¡Lumière! Comienza la aventura no es solo la oportunidad de deleitarse con 108 películas restauradas de 50 segundos de los hermanos Lumière o de sus operadores más cercanos, es una mirada reivindicativa sobre la aportación de los Lumière a la Historia del Cine. No solo eran unos inventores, que durante la apasionante época del pre-cine (sobre todo el periodo de finales del siglo XIX, donde distintos científicos en distintas partes del mundo estaban tratando de atrapar imágenes en movimiento), lanzaron por fin el cinematógrafo y dieron el pistoletazo de salida al cine, sino también unos artistas, unos creadores, unos innovadores en el tratamiento de las imágenes… (así como sus operadores), que estaban dando las primeras pinceladas para un séptimo arte. En estas películas de 50 segundos hay semillas, destellos, raíces… Hay documental y ficción. Hay puesta en escena. Hay influencia de cine y pintura. Comedia y drama. Hay perspectiva, mirada. Trucajes, actores, realidad, fantasía, risa, emoción, conocimiento de otros mundos…
Quien estructura, presenta las películas y pone voz a esta aventura es Thierry Frémaux, delegado general del Festival de Cannes y director del Instituto Lumière en Lyon… y logra transmitir toda su pasión y fascinación hacia dichas películas. Y es una aventura verdaderamente fascinante. Con esas 108 películas no solo se encuentra el cuidado en el encuadre o incluso en la dirección de actores, sino también la puesta en escena o la mirada especial hacia ciertos temas. Los Lumière empiezan filmando al pueblo, a los trabajadores de su propia fábrica, cuando salen de su jornada laboral. Y el pueblo sería parte de su interés: las lavanderas, los pescadores, los mineros, los bomberos… Así como muestran una sensibilidad especial por la infancia: los niños son los grandes protagonistas de muchas de estas películas tanto de los propios hermanos Lumière como de sus operadores cercanos.
El cuidado en la mirada, en la perspectiva y en el detalle: la niebla, las hojas movidas por el viento, el humo, las ondas del agua. Y descubrimientos técnicos y trucos que permiten miradas especiales (travellings hacia delante y hacia de detrás, arriba y abajo… situar la cámara en el lugar preciso o lo que ocurre si la película se engancha y retrocede la imagen… como lo que se destruye, se vuelve a construir…). Vivir la influencia de otras artes como la pintura. Descubrir en una composición de imagen a Cezanne o a Degas…
Los Lumière y sus operadores creando la comedia y enfatizando el motivo divertido. O también captando la vida, la realidad… Las ciudades en movimiento. Las nuevas actividades de ocio. Las emociones que despiertan. Las calles, los coches de caballos, los primeros cines (sus propios cines), las playas, la fiebre por la bicicleta… La emoción de la vida. Los trenes que llegan, subir hasta lo alto de la torre Effiel o pasar por un pasillo mecánico…
Y también la posibilidad de conocer mundo a través de la cámara. Abrir puertas: mostrar otros países diferentes; captar la belleza, pero también las injusticias; dejarse llevar por otras culturas totalmente distintas. Japón, EEUU, España, Gran Bretaña, Egipto, Vietnam… Quedarse entre las ruinas del antiguo Egipto o ser testigo de una lucha de samuráis, emocionarse con la carrera de una niña vietnamita, indignarse con la cara oscura del colonialismo de unas damas vestidas de blanco tirando divertidas monedas al suelo para que otros las recojan…, o tener la sensación de pasear por un canal de Venecia.
Y para seguir deleitándose en esta aventura tocar las semillas del futuro arte. Poder descubrir las huellas de futuro de Chaplin, Griffith, Visconti, Kurosawa, Ozu o Eisenstein… En unos fumadores de opio, en el rostro de unos pescadores, o en el paseo de un niño que escapa de una guardería y camina por un sendero…, solitario e inocente. Y el poder de seducción que todavía ejercen los Lumière en grandes directores del cine que se muestran felices de pisar Lyon… donde empezó esta aventura.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
¡Qué ganas de verla, Hildy! Había escuchado sobre este documental y luego lo olvidé por completo. Creo que si pudiera viajar en el tiempo, uno de los momentos de la Historia que me gustaría vivir sería esa primera proyección del tren llegando a la estación, sentir ese pánico ante la máquina que se aproxima sin entender la magia que se esconde detrás (o delante, mejor dicho) de la pantalla en ese haz de luz que emana del proyector.-
Espero que llegue pronto a la televisión, porque verlo en cine es imposible por estos lados.-
Un beso desde el fondo de la Patagonia, Bet.-
Me salió duplicado por querer corregir el «Hilfy», perdón, jaja.-
Jejejeje, te tengo doblemente duplicada… Recibo ese beso desde la Patagonia… Y con este documental puedes revivir ese momento del tren llegando a la estación… y de otros momentos tan, tan bellos… El movimiento de unas hojas por el viento, una niña dando de comer a un gato, unos niños tirándose al agua, unas lavanderas… Todo es emoción y belleza.
Besos
Hildy
Una absoluta maravilla, mi querida Hildy. Cómo lo disfruté. Hay más cine en esas 108 películas que en filmografías enteras y en carteleras anuales completas. Con qué gusto, con qué gracia nos cuenta Frémaux lo que vamos viendo y lo que implica. Ay, esa policía de Chicago, 4997 hombres con bigote y solo 3 sin él…
Me gustó muchísimo, pero sobre todo me emocioné. El encantamiento del cine, cuando te atrapa, no tiene igual. Quizá el amor, pero prefiero no entrar en temas escabrosos… 😀
Besos
Querido Alfredo, sí, es una maravilla. El momento policías es genial… Es que no hay ni una sola película de los Lumiere o sus operadores de la que no extraigas belleza, matices, detalles. Y, sí, la narración de Fremaux es totalmente constructiva, añade.
Emociona y atrapa… Puro deleite.
Beso
Hildy
¡Cuántas ganas de verla! Y más tras leerte, Hildy, pues es un placer saborear anticipadamente las películas gracias a tus precisos y sugerentes análisis, plenos de sabrosos detalles…
Un beso cargado de esa emoción cinéfila que espero experimentar con este documental.
Te va a encantar, querida Ana, estoy prácticamente segura. Ya verás.
Beso y mucho cine
Hildy
Que bueno, y que ganas!
Propicios días estimada Hildy Hildy. (Todavía no me sale bien el saludo ritual, pero ya casi lo tengo)
Las musas de la narrativa se escapan de la guardería de la caja escénica por la ventana (que yo créo que es la lente) y exploran el mundo más inmediato.
La inocencia y la ausencia de academia permiten el milagro.
El fenómeno ocupa más espacio que los artífices, y lo que se produce (a si mismo) es pura magia cien por cien libre de pretensión.
Una reproducción a escala de este prodigio es lo que sucede en «Los niños del barrio rojo» cuando la fotógrafa que promueve el reportaje, despues de trasmitir a unos chavales (hijos de las prostitutas de un barrio de Calcuta) unas nociones básicas de fotografía, les entrega unas cámaras y los suelta por el barrio, y los moźalbetes aparecen con unas fotos, que se te caen los calzoncillos a rosca.
Vale que el sitio debe ser el paraíso de la fotogenia, pero lo que captan los chavales es poesía en estado puro.
Y entiendo que eso es también parte de lo que se vende (regala) en este blog.
La posibilidad de despertar cada día con uno nuevo par de ojos, dispuestos a asombrarse de lo grande y lo pequeño.
Vivir la experiencia (cinematográfica o real) como si fuera la primera y a la vez la última. Y solo despues de experimentar, permitir al intelecto hacer su trabajo de archivado y etiquetado.
Y dicho esto,
Alzo mi copa! (Y pido perdón, por que no son horas ni lugares y además la he rellenado con los restos de la celebración de la «décima luna». Que tampoco dejasteis mucho género, bolinguillas) por los Lumiere, Por la Johnson (con todos los respetos) y por los que considerais necesario que la vida sea contada una y otra vez desde todos los ángulos posibles,
a ver si así encontramos el pedazo que falta.
Máxime si además, agarra uno mismo una cámara (aunque sea la del movil) e intenta plasmar o captar cualquier cosa que le emocione.
Cualquier intento que se haga desde el corazón, por ínfimo que sea, hace crecer al cine desde ábajo (que es como se crece mejor)
No me digais, los que habeis visto «Rebobine por favor» que el concepto de «suecar» películas no os ha resultado tentador.
En ese sentido, creo que a kubrik (con todos los respetos tambien) le habría sentado muy bien ver mucho cine de Terry Guilliam. (Mucho control y poco azar hacen de Stanley un tipo aburrido)
Y ya esta bien de pegaros el rollo, me voy a ver si encuentro algo para rellenar egsta gopita.
Feliz año a todos!
Y a usted tambien, geridíssima señorita Johanson… (hícs!…)
(Hoy si que me echan seguro,
ya verás…)
Querido Mangosta, hablas de un documental y de una película que atrapan la magia de la imagen, la emoción. El documental Los niños del barrio rojo, que me encantó, y Rebobine por favor y sus suecadas, que me emocionó… Dos muestras de lo que significa captar esa emoción y esa inocencia de las imágenes en movimiento que ya mostraban los Lumiére y su operadores.
Alzo mi copa, Mangosta, por la magia y la emoción del cine.
Beso
Hildy
https://youtu.be/XkDwPYJglgs
http://www.lavanguardia.com/cultura/20170408/421520826889/desconocida-historia-louis-le-prince-inventor-cine.html
Seguramente ya lo habrás visto. Si no es así, te lo recomiendo. Un abrazo
¡Querido Altaica, mil gracias! Sí, ¡vi ese documental sobre Le Prince y sus imágenes atrapadas! ¡Me pareció una historia apasionante y misteriosa! Así es el cine…, desde sus orígenes, siempre esconde una historia.
Beso
Hildy
Es una propuesta fascinante. Espero poder verla algún día. En la reseña también se aprecia tu amor por el cine.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
Sí, querido Alberto, es un documental fascinante… ¡y te lo recomiendo con fervor! Sí, amo el cine, así que me alegra poder transmitirlo.
Beso
Hildy