoro es una de las películas representativas del Nuevo Cine Chileno, de donde surgieron cineastas como Raúl Ruiz o Patricio Guzmán. A pesar de esa aparente forma documental de construir la historia del chacal es impresionante cómo uno se emociona y acompaña al protagonista hasta el final. Y pese al horror del acto cometido, uno siente la inutilidad de esa pena de muerte para Jorge y vislumbra cuál puede ser la senda para que los hombres no se conviertan en chacales.

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10 comentarios en “Joyas del cine clásico latinoamericano (VI). El chacal de Nahueltoro (1969) de Miguel Littín

  1. Hola Hildy
    Duro tema amplíamente tratado en el cine (hace poco vi «Thunderbolt» en YouTube que, siendo de 1929, seguramente sea la primera peli sonora en la que aparece «One Way Street»).
    No he visto -creo- este «Chacal de Nahueltoro» pero siempre he tenido la impresión, seguramente falsa, de que los premios a Littín eran, un poco, los premios al Chile que no dejaron llegar a ser.
    Un saludo, Manuel.

  2. Hola, Manuel
    Merece la pena ver o revisitar de nuevo El chacal de Nahueltoro. Es una buena película de Miguel Littín, que es uno de esos cineastas que tienen además, nunca mejor dicho, una vida de película o libro.
    Precisamente muchos de los cineastas del Nuevo Cine Chileno dejaron reflejado en su cine ese Chile que no llegó a ser y ese Chile quebrado.
    Es además de esas películas que tienen como temática la pena de muerte, temática que ha dejado largos escalofriantes.
    Por cierto, no he visto Thunderbolt de 1929. Apuntada queda.

    Beso
    Hildy

  3. Frannnnn, efectivamente ahí se ofrece la oportunidad de no perderse esta buena película. ¡Merece mucha la pena!

    Feliz fin de semana
    Beso
    Hildy

  4. La vi hace bastante tiempo. De hecho, la tengo grabada en mi colección. Recuerdo vagamente algunas escenas, y sé que es una película muy dura; debería volver a verla de nuevo. De Miguel Littín tengo pendientes un par de películas: «Actas de Marusia» y «Alsino y el condor».
    Abrazos!

  5. Querido Ethan, sí, es dura, pero llega, te toca, te deja pensando. Me apetece mucho seguir indagando en Littín, apunto también los títulos que aportas. De su generación adoro a Patricio Guzmán, también en activo. Cómo activo sigue el cine chileno, que hay películas últimamente que me han fascinado.
    Beso
    Hildy

  6. Otra que me falta, mi querida Hildy, aunque de Littín, y en particular Patricio Guzmán, sí he visto bastantes cosas.

    Esta me parece de lo más atrayente, así que queda añadida a mi enorme lista (de 20 páginas) de títulos imprescindibles por ver.

    Besos

  7. Madre mía, mi querido Alfredo, cuántas películas nos quedan por ver. Y qué maravilla por otra parte. Creo que esta de Littín te va a interesar bastante. Ya me contarás cuando la veas. Sí, Patricio Guzmán a mí me entusiasman sus documentales.

    Beso enorme
    Hildy

  8. Querida Hildy,yo soy chileno pero tú no me has visto referirme nunca a a alguna película de mi país( encuentro que hay muchos condicionantes para ser objetivo en una página extranjera)pero tratándose de clásicos,debo decirte que si bien EL CHACAL DE NAHUELTORO impacta en su manejo de los temas de la marginalidad y la pena de muerte,para mí la mejor película del Nuevo Cine Chileno es VALPARAISO MI AMOR del médico y cineasta Aldo Francia,hecha el mimo año que la cinta de Littin,y que es un claro ejemplo de como el buen uso del lenguaje cinematográfico supera la falta de recursos.Me gustaría que la vieras o la volvieras a ver si es el caso,para que la comentes y conversemos
    Besos,IVÁN

  9. Querido Víctor, no he visto «Valparaíso, mi amor», pero sí había leído de ella. ¡Recomendada por ti además, tengo que hacer lo posible por verla! Además toca un tema que me interesa muchísimo: la infancia. Mil gracias como siempre por tus recomendaciones. A ver si consigo verla.

    Beso
    Hildy

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