El último homicidio (Once a thief, 1965) de Ralph Nelson

El último homicidio

Eddie y Kristine, en un espejismo de felicidad.

El último homicidio es la historia de un hombre que fracasa en la vida, pero que hasta el final trata de redimirse. Un hombre joven que ha sido un delincuente, se ha separado de su hermano (un gánster que le ha arrastrado por la mala vida) para no delinquir, ha estado en la cárcel, pero ha intentado reinsertarse en la sociedad, encontrar un trabajo y formar una familia. Un inmigrante italiano que no ha encontrado su sitio, pero que lucha cada día por sus sueños (en forma de barca para surcar los mares y pescar). Cuando está en un momento de máxima felicidad, con su mujer, su hija pequeña, una casa y un trabajo, vuelve a aparecer el pasado que le golpea de manera brutal, y su frágil y “perfecto” mundo se desmorona. Ralph Nelson, uno de los directores de la Generación de la Televisión, vuelve con la historia de una caída, como ya hizo en su primer impresionante largometraje para la pantalla de cine, Réquiem por un campeón.

Nelson se sirve de la crudeza, la violencia y la sensualidad, pero también de un tono de melancolía e impotencia, con gestos y miradas que lo dicen todo, para contar el destino de Eddie Pedak (Alain Delon), un joven que arrastra una vida perra desde Trieste a EEUU. Como era una coproducción con Francia, el personaje principal es el actor francés en plena popularidad, en la cumbre de su belleza física y en su imagen de joven rebelde (sin embargo, en la película hace de italiano). Eddie Pedak se convierte en uno de esos personajes hasta arriba de defectos, pero que luchan por sobrevivir, con vulnerabilidad a cuestas y que están impregnados de una humanidad que duele.

La narración cinematográfica de Nelson atrapa desde el principio: cámara subjetiva que nos va llevando desde un local de los bajos fondos (con un ambiente asfixiante y de continua ambigüedad moral) donde suena música jazz hasta una tienda china donde se desarrolla un violento atraco que termina con la muerte de una mujer. Y la batería de fondo del local no deja de sonar. Solo hemos podido ver el abrigo y el coche del asesino. Y, de pronto, vemos ese abrigo y ese coche en un alegre Eddie Pedak que recoge a su mujer (Ann-Margret) y a su hija pequeña para hacerles partícipes de su sueño: la compra de una barca con la que hacerse a la mar y pescar. Es su último momento de felicidad plena. Las desgracias se van desencadenando sin freno. Su detención por parte de un antiguo inspector de policía (Van Heflin) que siempre está esperando a volver a condenarlo (pues le disparó en un atraco, pero nunca se llegó a probar que fuera él); a pesar de que él clama por su inocencia en este asesinato y que el testigo no le reconoce…, pierde su trabajo; el desmoronamiento del hogar; la imposibilidad de alcanzar su sueño y el regreso de su hermano (Jack Palance) con sus secuaces para que sea partícipe de un último robo a lo grande.

El desmoronamiento del hogar es brutal y hace ver lo peor de Eddie. Cuando se encuentra sin trabajo, sin poder mantener a su mujer y a su hija, encerrado entre cuatro paredes, sin posibilidad de encontrar una salida, surge toda su violencia interior, y lo paga sobre todo con Kristine Pedak, su esposa. No soporta que esta salga a trabajar, que no lleve el anillo de casada, que no esté en el hogar, y cuando se entera de que trabaja en un cabaret, va al local y la saca a golpes. Kristine Pedak es un personaje terriblemente trágico, que descubre la bestia negra que oculta el hombre al que ama (y que surge con fuerza cuando todo se desmorona y trata de sobrevivir, de no morir apaleado), y al que trata ayudar sin saber cómo, con consecuencias nefastas para ambos… Toda esta situación, el no poder volver a la normalidad, precipita que Eddie decida ayudar a su hermano en el último atraco (que en un principio había rechazado).

Como toda película de robos que se precie, hay un elaborado plan y un robo realizado por manos expertas que termina con éxito, pero las relaciones entre los atracadores terminan torciéndolo todo. Su hermano mayor ha sido traicionado por dos de sus violentos secuaces (que a su vez han tratado de perjudicar de todas las maneras posibles a Eddie. Dos inquietantes personalidades con los rostros de John Davis Chandler y Tony Musante). Todo se complica, pero Eddie trata de solucionar el embrollo. Quiere proteger sobre todo a su mujer y a su hija. Para ello solo podrá confiar finalmente en el inspector Vido (Van Heflin) que le ha hecho la vida imposible (pero que se revela como un hombre justo), que también es un paisano de Trieste, para que todo vuelva a enderezarse. Pero el destino, le depara otro brutal final.

Ralph Nelson no solo muestra soluciones formales que dan fuerza a la película, sino que también juega con un material donde los personajes y las relaciones son complejas y llenan de riqueza y matices la película (y de momentos muy incómodos e inquietantes). La relación entre Eddie y Kristine; la de Eddie con su hermano Walter (como siempre con un Jack Palance que no pasa desapercibido en ningún momento), unidos por un fuerte vínculo; la de Eddie con un compañero de celda (que será un cameo del propio guionista de la historia, que adaptaba su propia novela, Zekial Marko) o, por último, la de Eddie con el inspector Vido… La esencia de la película se refleja en dos momentos cruciales de la familia de Eddie: la máxima felicidad en el barco, donde Eddie sueña, y su mujer y su hija participan felices de ese ideal… y entonces la niña juega con los ojos de su padre. Y la terrible secuencia final donde de nuevo están los tres, el sueño se ha desvanecido, todo desgarrado y terminado, y la niña (en una dura escena) vuelve a jugar con los ojos de su padre.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

12 comentarios en “El último homicidio (Once a thief, 1965) de Ralph Nelson

  1. La ví también en mi lejana adolescencia.
    Me acuerdo poco de los detalles argumentales,pero aún tengo grabadas algunas imágenes:las escenas eróticas entre los bellos esposos Alain Delon y Ann Margret,y la sonrisa desdentada de Tony Musante,guardaespaldas de Jack Palance,después que Alain Delon le bota todos los dientes delanteros(muestra de la violencia que campea en la cinta)
    Sobre Tony Musante se puede decir que un par de años después hizo un magnífico papel de matón borracho en la cinta independiente EL INCIDENTE,y protagonizó una serie policial llamada TOMA en los ’70.
    No sé que habrá sido de él después.
    En todo caso la cinta que aludes se llamó en América FUI UN LADRÓN y espero volver a verla algún día.
    Besos,IVÁN

  2. Querido Iván, efectivamente hay mucho erotismo entre Delon y Ann-Margret. Y, sí, la violencia está muy presente en la cinta. Empezando por la violencia de género que sufre el personaje de Ann, que sale a la luz en el derrumbamiento familiar, cuando el frágil equilibrio de Delon se desmorona. Me han tocado e incomodado mucho esas escenas y es tremendamente trágico el personaje de Ann. Y también se te queda grabada, como dices, esa imagen de Tony Musante sin dientes delanteros. Me he apuntado, como no, El incidente, que no he visto.
    Espero, Iván, que vuelvas a ver la película y que me cuentes qué te parece al visionarla de nuevo.

    Beso
    Hildy

  3. Nelson me parece un director a reivindicar. Tiene al menos un buen puñado de películas interesantes que a menudo han pasado desapercibidas. En cambio, Delon flojea más, tal vez un poco perdido en esos intentos suyos por abrirse paso en Hollywood (tarde o temprano, los grandes terminan por intentarlo allí, o siendo obligados o invitados a ello). La película, de todas formas, es muy interesante. Tal vez demasiado tópica, pero efectiva. Para mí, lo mejor los secundarios, Palance y Heflin.

    Besos

  4. Mi querido Alfredo, Palance y Heflin me chiflan en esta película, pero también el bello Delon… Y, sí, estoy de acuerdo contigo: es una película muy interesante, sobre todo en la forma de contar la historia.
    De Nelson voy descubriendo poco a poco más filmografía.

    Beso
    Hildy

  5. Hola Hildy no he visto la película pero me llama la atención porque tiene un aire fatalista y romántico que la hace atractiva…Y dudo que en el cine se haya visto pareja más bella que la de Alain Delon y Ann Margret. Para rematar esos estupendos Van Heflin y Jack Palance como secundarios de oro, aumentan el interés ¿Puede que Nelson sea el miembro de la «generación de la televisión» con una obra menos apreciada? Considero sin duda mayor la obra de Lumet, Frankenheimer, Penn e incluso Schaffner o Ritt, pero tiene películas como mínimo interesantes como «Duelo en Diablo», «Una tumba al amanecer»,»Los pasos del destino»,»Charly» y «Soldado azul». Además, dos de sus films le dieron el Oscar a sus protagonistas masculinos: «Los lirios del valle» (que no he visto) y la agridulce «Charly». Por cierto no sé cómo tras «Soldado azul» (que no se cómo habrá resistido el paso del tiempo, estaba muy datada en su momento histórico) y «Yuma» se pudo considerar a «Bailando con lobos» el no va más del western proindio…
    Un saludo
    Lilapop

  6. Querida Lilapop, es una película que merece la pena ver. Sí son bellísimos. Y la galería de actores secundarios una gozada. Sí, Nelson es el más olvidado de esa generación y es más difícil acceder a su obra, además no pasan muchos de sus títulos por televisión. A mí me pareció todo un descubrimiento «Réquiem por un campeón». Me quedan bastantes títulos por ver de su filmografía. Estoy en ello.
    Soldado azul me falta todavía, pero Las aventuras de Jeremiah Johnson, Yuma, Apache o Flecha Rota son algunos títulos que ya tienen otra mirada sobre los indios. Es otro tema que me interesa muchísimo. Pues me encanta el género western. Hace poco intenté volver a ver Bailando con lobos… y no me atrapó.

    Beso
    Hildy

  7. Si Hildy, por lo que he estado mirando puede que «Réquiem por un campeón» y «El último homicidio» (aumentan la gravedad del delito respecto al título original «Once a thief»…) sean sus dos obras consideradas más redondas.
    Respecto a «Bailando con lobos» yo tampoco me veo capaz de aguantar sus 3 horas de metraje ¡Qué megalómanos y narcisistas se vuelven los actores cuando hacen su primera película como director! Bradley Cooper y su enésimo remake de «Ha nacido una estrella» sería un ejemplo de ello.
    Volviendo a la peli de Kevin Kostner, cuesta pensar que en su momento se la recibió como la película que iba a renovar el western, la obra definitiva sobre el genocidio indio, la disculpa de Hollywood contra «los nativos americanos» (entonces se les pempezó a llamar así) y no sé cuantas tonterías más…»Bailando con lobos» es un remake no confeso de «Yuma» de Sam Fuller con apuntes de «Soldado azul» de Nelson y «Perqueño gran hombre» de Penn. Y qué la crítica y sobre todo la academia babearan tanto con ella demuestra la decadencia absoluta de ambas, especialmente de la última. Sobre todo cuando piensas que ese año Scorsese nos ofreció una obra maestra sin paliativos como «Uno de los nuestros» que si que ha influido a todas las series y películas posteriores sobre la mafia (a Scorsese le acabarían dando el Oscar por su peor film) En cambio «Bailando con lobos» ni influyó, ni renovó, como se dijo en su momento, más bien era el muy inflado producto final de una corriente proindia que empezó ya en los 50. El film que renovó el género y también le propició su golpe de gracia fue «Sin perdón». Desde entonces, pese a que se han ido haciendo westerns ya ninguno se puede considerar una gran obra. O siguen la estela de la película de Eastwood con sus ambientes oscuros, sus antihéroes de conducta cuestionable, su violencia cruel y su realismo sucio o crean extraños productos de hibridación con otros géneros que en el mejor de los casos se quedan en curiosidad más o menos simpática y en el peor y más común en puro disparate. Hasta el «ínclito» Tarantino ha fallado en su paso por el género. Curiosament el western que me ha parecido mejor tras el defintitivo «Sin perdón» es «Open range» de Kostner, un western más clásico y menos ambicioso que el oscarizado «Bailando con lobos» que por supuesto no tuvo ni Oscars ni tantas alabanzas.
    Para acabar un western que esperé con ganas y nunca se estrenó fue «Meek’s Cutoff» de Kelly Reichardt. Una mirada femenina sobre un género «a priori» tan masculino, me parecía interesante. Espero recuperarlo algún día…

  8. He leído tu crítica y aún me han entrado más ganas de ver la película ¿Cómo es posible que no se haya estrenado en España ninguna obra de esta directora?

  9. Sí, es una pena, solo se puede ver algo de su obra en circuitos no comerciales u otras plataformas. Yo solo he podido ver, por ahora, Meek’s Cutoff y Wendy y Lucy.

    Beso
    Hildy

  10. Excelente análisis para una excelente película. Ante todo para que no se me olvidfe…que bien dan en pantalla Margret y Delon. Y luego tu lo explicas perfectamentre. La curva dramática está desarrollada con muy buen pulso.
    Película que vi hace unos años gracias a un ciclo de Delon en la filmoteca. Sino, no conocería de su existencia. Un abrazo

  11. Querido Víctor, ¡qué bien hacen las filmotecas! Sí, es una película de la que queda poso. ¡Sí, son bellísimos Margret y Delon! Tiene pulso y ritmo. Y te deja una huella triste, emocionante.

    Beso
    Hildy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.