Nadie puede negar que Boris Karloff tenía un rostro peculiar… y un cuerpo especial. Nadie puede negar que su fisonomía le ‘obligaba’ a un tipo determinado de personajes. Nadie puede negar que se convirtió en uno de los reyes del cine de terror y de la Universal… pero Boris Karloff fue más allá del terror, su físico (y su manera de actuar) permitía otro tipo de personajes que ampliaba su registro. Y en el género de nuestros miedos favoritos aportó la vulnerabilidad y fragilidad del monstruo. Un ser diferente y rechazado que sólo busca alguien que le quiera…
A pesar de lo siniestro de su rostro, de sus proporciones aparentemente enormes… lograba que el público lo quisiera y se identificara con él. Cuentan sus biografías que era una buenísima persona… y claro eso no podía disimularse. De alguna manera la cámara de cine no lograba borrar las huellas de un hombre afable.
Así el viejo baúl de películas recupera dos obras donde Karloff muestra sus diferentes matices. Una maravilla de los primeros años de Howard Hawks y uno de sus personajes canónicos en el cine de terror, la momia Imhotep. Además ambas tienen el encanto (e interés) de ser anteriores al código Hays y se nota en lo que cuentan y cómo lo cuentan.
Cine carcelario
Cine carcelario del bueno. Howard Hawks vuelve a demostrar que en cualquier género fue de los mejores (comedia, western, gánsteres, cine negro, cine carcelario…). Me apetecía mucho esta película y ha colmado mis expectativas. Primero porque sus personajes no son planos, cada personaje no es ni claramente malo ni claramente bueno, son ricos en matices, reales. La historia tampoco es plana y atrapa desde el principio. El código criminal al que alude el título se convierte en una metáfora para reflexionar y debatir (que aún hoy sirve): ¿es el sistema carcelario el mejor de los sitios para ‘transformar’ a un hombre a través del castigo, represión y reclusión? ¿La justicia es igual para todos y es imparcial?
Hawks imprime como siempre un buen ritmo a la narración cinematográfica además de ser virtuoso en ella buscando soluciones de puesta en escena que aún hoy funcionan e impactan. Y por otra parte se rodea de un buen reparto coral lleno de rostros de actores de carácter. Además realiza un cine social que pone en cuestión los métodos llevados a cabo en las cárceles estadounidenses y además (no existía el código Hays) lo representa sin nada que ocultar.
La sorpresa no es Walter Huston (en papel carismático y complejo de fiscal que quiere llegar a gobernador y pasa a ser alcalde de un centro penitenciario donde muchos de sus presos están ahí por sus sentencias…) que no decepciona sino Boris Karloff y Phillips Holmes.
Aquí Boris Karloff es un recluso llamado Ned Galloway que tiene una ‘cita pendiente’ y muchos años para cumplirla con el carcelero más severo. Galloway desarrolla una relación de amistad y protección con sus dos compañeros de celda, el joven Robert Graham (Phillips Holmes) y Jim Fales (Otto Hoffman) que está elaborando un plan para huir. Ned Galloway tiene el rostro y el físico de un delincuente común muy peligroso y sin embargo desarrolla un sentido de protección hacia su joven compañero así como solidaridad con los demás reclusos que le lleva a actuar hasta el extremo cuando uno de los presos se salta el ‘código’ que funciona entre ellos (entre otras cosas el no ser un delator). Pero también muestra su honestidad cuando ve que su acción va a perjudicar al joven que él protege… Así Boris Karloff ofrece todos estos matices en un personaje que se convierte en una presencia inolvidable. El papel del delator también está tratado con profundidad más cuando la película nos muestra a un hombre desesperado y asustado capaz de todo con tal de salir de allí.
El otro descubrimiento es Phillips Holmes, un bello y delicado actor que protagonizó varias películas de interés durante los años treinta (por ejemplo, Una tragedia americana). Aquí pone rostro a un joven recluso con muy mala suerte al que la monotonía de la cárcel y el encierro durante sus años de juventud le minan como persona convirtiéndose en un muerto en vida y con peligro de perder su salud mental. Sin embargo la aparición de la hija del alcalde (Constance Cummings) le hará recuperar la esperanza… Phillips Holmes no pudo seguir su interesante carrera cinematográfica porque durante la Segunda Guerra Mundial perdió la vida durante un vuelo.
Terror y romanticismo
… La Universal se había convertido en el estudio estrella de un universo terrorífico de criaturas temibles. Una de ellas fue la momia Imhotep que contaba además con el rostro de una de las estrellas del género, el inconfundible Boris Karloff. Lo valioso de esta película (la más famosa del realizador Karl Freund que además fue camarógrafo de Murnau, Lang y Lubitsch) es que va más allá del terror, como su personaje principal la momia (y por lo tanto Boris Karloff).
No es sólo la historia de una maldición. Ni de una momia que recobra la vida y además siembra el terror y la muerte en El Cairo. Sino que se convierte en una triste historia de amor no correspondido donde Imhotep lucha a lo largo de los siglos por recuperar a su princesa amada (que se ha ido reencarnando a lo largo de la historia y ahora es una moderna joven)… y cuando está a punto de conseguirlo (…después de haber sido embalsamado vivo por ella y haber sufrido lo insufrible por amor), descubre que su amada no va a sacrificarse por él e incluso pone los ojos en un joven aventurero y prestigioso arqueólogo…
Así Boris Karloff de nuevo imprime humanidad y vulnerabilidad al monstruo (capaz de causar terror y muerte) que sólo quiere recuperar a su amada y ser amado. Un cuerpo que resucita por amor. Nuestra empatía con el monstruo es inmediata cuando descubrimos que es un monstruo enamorado y además no correspondido…
Karl Freund realiza una puesta en escena de un realismo interesante que es invadido por lo extraño y misterioso. Un Cairo de los arqueólogos pioneros, de los descubrimientos apasionantes… donde una momia puede cobrar vida y por eso hacer perder la razón a un joven y ansioso aventurero. Y donde esa misma momia transformada en un extraño guía puede hacer ver el pasado a una joven moderna (que es la encarnación de la princesa) como si se tratara de una película de cine mudo…
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Muchas gracias por dedicarme, digo, por dedicar esta entrada a Karloff, uno de mis favoritos, todo un gentleman, en efecto, en la vida real, y otro de los ilustres «malditos» del famoso edificio Dakota de Nueva York.
La de Karloff sigue siendo la mejor versión que se ha hecho de «La momia», con muchísima diferencia. La otra, además de ser una buena muestra del arte de Hawks para hacer trepidante, del que no aburre, sienta las bases del género carcelario para los restos.
Menudas dos. Y menudo es Frankie…
Besos
… Ay, ay, ay… este Boris Karloff… todo un gentleman bueno un poco siniestro… Y sí una sesión doble maravillosa…
Y, sí, por qué no, te lo dedico a ti, porque detrás de Frankenstein todos sabemos que hay un corazón que se sale del pecho. No nos engaña, je, je, je. Y porque a mí Frankenstein siempre me cayó bien.
Besos a lo Karloff (¿cómo serán?…)
Hildy
Efectivamente, la cámara captaba esa ambigüedad de Karloff. Me gustan las dos películas por igual, aunqeu tienen poco que ver. Son estupendas. Besicos.
Sí, esa vulnerabilidad es la que, en mi opinión, le ha hecho inmortal y ha dado a sus películas una pátina que no deja nunca de brillar, mi querido Marcos.
El unir en un mismo post dos películas, como bien dices tan diferentes, era mostrar que Karloff era algo más que un actor de películas de terror.
Besos, besos y más besos
Hildy
Al gran Boris Karloff lo encasillaron en papeles cargados de maquillaje,como a otros que me vienen a la memoria:Peter Lorre,Bela Lugosi,Peter Cushing,Vicent Price,etc.,pero fueron grandisimos actores echados a perder por el corto cerebro de los productores,directores y espectadores,amiga Hilydy.Pero hablemos del amigo Karloff;no sé si has visto la óper prima de Peter Bogdanovich Targets (1968) en donde interviene Karloff en su último papel;genial.Allí no lleva maquillaje ni potes en la cara.Un gran actorazo que nos hubiera gustado ver en otros papeles que no hizo nunca.Lástima.Es lo que tiene el cine,amiga;el guapo,siempre guapo.El malo siempre malo.El monstruo siempre monstruo.Y hoy es domingo y es el mismo de toda la vida,es decir,aburrido,silente y proletariado.
Besos con colmillos a la luz de la luna.
… Guau, menuda galería de intérpretes que demostraron que podían ir más allá del encasillamiento al que en un principio les ‘condenaron’ sus físicos peculiares, distintos, especiales… y los éxitos obtenidos en determinado tipo de papeles. No, no he visto Targets, así que otro título a mi baúl de películas pendientes que maravillosamente siempre rebosa. Era tal su fuerza y la energía que transmitían que todos lograron ir más allá del estereotipo marcado…
Besos domingueros, mi querido Francisco, que también tienen su jolgorio particular… y también besos lunáticos… (pero que no den miedo… tan sólo son un poco excéntricos…, je, je, je)
Hildy
Mi monstruo favorito: Frankenstein encarnado por Karloff. Me pareció desde siempre que tenía la estética más lograda, más particular y definitoria. Identificación total entre actor y papel. Lon Chaney, senior y junior, y Bela Lugosi, y está todo dicho. Bueno, «Nosferatu» de Murnau, claro. Y «Vampyr» de Dreyer, uff, peliculón. Y Cushing, Lee, Price…
¡Vaya! ¡Cuántos monstruos tiene el cine!
Saludos.
¡Hala! ¡Si la lista ya la había escrito Francisco, ja, ja! Eso es conexión. Tantos años leyéndonos…
Pero ¡son unos monstruos tan buenos, tan tiernos… que después de cómo son algunos humanos hasta me dan ternura…! Me refiero a los de la Universal… porque la verdad, Nosferatu da un mal rollo que te pasas, mi querido Licantropunk.
Sí, pero qué listas más majas que me hacéis los dos.
Besos
Hildy
Se me olvidó decirte una cosa que muy poca gente sabe,mi querida Hildy.¿Sabes cuál era el verdadero apellido de Boris? Nada más y nada menos que Pratt y venía de la familia veneciana del gran dibujante de cómics Hugo Pratt,el creador del inmortal Corto Maltés.
Besos venecianos
… Gracias por el secreto… y por esa conexión…
Brindemos por dos Pratt.
Besos desde la góndola que ya se asoma a la plaza de San Marcos…
Hildy
Que buen resumen sobre el gran Boris! Curiosamente mi primera película que vi de él fue la «Scarface» de Howard Hawks. Después lo vi en un pequeño papel en la película «Smart Money» de 1931 (que también es la única película que junta a James Cagney y Edward G. Robinson); en estas dos películas hace papeles de gangster los cuales le quedaban muy bien. Luego pude constatar su versatilidad en las películas «La Máscara de Fu-Manchú» (donde comparte roles con una hermosísima Myrna Loy) y por último en el clásico de la Universal «El Caserón de las Sombras» donde me queda claro la gran calidad de actor que fue el gran Boris, incluso sonando como una ofensa encasillarlo como la Momia o Frankestein.
En «El Caserón..» aparece también un joven Raymond Massey que después en «Arsénico y Encaje Antiguo» lo encontrarían igual al gran Boris Karloff.
Saludos Hildy y gracias por siempre tener temas tan interesantes sobre cine clásico en tu blog.
¡Scarface! ¡Qué buena! así como muchas películas de las que apuntas, querido Orlando, (alguna de ellas no las he visto como SMART MONEY)que demuestran que Boris Karloff no merece ser tan sólo recordado como un monstruo querido sino que daba para más registros como actor a pesar de su particular físico…
Besos
Hildy
Muy buen trabajo sobre este excelente actor. Peter Bogdanovivh te e un libro publicado con interesante simas vivencias y entrevistas con grandes estrellas del cine clásico, entre ellas Boris.
Mil gracias por el comentario y bienvenido, Antonio. Tu recomendación es magnífica, me encanta ese libro de Peter Bogdanovich. Y Boris es toda una personalidad. La última película que vi de él fue precisamente una dirigida por Bogdanovich, El héroe anda suelto (Target).
Beso
Hildy