Apuntes incompletos alrededor de A propósito de nada, autobiografía de Woody Allen (Alianza editorial, 2020)

Maridos y mujeres, un antes y un después en la vida de Woody Allen.

1. “Yo veía la vida como trágica o cómica dependiendo del nivel de azúcar en la sangre, pero siempre la consideré un sinsentido. Me sentía como un trágico encerrado en el cuerpo de un monologuista humorístico”. Algo así le dice también el personaje de Rain a Gabe Roth en un momento determinado de Maridos y Mujeres (1992) cuando le comenta una de sus novelas, es decir, cómo el humor no desaparece de la tragedia. Esta película es de las más apreciadas por Woody Allen de toda su filmografía, y curiosamente supone también un antes y un después en su vida personal. Sería no solo su última película con Mia Farrow, sino también el principio de un revuelo mediático de graves acusaciones, que aún hoy no ha terminado. A partir de ese momento, saltó a los medios su ruptura tormentosa con Farrow, la acusación de abuso sexual a su hija adoptiva Dylan y su relación con Soon-Yi, hija adoptiva de Mia, que continua hasta el presente.

Así A propósito de nada, su autobiografía, es un libro escrito por un monologuista humorístico con un paréntesis largo y exhaustivo, donde ese monólogo sobre su vida y obra se convierte en un relato autobiográfico con gotas de película de terror. De este modo queda un extraño híbrido, que deja un sabor amargo.

Allen cuenta como monólogo de humor de un misántropo, contradictoriamente optimista, su infancia, inicios en el mundo del humor, sus primeras películas y cómo se convierte en un realizador de éxito con control absoluto de su obra. Toda esta parte está regada con sus distintas relaciones sentimentales. Todo fluye con armonía hasta precisamente la realización de Maridos y mujeres y el fin de su relación con Mia.

A partir de ese momento, hay un cambio de tono en el libro, una nota discordante. Woody Allen, entonces, relata su versión de los hechos, alejado de todo lo que se ha vertido en los medios de comunicación. Si bien es cierto, que su relato es coherente, también es escalofriante el retrato que devuelve de Mia Farrow, una mujer no solo inestable emocionalmente, sino particularmente cruel, una madre dura y manipuladora con apariencia de ángel. De ahí la conversión de este paréntesis en un relato de terror. No deja de llamar la atención, sin embargo, que de nadie más el director realiza una descripción tan oscura y cruda.

Personalmente, lo que más me ha interesado ha sido lo que está fuera de ese paréntesis (no obstante, me ha aclarado bastantes cosas que siempre me había preguntado), pues lo que buscaba sobre todo era un acercamiento a su obra creativa. Y me he quedado con ganas de más, aunque aporta bastantes claves sobre su mirada, sus referentes culturales y cinematográficos, su manera de rodar y de entender el mundo.

2. “A mí me parece que la única esperanza de la humanidad reside en la magia. Siempre he detestado la realidad, pero es el único sitio donde se consiguen alitas de pollo”. Antes de ser humorista y realizador, lo que engatusó a Allen durante su infancia y adolescencia fue la magia. Intentó convertirse en un buen mago. Si bien su carrera fue por otros derroteros, la magia está muy presente en su filmografía. Y, bien es cierto, que una de las palabras que puede describir su obra cinematográfica es sin duda “mágica”. No solo hay magos entre sus personajes que realizan sus trucos (Recuerdos o Scoop), sino un alejamiento mágico de la realidad que permite obras como La rosa púrpura del Cairo, Alice, Medianoche en París, Magia a la luz de la luna o Todos dicen I love you.

Me detengo también en este punto para reflexionar sobre el retrato que de sí mismo realiza Woody Allen. Del intelectual que proyecta su imagen pública sale de la chistera otro hombre diferente. Él no deja de describirse como un muchacho judío de orígenes de clase media baja que se acercó a todo lo que oliese a intelectual para ligar con las chicas que le gustaban. Él mismo se despoja de su imagen de hombre inteligente, y se presenta como un chico de barrio, bastante deportista, al que le encantaba la magia, los partidos de béisbol o el tenis, los cómicos y con muchas ganas de ligar. Más tarde, se va dibujando como un hombre al que no le gustan los eventos sociales, que prefiere tocar su clarinete o estar en su casa si puede, y totalmente negado para las nuevas tecnologías. Entre las cosas que considera de su gusto está la escritura…

3. “Cuando me preguntan sobre la realización de películas, siempre intento dejar bien claro que no se trata de dinero, ni de elogios, ni de que se fijen en ti, ni de premios; todo eso es basura o, mejor dicho, paja. Repito constantemente que lo único que cuenta es el hecho mismo de hacer la película”. Otro de los aspectos claves que refleja el libro es cómo Woody Allen realiza películas porque siente necesidad de verse inmerso en el proceso de creación, que es precisamente lo que más le interesa. Terminada una película se mete en la siguiente, y ya esa obra terminada pasa a ser historia, no le interesan ni las críticas vertidas, ni los premios repartidos ni volver a enfrentarse a su visionado. Solo cuenta para él hacer la película, y tener el control del proceso creativo. Nada más. De hecho, como desgrana a lo largo del libro, no hay mayor crítico de su obra que él mismo, ni siquiera espera dejar mucha huella en el mundo. Durante estos últimos años, lo que le ha permitido ese control del proceso creativo y la financiación necesaria, ha sido el ofrecimiento de distintas ciudades europeas para convertirse en los platós cinematográficos de sus películas…, y él ha tomado estas ciudades al asalto para salirse de la realidad.

4. “Ser misántropo tiene su lado bueno: la gente nunca te desilusiona”. Todos sus últimos años vividos desde 1992 se resumen en esta frase “la gente nunca te desilusiona”. No escribe con odio o resentimiento, pero sí con distanciamiento. Pensándolo mejor, ese distanciamiento está en todas las páginas, como si mirase la vida desde fuera, y le costase implicarse o tirarse a la piscina de lleno. De hecho, él describe con humor lo que le cuesta asistir a distintas reuniones y eventos… No puede evitar quedarse fuera, le cuesta dar el paso de entrar… Así cuenta su vida: mirando desde la calle lo que puede haber en el interior de la ventana. Quizá de esta manera, mirando a todo el mundo y todos los acontecimientos desde fuera trata de alejar el dolor y el sufrimiento… o ese sinsentido que es para él la vida.

5. “Y la ciudad es tan hermosa bajo la lluvia, con el cielo nublado. No sé por qué. Algunos sugieren que es un correlato objetivo de mi estado interno. Mi alma está cubierta de nubes”. Día de lluvia en Nueva York es una de sus últimas películas, pero no la única donde ha presentado su amor hacia la metrópoli… Una ciudad bajo la lluvia inspira una de las frases más bonitas del libro, y que mejor describe su personalidad y su vida: “ Mi alma está cubierta de nubes”. Qué buen título.

Todos dicen I love you, una huida de la realidad, pero con canción triste de fondo.

6. En un momento de A propósito de nada, cuando habla de su infancia y adolescencia, explica lo que le gustaba ir al cine, y cómo se quedaba ensimismado con aquellas películas donde sus personajes vivían en áticos entre lujo y copas de champán. Y cómo le gustaría que la vida fuese así. Eso mismo le pasa a la Cecilia de La Rosa Púrpura del Cairo, que ve en la sala de cine un mundo que le permite alejarse de su realidad. Uno de los homenajes más hermosos a ese tipo de películas es sin duda Todos dicen I love you, donde Woody Allen mezcla el screwball comedy con el musical puro y duro, con presencia inevitable de uno de sus humoristas de cabecera (aunque fueron muchos), Groucho Marx. Por supuesto, no falta la magia. Sin embargo, como canción leit motiv de la película elige una de las más tristes y románticas: I’m through with love. Muchos la recordaréis cantada por Marilyn Monroe al final de Con faldas y a lo loco. Como siempre, es bueno mirando el lado trágico de la vida con humor.

Pero esta película me permite hablar de otros dos aspectos de la filmografía de Woody Allen: su amor por un determinado tipo de música y canciones, que hacen reconocibles sus films. Y es que la vida de Allen también está unida por su pasión por la música, y en concreto, el jazz. Así como su relación especial, y que deja huella de ello en todo el libro, con los directores de fotografía con los que ha trabajado a lo largo de su vida (Gordon Willis, Carlo Di Palma o Vittorio Storaro).

7. Huida de la realidad a través del documental. Siempre tuvo interés en contar una historia de ficción en forma de documental. Así esa fue la idea para su primer largometraje Toma el dinero y corre. De nuevo Allen juega con los límites de la realidad y la ficción… Y es que el realizador a través del cine plantea una huida muy real de la realidad… ¿Cómo se come uno esto? Pues con la representación audiovisual de la realidad…, con el documental. Así más tarde se planteó la maravillosa Zelig o Maridos y mujeres, que también tiene el formato documental.

Y aquí ocurre uno de los aspectos más especiales de su cine. Pese a ese alejamiento de la realidad buscado o ese afán de describirse en el libro muy distinto a su álter ego en el cine, sin embargo, en su cine hay huellas y ecos de su vida. Hay episodios inspirados en su vida, a sus personajes le interesan o tienen sus aficiones y su mirada y filosofía de la vida transpira cada fotograma. En algunas es bastante evidente como Días de radio, Annie Hall o Recuerdos.

8. El cine como tragedia. Donde es más crítico Allen a la hora de analizar sus películas es en aquellas que se decantó por la tragedia. Así él siente como fallidas: Interiores, Septiembre o Delitos y faltas (donde cree que no combinaba bien la parte cómica con la trágica). Lo que es curioso es que según se intuye entre sus páginas para él no salía bien parado en su acercamiento a la sensibilidad trágica europea (ya se sabe su admiración no solo por su cine, como el de Bergman, sino también por su literatura como, por ejemplo, Chejov). No ha sido así, bajo su punto de vista, cuando su cine trágico ha mirado a uno de los dramaturgos norteamericanos que más le han marcado, y, en concreto, una de sus obras, Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams. De ahí han surgido dos de sus películas trágicas efectivamente más redondas: Blue Jasmine y Wonder Wheel.

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19 comentarios en “Apuntes incompletos alrededor de A propósito de nada, autobiografía de Woody Allen (Alianza editorial, 2020)

  1. La autobiografía de Woody Allen ha sido una de mis últimas lecturas. Es un libro que se lee muy fácil, aunque como tú dices puede dejarte con ganas de saber más cosas sobre su proceso creativo o su faceta de director de cine. Pero bueno, supongo que si escribes una biografía tampoco vas a sincerarte del todo y contar todos tus secretos. Creo que Woody mezcla la realidad, los recuerdos y la imaginación como en realidad hace siempre, de forma que uno nunca sabrá donde empieza su persona y su autobiografía real y donde empieza la comedia y el espectáculo en los que él sin duda es experto.
    He aprovechado algunas de las opiniones que Woody nos regala en las páginas de su biografía para preparar algunas otras lecturas futuras. Por ejemplo menciona Pigmalión y la considera la mejor comedia que se ha escrito nunca; y Un tranvía llamado deseo es la obra que le hubiese gustado escribir. También comenta su admiración por Chejov, del que yo había leído últimamente sus obras de teatro más famosas. Lo curioso, y contradictorio, de Woody es que se menosprecia a sí mismo como artista diciendo que nunca ha realizado una gran película etc. sin embargo, sus gustos cinematográficos o literarios siempre vuelan muy alto; Chejov, Bergman, Fellini,Tennessee Williams…
    Él admira sobre todo a grandes artistas, con los cuales se compara más o menos conscientemente, y luego se siente poco importante en su compañía. Probablemente Woody Allen se infravalora, pues él es un gran artista también y algunas de sus obras son tan importantes para muchos como puedan serlo las de todos esos gigantes que él adora.
    La parte en la que habla de Mia Farrow permite poco espacio para la comedia y Woody nos pinta el retrato de una mujer bastante desequilibrada. Un tipo de mujer que él ya ha mostrado en algunas de sus películas. Y vuelvo a lo que mencionaba antes sobre contar la verdad; ¿Qué es más real? ¿La visión que el director nos pinta de su expareja o la recreación ficticia en las mujeres que viven en sus películas?
    Pues nunca lo sabremos. Esa es la verdad.
    Es muy divertida la anécdota que cuenta sobre su visita a Roman Polanski. Me hizo mucha gracia.

    Y de momento dejo aquí mis divagaciones sobre Woody Allen.

    Un beso.

  2. Querido Luis, qué alegría leerte. Me he paseado por tus interesantes divagaciones. Me encantan que complementen el post, por eso he buscado el título de Apuntes incompletos alrededor de «A propósito de nada» porque sé que van a surgir buenas aportaciones y sensaciones ante la lectura del libro.
    A mí me ha chiflado toda su crónica de infancia y el reflejo del mundo de los monologuistas cómicos.
    Sí, qué bueno cuando un libro te anima a leer otros. Qué bueno es el teatro de Chejov, ¿verdad?
    A mí me encanta leer teatro, y durante mi adolescencia me inflé a leer obrar de Williams, entre ellas, claro está, Un tranvía llamado deseo, y también las de Arthur Miller, como Muerte de un viajante. Su encuentro con Miller también tiene encanto.
    De Pigmalion he visto sus distintas versiones cinematográficas, pero todavía no he leído la obra de George Bernard Shaw. Hace poco realicé un post sobre una de ellas.
    Hay frases y reflexiones por el libro de Allen que no tienen desperdicio, como pongo en el texto una de las que más me gusta es: “Mi alma está cubierta de nubes”… No sé, ha sido verla y me ha llegado muy dentro.

    Beso
    Hildy

  3. Has hecho una magnífica recreación del grandísimo, para mí al menos, Woody Allen. Ninguna de sus películas me ha defraudado, en todas he encontrado momentos y secuencias llenas de significados. Me gusta su cine y él me cae muy bien, me parece muy inteligente y muy humano. Sus personajes rebosan humanidad. Estoy deseando leer el libro

  4. Pues creo, querida María Rosa, que te va a interesar mucho el libro.
    A mí me ha hecho acercarme más a un universo creativo.
    Y también entender algo más todo lo relativo a las acusaciones de abusos sexuales que empezaron en el año 1992 tras su separación de Mia y su relación con Soon-Yi, algo que ahora siempre le acompaña.
    También me ha permitido pararme en algunas reflexiones que realiza y, por supuesto, ha hecho que me apetezca volver a ver algunas de sus películas.
    Por ejemplo, el otro día disfruté muchísimo Todos dices I love you.

    Beso
    Hildy

  5. Ya me he leído Un tranvía llamado deseo. Sí, es una obra muy especial. Yo creo que Blanche representa a un espíritu demasiado delicado y frágil para este mundo nuestro. Y Stanley personifica la brutalidad y la crudeza despiadada que ese mundo reserva para los espíritus demasiado sensibles. Al leer la obra es imposible quitarse de la cabeza a Marlon Brando y Vivian Leigh; bueno, y al resto del reparto de la película de Kazan. Entiendo la admiración de Woody porque es una obra fascinante. Ahora me leeré El zoo de cristal que también está en la edición que he comprado.
    Sí, que bueno es el teatro de Chejov. Leí la edición de catedra que contiene La gaviota, El tío Vania, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos. Lo curioso con estas obras es que nada más terminar de leer el libro tuve ganas de volver a leer las historias, así que las releeré, espero, muy pronto.
    A mí también me gusta leer teatro. Y verlo representado, claro. Aunque no he leído tanto. Me encantó Luces de Bohemia hace años y también Casa de muñecas, por ejemplo. Y luego está Shakespeare, cómo no.
    Volviendo a Woody Allen, a mí también me gustó mucho como describe la época de su infancia y de los monólogos cómicos. Y una anécdota interesante que cuenta es cuando describe que se enteró del asesinato de Kennedy y miró la pantalla de televisión durante dos minutos; luego volvió a la máquina de escribir y siguió escribiendo y trabajando en lo suyo. Esto nos da una idea también de la capacidad de concentración y obsesión en su trabajo de Woody.

    Bueno, si se me ocurre algo más sobre Woody, ya me pasaré por aquí, ja ja…

  6. Me ocurrió como a ti, me interesó más todo lo que no tenía que ver con el cruce de acusaciones con Farrow que esto último, que supongo que será una de las razones de su éxito de ventas. Es un libro que se lee con soltura (y oyendo dentro de la cabeza la voz de Allen, el tono personal es inconfundible), pero de todas maneras tampoco se extraen de él demasiados detalles que no se aprecien ya en sus películas, incluido esa insistencia en desmarcarse de lo intelectual y ese poso de amarguras existencialista y misántropo que hay detrás de cada chiste (como, de hecho, muestras en las referencias que citas en el texto). También, como a Luis, casi echo a faltar más profundización en su forma de abordar el arte, de hacer cine. Pero bueno, pasé un rato interesante leyéndolo. Más que con sus últimos filmes, fíjate que cosas.

  7. Qué alegría que hayas disfrutado de la lectura de Un tranvía llamado deseo, querídisimo Luis. Sí, Blanche es frágil. Siempre me quedé con la frase de: «Siempre he creído en la bondad de los desconocidos». La verdad es que el reparto de la película de Kazan, que fue el mismo que en montaje teatral, excepto Leigh (en las tablas Blanche había sido Jessica Tandy), es absolutamente magnífico. El zoo de cristal es otra joya delicada, y muy triste. Ahí, Tennessee dejó bastante de su vida, y de su hermana. Otra obra de Williams que a mí me gusta bastante es La caída de Orfeo, que en cine también la interpretó Brandon, la peli se titulaba Piel de serpiente.
    Jajajaja, tengo la misma edición de Cátedra de las obras de Chejov. Ay, sí, cuántos buenos cuentos tiene.
    Para la infancia de Allen me apeteció volver a ver los ecos que volcó sobre ella sobre todo en Días de radio, aunque hay otras películas donde hay huellas familiares.

    Beso
    Hildy

  8. Querido, querido crítico abúlico, sí, yo me quedé con ganas de que me contara mucho más sobre su proceso creativo, aunque va dejando varias pinceladas. Sí, que me ha servido para analizar algo más su filmografía. No obstante, no se explaya en exceso sobre cada una de sus películas, también es cierto que una vez hechas no vuelve nunca más a ellas ni a leer nada de lo que se escribe sobre sus películas… Él crea, y no analiza; se puede ver de esta manera, ¿verdad?
    Es cierto que quizá no hay un descubrimiento o desvelamiento, pero sí me ha servido para profundizar y matizar más todavía una mirada sobre su obra. Y, bueno, me ha apetecido ver de nuevo varias de sus películas.

    Beso
    Hildy

  9. Hola Hildy!
    Pues precisamente lo tengo anotado para regalármelo estas navidades. Me ha encantado leer tu reseña sobre el libro y la verdad no se si esperare a que llegue finales de diciembre…jeje
    Por cierto, muchiiiiiisimas gracias por esa recomendación de «La otra».
    Que tengas un buen finde, besos;)

  10. ¡Querido Fran, es un buen regalo! Yo, por lo menos, he disfrutado un montón de su lectura.
    ¡Ya me contarás qué te parece La Otra! A mí me gustó un montón, y es que Gavaldón me está dando muy buenas sorpresas.

    Beso
    Hildy

  11. Hildy ayer compré a propósito de nada y le he dado un buen achuchón, voy por la mitad. Me parece un libro fascinante, aunque creo que él miente o es demasiado humilde sobre su presunta poca preparación….Woody me ha deparado tantos momentos de felicidad…..

  12. Mi querida Hildy, el libro me deja un sabor de boca agridulce, no por el tema sobre Mia Farrow (que yo tenía bastante claro, y que, déjame que te matice, no es «su versión», sino la versión, la única contrastada y apoyada en los hechos considerados probados por las autoridades y que desmienten las inexactitudes vertidas por la prensa al respecto, que ha hecho caso omiso mayoritariamente, como tantas veces, en su labor de contrastar la información con los hechos), sino porque echo de menos bastantes cosas de su trayectoria profesional. No solo un anecdotario más amplio (aunque hay sucedidos, algunos que no le dejan precisamente bien parado) muy estimables, algunos incluso descacharrantes, sino, sobre todo, una crónica más detallada de algunos de sus rodajes, en particular referidas a su forma de superar dificultades técnicas y narrativas. Por otro lado, disfruto mucho con todo lo que hay, en particular el primer tramo, hasta que hace su primera película. Con todo, es cierto que se ha extendido bastante sobre estas cosas en otros libros que se han hecho sobre él, o en documentales, de modo que, dado que no le gusta demasiado repetirse (sus películas, pese a lo que digan, no son intercambiables ni «siempre rueda la misma película»), entiendo que le canse volver a según qué cosas. Allen es un personaje fundamental de la cultura de la segunda mitad del siglo XX, y un icono en sí mismo. Y, extremo que no suele mencionarse sobre este libro, anuncia que tiene cuerda para una película o dos más. O sea, que es también un anuncio, por otra parte inevitable, de lo que viene.

    Besos

  13. Querido Antonio, qué alegría que vuelvas a pasarte por aquí. Me alegro que estés disfrutando de la lectura de «A propósito de nada». ¿Parece que forma parte de su monólogo cómico a la hora de contar su vida, sobre todo en la primera parte, bromear sobre su formación intelectual? ¿O como juega con la ficción y la realidad en algunas de sus películas, en su autobiografía quizá haga lo mismo, pero no se aleje mucho de su historia… y sea bastante cierto que se hizo intelectual para ligar con las chicas que le interesaban? A mí como digo me ha servido para analizar más su obra cinematográfica. Me ha merecido la pena leerlo.
    Además me ha servido de disculpa para ir refrescando películas de Allen de nuevo.

    Beso
    Hildy

  14. Mi querido Alfredo, ahí he dejado esos apuntes y reflexiones alrededor del libro. Como explico, además de lo que pienso del paréntesis de lo de Mia, también me hubiese gustado que hubiese indagado más en su trayectoria profesional. Efectivamente el primer tramo, infancia y su vida entre cómicos y con los monólogos es interesantísima. Aun así la lectura final de todo el libro me ha permitido realizar más reflexiones y profundizar más en su obra cinematográfica y su forma de elaborarla.
    Respecto a lo de su versión, es su autobiografía luego cuenta su historia, su mirada. Al leer este libro, queda claro que: está lo que cuenta Woody Allen, lo que cuenta Mia, lo que cuentan varios de los hijos, lo que cuentan las investigaciones realizadas y lo que han contado y cuentan los medios. Con todo esto nos podemos acercar a la versión. Y lo que cuenta Allen me ha parecido coherente y además tiene en cuenta todas estas versiones que acabo de exponer.

    Besos con magia
    Hildy

  15. Ay, compré el audiolibro leido nada menos que por él mismo hace meses y aún no escuché ni medio capítulo. Tal vez lo haga en diciembre para complementar mis lecturas en papel.
    Tengo muchas ganas de descubrir lo poco que pueda contar sobre su proceso creativo. Hay un libro que conseguí en una librería de por aquí hace un par de años, creo que se llama «Woody Allen por él mismo» y que me pareció interesante, pero tampoco leí (debería ir a meterme dentro de un pozo y volver, jaja). Lo compré con la ilusión de que fuera análogo al precioso libro de Truffaut, si me decido a leerlo ya te contaré, Hildy querida. Por lo demás, por suerte siempre nos quedarán las películas cuando querramos contestar a la pregunta «¿quién es Woody Allen?»
    Muchos besos con lecturas atrasadas, Bet.‐

  16. Mi querida Bet, qué buena frase en tu comentario: «Por lo demás, por suerte siempre nos quedarán las películas cuando queramos contestar a la pregunta ‘¿quién es Woody Allen?'».
    Descifrar a alguien por su obra… ¿No es lo que intentamos, a veces, con la crítica y análisis de las películas o libros: entender no solo el proceso creativo, sino comprender a la persona que está detrás de ese libro o película..?. En fin, sí, como digo siempre, qué maravilla descubrir que siempre nos quedan libros o películas atrasadas, aunque a veces nos provoque vértigo…

    Besos y más besos
    Hildy

  17. Me leí «A propósito de nada» el pasado verano. A este paso, entre el paréntesis que se abrió en su carrera por la polémica con el «Me Too» que desembocó en su ruptura con Amazon (hecho que le permitió tener tiempo para escribir este libro) y el maldito paréntesis que para la mayoría ha supuesto esta pandemia mundial, no me extrañaría nada que Woody Allen hubiera decidido escribir otro libro más para matar el gusanillo. Desde luego, a mi ni me importaría. Pero me gustaría añadir algunas pinceladas a lo que cuentas.

    Estoy de acuerdo contigo y con «el crítico abúlico» en que quizás, lo menos interesante de estas memorias sea toda la narración de su epopeya personal y su tortuosa disputa con Mia Farrow y su familia. No obstante, hay que decir que esta autojustificación no solo es legítima y oportuna, sino que casi te diría que imprescindible y muy necesaria. ¿Por qué? Porque durante treinta años la única versión que ha circulado en los medios de comunicación generalistas, y sobre todo en la prensa más amarillista, ha sido la versión de Farrow, con toda su nociva carga destructiva no solo ya para la vida personal de Allen, sino para su propio futuro y horizonte profesional que todos, a la vista de su sobrado reconocimiento como escritor, humorista y cineasta, creíamos garantizado. Pues bien, se ha visto que no. El cineasta neoyorquino no pasará probablemente a ocupar nunca las listas del paro ni de los que van a recoger comida a la beneficencia , pero este asunto familiar, desde luego, ha perjudicado y estropeado su imagen hasta un punto que a muchos otros les hubiera llevado a la destrucción o incluso al suicidio. Yo creo que, dado el silencio y la discreción de Allen, (que a muchos les han parecido autoincriminatorios, como si renunciara a defenderse por ser culpable) hasta ahora no había tenido tanto que ver con una culpabilidad asumida, como precisamente, la voluntad de no añadir más dolor al dolor. No soy yo quien tengo que juzgar a Allen. De hecho, varios tribunales han deliberado al respecto y le han eximido. Frente a quienes se erigen en inquisidores postmodernos y le sentencian a la hoguera, yo no me considero la persona más adecuada para juzgarle ni a él, ni a otros muchos que puedan encontrarse en su situación, juzgados y despreciados tan solo por las simples apariencias, que muchas veces pueden resultar engañosas, y en no pocas ocasiones, completamente falsas. Pero sólo diré una cosa: si Mia Farrow hubiera dispuesto de la vigésima parte de argumentos que Woody Allen hubiera podido esgrimir contra ella (y que relata prolijamente en este libro para asombro de todos), pero a los que ha renunciado alegar en su defensa hasta ahora para no echar más leña al fuego, Farrow ya hubiera aniquilado personal y profesionalmente a Allen hace muchísimos años. Pero Allen no lo ha hecho, lo que otorga cierta credibilidad a su postura de un silencio, que a algunos les parece culpable. Desde luego, no conozco la verdad en todos sus detalles, pero a raíz de estas memorias y del conocimiento de muchos otros hechos que la ruidosa opinión pública calla de manera muy mal intencionada, en lo que se refiere a mi, Woody Allen tiene, cuando menos, todo el beneficio de la duda. Creo que se lo ha ganado. Y era lógico que él tratara de explicarse.

    Por lo demás, por lo que se refiere al resto de su biografía personal y profesional, el libro es una auténtica delicia. Como dices, quizás se echa un poco en falta que se detenga a hablar más de su proceso creativo y de sus gustos particulares. Pero tampoco pasa nada porque no lo haya hecho muy en profundidad. Yo creo que es comprensible. Los creadores talentosos de verdad, tienen un punto de humildad sincera de fondo que les dificulta el análisis adecuado de su obra ya que correrían el riesgo de resultar autojustificativos o incluso hasta pedantes. En este aspecto yo comprendo su postura. Quizás no sea él el mejor analista de su propia obra, y prefiere que sean otros los encargados de realizar esa labor. Me parece respetable e incluso admirable.

    Otra cosa que me llamó mucho la atención fue cuando empieza a hacer el análisis de sus gustos particulares y empieza a enumerar todas sus lagunas culturales, y los clásicos que le gustan y no le gustan. Por ejemplo, me sorprende que diga que «Ser o no ser» de Lubistch, no le hizo ninguna gracia, algo muy paradójico en alguien que se ha pasado toda la vida haciendo chistes sobre el Holocaustos judío, y que cuando ve la obra de Lubistch, se diría que tiene prejuicios a la hora de hacer bromas sobre el nazismo. Lo digo porque él asegura que la película no le hizo gracia, y no creo que sea porque los chistes sean malos. Se ha demostrado que a tres cuartas partes de la humanidad esos mismos chistes le encantaban, pero probablemente a Woody no, quizás porque se toma demasiado en serio el nazismo (aunque esto que digo es una hipótesis mía). Y también me ha sorprendido su escepticismo hacia la obra de John Ford y de Frank Capra. Y aquí hay que entrar un poco en detalle. El habla de que tiene «lagunas» y de que las vive como carencias culturales, como si él fuera un tipo de la calle cualquiera más interesado en los partidos de los Yankees o de los Knicks, que en la alta cultura y no hubiera tenido más tiempo en rellenar esos huecos. Pero lo cierto es que, en el año 2020, ya muy adentrados en el siglo XXI, si Woody Allen no ha querido ver «Que verde era mi valle», ni «Caballero sin espada», no ha sido por falta de tiempo y oportunidades, ni por descuido. Está claro que tiene un evidente prejuicio hacia esos cineastas, que puede resultar respetable, comprensible y hasta legítimo. Pero, precisamente, lo que yo echo en falta, es que no sea del todo sincero y nos escamotee esos supuestos prejuicios hacia figuras como las de Capra; Ford y algunos otros, porque a mi y a otros muchos lectores nos hubiera resultado muy, muý interesante, saber lo que Allen pensara al respecto aunque tuviera una opinión radicalmente distinta a la de muchos de nosotros con respecto a esos mismos directores. Hubiera resultado muy enriquecedor para el lector, y muy revelador de sus verdaderos intereses y de sus filias y fobias como artista.

    También señalas acertadamente esa especie de disociaciòn cognitiva que hay en la opinión pública, sobre la diferencia que hay entre el Woody Allen real y el Woody Allen que nos vende a través de sus personajes y sus películas. Yo tengo muy claro que, aquí, al respecto, Woody Allen juega permanentemente al equívoco. Nos quiere vender una visión de sí mismo y una imagen de inseguridad que no creo que se correspondan para nada con el Woody Allen real. Diane Keaton dijo una vez de él: «Es la persona con más pelotas que he conocido. Tiene muchas pelotas. » Y Keaton le conoce bien. Por tanto, no hay que hacerse de él una imagen de tipo inseguro dominado por sus fobias. Bien es cierto que, como todo artista, tiene sus peculiaridades y sus fobias. Hace años, yo fui uno de los pocos afortunados que pude verle tocar el clarinete en mi ciudad. Un amigo mío me contó algo. Y es que, conocía a alguien de la organización que había coordinado la visita. Me dijo que, al parecer, Woody Allen estaba interesado en conocer un parador de uno de los pueblos cercanos a mi localidad, que estaba situado en un enclave importante del Camino de Santiago. Pues bien, para llegar a ese pueblo, la manera más directa de hacerlo era atravesando un gran túnel. Según le contaron a mi amigo, Allen, al saberlo, no es que entrara en pánico, pero se negó rotundamente a ir allá por la vía directa, y hubo que dar un rodeo muy largo, sólo para evitar el túnel porque el tenía fobia a los túneles. Esa fobia, puede parecernos muy alleniana, y muy típica de él, pero creo que, excluyendo rarezas como esas, que pueden ser muy generalizadas y que pueden denominarse como claustrofobia, no creo que él, ni mucho menos, sea una persona dominada por las fobias.

    Y en cuanto a su relación con la fama….No creo que sea un tema que le obsesione. Pero tampoco creo que sea la típica persona que reniegue de las ventajas que la celebridad le proporcione. Este amigo me comentó que, para su estancia en mi ciudad, exigió que le prestaran un modelo de coche deportivo de lujo y excelentes prestaciones para moverse por el entorno y sus alrededores. Así que tampoco hay que pensar en él como alguien que tenga ni el menor rasgo de pusilanimidad.

    Por último, te diré dos de los capítulos de «A propósito de nada» que más me gustaron. El uno por su lucidez y el otro porque me suscitó una tremenda hilaridad.

    Me pareció muy lúcido lo que decía cuando hablaba de cómo en un momento determinado de su juventud, cuando empezaba a descollar como humorista, él parecía tener una especie de hostilidad cerrada y muy enconada contra su entorno en particular y contra el mundo en general. Venía a decir que estaba en guerra contra el mundo y se justificaba diciendo: «No me preguntéis por qué, pero estaba furioso contra todo y contra todos. No sé muy bien por qué, pero supongo que tenía que ver con el momento en el que descubrí que las películas de Fred Astaire no eran documentales.» (no son palabras textuales, pero venía a decir algo así).

    Y otro capítulo que me pareció muy divertido por la manera tan graciosa que tiene de contarlo, es cuando gracias al interés de un productor que quería invertir en el cine (a través de la compañía «Palomar») el pudo realizar su primera película: «Toma el dinero y corre.» Al parecer, Palomar, en un ejercicio visionario o de imprudencia, apostó por un muy novato Allen (que todavía no se había puesto nunca detrás de la cámara) y puso sobre la mesa un millón de dólares para financiarla. Lo mejor de todo es que le dejaron a Allen total libertad. Allen, por supuesto, la aprovechó para hacer una obra plagada de gags memorables, pero que, en un primer montaje, era un tanto insatisfactoria por la falta de ritmo y por algunos defectos de primerizo. Por eso, al ver un primer montaje, los productores se llevaron las manos a la cabeza como diciendo: «Por Dios, ¿dónde nos hemos metido?» y Woody Allen viene a decir algo parecido a esto: «Yo intenté calmar a los ejecutivos de Palomar. Pero cuando contemplaron el premontaje en un primer visionado estaban ciegos. No podían ver nada. Lo único que eran capaces de ver era una montaña de un millón de garbanzos arremolinándose en una espiral directamente hacia el inodoro…..» Me hizo mucha gracia cómo lo contaba, de esa manera tan gráfica, además.

    Y eso es todo. Perdona que me haya alargado, pero quería dejar clara mi opinión.

    Besos.

  18. Querido, querido Deckard, guauuuu, te has currado un montón el comentario y el análisis del libro y además compartiendo anécdotas en vivo y en directo de Allen. Jo, un lujazo.
    Me interesó también mucho cuando habla de las películas clásicas que ha visto y las que no. Qué cine disfruta y cuál no. En ese sentido también es una gozada ver su última película y esos sueños de cine con películas europeas. Sí, ahondar en las videotecas o deuvedetecas de los directores que nos gustan es otra manera de sorprendernos y descubrir más cosas sobre ellos. Y sí hubiera sido interesante que se hubiese explayado y descubrir sus gustos y fobias cinéfilos y por qué. Lo que es cierto es que su lectura merece la pena y que lo hemos disfrutado. Yo saqué frases que me gustaron un montón… «Mi alma está cubierta de nubes»…, me parece una descripción tan bonita de sí mismo.

    Besos
    Hildy

  19. Sí. Esa frase que tú comentas («Mi alma está cubierta de nubes») no la recordaba hasta que la he visto en tu blog. Y tienes razón: es todo un hallazgo. La verdad es que, probablemente, si le preguntármos a Allen, él negaría poseer un ramalazo poético e incluso se reiría. Pero lo cierto es que muchos humoristas, a fuerza de buscar dobles y triples sentidos en sus chistes, y de retorcer el lenguaje, muchas veces se convierten en verdaderos poetas e innovadores del mismo. Sin ir más lejos, creo que Woody Allen es un buen lector de poesía. Una vez leí unas declaraciones suyas en las que afirmaba que uno de sus autores favoritos es Yeats. Y también, el título de su libro de relatos, «Cuentos sin plumas» si no recuerdo mal, aludía a un verso de Emily Dickinson, así que seguro que Allen no le hace ascos a la poesía.
    Y en cuanto a tus elogios, muchas, muchas gracias. Las anécdotas de primera mano que te cuento son rigurosamente ciertas. Las he compartido contigo y tus lectores porque sé que eres una fan incondicional suya, y porque por tu fina y atinada pluma, y por tus generosos y completísimo artículos no te merecías menos.
    Seguimos leyéndonos.
    Besos y abrazos.

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