Cóctel de tres películas desde la emoción

Tres películas he visto últimamente desde el rincón de la emoción. Dos actualmente en cartelera y una de las que debería haber visto en su momento y ahora he encontrado el tiempo. Y la emoción no ha estallado totalmente en ninguna de las tres. Son tres películas bien elaboradas, bien hechas pero con ese punto de cine-emoción, de cine de sentimientos, que a mí me fascina y que cuando se consigue me deja en un estado óptimo.

En esa escala, de la emoción que estalla a la emoción fría, pongo a su disposición pequeños comentarios. Desde la que más me hizo sentir a la que menos. Y todas tienen sus ingredientes interesantes y las tres comparten aquellos elementos que no las convierten en redondas o en obras para la eternidad.

¿Para qué sirve un oso? de Tom Fernández

Si algo ha dejado claro ¿Para qué sirve un oso? y lo digo con lamento es que las comedias de buenas intenciones protagonizadas por buena gente no están de moda. El espíritu de Frank Capra está de capa caída. El idealismo está en paro.

Tom Fernández regala comedia idealista y parece que pocos han querido empaparse de esta historia sencilla de buenos sentimientos (a algunos incluso les molesta) entre dos hermanos que viven su particular viaje interior en un paraíso natural, la bella Asturias.

Tampoco ha calado, que algunos han tildado de superficial, el mensaje ecologista de la película. Pero siento decir que disiento. Porque sí es un mensaje sencillo, muy sencillo y muy superficial… pero es que en materia ecológica estamos muy pero que muy poco concienciados (y somos muy superficiales) y nos puede parecer absurdo y simple que nos recuerden que hay que reciclar (casi como en un curso básico de Barrio Sésamo) pero es que desgraciadamente la gran mayoría no reciclamos correctamente. Y puede parecer muy simple el discurso que tienen esos hermanos, biólogo uno (y desesperanzado por el irremediable curso del cambio climático) o del zoólogo (que aún cree, y tiene fe, que se pueden salvar los paraísos aunque científicamente no esté muy adelantado), pero desgraciadamente el hombre sigue generando desastres ecológicos, sigue abusando de los recursos naturales y sigue destrozando el planeta sin una conciencia de que debemos cuidar lo que tenemos si queremos seguir viviendo en un planeta llamado Tierra…, así que no viene mal una bajada de humos y que nos presenten una película bonita de mensaje sencillo.

¿Para qué sirve un oso? se sustenta por una pareja de cómicos, los hermanos asturianos, que ofrecen su recital interpretativo y nos hacer reír (o a mí me provocaron la risa): Javier Cámara y Gonzalo de Castro. Dos hermanos separados que vuelven a encontrarse y a unirse a pesar de sus distintos enfoques de la vida. A su alrededor pululan una serie de personajes secundarios con encanto (pero éste es el único pero que no hizo que mi emoción se disparara del todo) pero no del todo bien construidos o mejor dicho no del todo bien aprovechados para el curso de una historia bonita. Así como el maestro Frank Capra era capaz de construir un personaje secundario con todos sus matices aunque sólo apareciera en pantalla unos segundos, la película de Tom Fernández nos deja una galería de personajes secundarios a medio construir (aunque todos con su momento tierno). Y contaba con buenos actores para ello, algunos veteranos y otros muy frescos (la institutriz de los hermanos, Geraldine Chaplin; la veterinaría de la localidad, Emma Suárez; la pareja de jóvenes que se enamora, el americano idealista y la lugareña pizpireta —Jesse Johnson y Oona Chaplin— o la niña que sufre la ausencia del padre, Sira García…

Sin embargo ¿Para qué sirve un oso? funciona y emociona para pasar una buena tarde de cine. Con momentos divertidos, otros emotivos y muchos hermosos. Deseas trasladarte a Asturias y disfrutar de una noche a la intemperie y a ser posible con un proyector de viejas películas mudas como la de los hermanos Wilson (precioso homenaje al cine mudo cómico y a la emoción que provocaba…) o estar en el jardín de una casa de piedra rodeada de montañas.

Oliver Twist de Roman Polanski

Una de mis pendientes. Polanski construye cinematográficamente la obra de Dickens, ciento un mil veces adaptada en cine y televisión, y recrea una película clásica tan perfectamente llevada a cabo que a mí, aunque me emocionó en varios momentos, me dejó un poso de frialdad y melancolía.

Recreación exquisita, reparto de niños impecable, banda sonora acorde con la historia, reflejo veraz de la miseria en Londres y de las desventuras de Oliver de forma lacerante, relato con aires oscuros y tristes, exclusión y desvalimiento de una infancia cruel, tono de un cuento triste y tenebroso, secundarios bien construido… Todos los elementos bien ejecutados en un ejercicio cinematográfico de visos perfectos. Una adaptación literaria del mundo de Dickens perfecta. Pero, ay la emoción del conjunto.

Eso sí reconozco que me fascinó, me emocionó y me hundió en la más triste melancolía sus minutos finales. La visita de Oliver a la prisión al otro gran personaje de la película, Fagin (caracterizado e increíble Ben Kingsley) pone los pelos de punta.

Chico y Rita de Fernando Trueba y Javier Mariscal

Disfruto mucho con el cine de animación. Y soy capaz de emocionarme muchísimo. Me gustan las distintas técnicas de animación (aunque no soy ninguna experta pero me gusta enterarme) que se emplean para contar una historia y los distintos trazos de los dibujantes. Me emociona Pesadilla antes de Navidad, Ratatouille, Bienvenidos a Belleville, Wall-i, Persépolis… Y esperaba esa misma sensación con Chico y Rita. Y sólo lo consiguió en pequeños momentos a pesar de que tenía todos los ingredientes para que me hundiese en un estallido de sentimientos y emociones. De nuevo, el conjunto no me llevo al éxtasis. Aunque como las anteriores películas me hizo pasar una linda tarde, y eso es para valorarlo mucho.

Chico y Rita tenía La Habana, la bella música y las hermosas canciones, la historia de amor imposible con múltiples referencias y amor al cine clásico y su romanticismo, aires de cine musical clásico a lo New York, New York, ecos de historias de amor míticas a lo Casablanca, influencias incluso de cine negro (esa muerte de ese músico cubano con sus influencias con los bajos fondos)… todo envuelto en un aire de nostalgia (que tan bien queda en las historias de amor), y un trazo original. Tenía esos personajes que triunfan y caen, a los que les duele el exilio aunque sea voluntario, a los que les duele la exclusión en un mundo que en esos momentos desprecia otras culturas o color de piel… Pero Chico y Rita no me hizo temblar tal y como hubiera esperado. Vibrar o echar unas lágrimas al escuchar un bolero o una canción de amor inacabada… ¿Sería mi estado de ánimo?¿Qué le falta a Chico y Rita para el éxtasis de emoción?¿Qué le falta para que el espectador estalle…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.  

Un comentario en «Cóctel de tres películas desde la emoción»

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