Otra ronda (Druk, 2020) de Thomas Vinterberg

No es sencilla ni fácil la lectura de Otra ronda, pues se construye a partir de contradicciones. Cuando ves la explosión final de Martin (Mads Mikkelsen) en una danza vital, bajo la letra What a life del grupo danés Scarlet Pleasure, una canción que canta a la algarabía de ser joven, de vivir el presente, a esa sensación de comerse el mundo y de no tener planes de futuro ni querer preocupaciones, de no pensar más allá de disfrutar de la vida y de determinados momentos. A esa sensación de vitalidad, sin miedo; a esos deseos de celebración eternos. A esas ganas de vivir la vida como una borrachera perpetua, entonces quizá solo quizá se puede entender la premisa de la que parte la experiencia en la que se embarcan cuatro profesores daneses.

Thomas Vinterberg realiza un largometraje lleno de nervio y vida, pero también de tristeza y frustración. El tono arranca en clave de comedia, transcurre en tiempo de tragedia y finaliza en un chute de vitalidad. A decir verdad, Otra ronda no es una película redonda ni equilibrada, pero también es cierto que la historia termina fluyendo pese a los baches (planteamiento de algunos personajes y tramas). Es de esas obras con alma, que se permiten las imperfecciones, porque así somos los seres humanos, llenos de contradicciones, de dudas, de comportamientos incomprensibles… Thomas Vinterberg se mete de lleno en la sociedad danesa, que vive en un aparente estable estado de bienestar, pero, sin embargo, sus protagonistas son devorados por la insatisfacción y la apatía en la que se van hundiendo sus existencias. Sus sueños de juventud han sido devorados con el día a día y las responsabilidades cotidianas. Sus propósitos no se han cumplido, y el futuro asoma gris. Sus vidas nada tienen que ver con la belleza exaltada que entona el himno danés, leitmotiv del largometraje, cuya letra se convierte en una triste ironía.

Los cuatro profesores, Martin, Tommy (Thomas Bo Larsen), Nikolaj (Magnus Millang) y Peter (Lars Ranthe), afrontan de diversas maneras su crisis existencial, provocada entre otras cosas por ese tobogán de la edad adulta con horizonte incierto. Con apatía y desencanto, con depresión continúa, con introspección, con insatisfacción, con aburrimiento, hastío y cierto conformismo.

De pronto los cuatro, que también están unidos por la amistad, encuentran un revulsivo a sus vidas durante una cena en que celebran el cumpleaños de Nikolaj, su entrada a los 40. Todo empieza en tono de broma. Con la disculpa de probar una teoría y realizar así un estudio científico, llevan a la práctica la teoría del psiquiatra Finn Skårderud que defiende que el ser humano nace con un déficit de alcohol en sangre del 0’05 por ciento. Es decir, deciden beber durante el día para mantener una tasa de alcohol constante en sangre y analizar los efectos que tiene en su vida laboral y personal.

Pero con la deriva de ese experimento, y perdiendo las riendas y el norte, los cuatro profesores destapan la caja de Pandora, y el elixir de Dioniso dispara la catarsis, que hará que el rumbo y destino de cada uno derive de un modo u otro. De alguna manera la ingesta de alcohol provoca un estado en los profesores que les hace virar, revivir. Pero ese volver a vivir les hace darse cuenta de muchas cosas, y para unos supone la caída definitiva y para otros dar con la salida a la insatisfacción perpetua.

Thomas Vinterberg, desde sus tiempos del Dogma 95 y su Celebración, ha ido construyendo una filmografía que nunca busca ni plantea cuestiones fáciles. Sus películas no suelen dejar indiferentes, remueven. En Otra ronda es capaz de realizar un complejo análisis sobre el alcoholismo o sobre una cuestión que es el centro de esta dependencia: por qué muchas sociedades, no solo la danesa, giran alrededor del alcohol. Qué provoca el alcohol en las personas. ¿Realmente despierta un impulso dormido? Por qué se bebe. Cuándo se nos va de las manos. Por qué está tan presente el alcohol en todos los estamentos sociales… El director plantea una historia determinada y no aporta respuestas fáciles. Los cuatro profesores necesitaban un momento límite de catarsis para desencallar sus vidas. Buscaban esa borrachera perpetúa que se siente en la juventud, que permite comerse el mundo… Pero el elixir que se lo permite tiene una trampa: y es perder la deriva definitivamente, no encontrar el rumbo.

Pese esa complejidad, Thomas Vinterberg logra una película vital, Otra ronda la realizó en un momento difícil. Al final de la película surge una dedicatoria enorme: “A Ida”. Ida es su hija de 19 años, que falleció en un accidente de tráfico, al poco de hundirse en la vorágine del rodaje. Precisamente ella y sus compañeros de instituto estaban muy implicados en este largometraje. Tras su muerte, Vinterberg siguió adelante, pensó que era lo que su hija habría querido y lo que es cierto es que finalmente de un camino tortuoso y tragicómico con el alcohol como protagonista, nace una película contradictoriamente vitalista.

El director, con su guionista de cabecera, últimamente Tobias Lindholm, toman también como guía al filósofo danés Søren Kierkegaard, que no solo abre la película con una cita (“¿Qué es la juventud? Un sueño. ¿Qué es el amor? El contenido del sueño”), sino que durante un examen de un alumno escuchamos su teoría sobre el concepto de angustia y la aceptación del fracaso. De esta manera ofrece otra manera de inmiscuirse en los fotogramas de este largometraje.

Así que Otra ronda no ofrece lectura fácil, incluso es confusa y algunos críticos y espectadores la han visto moralista y conservadora, pero lo que es cierto es que los fotogramas terminan meciendo en un baile, en un salto final, que parece decir que lo que nos queda es esta vida, llena de momentos bellos y otros complejos, y que no merece la pena adormecerse, sino vivirla, sean cuales sean las consecuencias.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

20 comentarios en “Otra ronda (Druk, 2020) de Thomas Vinterberg

  1. Como muy bien empiezas diciendo es una película contradictoria, de idas y vueltas. A mí me fue interesando cada vez menos según transcurrían los minutos. A lo mejor ser profe me afecta, porque me cuesta más la necesaria suspensión de la credulidad, y es que todo lo que sucede en aulas es totalmente ridículo, irreal e improbable. Si te presentas ante los alumnos hediendo a alcohol y más pedo que Alfredo ya te digo que lo último que consigues es nada parecido a la atención y el respeto, que los chavales no son gilipollas y a su manera exigen integridad. Pero bueno, esto es ficción y soy consciente de que hay que deformar la realidad.

    Lo que hizo, creo, que al final no me gustara, son dos cosas: la primera, que es una película discursiva y «con mensaje» pero, sin embargo, ese mensaje va variando a lo largo del metraje como tú bien explicas. Es incoherente consigo misma. Si no quieres dar lecciones y prefieres que el espectador escoja su punto de vista muéstrale una escala de grises, a personas siendo humanas, no un compendio de enseñanzas morales y moralejas visuales consecutivas.

    En segundo lugar, me ha parecido una película muy pobre cinematográficamente. Sin atractivo visual ni buenas ideas de puesta en escena. Es como un telefilm venido a más gracias a un buen elenco. Lo mismo sentí en su momento que le pasaba a la muy aclamada La caza, mejor que esta para mí pero igualmente plana desde el punto de vista fílmico.

    Aparte de todo esto, no sabía lo de su hija cuando vi la peli -lo leí después en una entrevista- y debo decir que se me encogió el alma. Cómo se puede seguir rodando después de eso. Pobre hombre.

    Un beso fuerte Hildy, como siempre un gusto leerte.

  2. Me falta, mi querida Hildy, pero está apuntada para cuando toque (a medio o largo plazo). La filmografía de Vinterberg está llena de altibajos, pero ciertamente, lo que interesa, interesa mucho. Por otro lado, el planteamieto y el tema me parecen algo ya un poco trillado (eso del vacío existencial a cubrir con el exceso), de ahí que no le dé prioridad.

    Eso sí, desmiento totalmente lo de ir «más pedo que Alfredo». A la vista está que hay algunas horas del día en que esto no es aplicable.

    Besos

  3. Tengo muchas ganas de verla, Hildy, la llevo esperando tiempo con este trajín que se trae nuestro tiempo de nunca saber cuándo algo llegará a las salas. Vinterberg me gusta, no suele decepcionarme con sus logros y a pesar de sus no tan aciertos a veces…

    Y seguro que saldré bailando del cine, jeje, me conozco.

    Un besote!

  4. Querido Manuel, me resultaba interesante saber si te parece que en el tratamiento de los personajes y de la historia ves en algo a Søren Kierkegaard. Si se podría explicar algo de su filosofía a través del película.
    Por otra parte, sí que aprecio un cierto estilo cinematográfico a la hora de rodar de Thomas Vinterberg, y que viene de algunos de los postulados del Dogma. Efectivamente, no es un innovador, pero sí que creo que sabe acercarse a sus personajes. Es bueno rodando reuniones, banquetes, intimidad entre sus actores… El baile y continuo movimiento de la cámara genera sensaciones y emociones, aquí desequilibrio, borrachera etílica y de vida… Sabe aproximarse a los actores. No sé, no siento la sensación de estar ante un telefilm.
    Me ha resultado interesante lo que comentas que no se te hace creíble cuando acuden a sus clases con alcohol en las venas ni la reacción de sus alumnos. En el caso de Martin, sí que me parece que de pronto los alumnos sienten un cambio del profesor apático, depresivo y sin ganas del principio, y, de repente, un exaltado Martin con ganas de nuevo de enseñar. Quizá sí faltaba una secuencia de los alumnos conscientes de que se le ha ido totalmente la olla.
    Me encantaría, cambiando de tema saber tu opinión sobre la serie de Merlí con la filosofía de fondo tanto en el instituto como ahora en la universidad. Yo la verdad los capítulos que he visto la he disfrutado. Ya me dirás.

    Un beso
    Hildy

  5. Jajajaja, me parto de risa.
    Ya me contarás en estos altibajos de Vinterberg dónde sitúas «Otra ronda». A mí me ha interesado, la verdad, incluso con sus irregularidades.
    ¡Brindis con una copichuela de champán, mi querido Alfredo!

    Beso
    Hildy

  6. Pero querida, querida Marga, cuánta alegría leerte. Y cómo me encanta saber de ti.
    Yo también llevaba tiempo detrás de ella.
    Te apetece acompañar a Mads Mikkelsen en su baile… Y es que este actor le llevo siguiendo desde sus películas con Susanne Bier.
    Me recuerda en su rostro a Jack Palance.
    Los cuatros actores de Otra ronda están magníficos

    Beso
    Hildy

  7. Es cierto que no es una película de lectura fácil, sin embargo me ha gustado tu manera de analizarla y ese momento del examen que comentas, cuando citando a Kierkegaard se habla de la aceptación del fracaso propio y la forma en que esto afecta a nuestra comprensión de los demás y sus propias debilidades. Quizás está bien que la película no sea redonda ni perfecta, porque también así son nuestras propias vidas, llenas de problemas, fracasos, contradicciones, sueños no realizados, pequeñas frustraciones, accidentes, y de vez en cuando también buenos momentos, a veces incluso eufóricos como ese baile final de Mads Mikkelsen, que nos trasmite una actitud vitalista propia de la juventud y quizás no tan habitual en la edad madura.
    Por otro lado yo diría que estar todo el día bebido como parece ser que hacía Hemingway no sea la actitud más sensata para afrontar otras actividades humanas; quizás sirva a un escritor para sumergirse en un determinado estado mental y ser creativo pero ¿qué sucedería con un cirujano o un conductor de autobús o un tenista?
    También es algo maniquea la escena en que compara a Hitler con otros dirigentes. En cuanto a las escenas en que se ve a importantes políticos con evidentes síntomas de embriaguez, estas escenas y ver que ellos también se emborrachan como cualquier otro mortal ¿los humaniza, o nos hace pensar y temer las posibles resoluciones y arbitrariedades qué decidan desde su poder absoluto este tipo de personas?
    Es un tema difícil de analizar, porque la mayoría de las personas bebemos. Y conocemos esa sensación de placer y euforia que puede producir. También hay que tener en cuenta la resaca. Quizás sea cuestión de beber en el momento oportuno y en la medida justa. Aunque esto suena aburrido, ¿no?

    Un beso.

  8. Querido Luis, cuántos matices tocas y cuántas preguntas planteas. Efectivamente la película, creo, no tiene una lectura fácil. Sí, ese baile final de Mikkelsen con esa canción de fondo transmite como dices «una actitud vitalista propia de la juventud y quizás no tan habitual en la edad madura». Estar eufórico y sin preocupaciones, con toda la vida por delante, disfrutando a tope, recuerda mucho «a esas ganas de vivir la vida como una borrachera perpetua».

    Es interesante lo que viven esos cuatro profesores con la excusa del experimento. Necesitaban euforia, una catarsis para despertar del hastío y la depresión de las responsabilidades de la vida cotidiana. Para huir del desencanto y el fracaso… El elixir, el alcohol, destapa la caja de Pandora, es la excusa. Pero también provoca que todo se desboque o salte por los aires. Unos saben parar el carro y otros, no. Unos quedan más tocados que otros. Definitivamente, es difícil leer la película porque se construye a base de demasiadas contradicciones, como la vida misma.

    Otra cosa interesante que apunta la película es la presencia del alcohol en la vida cotidiana y en todas partes. Y siempre ha sido así, solo hay que echar un vistazo a la mitología con la presencia de Baco o Dioniso. O su presencia en las religiones, por ejemplo, las bodas de Caná y la conversión del agua en vino. En todo momento, y en todas las edades. Fiestas, reuniones, celebraciones y su acceso fácil a él en tiendas, supermercados, restaurantes, bodegas.

    Beso
    Hildy

  9. Hola Hildy. Sobre el libro que comentabas de Truffaut, «Las películas de mi vida», ¿la edición de Cult books es buena o tiene erratas? La anterior, de otra editorial, según leo no se puede leer por sus erratas. El otro día vi «La bella de Moscú (o medias de seda, su título original, mejor) y no me gustó mucho, quizá su mensaje propagandístico de brocha gorda le resta valor. No dejes de cuidarte ni de escribir.

  10. Hola Hildy. Sobre el libro que comentabas de Truffaut, «Las películas de mi vida», ¿la edición de Cult books es buena o tiene erratas? La anterior, de otra editorial, según leo no se puede leer por sus erratas. El otro día vi «La bella de Moscú (o medias de seda, su título original, mejor) y no me gustó mucho, quizá su mensaje propagandístico de brocha gorda le resta valor. No dejes de cuidarte ni de escribir.

  11. Querido Antonio, es una lástima, pero la edición de Cult Books también tiene bastantes erratas, pero sí se puede leer. Y es una pena porque el libro se merece una edición cuidada. ¡Es tan interesante y nos dice tanto de Truffaut! Tiene tantas revelaciones sobre la crítica cinematográfica.
    Yo soy una fan total de Ninotchka, y a su remake «La bella de Moscú» le tengo cariño, sobre todo por ciertos números musicales que me gustan mucho. Además de que me gusta mucho Rouben Mamoulian. Lo que pasa que Ninotchka es tan maravillosa que «La bella» se queda en un tanto en la sombra. En la de Lubitsch no es tan claro el mensaje propagandístico, recibe crítica tanto el capitalismo como el sistema comunista en Rusia, y lo que deja ver el director es no olvidar la alegría de vivir y convivir. Tal vez, pero no la tengo tan reciente, en la de Mamoulian está más enmarcada en los años cincuenta, la guerra fría y los coletazos de las listas negras.

    Beso
    Hildy

  12. Querida Hildy,

    ¡Cuántos deberes me pones!

    Eso me pasa por bocachancla… 😉

    Lo primero, sobre el estilo de la película. Tienes razón en que Vinterberg trabaja bien las relaciones personales y sigue manteniendo esos tics «dogmáticos» de la cámara nerviosa en mano. Supongo que el que en mí haya dejado ese poso en la memoria -vi la peli hace tiempo- de «falta de estilo» se debe a que es una forma de narrar que se ha extendido tanto que a mis ojos ha terminado por ser invisible. Vamos, que en la telenovela turca esa de antena 3, cuando me la encuentro por las noches, casi siempre lo que veo es una cámara nerviosa desenfocando el fondo. Pero luego he caído en que uno de mis mayores shocks cinematográficos, y quizá el que me convirtió en algo más que consumidor de cine, fue ver Rompiendo las Olas, de Lars von Trier, prototipo de este estilo, que me dejó muy anonadado -no solo por el lenguaje visual- y me hizo caer en la cuenta de que hay otras formas de representar… En fin, ahora esa forma de representar se ha convertido un poco en el estándar. Es el tiempo que pasa, y nos pasa por encima con sus cosas.

    Sobre Kierkegaard… Es un filósofo fecundísimo, que dijo mil cosas dichas sobre cientos de temas. De hecho sabes que casi cada libro lo publicó con un heterónimo distinto, precisamente para que nadie entendiera su pensamiento como un sistema cerrado y coherente. Por eso, y por lo extenso de su obra, hay mil frases suyas que valen para cualquier circunstancias. Vamos, que a veces a final de curso yo mismo he regalado a los alumnos un marcapáginas con una frase de Kierkegaard, que me encanta y que dice algo así como «La vida se vive hacia delante, pero se comprende hacia atrás» Desde luego que si tuviera que hablar de él en clase (que apenas se le menciona en el temario oficial, precisamente porque «no hay por donde agarrarlo») usaría muchas otras pelis antes. Por ejemplo la misma Rompiendo las olas (porque Ordet, de la que es remake, lo mismo se le hace durilla a la chavalería) o mismamente la Pasión de Juana de Arco del mismo Dreyer, por no irnos de Dinamarca. Y si no, les pondría algún gag de aquellos de Faemino y Cansado que terminaban diciendo «¡Qué va, qué va, qué va, yo leo a Kierkegaard!» que también dicen mucho de la naturaleza humana.

    Sobre Merlí, me pasa algo curioso (me da cosa hablar en tu casa de mí mismo, pero ya que preguntas…) y es que, a pesar de mi afición a la ficción, me resulta insoportable ver ficcionadas cosas familiares para mí. Incluso ver noticias -que tanto tienen de invento- sobre mi entorno, mi ciudad o mi trabajo, me pone nervioso. Así que nunca he visto Merlí ni ganas que tengo, aunque tengo muy buenas referencias y los alumnos me lo nombran mucho y me dicen que a veces les recuerdo a él. Son rarezas mías, querida Hildy, quiéreme como soy…

    Un beso muy fuerte

  13. Jajajaja, cómo soy. Pero me ha encantado que hayas hecho los deberes. Y te leo con deleite.
    Siempre me ha interesado la filosofía, pero, vamos, que tengo mucho camino que recorrer, mucho que aprender y ya no te digo lo que me falta por leer. Ya te digo que soy una analfabeta filosófica con interés de ir pillando y entendiendo. Así que encantadísima de todo lo que me cuentas sobre Kierkegaard y las películas que pondrías para afrontarlo.

    Ay, a mí Merlí me alegra por un motivo: hacer amena una serie sobre filosofía y que quizá así haya personas desde edades tempranas que se planteen el acercarse a dicha asignatura. Creo que explica muy bien cuál es la aplicación de la filosofía en la vida cotidiana, en el día a día. Yo tengo la suerte de que el cine me ha permitido acercarme un poco más. Hace bastantes años me compré un libro que ordenó mis ideas y me permitió ver claramente las posibilidades de unir cine y filosofía, se titulaba «Lo que Socrates diría a Woody Allen». Pero lo que te digo soy analfabeta filosófica y disfruto aprendiendo.

    ¡Qué sería la vida sin las rarezas de cada uno! Y efectivamente, así hay que querernos.

    Beso
    Hildy

  14. Gracias por el aviso. He visto que está en francés en amazon (detesto comprar ahí, pero una vez….) a buen precio. Aunque mi francés no es gran cosa, yo soy más bien de inglés, para leer libros de cine y de historia y novelas recientes, me da. De acuerdo sobre «La bella de Moscú», efectivamente está rodada en lo peor de la guerra fría, y Astaire, qué quieres que te diga, ya está un poco talludito, de hecho apenas baila. Ninotchka es punto y aparte, amo a la Garbo…y a Lubistch..cuídate.

  15. Hola Hildy
    No he visto esta peli, pero si recuerdo alguna borrachera y entre las muchas clases que podrían distinguirse propongo: las que recuerdas con una sonrisa y las que recuerdas su resaca con el estomago revuelto. Véase la diferencia entre Druk 2020 y A Esmorga ¿2014?
    Confieso que tengo un poco de manía a cierto movimiento y sólo puedo decir «Cuando Dogma despertó, Cassavetes ya había estado allí».
    Un saludo, Manuel.

  16. Pues que acertado has estado con las similitudes estilísticas, querido Manuel, entre el Dogma y Cassavetes. Qué lectura más interesante. ¿Qué diálogo saldría entre el realizador independiente americano y los directores daneses del Dogma?
    A Esmorga es mucho más oscura y deprimente que Druk, que curiosamente a pesar de los pesares logra tener un punto luminoso. Efectivamente las borracheras de los protagonistas de ambas películas poco tienen que ver.

    Beso
    Hildy

  17. Hola, Hildy:

    He tardado un poco en ver «Otra ronda», pero me ha resultado un visionado bastante interesante. Ciertamente, es una película bastante irregular. Conociendo ahora lo que me cuentas de la muerte de la hija de Vinterberg (dato que desconocía) se entiende que la película tenga esos baches. De hecho, lo raro es que la película se terminara y exista. ¿Como superar algo así? En fin. No obstante, esta obra incide en algunos aspectos que habría que destacar. Por ejemplo, en el hecho de la importancia que tiene en la vida saber romper el encorsetamiento que nos anula, y la necesidad de salirse de la ortodoxia y del protocolo cuando la situación lo requiere. Vivimos en un mundo repleto de convenciones que nos ahogan (he de decir que esto no tiene nada que ver con la política supuestamente «libertaria» e irresponsable que hemos visto que hacen oportunistamente ciertos políticos impresentables en los últimos meses: si en alguna ocasión son necesarias las restricciones en una democracia, es en las crisis sanitarias en las que lo más solidario es autocontrolarnos todos en beneficio del bien público). Y no todas esas convenciones en una vida digamos más «normal» de la que estamos viviendo últimamente están justificadas, así que es necesario discriminar y saber como ironizar y como poner en evidencia la cursileria y la estupidez que subyacen en algunos rituales supuestamente decorosos y serios, para no vernos atados de pies y manos y constreñidos como robots o máquinas sin alma. Esta es la principal lección que yo saco del visionado de «Otra ronda.»

    Besos.

  18. Sí, Deckard, dicen que uno de los dolores más grandes es cuando unos padres pierden a uno de sus hijos. Vinterberg tuvo fuerzas de seguir adelante porque estaba rodeado en el rodaje de amigos y porque su hija se había implicado mucho en el rodaje, así como sus compañeros de institutos, así que pensó que qué mejor homenaje para ella que terminar un proyecto por el que estaba emocionada.
    Me encanta cómo las películas o los libros nos hablan o nos hacen sentir determinadas cosas. Cómo de ellos sacamos ingredientes para la vida o nos permiten leer mejor la realidad, de alguna manera. Así «Otra ronda» también tiene esa lectura que aportas: «La importancia que tiene en la vida saber romper el encorsetamiento que nos anula, y la necesidad de salirse de la ortodoxia y del protocolo cuando la situación lo requiere». Muero de tristeza y también me indigna el uso que algunos políticos hacen de determinadas palabras.

    Beso
    Hildy

  19. La vi el día de mi cumpleaños y es de las escasísimas películas que me ha llamado la atención en los últimos meses en una cartelera que encuentro, en general, anodina e inapetente. Una pena para alguien que no hace mucho iba al cine de estreno una vez por semana.
    Me pareció una película atrevida e interesante, que creo que refleja muy bien un momento en la vida de muchos hombres…Porque me parece que es una historia muy masculina. Si la misma premisa se hubiese dado en un grupo de amigas, la película hubiese sido totalmente diferente.

    No entiendo la crítica de conservadora a la película. Lo comenté con otras personas que la habían visto y tampoco se lo parecía, de hecho, hay momentos de la película que soliviantan ciertas conciencias como el hecho de asistir bebido al trabajo (siendo ellos profesores y estar en contacto con menores) o de dar alcohol a un alumno (aunque en este caso ya sea mayor de edad, porque es repetidor…) para hacerle vencer su bloqueo ante el examen de lo que entiendo que es la selectividad danesa…
    De hecho, el estado de ánimo, su autoestima, su trabajo e incluso su vida amorosa mejoran ostensiblemente, haciéndoles vivir en un estado de brillantez y euforia absoluta. Será esa necesidad tan humana de querer siempre más, y para ello aumentar la dosis de alcohol, lo que provocará los problemas. Da que pensar que el alcohol no sea tanto el problema como la insatisfacción perpetua tan propia de nuestra sociedad actual. Por eso me parece que la ambigüedad de la propuesta, presente incluso en la dionisiaca escena final (de los más exultante que he visto últimamente en la pantalla) la alejan de postulados conservadores o moralistas.
    No será redonda, será irregular, pero es una película en la que te importa lo que les pasa a los personajes (tan bien interpretados), que mantiene el interés, emociona y genera reflexión. Para mí, ya es mucho.
    Lilapop

  20. Querida Lilapop, yo ya he ido dos veces a verla y la segunda me gustó más todavía. Y ese final me envuelve. Como digo es una obra con alma,pese sus imperfecciones.
    Reconozco que Vinterberg es un director que suelo seguir su filmografía y tiene películas que me gustan mucho.
    … Y los cuatro amigos están estupendos, pero siento debilidad por Mikkelsen.

    Beso
    Hildy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.