Retahíla cinéfila

1.- Equipada con gafas 3D, cada vez más elegantes, sentada en cómodo asiento, y frente a pantalla gigante me enfrenté a Las aventuras de Tintín. Primera de lo que será futura saga de Spielberg. Varias cosas me vienen a la cabeza. ¡Cómo disfruté los títulos de crédito! Me encantan unos buenos títulos de crédito… cuando prácticamente te cuentan también una historia (y lo más fiel al espíritu y estética de Hergé junto al retrato que le hacen al principio de la película). Segundo me apetecía porque las historietas de Tintín eran un recuerdo de mi infancia. Después de su visión volví a rescatar algunos de los libros que guardaba en un desván de recuerdos. Tercero la técnica de captura de movimiento no es santo de mi devoción… pero aquí me olvidé de ello, la película me atrapó. Cuarto tampoco me vuelve loca el 3D pero aquí disfruté como una niña. Quinto me pareció película vertiginosa, no te dejaba respiro alguno. Clímax, tras clímax más otro clímax. A Spielberg le va narrar aventuras, al personaje de Tintín le gusta protagonizarlas y yo disfruté una tarde viéndoles a ambos. Por cierto Milú mi héroe total y absoluto. Eché de menos a Tornasol…

2.- Cine y teatro siempre es una combinación que me resulta atractiva. Anonymous se convierte en espectáculo rococó con giros rocambolescos que pone en pantalla una polémica literaria: ¿Fue William Shakespeare el creador real de las maravillosas obras de teatro que han llegado hasta nuestros días? Así el efectista Emmerich, que parte de una buena idea, realiza una obra cinematográfica fallida. Y es una pena porque contaba con elementos poderosos para que hubiera sido obra a tener en cuenta. Así se nos muestra una tragedia shakesperiana desinflada y exagerada llena de momentos desaprovechados y personajes atractivos mal elaborados. A todo esto se une una estética de reconstrucción por ordenador que en determinados momentos chirría como antes lo hacían los decorados de cartón piedra. Los tiempos narrativos son tan complejos (y están tal mal empleados) al principio que hasta que vas situando la historia y los personajes ya has visto más de la mitad de la película (de metraje amplio).

Y cuando ya empiezas a reconstruir las piezas los giros son tan delirantes que te planteas qué es lo que realmente estás viendo: ¿una polémica literaria, un melodrama al borde del extasis, una historia de líos y traiciones en la corte…, una tragedia griega, una shakesperiana, un delirio histórico…, un cóctel salvaje de todo ello? Pero sin duda el mayor patinazo es la construcción de una historia con un montón de personajes atractivos (pero sin poder ser desarrollados plenamente) y la lucha titánica entre todos ellos para eregirse en protagonistas principales de la trama… volviendo loco al humilde espectador que no sabe ya a los diez minutos en quién centrar su mirada. ¿Quiénes forman el vértice de esta película?¿Cuál es el tiempo que prevalece? ¿El mediocre actor que crea el ‘personaje’ de William Shakespeare, el dramaturgo sin éxito al que acude el misterioso noble escritor, el conde de Oxford (el verdadero autor), la reina Isabel I,  Robert Cecil, el jorobado…?

Lo que sí es cierto (y paradójico) es que Emmerich y su estética rococó te mantiene en el asiento y terminas envuelto en su cóctel explosivo recontruyendo esta historia dramática… porque el material con el que contaba era, sin duda, atractivo.

3.- Antes de adentrarme en Melancolía (parece como si me estuviera preparando psicológicamente…), veo Sacrificio de Tarkovsky y le siento al director absolutamente hermético en lo que quiere contarme. En esa historia apocalíptica y ardientemente melancólica. Y lejana… emocionalmente. Pero reconozco que me siento atrapada por la belleza visual que me impacta. Aunque me deja rayada sobre todo cuando leo la dedicatoria final de Tarkovsky… ¿Dónde está la esperanza?

4.- Hoy domingo he dado un largo paseo por las calles de Madrid y me meto en exposición que disfruto en el centro de arte del Teatro Fernán Gómez. Viaje al cine español. 25 años de los premios Goya. Y realmente logro viajar… Así entre imágenes, músicas, fotos y escenografías me junto con la troupe de El viaje a ninguna parte, oteo El bosque animado, visito la terraza de Mujeres al borde de una ataque de nervios, canto Ay Carmela, me siento en el triste banco de Amantes, participo en el baile de máscaras de Belle Epoque, revelo las fotografías de Días contados, me angustio en atmósfera agobiante porque Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, se me saltan las lágrimas ante La buena estrella, vuelo por los aires en Mar adentro, subo a la torre petrolífera de La vida secreta de las palabras, visito las tumbas de Volver, siento La Soledad, me pongo ante los barrotes de Celda 211, o me siento perdida en los subterráneos de Pa negre… y el viaje continua.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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