Rubias tras la pantalla blanca

La melena rubia platino de Jean Harlow con su sensualidad que se apagó joven se cruza con los ojos tristes y enormes de la rubia, diosa sexo sin quererlo, Marilyn Monroe.

En la Fontana de Trevi grita Anita Ekberg con su melena que cae como cascada, grita a Marcelo para que vaya con ella a disfrutar de la noche romana. Para disfrutar de un momento. Y como mujer exuberante se cruza con otra rubia triste que sólo hizo comedias, con cintura de avispa, y con el sambenito de la imitación absurda, siempre buscó su hueco…, ahí se desliza Jayne Mansfield.

Las rubias hielo que son volcanes y que desnudaba el maestro del suspense en la pantalla…, hubo un trío esencial (aunque fueron muchas las rubias que pisaron sus películas). La musa, Grace Kelly. La antimusa pero protagonista de obra maestra, Kim Novak. Y la rubia ideal que quiso crear el maestro, él solito, Tippi Hedren, a la que dejó exhausta. Las dos primeras tuvieron más vida antes y después del maestro…, la Hedren, no.

Las niñas rubias que provocan sueños sexuales y son protagonistas pasivas de relaciones enfermizas con hombres de mentes oscuras… Carrol Baker, la baby doll tiene la corona… se convirtió más tarde en Harlow. La sigue Sue Lyon que hizo de las suyas cual Lolita y se sumergió en la noche de la iguana.

Las rubias virginales también tuvieron su hueco en la pantalla blanca y el símbolo máximo de la rubia pacata fue primero Doris Day y después Sandra Dee. La Day demostraría que podía hacer algo más que confidencias a medianoche…, Dee, ay, la Dee si no hubiera sido por sus adolescentes de melodramas maestros.

En el cine negro la rubia por excelencia fue la mujer de la melena en mitad del rostro Veronica Lake…, y también la aparición peligrosa de la Cora-Lana Turner con turbante incorporado.

Las rubias también desmostraron que cuando querían ser graciosas eran lo más. Y también podían dar sus pasos de baile. Otro trío de oro con melena platino al viento, Carole Lombard se muere de la risa con Jean Arthur que le hace confidencias divertidas a Ginger Rogers mientras se marca un claqué.

Y ahí tenemos a la rubia entrañable. A la mujer con la que soñaban los muchachos en la guerra, la vecinita alcanzable con hermosas piernas. La actriz que nunca se lo creyó y que cedió su cetro con elegancia a la Monroe, la pin up por excelencia, Betty Grable.

La hermosa Lara con rostro de Julie Christie fue la rubia bella que renunciaba al estrellato. En Francia Dios creo a la mujer con cara de Brigitte Bardot y allí estaba también la belleza rubia que tenía pesadillas sexuales y enloquecía con Repulsión, cantaba tristes canciones de desamor con un paraguas o era belle de jour, Catherine Deneuve. De tierras frías llegaba Ingrid Thulin, una de las musas de Bergman, que con el silencio de su rostro contaba historias. O también de Suiza llegaría la cabellera rubia de la sensual Lisolotte Pulver que lograría su lugar como secretaria erótica y divertida contando uno, dos, tres o se transformaba en triste enamorada cuando es tiempo de amar, tiempo de morir.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.  

Un comentario en «Rubias tras la pantalla blanca»

  1. Ja, ja, ja… pero era rubia. Sabes, al leer cosas de su biografía y ver algunas de sus películas como El trompetista creo que a Doris Day la construyeron una imagen que no casaba con su personalidad. En realidad su vida ha sido muy triste y desde luego poco parecida a las comedias que la hicieron famosa. Y como cantate tiene alguna canción y una voz que la salva… ¡¡¡fue rubia de Hitchcock!!! (aunque él no estuviera muy contento).
    Beso
    Hildy

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