Breve historia de amor y un par de canciones

Breve historia de amor y un par de canciones, un cortometraje que deja una huella…

A veces el cine te provoca reacciones curiosas. Me pongo frente a un cortometraje con un título que llama totalmente mi atención: Breve historia de amor y un par de canciones. Está dirigida y escrita por Pablo Berthelon. Es una historia que llega de Chile. Lo veo una primera vez, y reconozco que no me gusta. Sin embargo, sí me atrae la localización, esa pequeña tienda de libros y discos de vinilo. Y más cosas…

Lo que me ocurre básicamente es que no sigo ni entiendo del todo los diálogos. No me los creo, me suenan impostados, pues en un principio pienso que dos personas que se encuentran no hablan así. Es como si un relato, con un diálogo que es pura literatura, que lo vives en papel, hubiese sido trasladado literal a la pantalla. Y ahí en el fotograma no logras creértelo. Aunque eso ocurre en ciertas películas y nunca me ha molestado; es más, a veces lo he adorado (suenan en mi cabeza los diálogos cantados de Los paraguas de Cherburgo).

Ante ese primer visionado que me desilusiona, juego a inventarme dos posibles historias. Una, de amor, la que es. Y otra basándome en la dedicatoria final a la hija del realizador, obvio los diálogos, y me invento una historia de ciencia ficción de un padre que se encuentra en el presente, cara a cara, con su hija proyectada en el futuro. Y hablan de amor.

Pero hay algo que me retiene, que me dice que vuelva a verlo. Son unas palabras que lee en voz en off el protagonista al principio del corto, mientras pasa las páginas de un libro de Vicente Huidobro, Mío Cid Campeador. Hazaña.

Y también se me quedan en la cabeza las cuatro canciones que se escuchan durante el metraje. Dos forman parte de la banda sonora, una en los créditos de inicio y otra en los finales. Las otras dos son las que ponen los protagonistas en el tocadiscos de la tienda.

El disco de vinilo que gira y gira sin parar. Eso me trae recuerdos.

Así que veo el corto una segunda vez.

Apunto una frase de la voz en off en un cuaderno y busco por Internet y doy con el texto recitado: «El muchacho sentía que el corazón le daba coletazos de pez herido, que ya iba a romper la pecera y saltar a la muerte para siempre.

¿Era esto el amor? Él no lo sabía, pero era un choque profundo, un miedo de felicidad, una inquietud de futuro. Este terror de defensa que siente el organismo humano ante todo lo que es capaz de modificarlo gravemente, de sacarlo de su paso, de romperle su ritmo.

El amor es como la muerte no solo en el sigilo con que se presenta, ni en la rapidez con que se acerca, sino también en el sobresalto y en el gesto agónico con que se realiza. De suspiro en suspiro, hasta el supremo suspiro».

Me parece un texto tan hermoso…

Y esa tienda se convierte para mí en una pecera, donde sus dos personajes, un hombre y una mujer, hablan de su historia de amor. Quizá esté haciendo un spoiler, quizá no debas seguir leyendo, pero voy a continuar con mis sensaciones. Porque el corto no es de un chico y una chica que se encuentran por primera vez en una tienda de discos y de libros… y hablan raro para seducirse. No, no es el principio de un amor. Es la historia de unos peces heridos ante ese choque profundo ya vivido…, que pueden hablar como les dé la gana porque ya se conocen. Tienen un pasado.

Luego, apunto las canciones y las busco en Internet. Y me detengo en sus letras. La canción de él (Seres invisibles, de Rubio), la canción de ella (Te quise, de Camila Moreno). Hay miles de posibilidades escuchándolas y quedándose con lo que dicen ellos durante su diálogo para reconstruir su historia de amor. Sí, de amor. Aunque ahora estén en esa inquietud de futuro. El disco de vinilo da vueltas y rescato de sus dos canciones frases: «Y en esto solo estamos caminando, no sé dónde voy, tú vas conmigo…» o «y el mundo no lo entiendo, me pierdo y me enfermo»; «El día entero te quise, con todo y su final» o «no pudiste con mi desorden…».

Lo veo una tercera vez.

Deleitándome en las canciones, en el texto de Huidobro, me paro en los detalles de la tienda, en los gestos y miradas de los dos personajes: en las palabras que se sueltan. Hay recuerdos, perdones, heridas, equivocaciones, miedos, rebeliones… y, sí, una historia de amor. Y una revelación al final del corto que les une, irremediablemente, para siempre. Porque no son extraños. Porque los detalles de uno y otro les quiebran, pues ya no volverán o se niegan a que eso sea así. Porque lo intentaron. Porque hay un poso… porque la belleza y el dolor siempre van de la mano.

Dicen que a la tercera va la vencida.

Breve historia de amor y un par de canciones empieza sin engancharme. Pero conecto con corrientes ocultas, que van despertando mis ganas de verlo más veces, meditarlo y finalmente saborearlo. Sí, sus personajes están en una pecera de libros y música, heridos, pero habiéndolo intentado. Y ese poso queda…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 comentarios en “Breve historia de amor y un par de canciones

  1. Hola Hildy
    ¡Pues para no «gustarte» la has exprimido con ganas! Me has llevado hasta el Antonioni «Blow-up» y «La Conversación» de Coppola. Dos profesionales obsesionándose sin remisión.
    Tu historia alarga el corto de una forma cantada (y bien bonita).
    Un saludo, Manuel.

  2. Jajajaja, por eso empiezo con que me pasó algo curioso con este corto.
    Porque en su primer visionado no me gustó…, pero algo retuve. Algo me dijo que tenía que analizarlo… Y lo vi hasta tres veces, ¡y la tercera vez ya me quedé enganchada a cómo cuenta su realizador la historia!

    Beso
    Hildy

  3. Jajaja, yo pensé algo parecido a lo de Manuel, «para no gustarte, le diste un montón de oportunidades». Pensaba, leyéndote, qué maravilla que existan espectadores así, tan tenaces. Y también pensaba si es justo que un contenido nos exija tanto. Quiero decir, ¿tiene derecho este realizador a pedirle al espectador que regrese una y otra vez para llegar a conectar?
    Aunque tal vez sea muy de los tiempos que corren esto de «convenceme pero ya». Y pienso en todas las veces que yo he insistido con una película que de entrada no me gustó, con resultados dispares porque nadie garantiza nada, pero sin embargo sigo intentando.-
    Cuánta tela para cortar, Hildy querida. ¡Y qué lindas son esas tiendas de libros y discos!
    Un beso enorme, Bet.-

  4. Es curioso lo «famoso» que se ha vuelto Hamaguchi entre cinéfilos el último año. Yo lo conocía por pura casualidad por Happy Hour, ya que tengo cierta fijación con películas de duraciones imposibles y esa duraba cinco horas. Me gustó bastante y tengo ganas de ver la que mencionas y, cuando llegue por aquí, Drive my Car.
    La de Wes Anderson me sorprendió muy gratamente, soy fan suyo pero aun así me maravilla como retuerce y da nuevas vueltas de tuerca a su estilo tan reconocible. Los detractores dicen que hace siempre la misma película, pero no podría estar más en desacuerdo (si bien su estilo es muy marcado, obviamente).
    Un saludo.

  5. Queridísima Bet, lo que me pasó fue que algo me tocó, pero no sabía el qué. Lo cierto es que fue el propio corto el que me empujó a verlo una y otra vez hasta descubrir su esencia, y poder disfrutarlo.
    A veces veo las cosas con demasiada velocidad y no pendiente al cien por cien de lo que estoy viendo. Y me pierdo… Pero si logro conectar con un pequeño detalle, trato de indagar.
    Expones algo muy interesante: cuando insistimos con una película. Y eso es por algo, algo que nos dice que hay que verla otra vez. ¡Lo que insistí con Ciudadano Kane hasta que la disfruté al cien por cien!

    Beso
    Hildy

  6. Querido Doctor Mabuse:
    Yo no conocía nada de Hamaguchi, pero reconozco que esta película, que es la primera que veo de él, ha hecho que seguro abra la puerta a este realizador y vea más cosas. La de Happy Hour hacía un tiempo que la tenía localizada, pero no sé cuál será la próxima.
    A mí el cine de Wes Anderson me toca, me gusta su universo y las historias que cuenta. Tiene momentos que me emocionan. Y esta última me ha parecido un precioso homenaje a la prensa escrita.

    Beso
    Hildy

  7. Querida Hildy,
    me maravilla cómo puedes convertir ver cine en un arte tan exquisito. Leerte en estos tiempos de premura, ansia por pasar pantalla y juicios apresurados es más que un gusto, es una necesidad, al menos para mí.
    Maestra

  8. Queridísimo Manuel, mil gracias por tus palabras y ¡por el tiempo que empleas también en leer estos textos!
    Cada vez me gusta más ser espectadora y lectora. ¡Me parece tan bonito! ¡Me hace tan feliz!
    Hay películas y cortometrajes que se nota tanto el cariño que hay detrás, que merece la pena el análisis pausado.
    Ayyyy, qué razón tienes, qué mala es la premura.

    Beso
    Hildy

  9. Totalmente desconocido para mí, mi querida Hildy, pero muy ilustrativo texto acerca de cómo pueden variar las perspectivas sobre una obra a partir de sucesivos visionados (vaya ganas) y en estados de ánimo diferentes.

    Besos

  10. Efectivamente, algo así me ha pasado, mi querido Alfredo, con películas que he ido viendo una y otra vez a lo largo de los años. Algunas las he amado y entendido más y otras me han desilusionado o gustado menos en cada nuevo visionado.
    El mundo de los cortometrajes y mediometrajes siempre me ha gustado. Condesar historias en unos minutos…

    Beso
    Hildy

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