Hay películas que en la infancia de alguna manera te dejan marcada y no vuelves a ver. Eso me había pasado con El imperio del sol y cuando hace apenas unos días he vuelto a verla, me he encontrado con una gran película y quizá entiendo por qué me gustó de niña, cuando casi era de la misma edad de Christian Bale. Quizá sea la película de Steven Spielberg que me parece más redonda. El imperio del sol no pretende explicar o ser una crónica de la Segunda Guerra Mundial, sino que es un relato cinematográfico sobre un niño seguro, que no le falta de nada, ni el amor de sus padres… y su descenso a los infiernos cuando ocurre el máximo miedo que le puede ocurrir a un niño: perder a sus padres, quedarse absolutamente solo y tener que sobrevivir. Y las circunstancias se dan en plena Segunda Guerra Mundial. El relato cinematográfico lo vamos viendo a través de los ojos de James Graham (Christian Bale), un niño inglés de clase alta que vive con sus padres en Shanghai a punto de ser ocupado por el ejército japonés. A lo largo de la película, vamos viendo la lucha por la supervivencia de un Graham solo, un niño inteligente y sensible, complejo, que poco a poco encuentra una manera de subsistir: separar su mente de la realidad dura que está viviendo.
Desde el principio vivimos con James la tensión que se respira en el ambiente pero sin saber muy bien, como él, qué es realmente lo que ocurre. Algo se cuece en las calles de Shanghai y el modo de vida de las familias como las de Graham está a punto de extinguirse. Siguen viviendo como privilegiados en un mundo hostil y James poco entiende más que su aburrimiento en el coro (posee una voz prodigiosa) y su amor por los aviones, por todo tipo de aviones, en especial los japoneses. Una de las escenas clave de esta primera parte será el recorrido en limusina de la familia de James a una fiesta de disfraces, como si fueran absolutamente ajenos (casi de otro planeta) a lo que realmente está ocurriendo en las calles…
Después de su accidental separación de sus padres, James no asume su situación hasta que tiene hambre y en su mansión vacía no encuentra nada que llevarse a la boca. Entonces decide entregarse a los japoneses para comer y que le lleven con sus padres…, pero ya es alguien completamente anónimo en un acontecimiento histórico. Así se encuentra con su mentor en supervivencia, que le da cursos rápidos de la escuela de la vida. Aunque James busca ser su amigo y quererle…, se trata de Basie (John Malkovich), un buscavidas norteamericano. Terminan ambos en el campo de concentración de Soo Chow, cerca de un aeropuerto militar ocupado por los japoneses.
A partir de ahí James trata de buscar su hueco en el campo, formar parte del grupo líder de los prisioneros, que encabeza Basie. Y trapichear para que otros prisioneros consigan pequeños logros, como algo de comida o jabón, así como ayudar al médico en la enfermería. Por su parte sigue admirando a los japoneses (y sus aviones) y también trata de llevarse bien con ellos, logrando establecer una lejana relación con un niño japonés.
Como los verdaderos, duros y crueles cuentos infantiles, el tránsito de la niñez a la madurez de James está plagado de obstáculos que le harán incluso perder la razón, separar su mente de la realidad, así se vive uno de los momentos más estremecedores que es cuando los aliados bombardean el campo y él mira todo desde lo alto de un edificio sin parar de moverse y gritar… hasta que le coge el médico y le pide que por favor no piense más, que no piense más, que se calme. Y entonces James se permite llorar y echar de menos a sus padres a los que teme olvidar. Como vamos viendo todo a través de sus ojos, cada vez la realidad va adquiriendo un aspecto más de fantasía onírica dejando momentos bellísimos. Él reinterpreta la realidad como puede y luego se topa con la verdad que le golpea una y otra vez.
Fue una película que no conectó con el público en su momento y que recibió críticas que denotan no profundizar en la naturaleza de la película, que no es un tratado sobre la guerra sino la transformación o el tránsito de un niño de la infancia a la madurez en una situación extrema. Spielberg despliega su conocimiento del lenguaje cinematográfico y deja imágenes bellísimas e impactantes. Sabe contar en imágenes. Y además por el material del que parte (la autobiografía del autor de ciencia ficción, J. G. Ballard) y por el guionista que adapta la obra, el dramaturgo Tom Stoppard, no cae en el edulcoramiento y sentimentalismo de la historia, sino que se adentra en las partes oscuras y duras, sobre todo en la compleja relación que se establece entre el niño y el buscavidas.
Desde los ojos de un niño, que ya está creando alucinaciones en su cerebro para poder seguir con vida, vivimos el momento crudo y horrible de la bomba atómica. James no sabe lo que ha ocurrido y en su mente de niño cree que esa luz blanca es el espíritu de una mujer muerta que yace a su lado, que ha convivido con él en el campo de concentración. Después se va enterando de que ha sido una bomba y dice: “Hoy he aprendido una palabra nueva: bomba atómica. Era como una luz blanca en el cielo, como si Dios hiciera una fotografía. La he visto”. Aquí se concentró y se concentra mucho de la crítica negativa de la película expresando que Spielberg no condenaba el empleo de la bomba atómica… pero es que dentro del contexto de la película y cómo está descrito… no existe, a mi parecer, esa polémica. Es un niño que no sabe qué está ocurriendo pero intuye el horror, que no sabe la dimensión de la bomba atómica ni los daños que dejará en su camino… Si se analiza la frase, es brutal… porque nosotros como espectadores sí sabemos el arma letal y de destrucción que es la bomba atómica.
El imperio del sol es una película compleja llena de matices, detalles y riquezas además de muy bella visualmente. Hemos visto siempre los ojos abiertos de James pero termina con sus ojos cerrados… Su duro tránsito ha terminado.
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Sin duda, la mejor película de Steven Spielberg y, a mi parecer, la única de las que ha pretendido filmar desde un punto de vista adulto que en su totalidad justifica su importancia como director. Diría más: también es la mejor película como intérprete de Christian Bale, antes y después de la mayoría de edad. Es la única vez, creo yo, que Spielberg recurre a sus temas y traumas favoritos (la búsqueda del padre, sustituto o no, sobre todo; también la Segunda Guerra Mundial, la aventura, la dicotomía entre la seguridad del presente y la incertidumbre del futuro) sin caer en la simpleza o el sentimentalismo. Personalmente, me hubiera gustado que persistiera en esa línea.
Y qué bien lo has contado, por cierto.
Besos
Pues sí me encanta como lo cuentas, estoy con 39escalones, pero… ¿puedo decir algo sin que se me persiga a gorrazos? Nunca he aguantado a Spielberg, ni en esta ni en ninguna de sus películas. Nada, no hay forma, me aburre (sí, me aburre, palabrita) no me llega y su cine me pone pelín de los nervios para ser del todo sincera.
Ea, ya está, ya lo he soltado, jeje.
Besos y manías
Será que la vi por primera vez ya talludito, pero no me terminó de convencer, no consiguieron entusiasmarme las emociones que refleja (me parecieron un poco obvias, no sé por qué) y además hay cosas que no me gustan nada, como el niño haciendo el saludo militar a los aviones, que es una imagen que me enerva bastante. También es cierto que la vi después de ponerme las aventuras infantiles de Alexander Mackendrick (Sammy, huida hacia el sur y Viento en las velas) y, claro, cualquier cosa sabe a poco detrás de semejantes películas. Y, siguiendo esta idea de fijaciones de la infancia, mi favorita de Spielberg sigue siendo Tiburón. Por otro lado, es la responsable de que no me meta en el mar donde no hago pie (ya me da hasta reparo en la piscina…).
Bueno yo siempre he pensado que la grandeza de esta película está en que el chaval lo termina viviendo todo de modo lisérgico, como si estuviese alucinando tras fumarse cinco tripis. Ese progresivo estado de alucinación se conbina con un instinto de supervivencia desarrollado al límite.
Usar la fantasía como escapismo en una situación tan extrema le da a la película una visión tremendamente audaz. El caso de la bomba que narras es un ejemplo de que el chaval está literalmente flipando, casi flotando fruto de una super anfetamina. Y esa es una lectura muy inteligente.
Aun recuerdo el lema del cartel de la película que me dio la pista…»para sobrevivir en un mundo en guerra tendrá que encontrar fuerzas mayores y distintas a las que le rodean» creo que era así.
Gran película, y muy bien Williams…gracias Hildy, siempre está bien volver sobre estos clásicos de no hace tanto. Un abrazo
Por cierto, aquel año, esta película quedó fuera de los grandes premios, curiosamente relegada por otra del mismo tono, pero mucho más amable y menos arriesgada «esperanza y gloria» de Boorman….lo recuerdo como dato. Otro abrazo
Me gusta mucho también «Esperanza y gloria». Solo un apunte más: yo no achacaría el punto de vista del chaval a ninguna «intoxicación» que no sea la de su edad y su previsible manera de pensar y sentir: es un crío, no nos olvidemos, por tanto, más propenso al impulso mental irreflexivo que a la racionalización de sus sentimientos y emociones, sobre su conveniencia o inmoralidad. Para una vez que Spielberg crea un personaje inteligente y lo sitúa adecuadamente en el contexto de su época (sobre todo, mental), no le quitemos mérito acudiendo al «dopaje»…
Saludos a todos.
Yo no achaco a ninguna intoxicaciòn Alfredo. He hablado de un progresivo estado de alucinaciòn….que ha de convivir con un poderoso instinto de supervivencia.
Muchos criticaronla pelicula precisamente x eso. Si la aviacion bombardea el campo de concentracion lo lògico y mas a esa edad es esconderse donde se pueda….Spielberg nos muestra a un chaval que fruto de una distorsiòn….alucina con el bombardeo…..nunca verà algo semejante tan de cerca…y expone su vida subiendo a la torre para verlo mejor….desde su perspectiva alucinada el aviòn
pasa a camara lenta…..en uno de los travellings mas alucinados y hermosos que recuerdo.
con mucha inteligencia Spielberg hace que sea el doctor quien suba en su ayuda y lo saque del trance, de su alucinaciòn…que no se produce ante un videojuego, sino ante algo muy real y peligroso. Creo que ese es el punto de vista del director a travea de la mirada alucinada de un chaval, que sobrevive gracias a su capacidad de adaptacion y con ayuda de las fantasias alucinatorias que vive. Y ello no significa acudir al dopaje para justificar su actitud.
Por ultimo, veo que hoy no coincidimos Alfredo….no me parece que esta sea la unica vez que Spielberg desarrolla personajes inteligentes, para nada. Saludos
Querido Alfredo, sí, es de las películas que más me gustan del director. Creo que Steven Spielberg hay en alguna otra ocasión, desde mi visión personal, que no ha caído en la simpleza o el sentimentalismo. A mí me sigue gustando LA LISTA DE SCHINDLER, me interesó mucho Inteligencia Artificial y también Lincoln. Tendría que volver a ver Munich porque tan solo la vi en el momento del estreno y me dejó un sentimiento bastante ambiguo. Ninguna de las que te he nombrado me parece quizá tan redonda como El imperio del sol pero creo que no son ni simples ni sentimentales.
Reconozco que tengo gran cariño a la saga Indiana, a ET y también a El color purpura.
Besos
Hildy
Jajaja, querida Marga, y qué bien se queda uno cuando suelta algo que apetece tanto… No se te va a perseguir a gorrazos. Spielberg no es de esos directores que causan en mi una devoción sino más bien una regresión a mi infancia donde reconozco que con algunas de sus películas disfruté. Después de adulta he seguido viendo sus películas porque sí creo que mira con ojos de cine, sabe contar con imágenes.
Pero lo cierto es que es un director que ha causado muchas antipatías sobre todo por dar una dimensión al cine en Hollywood en el que ahora mismo se continua. El fomento de un cine que sea taquillazo, con marketing y merchandising al máximo y elevado al cubo, trilogías y cine fórmula… etcétera. Lo explicaban muy bien en «Moteros tranquilos, toros salvajes», cómo el nuevo cine de Hollywood que podría haber creado una nueva etapa larga y dorada de cine americano…, se diluyó y los derroteros futuros fueron dictados por los más cachorros: Spielberg y Lucas. En fin es una tema interesante que da para análisis y debate. Sin embargo, sigo pensando que Spielberg sabe contar y emplear el lenguaje cinematográfico. Crea momentos de puro cine.
Besos
Hildy
Querido crítico abúlico, yo recuerdo que de pequeña me impresionó bastante y pensaba que quizá ahora no me gustaría tanto o no me dejaría huella alguna. Pero para mí ha sido enfrentarme a una buena película por varios motivos. Lo del saludo militar, lo meto dentro del mismo saco que lo de la bomba atómica…, es un niño complejo y difícil que está tratando de sobrevivir y que se separa absolutamente de la realidad, él no analiza en ningún momento lo que ocurre y se comporta siguiendo los parámetros del mundo que ha creado en su mente para aguantar. En ese mundo entre otras cosas: le gustan los aviones y admira a los japoneses. No se plantea más. Y ese saludo forma parte de ese universo que se ha creado. Por eso el niño crea sentimientos encontrados en los adultos que le observan, que le miran, algunos se sorprenden y otros llegan a comprender su estrategia, y todos finalmente se dan cuenta de que es un niño en una situación extrema.
Por cierto el cine de Alexander Mackendrick y su universo infantil (solo he visto de las dos que nombras Viento en las velas) es increíble.
Con Tiburón me pasó lo mismo…, me pienso muy mucho, pese que me encanta nadar, meterme en muy lejos en el mar. Me causa mucho respeto. Entre tiburones, Titanic, Nautilus y ballenas Mobydick con un poco de Alfonsina Storni, ha nacido una estrella y El regreso… aprendí a respetar el mar.
Besos
Hildy
Querido Victor: creo que en tu comentario das con otra de las claves de la película en una sola frase:»Usar la fantasía como escapismo en una situación tan extrema le da a la película una visión tremendamente audaz». Y eso es también lo que me seduce de este relato cinematográfico, nunca nos separa de la mirada del niño y según va avanzando la historia su mirada va distorsionando cada vez más la realidad dura que vive. Vuelvo a repetirme, no hay más que ver la mirada de los adultos al niño para tener otro punto de vista de la película.
Te confieso que no he visto Esperanza y gloria… pero me parece super interesante el díptico que has formado así que intentaré conseguirla.
Beso
Hildy
Mis queridos Victor y Alfredo, Alfredo y Victor… me encanta, ya sabéis, que una película cause distintas miradas y fomente apasionados debates constructivos. Y cojo reflexiones de vuestros dos comentarios finales que me sirven para mirar más todavía esta película y entenderla.
De Alfredo: «es un crío, no nos olvidemos, por tanto, más propenso al impulso mental irreflexivo que a la racionalización de sus sentimientos y emociones, sobre su conveniencia o inmoralidad».
De Victor:»He hablado de un progresivo estado de alucinación… que ha de convivir con un poderoso instinto de supervivencia». «… La mirada alucinada de un chaval, que sobrevive gracias a su capacidad de adaptación y con ayuda de las fantasías alucinatorias que vive».
Besos a los dos
Hildy