La terra trema (La terra trema, 1948) de Luchino Visconti

Visconti, un aristócrata con una ideología social cercana y simpatizante al Partido Comunista Italiano, empezó su trayectoria cinematográfica bajo los postulados del neorrealismo, un cine de posguerra que trataba de reflejar a una Italia que intentaba resurgir de sus cenizas y que quería ponerse al lado de un pueblo que vería cómo era retratado en la gran pantalla blanca. El neorrealismo además era una corriente cinematográfica europea que permitía nuevos caminos del modelo cinematográfico imperante y pionero en las nuevas olas europeas que preludiaban un cine nuevo, un arte que avanzaba. Con el neorrealismo empieza también una querencia por querer ver en el director a un autor, a un creador.

El aristócrata, virtuoso en la puesta en escena, ya se había acercado de manera original a la clase obrera italiana con su peculiar adaptación de la novela El cartero siempre llama dos veces en la película Ossesione. Ahora toma como referente una novela italiana cercana al naturalismo I Malavoglia de Giovanni Verga para llevar a cabo su segunda obra cinematográfica, La terra trema, el episodio del mar. El proyecto era una trilogía. Primero iba a reflejar la historia de los pescadores, después de los mineros y por último de los campesinos. Era un proyecto financiado en parte por el Partido Comunista Italiano pero dificultades, entre ellas las económicas, impidieron que el proyecto pudiera ser concluido. No obstante Visconti logra que una obra que podría haberse convertido en simple cine propagandístico sobrepase su fin y se convierta en una obra que a mí personalmente me ha deslumbrado. Una obra artística que permite una serie de lecturas interesantes.

Visconti traslada su equipo, su cámara y su mirada a una localidad pesquera Acci Trezza en Sicilia y convierte la historia de una familia pesquera (interpretada por habitantes de la localidad), la familia Valastro, en una tragedia de ecos clásicos y universales. Así la historia de opresores y oprimidos adquiere una belleza que duele. La premisa de partida es sencilla pero adquiere elementos épicos. Ntoni, el joven líder de la familia, harto del yugo que sufre generación tras generación su familia bajo el ‘imperio’ cada vez más feroz de los comerciantes que se aprovechan de su trabajo y lo pagan mal perpetuando su pobreza y la de su pueblo, decide rebelarse. Pero los compañeros aunque le escuchan no se atreven a apoyarlo (aunque se protagoniza una pequeña revolución en el mercado que acaba con varios de ellos en la cárcel), así Ntoni decide volverse autónomo, ser dueño de su barca y su pesca e hipoteca la casa familiar (con apoyo de todos los integrantes). Sin embargo aunque empiezan con buen pie y con una buena pesca de boquerones…un día de tempestad pierden la barca y todos sus instrumentos hundiéndose la familia Valastro en la miseria y en la ruina agobiados por las deudas bancarias.

Ntoni y familia se convierten de familia emprendedora y envidiada a apestados. El pueblo no les perdona el haber roto con la tradición de siglos y además haber fallado y los patronos quieren que vuelvan a arrastrarse a sus pies. Así Visconti y su cámara narra con desgarro y dolor la desestructuración de la familia de Ntoni y su caída en la miseria más absoluta así como la caída del héroe y su resurgimiento doloroso pero con la lección aprendida. Sus ideas no son malas, su pensamiento de injusticia es verdadero pero solos en el camino no pueden contra el sistema… el despertar tiene que ser colectivo.

Visconti logra un ‘milagro cinematográfico’ pues muestra la cotidianidad de un pueblo pesquero, refleja el trabajo del pescador, los momentos cotidianos, desarrolla y apunta historias secundarias con una puesta en escena sobrecogedora. Consigue realismo pero empapado de un lirismo especial y arranca unas interpretaciones naturales con unos diálogos hermosísimos de los pescadores. Envuelve al espectador con unos rostros que atrapan así nos dejamos arrastrar por el abuelo, la madre, las hermanas Julia y Mara, cada uno de los hermanos desde los más mayores hasta los niños…, cada uno de los habitantes del pueblo (desde los que tienen el rol de ‘poderosos’, los comerciantes, hasta los vecinos –los otros pescadores, el sargento de policía, las abuelas, los niños, los jóvenes, el albañil…– o la estrambótica aristócrata que permite la compra de unos barcos hacia el final de la historia).

Varias escenas se quedan en la retina como la salida de los barcos al atardecer y su llegada al amanecer o esa maravillosa espera de las cuatro mujeres de la familia vestidas de negro asomadas a las rocas para ver si el salvaje mar les deja vislumbrar la barca de los pescadores. No tiene desperdicio la escena alegre y emotiva de los habitantes salando los boquerones en un ambiente esperanzador y festivo. Las conversaciones entre los hermanos mayores o entre Mara y su enamorado, el albañil…, son infinitas las escenas que construyen un relato desgarrador que culmina con una escena dolorosísima que es la de Ntoni con sus hermanos regresando a pedir de nuevo trabajo a sus patronos. Ante la crueldad de los comerciantes y patronos, Ntoni con dolor no cede a su dignidad y la mirada lo dice todo.

Tan sólo pondría un pero y es sin duda al uso de la voz en off que no aporta a la narración sino que señala repetitivamente lo que ya nos están poniendo en imágenes. Sin duda tiene que ver con el espíritu inicial del proyecto y con la idea de transmitir determinado discurso ideológico sin que el espectador interprete otras miradas mientras está viendo La terra trema.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.  

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