La Juventud (Youth, 2015) de Paolo Sorrentino

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“Dices que las emociones están sobrevaloradas, pero eso es una gilipollez. Las emociones son lo único que tenemos”. Estas son los palabras que le dice Mick (Harvey Keitel), el director de cine que está erigiendo su testamento cinematográfico, a su amigo Fred Ballinger (Michael Caine), un compositor de música retirado. Y ahí está la clave de La Juventud de Paolo Sorrentino, que filma emociones. Así atrapa al espectador en su universo visual barroco y lo arrastra a un viaje emocional trufado de reflexiones sobre la vida. Lo inunda de belleza. De esta manera Sorrentino ofrece un torrente de imágenes y sonidos hermosos que provocan emociones que llevan a una reflexión catártica sobre el sentido de la vida.

Y a golpe de imágenes el espectador no tiene más remedio que pensar sobre la vejez y la juventud. Sobre el amor. También la amistad, las relaciones profesionales, de pareja y de padres e hijos. El retiro, la fama, la pasión por crear, el hastío, la belleza… Esta vez el director italiano encierra a sus personajes en un universo particular: un balneario en los Alpes suizos. El balneario se convierte en un microcosmos, un universo propio. Allí Mick y Fred se rodean de una galería de personajes que contrapuntean su estancia: una niña sabia, una miss universo, un jugador de fútbol retirado y decadente pero idolatrado con su Marx tatuado en la espalda (una sombra de Maradona), un lama que se concentra para levitar, un actor joven (Paul Dano) atrapado en el éxito que le proporcionó un personaje: un robot, un niño que toca el violín, un montañero que se siente libre y sin miedo en las alturas, un matrimonio que no se habla, un grupo de jóvenes guionistas que acompañan a Mick, una masajista que prefiere tocar a hablar, una prostituta triste, una vieja gloria del cine (Jane Fonda) con fuego en la boca y Lena (Rachel Weisz), la hermosa hija de Fred, mujer tocada y hundida que resurge y toca las alturas.

Y en ese balneario (con pequeño paréntesis en Venecia) donde brotan emociones también hay sitio para lo onírico, porque el subconsciente es la cuna de las emociones. Y en los sueños los personajes también se expresan. Y a veces sueños y realidad se confunden porque son tejidos con emociones.

Así es posible que un lama levite, que un orondo jugador de fútbol que apenas puede respirar muestre su gloria pasada con una pelota de tenis, que un director de cine vea reunidas en una montaña a todas sus musas femeninas, que un compositor haga música con los elementos que le ofrece la naturaleza, que un alpinista alcance la felicidad en la cima de una montaña… Pero también que una hija escupa al padre, ambos cubiertos de chocolate, todos los recuerdos dolorosos de su infancia por el comportamiento paterno y a la vez que esta descubra, por primera vez, algo que no creía: que su padre esconde sentimientos hacia la madre ausente. O que una vieja gloria hable a otra con crudeza sobre el final de una carrera, sobre el retiro. O que dos viejos amigos hablen de achaques o de una mujer por la que ambos se sintieron atraídos… y de otras complicidades.

Sorrentino sigue con su galería de personajes hastiados que se enfrentan a viajes emocionales en busca de catarsis que les hagan salir de sus estados de letargo, casi vegetativos (el hastío, el aburrimiento, las pocas ganas de continuar, el vacío, el abismo…) para atrapar la esencia de sus existencias. Fred Ballinger emprende un camino emocional personal y propio, como en su momento lo emprendieron los dos últimos personajes de Sorrentino: Cheyenne, la estrella de rock de Un lugar donde quedarse, y Jep Gambardella, el escritor y periodista romano de La gran belleza. Y los tres van en busca de un sentido a sus vidas. Y los tres se rodean de un universo especial. Paolo Sorrentino los sigue y construye para ellos películas barrocas y virtuosas que hacen levitar, en este caso, a una espectadora que se deja atrapar y arrastrar por la belleza de estos viajes emocionales. Porque como dice Mick, las emociones son lo único que tenemos…

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18 comentarios en “La Juventud (Youth, 2015) de Paolo Sorrentino

  1. «Las emociones son lo único que tenemos» y va el pobre y se tira al vacío. Ayer la vi y me gustó mucho más que La gran belleza. Diálogos y actores magníficos. Me gustó mucho la metáfora del telescopio: lo cercano y lo lejano de la vida, según la edad. Yo ya estoy en lo lejano, pero me temo que no podré ir nunca a un balneario como ese. Y mucho menos que me aparezca una miss en pelotas mientras mi arrugada piel está en remojo.

    Muchos besos mi querida Hildy.

  2. Mi querido Francisco, después de pensarla, también creo que me gustó más que La gran belleza. De todos modos Sorrentino me arrastra por sus viajes emocionales y a mí su barroquismo y sensualidad visual me toca, me llega. Me la creo.

    Beso
    Hildy

  3. Creo que hay tanta belleza, sentimiento y emociones, tantas cosas que voy a tener que ir a verla otra vez, para poder asimilarlas mejor…Es un torrente de belleza, una catarata de emociones que no te deja ni respirar…Yo, que también estoy ya en lo lejano del telescopio, capté tantas cosas de la vejez y recordé tantas de esa espléndida juventud que salí flotando. LA fotografía también va más allá de la belleza y esa orquesta fantástica de los sonidos de la naturaleza no tiene precio.
    AUnque sean odiosas las comparaciones, a mí también me ha «llegado» mucho más que «La gran belleza». Sorrentino tiene la llave de la belleza…y tú Hildy la de saber contarla…

  4. Mi querida Maria Rosa, ese simil que hace Keitel del telescopio es una maravilla. Yo estoy en el momento intermedio ni veo las cosas demasiado cerca ni demasiado lejos… Y, sí, es película para repetir su visionado y volver a zambullirse en ella y en todo lo que transmite.

    Un beso
    Hildy

  5. no la he visto aun, pero tomo nota, aunque no sea yo un entusiasta de la anterior…pero en esta la pareja y la premisa promete, y lo que tu cuentas invita…ya te diré…un abrazo

  6. Tiene cosas que me gustan (de hecho me parece más interesante su aproximación que La gran belleza, que es una película que no me entusiasma) y solo Michael Caine ya solo justifica verla. Pero también me parece que se desinfla, que es redundante y autocomplaciente porque no consigue ofrecer mucho más que lo que ya expone en el planteamiento. Casi más fallida que satisfactoria en mi opinión…

  7. Yo creo, querido Victor (qué bueno leerte), que la pareja de actores principales junto a los secundarios (como Rachel Weisz) que están estupendos te van a enganchar a la propuesta de La Juventud. Para mí ha sido muy grato enfrentarme a ella. Sorrentino crea unos viajes emocionales que a mí me seducen y tiene una manera de crear y rodar muy barroca y visual pero tremendamente hermosa. A mí me toca…

    Beso
    Hildy

  8. Querido, querido crítico abúlico, a mí me atrapó, tanto por su pareja protagonista como por todo lo que narra y cómo lo narra. Yo estuve volando durante su visionado y me metí en su universo barroco… Me sumergí en esas emociones. De hecho me quedé con ganas de volver a verla de nuevo.

    Beso
    Hildy

  9. Me has animado a verla, estaba que sí, que no… sobre todo por ver a Caine pero es que la de La Belleza me pareció un tostón de cuidado. Jo, seré rara pero me pareció tan pretenciosa e inflada de sí misma que nada, no hubo forma de despegar con lo contado.

    Así que después de Gil de Biedma me daré otra de tortura con eso del paso del tiempo. Ando yo muy metida en el tema, verás tú, alimentando depre de «juventud divino tesoro», ays.

    Besote!

  10. Ya me contarás, querida, querida Marga, qué te parece. Caine está muy bien pero que muy bien. Sus conversaciones con su amigo y con su hija no tienen desperdicio. A mí sí que me gustó La gran belleza y Jep Gambardella. Pero esta me ha llenado más. Y creo que trata y habla de manera interesante sobre el tiempo y su paso…

    Beso
    Hildy

  11. Aquí todavía no se estrenó pero el otro día pasaron una nota en televisión sobre la caracterización de Roly Serrano como Maradona y no llegué a escuchar para qué se había hecho.
    Tu artículo y todos los comentarios anteriores me dieron ganas de verla y además me encanta Keitel. Ya te contaré.-
    Un beso grande, Bet.-

  12. Yo es al personaje que más cariño tomo, el de Keitel. Sí, ya me contarás cuando la veas, qué te parece. Y Roly Serrano como Maradona tiene una presencia continuada en ese balneario aislado. Yo me pasé toda la película pensando que era Maradona. Estaba despistadísima…
    Me pareció bellísima La Juventud.

    Beso
    Hildy

  13. Y yo con precauciones: me parece que cuando estos directores pegan el salto a repartos internacionales, no consiguen lo que habían logrado con «sus» actores. Sorrentino lo rompió con todo lo que hizo con Toni Servillo pero ya en «Un lugar donde quedarse» se columpió con Sean Penn, y ver en el cartel a Michael Caine o Harvey Keitel me echa para atrás: no se malinterprete mi admiración incondicional a Caine o a Keitel, cuando hacían películas hace muchos años… Pero te leo y, para qué nos vamos a engañar, seguro que veo «La juventud», pues no hay pero juez que uno mismo.
    Saludos.

  14. … Mi querido Licantropunk, hipnotizada por Servillo, sin embargo, no desmerecen en absoluto en su universo tanto Michael Caine como Keitel. Ya me dirás cuando vayas a verla qué te parece. A mí me parece un buen salto…

    Beso
    Hildy

  15. En general, me parece un bluf. Tiene cosas muy interesantes, como Caine y Keitel (y Weisz, que nadie se acuerda de ella y yo creo que está espléndida), algunos momentos intensos y bellos, algunos agudos y de un humor soterradísimo.

    Pero en general, Sorrentino, como en «La gran belleza», se limita a ver qué ha hecho antes Fellini y, esta vez como innovación, llevarlo a «La montaña mágica». Me parece prefabricada en lo visual (demasiado en algunas cosas, hasta la irritación: esos interludios musicales, esas secuencias oníricas, como el encuentro de Keitel con sus mujeres, horrendo, o Caine «dirigiendo» el pasto, ridícula; demasiado poco en otras, como en lo facilón de algunas metáforas visuales, como la del catalejo que le ha gustado tanto a Paco, o el tema del montañero), y demasiado poco trabajada en cuanto a guión (sin el carisma y el buen hacer de los abuelos, caería en la más pura banalidad). No tiene más que una idea, y se limita a repetirla durante dos horas.

    A mí La gran belleza no me entusiasmó demasiado, pero esta me parece un canto al vacío de primer nivel.

    Besos

  16. Jajajjaja, mi querido Alfredo, ¡soy una mujer vacía que se entusiasma con obras barrocas que repiten una idea, y encima se le escapa alguna que otra lagrimita!¡He de mirarme el coco porque disfruté con Caine haciendo música con un papelillo o dirigiendo en plena naturaleza… Me dio mucha pena cuando a Mick se le aparecen todos los personajes de sus películas y su amada Brenda Morel…!

    Me encanta las miradas distintas que se pueden tener frente a una película y los efectos secundarios que provocan según el espectador.

    Y ¡yo que he disfrutado más con La Juventud que con La gran belleza!

    En algo estamos absolutamente de acuerdo, Rachel Weisz está estupenda. Ese monólogo que suelta al padre como mujer herida… ¡una joya!

    Beso
    Hildy

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