Todo fue idea de Cesare Zavattini. Reunir a cuatro directores italianos para rodar cuatro minihistorias que actualizaran el estilo y el discurso de Boccaccio y sus relatos sobre amor y moral. De tal manera que surgiera una radiografía a todo color de la Italia contemporánea que dejaba atrás una dura posguerra y empezaba una época de desarrollo. Cuatro cuentos sobre amor y moral… Una idea que no disgustó al productor Carlo Ponti que decidió poner en pie el proyecto. Cada historia sería protagonizada por una mujer de armas tomar: dos italianas y dos extranjeras y las cuatro dejan cuatro retratos femeninos muy diferentes (y apasionantes para analizar).
Renzo y Luciana de Mario Monicelli
Mario Monicelli presenta con Renzo y Luciana una Italia que va hacia el desarrollo pero todavía con muchos escollos que superar. Y cuenta los esfuerzos y las dificultades de una joven pareja para prosperar. Renzo y Luciana es un paseo por la Italia de los trabajadores que además van también accediendo y cuidando su tiempo de ocio.
Monicelli realiza una radiografía maravillosa de esa Italia de los sesenta donde descubrimos los espacios laborales, los transportes públicos, la moderna iglesia con su jukebox especial de la que surge la melodía nupcial, las casas familiares y los nuevos hogares en propiedad para los trabajadores, los lugares de ocio como la sala de cine (maravillosa la escena que transcurre allí… en un cine tan lleno que hasta hay público de pie para ver ¡una película de vampiros!), la piscina pública o la sala de baile.
Pero además la historia cuenta los avatares de Renzo, un mozo de almacén, y su novia Luciana, una contable de la gran empresa en la que trabajan ambos (donde los empleados no pueden casarse ni tener hijos). Dos jóvenes que quieren estar juntos, tener un empleo, una casa amueblada, un futuro estable para formar una familia… y los obstáculos cotidianos que van encontrando pero aun así siguen juntos y con sueños… Aunque uno tenga que trabajar por la noche y otro de día, aunque tengan que renunciar a ciertas comodidades, aunque no puedan encontrar un espacio de intimidad…
Mario Monicelli crea una pequeña historia realista y costumbrista con unos espacios que radiografían un momento histórico y se deja ayudar por el rostro recién descubierto para el cine de Marisa Solinas, muy bien secundada por el desconocido Germano Gilioli. Curiosamente fue el segmento más perjudicado, cuando se presentó en Cannes, decidieron llevar una versión más corta con solo tres de las historias y eliminaron la de Monicelli. Sus compañeros ante esta medida decidieron no acudir al festival para respaldar la película. En su guion colectivo intervino el escritor Italo Calvino ya que se inspiraba este segmento en uno de sus relatos.
Las tentaciones del doctor Antonio de Federico Fellini
La más satírica, delirante, imaginativa y absurda es la historia de Fellini. Donde convierte a la escultural Anita Ekberg en una especie de ‘peligrosa’ King Kong que quita el sueño y la cordura de Don Antonio (Peppino de Filippo, comediante italiano), un vigilante de la moral italiana. Por supuesto no falta Nino Rota (y momentos musicales mágicos) así como su galería de rostros inolvidables.
Volvemos a esa Italia en desarrollo donde un hombre radicalmente conservador queda consternado cuando frente a su casa plantan un enorme anuncio donde una exuberante Anita ánima a los consumidores a beber leche. Esta imagen le obsesiona, le altera. Además alrededor del cartel publicitario situado en un solar se va creando un espacio de vida y desenfreno. Don Antonio convierte en cruzada el quitar de su vista a Anita Ekberg con su gran vaso de leche… hasta que una noche la diva del deseo cobra vida y se sale del cartel en el que reside. La lucha con Don Antonio será tentadora…
Totalmente reconocible el universo especial de Fellini y la actriz sueca convertida en la máxima tentación rubia…, una tentación exuberante que vencerá al puritanismo absurdo… Fue la primera vez que el director italiano se vio con el color… Y lo aprovecha al máximo.
El trabajo de Luchino Visconti
El mejor segmento para la que esto escribe es sin duda el de Luchino Visconti donde Romy Schneider ofrece todo un recital interpretativo junto a Tomas Milian. Él es un conde de la aristocracia italiana. Tiene títulos y palacio pero ni un duro. Ella es hija de un importante empresario alemán, tiene dinero. En su matrimonio se mezcla la conveniencia, la atracción física y también (como iremos descubriendo por parte de ella) algo parecido al amor. La historia empieza con la vuelta del conde al palacio después de un escándalo sexual en un prostíbulo que ha salido en toda la prensa nacional e internacional. Allí mantiene una larga conversación con su esposa.
Con la elegancia habitual de Visconti se presenta la historia más subversiva (que es una adaptación de un cuento de Maupassant). En un palacio que alberga a una pareja de una aristocracia y una burguesía inútil y decadente con su personal de servicio como sombras y testigos del desmoronamiento moral. Como ya publiqué en Las prostitutas de Maupassant en el cine, un texto para un libro colectivo: “Visconti atrapa la premisa del cuento Junto al lecho (1883) que narra la conversación de un matrimonio de la alta burguesía donde la esposa propone al marido infiel, que quiere volver a acostarse con ella, convertirse en la prostituta que busca en las noches y recibir su compensación económica por ello. La esposa se convierte en prostituta y subvierte el significado del matrimonio común.
En Il lavoro Visconti mantiene esta idea. (…) Pupe (Romy Schneider) cuenta a su marido que se ha pasado toda la noche hablando con las prostitutas. Le dice que ha pensado mucho y que ya no cuente con su dinero porque ella no se lo va a pedir a su padre empresario sino que va a trabajar: ‘Yo respeto el dinero hasta tal punto que he decidido hacer de él una cuestión vital y ganármelo’. Y entonces le pregunta que si ella hubiera estado entre el grupo de prostitutas si la hubiese elegido. Y el marido confiesa que sí. Entonces Pupe le ofrece a su marido noches de placer si le paga. Visconti va más allá de la subversión pues intuimos que Pupe además ama a su esposo por eso llora cuando su padre llama: ‘Dile que no me puedo poner porque estoy trabajando. Ya he encontrado un empleo’”.
La Rifa de Vittorio de Sica
Y llega la última: la más popular y representativa de la comedia italiana. Vittorio de Sica se sirve de la maggiorata en su máximo esplendor, una Sofia Loren exageradamente voluptuosa y hermosa (era inevitable que estuviese ella, estando Carlo Ponti por ahí…). Ella es una napolitana, ignorante y analfabeta pero con mucho carácter y sueños de prosperidad, es una mujer de armas tomar que va de feria en feria. Trabaja con un matrimonio de feriantes en una caravana con juegos de tiro (que se intuye que más que amistad se aprovechan de ella). Pero el plato fuerte es la rifa. Entre los hombres de los pueblos que visitan, se reparten unas papeletas y se organiza una rifa, el que gana se acuesta con la maggiorata. Y estos pierden la cabeza y los papeles. De Sica se mueve en el terreno de la comedia italiana costumbrista con una galería de personajes (sobre todo los hombres que pierden la cordura…) que no tiene desperdicio. Desde el padre de familia que va a por todas (y que su hijo montado en bicicleta siempre le suelta alguna frase) hasta el tímido sacristán que sueña con acostarse con la dama. Todo se complica cuando se cruza por el camino de la maggiorata, un joven enamorado que no sabe nada de la rifa que está a punto de celebrarse…
Boccaccio 70 es una película de episodios para rescatar del olvido y para acercarse más al trabajo y a la esencia de sus directores y actrices. Es una película rica en miradas, matices y análisis.
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Las películas de episodios, a menudo internacionales (yo hablo de una de ellas la semana que viene), fueron una moda bastante prolífica en los 60-70. Tremendamente irregulares, con altibajos, con capítulos más logrados que otros, suelen contener sin embargo algunos momentos culminantes. En este caso, yo me quedo con Fellini y, en menor medida, con Visconti. Pero la película invita a otra reflexión: ¿qué ha pasado con el cine italiano desde los 70 hasta aquí?
Besos
… pues me espero a la semana que viene, querido Alfredo, para leer ese artículo sobre una película de episodios. Efectivamente no todos los segmentos suelen equilibrarse pero yo siempre descubro alguna sorpresa. Me gusta cuando varios directores indagan sobre una idea o concepto.
Yo en este caso de Boccaccio 70 como he escrito me quedo con el segmento de Luchino Visconti aunque de los cuatro rescato bastantes cosas.
El cine italiano es cierto, como otras cinematografías europeas, que tuvo su momento esplendoroso allá en los cincuenta en que se convirtió además en filmografía de referencia e influyente. El neorrealismo supuso una galería de cineastas inolvidables. Sin embargo para mí el cine italiano sigue siendo una llamada, siempre me apetece saber qué se cuece. En ese camino hemos tenido y tenemos a Scola, Bertolucci, Tornatore… Ahora por ahí andan Paolo Sorrentino, Matteo Garrone o Marco Bellocchio. Y películas como aquella de La mejor juventud de Marco Tullio Giordana o Mediterráneo de Gabriele Salvatores… o ahí siguen activos los Taviani. En fin creo que el cine italiano algo tiene que contarnos y aún no se ha callado…
Besos
Hildy
No la he visto…pero que astuto Carlo Ponti…que directores y que féminas….Sophia ese papel de napolitana sin estudios y mucho sentido común lo bordaba.No he visto esta pero me hago una idea…
A la pregunta de Alfredo, de gran interés, bueno, se puede tachar italiano y poner otras nacionalidades sin problemas. Entiendo la defensa de Hildy, siempre a la busqueda de perlas y de talante siempre optimista y positivo, pero en este caso creo que tb entiendo a Alfredo, y aunque existen algunos directores (para echar un cable a Hildy voy a añadir a Moretti)en esta ocasión creo que me inclino por la tesis no expuesta de Alfredo. Es verdad, existen nuevas generaciones y sale gente nueva, pero el cine italiano en mi opinión no es ni sombra de lo que fue. Un abrazo.
… Ja, ja, ja… mi querido Victor, gracias por el cable, pero os veo a los dos bien de acuerdo (a Alfredo y a ti) en que después del neorrealismo… el cine italiano ha ido desfalleciendo… ¡Dios, había olvidado a Moretti!
Yo creo que el cine en distintos puntos del planeta, con sus dificultades y obstáculos, no desfallece. Si bien es cierto que en determinadas épocas y momentos surge la filmografía de un país como referente y después otro y después el de más allá. Y vuelta a empezar. O de otros países nada nos llega, aunque ahora esté cambiando el mapa de la distribución. Quizá si Italia vivió su etapa de oro, pues habrá que esperar que llegue otro momento de eclosión dorada… No sé ¿ninguna película o realizador interesante desde los 70? ¿Solo excepciones? Otro asunto es que no nos llega todo lo que se está cociendo allá… y viceversa.
Ay, mi querido Victor, Boccaccio 70 creo que bien merece un visionado. Sus féminas actúan de maravilla y protagonizan buenas historias con la mirada especial de cada realizador.
Besos
Hildy
Para no desviar la cuestión de la película que se trata, solo añadiré un apunte: esa crisis de décadas del cine italiano, como (cierto) el de otros lugares, va indisolublemente ligada a los inevitables cambios generacionales en los intérpretes. Otras caras, otras voces, otros acentos, tal vez menos carismáticos, de menor calado y presencia. Eso también influye.
Más besos
Es cierto eso que dice Alfredo. Incluso existen películas americanas del mismo estilo. Woody Allen realizó un corto que no estaba nada mal en una de esas películas. Luego está En los límites de la realidad, que por cierto, esta película con cuatro capítulos tiene una historia escalofriante que algún día contaré. De la que tú comentas tan bien me quedo con Fellini quizá porque soy felliniano hasta el tuétano. Buñuel quiso realizar una película con cuatro historias, pero todas ellas realizadas solo por él. Si no recuerdo mal dos de las historias estaban basadas en relatos de Carlos Fuentes y Julio Cortázar. También me gusta mucho el corto de Fellini Toby Dammit en la película Tres pasos del delirio donde comparte plató con Louis Malle y Vadim. Pero lo que te digo, de todos ellos me quedo otra vez con Fellini. Eso de apostar la cabeza al diablo no es nada bueno. Hoy todo el mundo lo hace y no la pierde porque el diablo,al final, no se las queda por estar todas huecas.
Besos con delirio.
Mi querido Francisco, sí, es buenísimo el corto de Toby Dammit, escalofriante. Con un Terence Stamp… que te deja sin palabras… o cabeza… Es un Fellini muy especial.
En Boccaccio abandono a Fellini (y me gustan mucho esas tentaciones del señor Antonio, me río bastante con él) y caigo a los pies de Visconti, me encanta Il lavoro.
Hubiese sido genial que Buñuel hubiera rodado sus cuatro historias…
Ay, cielo mío, las cabezas huecas…
Besos con alma
Hildy
La Loren en la rifa esta absolutamente espectacular. Recuerdo que cuando la vi siendo un chavalito me quede extasiado preguntándome donde habría mujeres así. Los otros episodios si soy sincero, ni los recuerdo.
Y si, el cine italiano desde la década de los setenta inicio una caída libre que le hace acercarse al nuestro. Vamos a ser inexistente fuera de sus fronteras. Aunque para ser sincero, la Gran belleza me pareció una de las mejores peliculas que vi el pasado año, a ver si resurge de sus cenizas o por lo menos nos llega mas muestras si es que ha resurgido ya. Cuidate
Mi querido Plared, ¡es que qué mujer! Sofia en La Rifa deja extasiado a abuelos, padres, hijos y nietos por igual. NO me extraña que la pregunta que te saliese de niño fuese la de dónde habría mujeres así… porque parece imposible algo tan exageradamente bello. Aunque los otros episodios también tiene mujeres de armas tomar… ay, esa Anita en plan King Kong… ufff. Diré para el público femenino que en algunos episodios los acompañantes masculinos no están nada mal… pero claro no eran grandes divos rozando la leyenda como sus acompañantes femeninas…
Yo también caí sucumbida más que por La Gran Belleza por el personaje de Toni Servillo y su paseo por esa Roma entre deslumbrante y decadente… Seguiremos, con ilusión, la senda que nos llegue del cine italiano… para rescatar aquello que merezca la pena…
Besos
Hildy