Camille Claudel 1915 (Camille Claudel 1915) de Bruno Dumont

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Camille Claudel, desde su infancia, sintió la llamada de la creación artística. Para ella el barro pronto se convirtió en su instrumento de trabajo. Modelaba y esculpía la visión de su mundo. Bruno Dumont esculpe emocionalmente el rostro de Juliette Binoche que encarna a la artista durante unos días en su larga estancia en el asilo de enfermos mentales de Montdevergues. Ese asilo se convirtió en una tumba donde durante treinta años Camille estuvo encerrada. Fue confinada allí por su familia. Bruno Dumont parte de un material valioso para reconstruir su reclusión: los informes médicos sobre la situación mental de Camille Claudel y las cartas que escribieron Paul Claudel, Camille, los médicos… Así Camille Claudel 1915 se convierte en un duro retrato emocional de una mujer artista que ve cómo se marchita su identidad creativa.

No se puede hablar de esta película de Bruno Dumont, sin el rostro de Juliette Binoche, que durante su carrera ha demostrado ser la ‘reina’ del primer plano donde diversos directores han esculpido emociones. De nuevo la actriz se desnuda e interioriza a un personaje para mostrarlo en toda su crudeza emocional en pantalla enorme. Ella es una Camille Claudel que pasa de la risa al llanto, de la esperanza a conformarse con sus años futuros. Ella golpea con dos monólogos y deja tocado a aquel que mira. Autenticidad emocional. Y es que Binoche es experta en dejarse moldear emociones en primer plano. Uno de los directores que la moldean es Michael Haneke y en Código desconocido en una escena angustiosa (que juega a la realidad y a la ficción), la actriz (que es actriz también en la ficción) es protagonista de un juego perverso donde una voz misteriosa le dice: “Muéstrame tu verdadero rostro”. Y eso lo sabe hacer Binoche perfectamente. Bruno Dumont presenta a su Camille Claudel en un momento de aseo personal, la desnuda ante todos, y limpia el rostro de la escultora para mostrárnoslo durante unos días donde un abanico de emociones surgen del mismo rostro por una nota de esperanza: una visita del hermano, de Paul Claudel.

Pero Bruno Dumont emplea la narración cinematográfica de otras maneras para ir realizando un retrato demoledor, violento emocionalmente y angustioso de una mujer enterrada en vida. Y ese retrato es una película realmente hermosa y compleja, Camille Claudel 1915. Así dentro de un espacio cromático y natural con tonalidades cuidadas y frías (como el clima) jugando con los sonidos interactúa una Camille que repite su rutina diaria con tan sólo mínimos cambios (la preparación de la comida, la estancia en el patio, sus conversaciones impersonales con las monjas, el médico y el personal auxiliar, su dificultad de poder establecer vínculos con los otros internos y el aislamiento que eso conlleva…). Y ella siente como esa repetición, esa incomunicación con el exterior y en el interior de los muros, ese estado de contemplación continuo, el aburrimiento y la monotonía, esa incapacidad para poder crear  la va destruyendo y minando.

El asilo de Montdevergues es un espacio de una tranquilidad y belleza inquietantes porque es un espacio aislado, de encierro, que anula las posibilidades de creación de una Camille que se consume, que se rompe.

Para acentuar más la situación y soledad del personaje, para entender su volcán emocional, Bruno Dumont proporciona a Juliette Binoche unos compañeros de reparto muy especiales: discapacitados psíquicos y enfermos mentales que intervienen en la película con el personal que les atiende que realizan los papeles de enfermeras y monjas. Y se crean momentos impresionantes donde interactúan unos y otros y donde puedes sentir las contradicciones y el estado emocional de la escultora en su relación con sus compañeros de encierro. Así hay dos momentos que destacan: uno, la presencia de Camille, como espectadora, en los ensayos de una representación teatral y el paseo a la cima de la montaña con otras compañeras del asilo y las monjas y enfermeras.

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La película se divide claramente en dos mitades. Y la segunda mitad toma un giro argumental cuando aparece y se presenta fuera de la institución mental a Paul Claudel (antes de protagonizar junto a su hermana el encuentro tan esperado y una de las escenas más escalofriantes de la película). Éste (Jean Luc Vincent) cuenta y también escribe en su diario su experiencia espiritual y surge un personaje complejo y desagradable. Un hombre que padece también una inestabilidad emocional que en realidad le aleja muy poco de su hermana…, sin embargo, él está fuera y él puede crear libremente. Pero se siente con la condescendencia de juzgar el comportamiento de su hermana y decidir sobre su vida.

Camille Claudel 1915 es la primera película a la que accedo del realizador francés Bruno Dumont. El director siempre ha trabajado con actores no profesionales y en sus películas surge una violencia extrema tanto física como emocional poniendo a sus personajes en situaciones límite. En esta película es la primera vez que trabaja con una actriz profesional y aunque no hay violencia física sí llega a presentar una violencia emocional que remueve. La última imagen de la escultora es difícil de olvidar… como difícil es enfrentarse al visionado de Camille Claudel 1915 porque toca puntos de la sensibilidad que provocan dolor pero a la vez vomita imágenes de una belleza que hace posible seguir viendo la ruptura emocional de una persona.

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4 comentarios en “Camille Claudel 1915 (Camille Claudel 1915) de Bruno Dumont

  1. Me resulta difícil este tipo de películas, hechas a la medida de un personaje y de una actriz, incluso si, como parece el caso, hay grandes interpretaciones. No me van los biopics ni las hagiografías. Me interesa, no obstante, todo aquello que se puede extraer de ellas con carácter general, no tanto la historia en sí, sino lo que puede sugerir o provocar más allá de ella. Al parecer, esta es una de mis excepciones.
    Tomo nota.
    Besos

  2. Te puedo asegurar, mi querido, querido Alfredo que Camille Claudel 1915 se aleja totalmente de la fórmula del biopic así como de la hagiografía. Sí, creo que es una buena excepción. Una película tremendamente interesante. Toma nota y por favor si la ves me encantaría que volvieras a pasarte y decirme tu parecer.

    Un beso
    Hildy

  3. Vaya, venía yo de paseo por aquí y resulta que justo hoy había escrito algo sobre esta película 😉

    Coincido mucho en tus valoraciones, sobre todo Juliette Binoche. Entre otras cosas, me hace pensar en lo absurdo que es todo esto de la carrera hacia los Oscar. Mientras se discute si Jennifer Lawrence puede ganar el segundo consecutivo y se da casi por hecho que Oprah Winfrey lo va a ganar por ‘El mayordomo’ (santamadrededios…), se quedan completamente fuera de lo que se supone que son los premios a las mejores actrices de las año a una bestia de la pantalla como Binoche. Que su papel es el mejor que he visto en lo que va de año, quizá junto a Adèle Exarchopoulos (y las dos no van a estar ni nominadas, seguro). Es impresionante como cada pulgada de su rostro te transmite algo, y cómo es capaz de decirlo todo con la mirada. Yo la suelo tener asociada a ‘Tres Colores: Azul’ y ‘Copia certificada’, que son dos películas que me fascinan y en buena parte es por ella. Pero creo que esta tampoco se me va a olvidar.
    Y por cierto, estoy de acuerdo con la escena del Tenorio. Es de las que más vueltas sigo dándole de la película. Es genial cómo marca ese paso de la Camille espectadora que se evade viendo actuar a los demás (igual que nosotros) a la Camille que de pronto vuelve a ser consciente de su propia tragedia.

    Saludos!

  4. Juliette Binoche está increíble durante toda la película. Hace sentir pefectamente su estado emocional. El estado emocional de una Camille Claudel encerrada e incapacitada para el acto creativo. Es alucinante, en la escena del teatro, cómo pasa de una emoción a otra, de un estado a otro… y cómo lo transmite. Así como en sus dos monólogos… o todos los momentos en los que se relaciona tanto con el personal del centro como con las otras internas con las cuales se crean momentos muy especiales.

    Binoche tiene un rostro en el que han esculpido un montón de sentimientos muchos directores (y ella los expresa, los deja asomar) y aguanta un primer plano como nadie. Además de las dos películas que nombras (y sus directores), lo saben también Haneke o Carax. Es curioso en una película como El paciente inglés (donde también está maravillosa Kristin Scott Thomas…) cómo todo el mundo recuerda ese primer plano de una Juliette colgada en una cuerda mirando con una béngala unas pinturas…

    Camille Claudel 1915 deja un retrato emocional de una mujer encerrada y aislada que golpea y hace temblar… a pesar de la aparente calma y belleza que esconde cada plano de la película.

    Besos
    Hildy

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