Dos películas que pudieron ser… y no fueron

Dos películas que pudieron ser grandes… y no lo fueron. Sin embargo no dejan de tener un interés y unas secuencias que merecen la pena. Dos películas que por lo menos, y no es poco, no te dejan indiferentes y sí con muchas ganas de comentar.

Lovely bones (2009) de Peter Jackson

Todas sus posibilidades quedan ahogadas por unos personajes mal desarrollados y una estructura mal armada. Así la película que tiene secuencias visualmente potentes queda absolutamente desinflada.

Parte de un buen material, unos buenos matices de historia y con unos personajes que podrían haber sido atractivos.

El melodrama queda dinamitado por una estructura absurda y por un desarrollo también absurdo de los personajes principales. De paso ponen ahí a una abuela que no pinta nada (con el rostro magnífico de Susan Sarandon), una niña médium que es la rarita y un niño mono… que poco hacen para salvar la trama.

La mezcla entre el mundo onírico y real podría haber sido una solución genial para el desarrollo de la historia y sin embargo no hay un ensamblaje creíble para presentar los dos mundos y darles todo su sentido.

Y es una pena. Porque tiene escenas hermosas. Lo de que la narradora, la niña asesinada, sea una muerta (no se asusten se sabe desde el principio) podría haber sido todo un puntazo… ¿recuerdan El crepúsculo de los dioses? También nos la narraba un hombre asesinado. El final con frase irónica que funciona perfectamente en la maravillosa Mi Idaho Privado que te deja hecha polvo, aquí te da más bien lo mismo. Así ante la frase “Espero que viváis mucho y seáis felices para siempre” te quedas en estado fuera de onda.

El destino final del asesino en serie con cara de Stanley Tucci…,no convence. La justicia divina como que aquí no te la crees. Y eso que Tucci no está mal como retorcido asesino. Pero es tan flojo cómo descubre o intuye el padre que es el culpable… tan poco verosímil… una estructura tan compleja para una revelación tan pobre.

Jackson tampoco aprovecha el potencial que podría haber sacado a las distintas maneras a que se enfrentan cada uno de los miembros de la familia a la terrible desaparición de la hija, hermana y nieta. A la ausencia del ser querido. Así madre (Rachel Weisz), padre (Mark Wahlberg), hijos y abuela son absolutamente desaprovechados y sus transformaciones y evoluciones absurdas.

La niña protagonista, Saoirse Ronan, una pasada aunque se pase la mayoría del metraje en el mundo orínico, entre el cielo y la tierra, y su personaje tampoco esté bien desarrollado.

No le niego a Peter Jackson una fuerza visual y una belleza increíble en alguna de sus secuencias así como soluciones cinematográficas muy buenas. La casa del asesino, alguna de las escenas familiares sobre todo al principio, la fascinación de la protagonista por la fotografía, la captación del instante, los momentos previos al asesinato, alguno de los momentos oníricos que vive la protagonista…

Pero es de esas películas que podrían haber sido una pasada y se quedaron en algo muy pequeñito…

El edén al oeste (Eden à l’Ouest, 2009) de Constantin Costa-Gavras

Si se quiere hablar de un representante de un cine político enseguida viene a la cabeza Constantin Costa-Gavras. En su carrera hay títulos como Z, Estado de Sitio, La caja de música o Amén. Su última película El edén al oeste es una fábula sobre la inmigración. Es como si Costa-Gavras cansado de tanta dura realidad, de tanto horror…, estuviera harto y ya no pudiera más y sólo se siente capaz de representar una especie de viaje fantástico de un inmigrante que se encuentra en su camino las situaciones más surrealistas que pudiéramos pensar.

Así Costa-Gavras renuncia al horror de lo que nos cuenta y prefiere meter caña a través de un cuento triste que sólo puede terminar de manera fantástica porque sabemos que el futuro del protagonista va a ser negro. Negrísimo. Pesimista. Es como si Costa-Gavras dijera me he pasado la vida denunciando y presentando la cruda realidad. Quiero cambiar de táctica y a ver si los espectadores les entra de una vez el mundo injusto en el que vivimos. Voy a contar la historia de un joven y bello inmigrante ilegal que protagonizará toda una Odisea hasta llegar a París para cumplir un sueño o una esperanza de encontrar una vida mejor.

Y se cruza con situaciones surrealistas, personajes mezquinos como ogros y brujas, personajes dulces como hadas y almas protectoras…, y su situación va de mal en peor pero todo sea por la consecución de un sueño. Por creer que la magia es posible. Y cada encuentro es una advertencia o una actitud frente al otro, al que viene de fuera.

Pero no se engañen Costa-Gavras no nos deja un final feliz. Sino mucha amargura y sólo una salida a través del escapismo y la fantasía. Costa-Gavras huye de lo real… pero nos dice muchas cosas.

Es para analizarla con mucho cuidado y dejarse enredar en los ojos claros del protagonista y enredarse en sus rizos y miedos. Obviamente es tal el carácter de fábula que el director político aleja al espectador que puede optar por hacer como que no entiende lo que le están contando. Y bajo la fábula amable nos está contando una historia amarga, muy amarga…

Y por eso en esta película Costa-Gavras nos ha desconcertado… nunca pensamos que optaría por la fábula y la magia para contarnos una historia fuerte. Muy fuerte.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.    

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