¿Qué nos queda? (Was bleibt, 2012) de Hans-Christian Schmid

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Un hombre toca con su hijo una melodía en el piano. Y esta melodía es catártica en una familia que está a punto de diluirse, de quebrarse, de romperse… ¿qué nos queda? Nos queda intuir que quizá en un momento hubo una ‘base sólida’ y montañas de cariño. La madre se va acercando con una sonrisa y empieza a cantar Du lässt Dich geh’n de Charles Aznavour, se unen el hombre y el nieto. La novia del hermano menor del hombre que toca… también sonríe y poco a poco va acercándose como observadora. En un sillón está el padre, leyendo, y cuando escucha sonríe y se levanta. Se acerca a su mujer y terminan cantando a dúo. Bailan. La canción de Aznavour cuenta su historia. No es una historia fácil. Y terminan abrazados, la sonrisa se convierte en tristeza. Todos se callan conscientes de un momento feliz y fugaz. El niño se levanta pero regresa y avisa al hombre, su padre, y le susurra que hay alguien sentado fuera, en la puerta: el hermano menor ausente… que ha escuchado todo pero no ha participado de esa felicidad lejana junto a los suyos, se ha quedado fuera…

Esta escena es la esencia de la película alemana ¿Qué nos queda? del realizador Hans-Christian Schmid (primera película que me acerca a este director). Nos cuenta el deterioro de una familia de clase media alta alemana a partir de un detonante: la enfermedad mental de la madre. La película transcurre durante un fin de semana en el que se reúnen todos para oír un anuncio que quiere realizar ella. La familia ha estado marcada por su larga enfermedad (no especifican exactamente si es bipolar o maniaco depresiva… no es lo más importante). Ella se ha pasado años medicada y les anuncia que va a dejar de tomar la medicación… Este anuncio destapa un montón de asuntos íntimos y ese fin de semana supondrá un antes y un después en cada uno de sus miembros.

Cuando ella da la noticia, su argumento para intentarlo —intentar ser ella misma, vivir sin los efectos de las pastillas— es que parte de una situación sólida de la familia. El padre va a jubilarse y vender su editorial, sus dos hijos están bien situados y aparentemente sin problemas. Pero su sorpresa es que esa “base sólida” no existe por ninguna parte. Como no existe una situación económica y social sólida en Europa… Sus hijos se tambalean en un abismo que augura que nunca vivirán con la estabilidad económica de sus padres (y que todavía necesitan su ayuda en todos los sentidos) y el padre es un hombre que quiere cumplir sus sueños…, tranquilo. Sus hijos todavía se sienten dependientes emocional y económicamente. Tampoco ha sido consciente del desgaste emocional y del miedo continuo que ha ido generando en el núcleo familiar su enfermedad y el cansancio que arrastran todos (y las distintas maneras que tienen de canalizarlo). Uno huye, otro se angustia, el de más allá trata de mantener la base pero empieza a resquebrajarse… Ahora de golpe, sin los efectos de la medicación, se vuelve consciente. Y se da cuenta de, todos se dan cuenta, que han ido sobreviviendo a la situación de la quiebra a través de la incomunicación. Del silencio. De no expresar. De no apoyarse los unos a los otros. De no hacerse daño con las palabras. De tragarse cada uno sus miedos. De cada uno vivir en una isla egoístamente a pesar de amarse.

El desequilibrio no es sólo el de la madre, es el de cada uno de los miembros de esa familia. Y el desequilibrio del momento en el que viven que arrastra a todos a la fractura y al miedo. Es vivir como siempre ha vivido ella: al borde del abismo. En el extremo. Con una fragilidad siempre patente, a punto de romperse.

Por fin en esa catarsis todos hablan, gritan (educadamente y con calma, la película es tremendamente alemana), todos lloran… y todos se comunican, por fin. Porque sólo a partir de la ruptura total pueden empezar a reconstruirse…

Hans-Christian Schmid cuenta con elegancia este drama familiar y muestra un buen uso del espacio y la puesta en escena a favor de la historia que nos cuenta. La escena del piano y la canción es un ejemplo de su manera de rodar y expresar en imágenes. Además cada uno de los actores alemanes saca el máximo partido a su personaje y se disfruta de las interpretaciones de cada uno de ellos. Destacan la madre y el hijo mayor (Corinna Harfouch y Lars Eldinger) que además desarrollan entre ambos una química especial.

¿Qué nos queda? deja un poso triste… y mucha reflexión a cuestas.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

8 comentarios en “¿Qué nos queda? (Was bleibt, 2012) de Hans-Christian Schmid

  1. Guau, totalmente desconocida para mí, mi querida Hildy, pero me interesa mucho, y me tientas enormemente a verla. Tomo nota.
    Nos queda el cine, ¿no?

    Besos

  2. Me pareció, querido Alfredo, muy interesante el planteamiento de la película y cómo está resuelta. Está contada con inteligencia y con una narración cinematográfica acorde con la historia. Ya sólo por la escena del piano merece la pena estar viéndola. Además los actores son magníficos. Merece la pena verla… pero te confieso algo ¡me gusta ser mediterránea y algo melodramática!

    Besos
    Hildy

  3. Me la apunto… me parece muy interesante.

    Otra coincidencia, Hildy, yo a cuestas con mis libros, ya sabes, hace nada terminé un libro de temática parecida (madre como una cabra y consecuencias en su familia) «Nada se opone a la noche» de Delphine Vegan. La versión, si quieres, francesa y femenina. Te rompe a ratos y me pareció muy correcta la forma de contar la historia, alejado de ese lado oscuro que puede ser el sesgo culebrón y en exceso emocional en el que al tratar estos temas se cae con facilidad.

    (Ando bajando La Ciudadela, jeje, ya te contaré. Y Nebraska es que hay no forma, no fluye coincidir en horarios. Pero cuando lo logre también te cuento)

    Un beso

  4. Querida Marga, qué título de novela más bonito… yo a veces sólo por un buen título me puedo empezar a leer un libro o ver una película. Así que también me la apunto porque además me la recomiendas tú y la temática me interesa. Mil gracias.

    Sí, esta película de verdad que es interesante y está bien contada,interpretada y rodada.

    La ciudadela una joya, me encantará que me cuentes. Y Nebraska, emocionante.

    Un beso enorme
    Hildy

  5. Pues no dudo de su interés Hildy…ademásesos detalles sutiles hacen crecer estas historias.
    Aunque la verdad, cuando leo sobre este tipo de películas, o la habitación de Marvin o Agosto por poner dos ejemplos siempre me acuerdo de Cecil B de Mille, que decía que bajo ningún concepto sepueden ofrecer al espectador películas de este tipo, ya que la gente precisamente va al cine para olvidarse dos horas de todos esos demonios, enfermedades y dramas familiares.
    No estoy totalmente de acuerdo con de Mille, y hay excelentes películas sobre desintegración. Seguramente esta es una de ellas. Pero en ocasiones como esta me acuerdo de su manera de entender el cine.
    Ese desgaste emocional, como muy bien dices también mueve a la reflexión. Un abrazo

  6. Mi querido Victor, sí es cierto. El cine puede ser cine-evasión o cine-mirada sobre el mundo que nos rodea.

    A mí tanto el cine-evasión como el cine-mirada me proporciona momentos especiales.

    … hay días en los que, por ejemplo, esta película se me hubiera hecho dura de ver y hubiese preferido cine-evasión. Y viceversa.

    Según el día necesito irme a los circos o aventuras De Mille o quedarme con los Dardenne.

    Y, sí, es curioso que casi siempre se habla, se refleja y reflexiona sobre el desgaste físico o el deterioro físico pero también es demoledor (así como sus consecuencias) el deterioro emocional… Y ese deterioro en ¿Qué nos queda? se refleja muy bien.

    Besos
    Hildy

  7. Suena muy bien y haré por verla.No sé, últimamente estoy más sensibilizado por un cierto tipo de película.Por ejemplo,ayer pude ver por la tele Una jornada particular de Ettore Scola con Mastroianni y la Loren. Quizá no sea un gran filme pero sí lo es en su historia.Un drama menor en medio de la Italia fascista y como invitado Hitler. Una mujer cargada de hijos con un marido fascista a más no poder y un marica de enfrente que le molesta todo lo que está pasando. No sé porqué te cuento todo esto, pero tu texto rebosa de lo que trato de explicarte pero en otro contexto y otra país.

    Besos emocionadas, querida Hildy.

  8. Querido Francisco, ¡me encanta Una jornada particular de Ettore Scola! En realidad me encanta Scola. Y sí es una película sencilla que habla de mucho más y tanto Mastroianni como Loren están brillantes.

    Es decir, efectivamente, como la película alemana, parte de una situación íntima para hablar de algo mucho más general. Y cómo a todos ‘los tiempos que corren’ nos afectan.

    Besos
    Hildy

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