¿Qué ocurrió en las cuevas de Marabar? es un perfecto macguffin en Pasaje a la India de David Lean para reflejar en realidad las tensiones sociales y políticas entre los indios y los británicos durante los años 20. Años de tensión entre la administración colonial británica en la India y del creciente movimiento de independencia indio, que culminaría durante los años 40 con la figura de Gandhi. David Lean dejó un hermoso testamento cinematográfico, una película con un ambiente sensual y extraño… que atrapa instantes de un mundo más allá del que vemos y sentimos que, sobre todo, en Occidente se nos escapa.
Así es. La película tiene un punto de inflexión cuando transcurre el picnic en dichas cuevas… y surge el fondo de la cuestión y el choque brutal entre dos culturas que nunca convivieron ni se comprendieron. Una somete a la otra, inflexible, y la otra no se somete, escapa por los recovecos o estalla cuando tiene ocasión… El punto de inflexión muestra además que en momentos extremos no es posible o se complican en exceso las alianzas o los posibles acercamientos entre las posturas menos extremas de ambas culturas, aquellas posturas que respetan al otro o tratan de buscar puntos de encuentro… Y también cómo cada uno se enfrenta a los propios miedos y como esos miedos pueden causar estragos. Aunque al final vuelva ese aparente orden establecido, ya nada es igual…
En Pasaje a la India se unen dos características que siempre estuvieron presentes en la filmografía de Lean, la compleja intimidad de las relaciones humanas (Breve encuentro, Amigos apasionados) con la espectacularidad de las grandes superproducciones (Lawrence de Arabia, La hija de Ryan). La película es la adaptación cinematográfica del libro del mismo título de E. M. Forster (… varias de sus novelas han sido llevadas al cine por un mismo director, James Ivory, como Maurice, Una habitación con vistas o Regreso a Howards End) y también traslada a la pantalla dos de los temas del novelista: las barreras sociales y la sexualidad. Toda esta mezcla se transforma en una película sensible, imperfecta (como las relaciones humanas), sensual y extraña que atrapa al espectador.
David Lean nos deja así descubrir una India convulsa bajo la mirada de dos mujeres británicas (estupendas Judy Davis y Peggy Ashcroft) que en un principio tratan de acercarse, a su manera, a una cultura que desconocen y las subyuga aunque también las transforma (y la metamorfosis no es, precisamente, un camino de rosas) y las hace enfrentarse a sus miedos más profundos. La más joven se enfrenta a su sensualidad oculta y la más mayor al final de la vida, a atrapar el instante, lo bello. Su mirada, en principio más cristalina que la de los habitantes británicos en la India, recibe la complicidad de un respetuoso director británico de un colegio gubernamental (carismático James Fox) y la de un joven médico indio que trabaja en un hospital británico (un expresivo Victor Banerjee). Los cuatro se sumergen en unas experiencias que les quiebran pero también les transforman… A la vez se siente lo misterioso de la vida y la muerte, y según el maestro Narayan Godbole (un desconocido Alec Guinnes), un hombre contemplativo y al margen de los conflictos, todo tenía que ocurrir u ocurre por algo…
Pasaje a la India te atrapa en una tela de araña inquietante con momentos de extraña belleza (como el primer encuentro nocturno en un templo que da al mar entre la señora británica más mayor, que es como una aparición, y el joven doctor indio o el paseo en bicicleta de la mujer más joven hasta una especie de construcción abandonada llena de esculturas eróticas… o las inquietantes escenas en las cuevas de Marabar y el eco que no cesa), te hace acompañar a cuatro personajes imperfectos pero tremendamente humanos, te hunde en unos acontecimientos históricos convulsos y te envuelve en una cultura que trasciende lo que miramos a simple vista, que entiende el mundo de otra manera. Y también, como colofón final, aparece un medio de transporte muy presente en la filmografía de Lean…, el tren, que muestra como siempre, sus increíbles posibilidades cinematográficas.
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Gran película, un colofón a la medida del autor. Lo peor, para mí, por una vez, Alec Guinness. Creo que esa parte la escribieron un día de borrachera…
Besos
Sí, estoy de acuerdo, querido Alfredo, el personaje de Guinness se presupone su función pero no está bien desarrollado y puede quedar como fuera de lugar (aunque en realidad está fuera de lugar en su visión contemplativa y al margen de lo que sucede…). Creo que lo que perjudica al personaje (y a la caracterización y actuación de Guinness) es su enfoque, resulta cómico cuando, a mi parecer, no tendría que serlo. Solo tiene una escena que me gusta cómo está resuelta y es cuando va, como si fuera una premonición, a despedirse del personaje de Peggy Ashcroft a la estación de tren.
Beso
Hildy
Uy, la dan bastante seguido en televisión y nunca encontré el momento para verla. Voy a intentarlo ahora después de leer tu artículo (y además despertaron mi curiosidad por ver a Guiness, jeje).-
Un beso grande, Bet.-
… Mi querida Bet, a mi me enganchó desde el primer momento. Y ya nos contarás qué te parece Guinness, que además está irreconocible. Después de La hija de Ryan, que a mí me fascina, David Lean tardó un montón de años (pues fue un rodaje durísimo) en ponerse de nuevo tras las cámaras y lo hizo con Pasaje a la India que fue su última película y tiene momentos extraños y mágicos…, imperfectamente redonda.
Beso
Hildy
Recuerdo muy bien aquellas cronicas pre oscar en las que se decia que Sydney Pollack le daba una soberana lecciòn al viejo maestro en su propio terreno…nunca lo compartì…me parece una pelicula soberbia….dias despues Las memorias se llevaron todos los premios….y bueno….a mi me gustaban mas otras ese año….esta me parece que destila una elegancia y un gusto x el detalle delicioso….y que gran descubrimienyo Judy Davis……un abrazo
Querido Victor, qué bueno leerte de nuevo. Me pones en un bonito conflicto… pues adoro a Pollack y me encantan sus Memorias de África… Pero también he disfrutado de lo lindo con Pasaje a la India. Memorias la vivo como un melodrama romántico maravilloso y contado desde la nostalgia, África vista desde la mirada de una mujer que necesitaba esa huida y que ahí encuentra el amor y la ausencia… Y Pasaje a la India me parece una obra extrañamente bella que recoge perfectamente el choque entre culturas en tiempos convulsos. Y sí, es cierto, qué bien está Judy Davis.
Beso
Hildy
Mi querida Hildy, esta ha sido una de las películas que vista en DVD de noche, en mi pequeño patio-jardín, me han hecho evadirme del todo y vivir en la India pendiente de unos entrañables personajes a los que tomas tanto cariño que no quieres que desaparezcan…especialmente la «vieja dama» con la que me hubiese encantado compartir más de un té. Para mi una gran pelicula de las que te muestran cosas que ignoras, te tienen prendida y no quieres que termine.
… Y es que David Lean, querida Maria Rosa, tiene la cualidad de hacerte volar a mundos desconocidos desde la pantalla. Y a mostrar personajes tremendamente humanos con sus virtudes y sus defectos.
Beso
Hildy
Una historia sensual y un tanto misteriosa, con esa escena en las cuevas que nunca es explicada de manera precisa. Seguramente es un macguffin, como dices en tu comentario, que permite a Lean contarnos y hablarnos de una serie de temas que le interesaban.
Este director sabía mezclar como nadie el aspecto intimista de sus personajes con las facetas más espectaculares de los frescos históricos que representaba. Aunque no me gusta tanto como las grandes producciones que Lean rodó en los sesenta, «Pasaje a la India» es una gran despedida del cine de este inolvidable director.
Un saludo.
Bienvenido, Luis, y gracias por tu comentario. Efectivamente Lean sabía mezclar como nadie el aspecto intimista con sus facetas más espectaculares. Ya demostró su sensibilidad para lo íntimo en películas tan maravillosas como Breve encuentro o Amigos apasionados. Sí, me parece una sensible y gran despedida del cine, pero es cierto que tiene películas que a mí, personalmente, me resultan más redondas, como la anterior a esta, su penúltima película, La hija de Ryan.
Beso
Hildy