Descubrimientos veraniegos (3). Oppenheimer (Oppenheimer, 2023) de Christopher Nolan

Los dos estrenos por excelencia de este verano, con unas campañas publicitarias que están consiguiendo llenar otra vez las salas de cine (y me gusta acudir a salas a rebosar), son Oppenheimer y Barbie. Tenía muchas ganas de ver las dos. De momento, he acudido a la de Christopher Nolan y sufrí una lucha interna durante sus tres horas de visionado. Estos descubrimientos veraniegos no estarían completos sin las dos reseñas correspondientes.

Oppenheimer, para bien o para mal, no deja indiferente.

En Oppenheimer (Oppenheimer, 2023), Christopher Nolan está tan preocupado por el envoltorio formal que se olvida del corazón de la historia, de realizar una película con alma. Pero es inteligente y sabe crear mecanismos certeros para enganchar al espectador durante las tres horas que dura el metraje, incluso aunque no se entere de lo que le están contando o le falte el bagaje histórico para comprender qué está viendo exactamente. Tal vez Christopher Nolan cree en la capacidad del público para desentrañar laberintos complejos o armar con éxito el puzle. Y eso es de agradecer. O, por el contrario, quiere mostrar su dominio del lenguaje cinematográfico y su superioridad intelectual a la hora de contar historias y de rizar el rizo, sin necesidad de que el espectador tenga que comprender nada de lo que está viendo.

Para contar el biopic de Oppenheimer (Cillian Murphy) lo reviste desde el principio con la pátina de una película épica. Es más, nada más empezar cita a Prometeo, aquel semidiós que robó el fuego para los hombres. Así Oppenheimer queda vinculado a la mitología. Una especie de semidiós con todas las vulnerabilidades posibles que le hacen humano. Para seguir en esta línea, este semidiós sensible, intelectual y animal político, se rodea de las dos mujeres de su vida. Y tan solo se las dibuja en su aportación al héroe.

Una es la sensualidad hecha mujer y la otra es la racionalidad práctica. La primera es desequilibrada mentalmente; la segunda esconde su desencanto y amargura en el alcohol. La primera es sacerdotisa de Dioniso, Jean Tatlock (Florence Pugh); la segunda es sacerdotisa de Apolo, Kitty Oppenheimer (Emily Blunt). Las dos son sufrimiento puro y duro. Si uno indaga en sus vidas verá que son mucho más que el desequilibrio y la amargura. Hubo algo más que tormentas en sus vidas.

Oppenheimer ofrece momentos cinematográficos e interpretaciones brillantes. Pero en el conjunto hay varias cosas que no hacen que sea una pieza redonda. Formalmente, crea una estructura con firma Nolan. Así la construye como un puzle donde el montaje es el rey, donde paralelamente se van contando distintos periodos de la vida del bautizado padre de la bomba atómica. Consigue un ritmo trepidante y encadenar secuencia tras secuencia y narrar historias paralelas en tiempos distintos y poco a poco ir realizando revelaciones sorprendentes sobre los personajes. La vida de Oppenheimer como un laberinto. Solo que ¿era necesario para contar lo que nos quería contar esta estructura o es más bien un alarde del director? ¿Se justifica ese laberinto formal para acercarse a la vida del científico? ¿Hace falta tanta complejidad para mostrar el retrato contradictorio de un científico y el mundo en el que se desenvuelve?

¿Cómo es posible que en tres horas haya personajes tan pobremente perfilados y tan mal construidos? Incluso que en alguno se aprecie un corte de tijera obvio y quede totalmente fuera de contexto su aparición estelar final, como ocurre con David Hill (Rami Malek). O por qué se pierde la oportunidad con otros. Por poner un ejemplo, se prescinde de dar entidad a la relación entre los dos hermanos Oppenheimer, apenas descubrimos quién fue Frank Oppenheimer y qué significó para su famoso hermano.

Pero es curioso porque Oppenheimer atrapa con transiciones y encadenados brillantes y momentos de montaje excelente. En esa cadena de tiempos históricos que se suceden paralelamente, algunos interesan más que otros. Lo mejor contado es toda la trama en la que se desarrolla y se va desvelando el enfrentamiento entre Lewis Strauss (un maravilloso Robert Downey Jr.) y J. Robert Oppenheimer.

Por una parte, se va viendo a un Strauss que se va quitando capas como una cebolla hasta llegar a su esencia de personaje con aires de Tartufo. Y, por otra, se desvela a Oppenheimer como un hombre complejo, con un fuerte sentimiento de culpa y desencantado ante el descubrimiento realizado y el uso que se hace de él. El científico seguro de sí mismo, idealista y comprometido a crear un mundo mejor que contribuye a la puesta en marcha de una bomba que siembra la destrucción y cambia el orden del mundo. Y es cierto que para contar esa historia hacen falta los otros hilos…, pero ahí estaba la esencia o el alma de esta historia.

Es cierto que Oppenheimer logra abrir el apetito y adentrarse más en la vida de este hombre e indagar en el ambiente político en el que se fue formando y su militancia en ciertos aspectos. Y cómo eso afectó a su trayectoria profesional, sobre todo una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Que deja ver cómo según avanzaba la Historia Política de EEUU el posicionamiento respecto a la figura del polémico científico iba rotando. O también penetra en la responsabilidad, el compromiso y en la ética de los hombres y mujeres dedicados a la ciencia, y muestra cómo todo paso, todo descubrimiento, todo aparente progreso depende totalmente del uso posterior que se haga de ello… Y no cerrar los ojos a las consecuencias.

No logra, sin embargo, dimensionar la gravedad del asunto. Lo que supuso la bomba H en la historia de la humanidad y cómo cambió el mapa político y el orden mundial. A veces, todo el proceso de Los Álamos parece una reunión de científicos y militares que juegan a ser dioses, donde prima lo lúdico. No se vislumbra ni por un instante el horror de Nagasaki y Hiroshima y el impacto que pudo crear en muchos de los científicos implicados y en el propio Robert Oppenheimer.

No cuenta con la fuerza brutal de la locura ante la bomba atómica que deja ver Kubrick en ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú o la pérdida absoluta de la inocencia que describe David Lynch en la tercera temporada de Twin Peaks. Ni siquiera esa tensión latente por la amenaza nuclear de obras cinematográficas como Punto Límite de Sidney Lumet o Siete días de mayo de John Frankenheimer.

Pero en Oppenheimer entre explosiones, estrellas, luz blanca, sufrimiento y complejidad de algunos personajes, ritmo que no decae, giros revelaciones y sorpresas… cuesta apearse de la grandilocuencia y encontrar un alma o un corazón que late. Lo que sí es cierto es que merece la pena verse, incluso por las contradicciones que genera su visionado. Oppenheimer, para bien o para mal, no deja indiferente.

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12 comentarios en “Descubrimientos veraniegos (3). Oppenheimer (Oppenheimer, 2023) de Christopher Nolan

  1. Hola Hildy. Es curioso que siendo normalmente una comentarista amable y bastante indulgente con las peliculas en este caso has sido bastante dura, segun mi opinion, con el pobre Nolan; el prometeo de los cineastas actuales. Quizas cuando nos vienen diciendo que alguien ha hecho una obra maestra nuestro liston se situa excesivamente alto, y claro el resultado de Oppenheimer nos puede decepcionar.
    Me ha llamado la atencion que comentas que los protagonistas del proyecto Manhattan parecen alli reunidos como sin ser conscientes de la gravedad de lo que esta en juego, como si fuera algo ludico.
    Y yo me pregunto, ¿y es que no parecen tambien jugar todos los poderosos como si fueran niños consentidos? ¿Que podemos pensar de Putin, constantemente amenazando con soltarnos sus bombitas?
    En fin, nos gusta imaginar que los que estan al frente, los cientificos, los militares, los politicos, seran sensatos y no nos llevaran al desastre, pero la historia demuestra que esto muchas veces sucede.
    Nos dirigen al desastre. En ese sentido, recuerdas cuando em medio dela reunion en que deciden que ciudades bombardear comenta; kioto no lo bombardearemos porque es importante cultuaralmente, y ademas pase alli la luna de miel.
    ¿De esto depende el destino de miles de personas, de donde hizo la luna de miel un capullo?
    Bueno, a mi Oppenheimer me ha interesado mucho. Prefiero fijarme en lo que tiene la pelicula que en lo que le falta. Creo que con sus defectos y virtudes es una gran reflexion sobre el mundo cientifico, politico, militar…

    Un beso, Hildy.

  2. Hola Hildy
    Me ha gustado tu comentario, yo lo resumiría en «sí, pero no».
    Sabemos que a Nolan el argumento le interesa «relativamente»; es más, yo diría que es uno de los «peores» directores para encarar un biopic. En otro tiempo seguramente el titulo sería «Oppenheimer de Nolan». Pero es valiente llamándolo así: hace veinte años (oh, mon dieu) «A Beautiful Mind, una mente maravillosa» ¿era un biopic de John Nash?
    Un saludo ¿atómico? Manuel.

  3. Queridísimo Luis, es cierto, suelo escribir de aquellas películas que por un motivo x me apasionan. De lo que no me gusta nada o me deja indiferente no suelo comentar nada. Pero luego hay un tercer grupo de textos, que además me encanta, que son aquellas películas que para bien o para mal no me dejan indiferente. Y a este grupo pertenece la última de Nolan. Es una película que hay que ver y que, como apuntas y también espero haber reflejado en el texto, tiene muchas cosas que merece la pena… Pero durante todo el visionado tuve una lucha interna porque tan pronto me estaba metiendo en ella, como salía disparada como un cohete. Había muchas cosas que me parecían muy bien contadas y otras que no y es lo que he intentado reflejar. Y, finalmente, me sentí distante con la película y no logré apasionarme, pero sí me interesó.
    Sin embargo, sí es un tipo de película que me encanta para escribir, porque me permite argumentar tanto para bien como para mal.
    El momento en concreto que nombras sobre lo de Kioto pone los pelos de punta. Y tienes razón en lo de que los más poderosos «juegan» con el mundo y es algo que se extiende a todas las épocas y momentos, pero lo que no sé si me convence es el tono o la manera en que se plasma en la película.
    Hay momentos de la estructura, del montaje y de las transiciones al pasar de un periodo a otro que me sedujeron totalmente, pero a veces sentía que la forma se comía la historia. Y luego había personajes muy bien construidos (Strauss, Oppemheimer), otros que con dos pinceladas es suficiente (Truman) y otros que no me convencieron por diferentes motivos, como los personajes femeninos y otros secundarios importantes en el biopic, más cuando es una película con tiempo.
    Finalmente, como dices, la película de Nolan deja reflexiones y plantea temas interesantes, crea debate y no deja indiferente.
    Beso enorme
    Hildy

  4. Jajajaja, Manuel, eso es exactamente una manera genial de expresar lo que me ha pasado con ella: «sí, pero no».
    Es curioso porque no me ocurrió lo mismo con Una mente maravillosa o con Descifrando enigma. Jajaja, ¡entré algo más en esos biopic!
    De todos modos, la prueba de esta película de Nolan es en un segundo visionado en un futuro próximo. ¿Pensaré lo mismo?
    Beso atómicoooo
    Hildy

  5. Hola Hildy!
    Leo con mucha atención tu pormenorizada critica que sin haber visto la película diría que es brillante por la disección y análisis profundo. Por un momento me estaba acordando de «Tenet» (2020), anda que no le dieron estopa por lo incomprensible que resultaba por momentos, reconozco que me perdí en mas de una ocasión pero así a todo disfrute mucho de aquel sin sentido. Es cierto, lo de Mendes puede ser un poco «la piedra de Rosetta» pero aun así me sigue provocando una fascinación tremenda. Bueno, para fascinación la que siente mi pareja por el Murphy este…jeje
    En otro orden de cosas, leyendo la entrada anterior y tu contestación a Lola (mi mas antigua seguidora en el blog…) me he ruborizado con lo de «el gran Fran»… Que sepas que estas invitada a un coctel a elegir y no es broma…jeje
    Espero poder acercarme en estos días a verla. Por cierto, he leído algo sobre un tipo de proyección especial, ¿sabes algo de esto?…
    Besos y feliz semana!

  6. Querido Fran, ya me contarás qué te parece Oppemheimer. Tu pareja está de suerte porque Murphy está maravilloso y omnipresente en toda la película.
    Lo de la proyección especial solo se me ocurre que sea en las salas IMAX, que la pasan en 70mm.
    Me alegró un montón la visita de Lola y que fuera a través de tu buena labor en Cine sin gafas. ¡A ver si me enseñas del mundo de los cócteles, que yo ando superperdida!
    Beso
    Hildy

  7. Coincido contigo, mi querida Hildy. Una película fallida porque su centro de gravedad es, precisamente, un agujero negro. Muy preocupada de ajustar datos y hechos a la realidad, tiene una virttud, que es que en sus dos primeras horas va a marchamartillo, y con una decisión de montaje y ritmo muy arriesgadas. Pasan montones de cosas, y no precisamente en orden, en todo ese tiempo, y aunque a veces no puede evitar la confusión (eso es inherente a Nolan: como no sabe ser complejo, tiende a ser confuso para parecer más inteligente de lo que es), la película me resulta vibrante, absorbente.

    En la tercera hora, sin embargo (maldita duración excesiva de las películas; qué pesados: «el secreto de aburrir consiste en decirlo todo», decía Voltaire), creo que la cosa cambia. Aunque parece que trata de lo mismo que las dos primeras horas, no es así. El tema se desplaza, y el protagonista, sin dejar de serlo, se somete a un hecho accesorio (la vista final y los dictados del personaje de Robert Downey Jr.; toda esa parte final en blanco y negro sobra) que, sinceramente, al espectador le importa un carajo, pero que sirve a Nolan para, como siempre, hacer uno de sus baratos trucos de trilero para intentar quedar por encima de su público.

    La película debió finalizar en 1945, o bien estructurarse de otro modo si tanto interés tenía Nolan en mantener la aburrida e intrascendente hora final. Tal como está, estropea el clímax, el ensayo de Los Álamos, y el buen sabor de boca que deja hasta ese instante. Luego la película se diluye entre comités, subcomités, apellidos escupidos a mil por hora y politiqueos que no importan nada.

    Creo que lo has definido perfectamente. A pesar de la buena labor de Cillian Murphy, creo que el personaje está mal concebido y escrito desde el guion, y de ahí el agujero negro que el protagonista contagia a la película. Pero, además, Enrico Fermi era calvo, y Nolan pone a interpretarlo a un tipo con pelazo. Ese tipo de detalles parecen absurdos o irrelevantes; a mí, sin embargo, me inclinan a percibir descuido y falta de preparación. Los grandes de verdad no la cagaban en detalles como ese, si su intención era ser fieles a la realidad.

    Besos

    PD: al salir del cine, fui con unos amigos a tomar algo a un bar desde cuya terraza se ve el hotel donde se hospedó Albert Einstein cuando vino a Zaragoza hace ahora justamente cien años. No se parece a Tom Conti.

  8. Qué bueno lo de Albert Einstein en Zaragoza. No lo sabía.
    En fin, yo tuve una lucha interna en toda la película. Me ha interesado como siempre ver tu visión de la película.
    Curiosamente a mí la trama con Robert Downey Jr (que me parece está soberbio) me enganchó. Me explico, tal y como está contada esta historia, que no es más que una manera de redimir al genio que fue padre de la bomba atómica, se mire por donde se mire, toma la estructura mágica de relación tóxica tipo Salieri y Mozart en la película de «Amadeus». Y también funciona aquí.
    Beso
    Hildy

  9. Queridísima Hildy,
    cómo me ha gustado tu análisis de esta matraca. Si a mí me pagaran por hacer críticas educadas hubiera intentado escribir algo exactamente como esto. Aunque creo que me gustó menos que a ti en el fondo creo que pensamos algo muy parecido sobre ella.
    En general coincido con lo que dice Alfredo, se me hizo interminable y me pareció repleta de cosas accesorias, en especial tonterías leguleyas. Como bien explicas los personajes están muy mal construídos. Entiendo que eso es mitad por torpeza y tijera y mitad por querer teñirlo todo de una ambigüedad que refuerce todos esos dilemas a los que se supone que se enfrenta el prota que al final más que cuestionamientos parecen bandazos o meditaciones futiles.

    Lo que menos me gustó de la película, sin embargo, es que cuando terminó -por fin- comprobé que a todo el abundante público le había entusiasmado, o eso comentaban por los pasillos del cine. Es decir, que es de esas películas de las que salgo con la sensación de que ciertamente el equivocado soy yo, y que los que juegan con cartas que no me interesan, como Nolan en muchas ocasiones, tienen la razón y ganan las partidas y también hacen historia, aunque me contraríe.

    Detesto profundamente eso que hace este director con tanta perfección, que es abrumar sensorialmente el espectador con un montaje portentoso -eso es así-, una banda sonora estruendosísima y una puesta en escena a mi parecer paupérrima, pero que consiste en primeros planos o planos medios cortos de muy buenos intérpretes que conectan con nosotros más por empatía animal que por lo que tengan que decir. Estas tres cosas Nolan las hace perfectamente, como nadie, y consigue que la gente se meta en esta historia, en el fondo anticuada, abstrusa e imprecisa y que ya no importaba un carajo a nadie.

    Del hecho de que no haya mostrado consecuencia alguna de las bombas sobre Japón (de hecho, creo recordar que apenas muestra consecuencias del mismo ensayo) creo que se puede deducir, aparte de un un cierto reproche moral como el que haces, justificado, que simplemente eso hubiera sido un anticlimax excesivo y difícil de levantar, teniendo en cuenta que la última parte venía más cargada de palabrería y apelaciones al honor y la conciencia de unos y otros, todos tipos contingentes, que de una verdadera intención de horadarnos el alma como se supone que debió sentirla atravesada el mismo Oppenheimer por sus remordimientos que, la verdad, no me queda claro en qué grado fue así y sin embargo todos contentos porque le han devuelto o no una tarjetita para ponerse en la pechera.

    Un besazo enorme Hildy, te confieso por cierto que mis dos amadas se metieron a ver Barbie, que también me ha encantado tu reseña y te diré que me arrepiento mucho mucho de no haberlas acompañado. Porque además, claro, tuvieron que esperarme un buen rato.

  10. Queridísimo Manuel, como siempre un placer leerle.

    Creo que en este párrafo concentras mucho de lo que quería explicar:

    «Detesto profundamente eso que hace este director con tanta perfección, que es abrumar sensorialmente el espectador con un montaje portentoso -eso es así-, una banda sonora estruendosísima y una puesta en escena a mi parecer paupérrima, pero que consiste en primeros planos o planos medios cortos de muy buenos intérpretes que conectan con nosotros más por empatía animal que por lo que tengan que decir. Estas tres cosas Nolan las hace perfectamente, como nadie, y consigue que la gente se meta en esta historia, en el fondo anticuada, abstrusa e imprecisa y que ya no importaba un carajo a nadie».

    Cuanto más pienso en Oppenheimer menos redonda la veo. Creo que había una historia que contar con todo el interés y complejidad del mundo y con unos personajes ricos en matices, pero creo que la forma enterró el contenido.

    Creo que la frivolidad inteligente de Barbie podría haberte gustado. Es una broma divertida y plantea muchas cosas, también tiene sus contradicciones. ¡Te lo hubieses pasado genial con tus dos amadas!

    Beso
    Hildy

  11. Todos los genios (y «genias») que son capaces de pensar y crear algo nuevo y diferente merecen nuestra admiración… siempre y cuando ese invento redunde en una mejora para la vida individual o colectiva del ser humano…Por ejemplo hablemos de Fleming o de Madame Curie… En el caso que vemos en la película no lo veo tan claro…SE puso fin a una guerra brutal con una medida más brutal aún… quizá no había otra solución o, mejor dicho, no fueron capaces de encontrarla… El resultado no deja de ser estremecedor… y creo que es positiva la forma en que lo muestra la película. Y como siempre Hildy muchas gracias por mostrarnos tu clara visión sobre las películas.

  12. Queridísima María Rosa, como siempre, dejas palabras sabias. Es difícil valorar el trabajo por el que es más conocido Oppenheimer. Él mismo lo sabía. Creo que la película a pesar de sus «peros», hace posible el debate y la reflexión sobre tema tan complejo.
    Fue un placer verla por segunda vez con vos.
    Beso
    Hildy

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