Razón número 1: Duelo de dúos (I Parte): Billy Wilder y Charles Brackett
¿Qué tienen en común La octava mujer de Barba Azul, Medianoche, Ninotchka, Si no amaneciera, Bola de fuego, Arise, my love, El mayor y la menor, Cinco tumbas al Cairo, Días sin huellas, El vals de emperador, Berlín Occidente y El crepúsculo de los dioses? Pues seguro que se puede jugar bastante y sacar varios elementos en común pero hay uno que con solo mirar los títulos de crédito surge con fuerza: los guiones de estas películas están firmadas por Billy Wilder y Charles Brackett. Y su última colaboración juntos fue precisamente en El crepúsculo de los dioses, una buena rúbrica final para una colaboración que dejó muy buenos frutos.
El crepúsculo los dioses es un guion amargo sobre Hollywood y sobre el oficio de guionista pero también un canto de amor hacia dicha figura dentro del equipo humano necesario para crear una película. Esta historia tal y como está contada y cómo está contada, en primera persona, solo puede llevarla a cabo y manteniendo siempre el interés un buen guionista desencantado, como el protagonista del film, Joe Gillis. Y sólo podía llegar a estar tan bien narrada y tan bien reflejado el oficio de guionista con dos profesionales como eran Billy Wilder (también director) y Charles Brackett (también novelista y productor).
Razón número 2: Duelo de dúos (II Parte): Gloria Swanson y Erich von Stroheim
Pero otro dúo brillante que forma parte de una historia mágica (y decadente) y que da autenticidad a cada fotograma es el formado por Gloria Swanson y Erich von Stroheim o lo que es lo mismo por Norma Desmond y Max von Mayerling.
Y la historia verdadera y la historia de ficción se funden creando autenticidad y verdad. Su huella deja el lado más duro de un Hollywood silente que encumbraba y relegaba al más absoluto de los olvidos cuando salías del todopoderoso sistema de estudios. Pero los dos siguieron con la cabeza alta… No protagonizaron en realidad la tétrica pero a la vez deslumbradora y decadente historia de Norma y Max pero sí la suya propia, la de Gloria y Eirch.
Ambos eran grandes en el cine silente. Pero él se salía tanto de los canones de la industria que le terminaron relegando y no le dejaron terminar muchas de sus obras. Pero siguió en el mundo del cine y no cayó en el absoluto olvido por sus labores como actor. Ella era una de las divas y reinas del cine mudo pero en cuanto llegó otra forma de hacer cine (más su rebeldía) se retiró de la pantalla blanca (y se dedicó a otros terrenos, no la fue nada mal). Los dos coincidieron en un momento que supuso lo sublime y la caída más estrepitosa. Ambos fueron artífices de una obra cinematográfica inacabada llena de historias y con imágenes que preludian lo que podría haber sido: La reina Kelly (1929). No acabaron de la mejor de las maneras. No se vieron más. Pero volvieron a encontrarse, y el encuentro fue dulce, en El crepúsculo de los dioses. Ya en los años cincuenta. Ella como una actriz decadente encerrada en una mansión-cárcel-refugio. Él como un mayordomo eficiente que esconde un pasado como director de cine y primer esposo de la diva caída… Y siguen un ritual, al que ahora se une el joven guionista Gillis, se proyectan en el salón las viejas películas de ella. Las imágenes que se ven en El crepúsculo de los dioses se corresponden a aquella película inacabada… Y es emocionante ver el rostro de ambos mientras miran las escenas silentes.
Ficción y realidad. Realidad y ficción. Todo se mezcla.
Razón número 3: cameos y apariciones con mucho arte
… La diva del cine silente se deja acompañar por otras viejas glorias. Igual que Gloria Swanson (como su personaje Norma Desmond) conocía perfectamente esa época porque fue una de las protagonistas… otros rostros silentes salen en esta historia. Así Norma Desmond recibe la visita semanal de tres actores del cine mudo con los que juega interminables partidas de cartas. Ellos son Buster Keaton, Anna Q. Nilsson y H.B.Warner (los dos últimos bastante más relegados al olvido. Tratemos de recordarlos: para los amantes del western ella fue la primera Cherry Malotte, dueña de un Saloon en la Alaska que vive la fiebre del Oro, de las cuatro versiones que tendría The Spoilers. Y H.B. Warner fue el protagonista del Rey de Reyes mudo de Cecil B. DeMille pero luego tuvo papeles secundarios en películas míticas como el alcohólico y triste dueño de la droguería donde trabaja George Bailey en Qué bello es vivir).
También están los que supieron subirse al carro… como un director que hace de sí mismo pero que fue uno de los que dirigió los grandes éxitos mudos de Norma Desmond. Lo vemos en su salsa, siendo él mismo, en un estudio y rodando en la Paramount… ni más ni menos que el ‘rey del espectáculo’, Cecil B. DeMille. Si en tiempos del mudo tuvo éxitos como Juana de Arco, Los diez mandamientos o Rey de Reyes… en aquellos años seguía dando espectáculo con Sansón y Dalila, El mayor espectáculo del mundo u otra nueva versión de Los diez mandamientos… Precisamente en el cameo le vemos en un estudio de la Paramount, en esos momentos estaba rodando realmente Sansón y Dalila.
Una de las reinas del chisme también hace de sí misma… aquellas columnistas capaces de elevar o hundir carreras… presente y haciendo de ella misma en la última impresionante escena que protagoniza una Norma Desmond trastornada. Hablamos de Hedda Hopper y Billy y Charles nos la presentan en su salsa.
Razón número 4: cine dentro del cine. Hollywood dentro de Hollywood
El crepúsculo de los dioses habla de cine, es sobre cine y emplea de manera brillante todos los recursos del lenguaje cinematográfico. Así es un retrato duro pero a la vez apasionado de la industria cinematográfica en Hollywood. Es una historia del cine desde la época del cine mudo hasta el apogeo del sistema de estudios en los años 50 (a punto de caramelo para la caída). Asistimos a la cara oscura pero también a entender por qué se ama ese mundo, ese mundo de hacer películas.
Nos encontramos con los entresijos de un estudio (La Paramount). Sus estrellas, sus productores, guionistas, directores, técnicos, ayundantes de producción, representantes… que foman parte de una gran plataforma, de un plató gigante, que cuenta historias para que se proyecten en la pantalla blanca. Pero este sistema de estudios es una maquinaria que engulle y tritura. Crea y destroza. Encumbra y olvida. Fama y fracaso. Estrellas y sombras. Pero también creatividad, invención, imaginación, levantar sueños, el gusanillo de escribir, de dirigir, de actuar… La cara y la cruz de Hollywood. Un sitio lleno de claro oscuros. Amanece y lo amas, pasa el día y te vas desesperando, anochece y entre litros de alcohol y rechazos terminas odiándolo… y a dormir… que espera un nuevo día.
Norma Desmond y Joe Gillis son dos personajes complejos pero redimidos, sin embargo, por su entrega absoluta a la pantalla blanca. Es lo que les hace vivir y morir. Aman y odían con intensidad el mundo que les hace personas pero también les destruye.
Razón número 5: la mansión y las escaleras
Cuando el guionista Joe Gillis pisa por primera vez la mansión que se convertirá en su cárcel la describe perfectamente. Le recuerda a la mansión que se cae a pedazos en su decadencia que describe Dickens en su novela, Grandes esperanzas. Y piensa que dentro puede habitar una especie de señorita Havisham… y no se equivoca. Solo que Desmond no se rinde y sigue buscando el amor (o el sentirse deseada) aunque tenga que pagar y retener al bello guionista como sea.
Y esa mansión enorme cobija habitaciones sin cerraduras, decorada de manera barroca, como si se tratara de un artificial decorado de película de lujo, un hogar digno de diva decadente. Un decorado que se va desplomando pero que guarda cierta hermosura. Una piscina sin agua que se llenará con la llegada del aire fresco, Joe Gillis. Y que se convertirá en su tumba. Habitaciones con fotografías antiguas, que se aferran al pasado. Habitaciones con goteras. Un dormitorio con un mono muerto. Un entierro en el jardín salvaje.Y unas escaleras que son el mejor escenario para que una Norma Desmond ofrezca la actuación de su vida mientras las cámaras ruedan.
Recopilando curiosidades me entero de que la misma mansión, antes de que se desapareciera definitivamente, se emplearía también en una película donde se rodarían escenas míticas. Es la mansión abandonada donde se refugian en un momento dado los jóvenes de Rebelde sin causa.
Razón número 6: ¿Cuál es el género?
¿Cine negro? Así parece en las primeras escenas. ¿Terror? Es lo que sentimos nada más pisar la tétrica mansión. ¿Comedia? ¿Drama? ¿Melodrama? ¿Comedia romántica? Todos estos géneros se encuentran encerrados en El crepúsculo de los dioses y ninguno chirría. Es tan brutal y tan claustrofóbico a veces el encierro de Joe Gillis (sobre todo cómo lo vive… recordemos que es él el ‘peculiar’ narrador) que sus escapadas y su historia con la joven guionista (Nancy Olson) se hace necesaria. Porque es una manera de pintar un posible futuro para Gillis. A veces los excesos de Norma nos pueden provocar risa… pero una risa incómoda, como el comportamiento de su fiel mayordomo. Una risa que se transforma en lágrima porque hay tragedia detrás de lo estrafalario. Todo está envuelto en un ambiente de cine negro porque sabemos desde el principio que lo que estamos viendo es la crónica de un crimen y sabemos que no hay salida posible, ni salvación ni redención para su protagonista.
Razón número 7: William Holden, pistoletazo de salida
En muchas ocasiones he cantado mi amor platónico hacia William Holden. El crepúsculo de los dioses supuso el pistoletazo de salida para una carrera que despegó lentamente (llevaba desde finales de los años 30 apareciendo en pantalla). Joe Gillis funciona porque lo construye un buen actor (además de partir de un buen guion). El guionista gigoló que va mostrando su vulnerabilidad, sus puntos débiles, lo que le hace más humano. Joe Gillis, un personaje tremendamente complejo y muy bien reflejado por un Holden no sólo atractivo sino que muestra toda la ambigüedad del personaje y consigue que finalmente todos los espectadores estén convencidos de que no se merece contarnos esa historia desde el fondo de una piscina, sin posibilidad de futuro.
Y a partir de El crepúsculo de los dioses, vendría el reconocimiento. Y una galería de películas que me hacen ser para siempre espectadora fiel (ya se vislumbraba en Sueño dorado, el violinista boxeador): Nacida ayer, Traidor en el infierno, Picnic, La Colina del Adiós, El puente sobre el río Kwai, El mundo de Suzie Wong, Grupo Salvaje, Network…
Razón número 8: el narrador, un guionista muerto
Y seguimos con Joe Gillis y William Holden. No sólo es guionista de profesión sino que se convierte en narrador omnisciente del relato cinematográfico. Ya sabe todo lo que va a ocurrir puesto que está muerto. Domina la historia. Y nos la cuenta como lo que es, un guionista. Todo lo vemos bajo su mirada. Y los ambientes por los que se desenvuelve. Y las descripciones de los personajes. Quizá esa es la explicación de ese universo de géneros. Según el estado de ánimo del narrador se va hacia el cine negro, hacia el humor negro, hacia el terror, la intriga o el romanticismo exacerbado…
Razón número 9: érase una vez un gigoló y una dama decadente
Érase una vez un gigoló y una dama decadente en una mansión encerrados en una fiesta de fin de año con una orquesta a su servicio… El crepúsculo de los dioses no es un cuento de hadas. Lo triste (y lo humano y esperanzador) de Joe Gillis es que todavía le queda la suficiente humanidad como para entender la decadencia, los miedos y la tristeza que encierra el rostro de Norma Desmond, otro personaje perdido y frágil. Y los dos son capaces de crearse un universo donde tratan curarse de las heridas. Pero un universo artificial que termina resquebrajándose y matándoles a ambos. Norma no puede vestirse siempre de las bañistas de Mack Sennett o hacer reír con una imitación magistral de Charlot… no puede evadirse siempre. Y Gillis no puede estar toda la vida huyendo sin enfrentarse a sus problemas. Cuando ambos tratan de encarrilar sus vidas… ya es demasiado tarde. Gillis muere, y Desmond pierde la cabeza definitivamente, se quiebra.
Razón número 10: Un principio y un final. Historia redonda
Las películas como las novelas o los cuentos tienen mucho terreno ganado si tienen un principio que atrapa, un desarrollo que mantiene el interés y un final que deja clavado al espectador en el asiento. Y así es El crepúsculo de los dioses. El principio te atrapa y no te suelta: ¡una historia que te está narrando un cuerpo muerto flotando en una piscina de una mansión de Sunset Boulevard! El desarrollo no decae en ningún momento pues se trata de entender cómo se llega a esa situación. Y el final nadie puede olvidar la locura de Norma Desmond bajando por las escaleras cual diva, ante las cámaras, que la están rodando, sin ser consciente de lo que ha hecho… y camino a la detención y reclusión definitiva.
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¡Uf! Cómo me encanta esta película. Diez razones se quedan cortas, ¿no? Yo amé cada segundo. Y es que realmente todas las escenas tiene algo inolvidable. Es como un rompecabezas con una historia en cada pieza.
Ja, ja, ja, pues querida Carmen,tienes razón… diez razones no es suficiente… pero de alguna manera hay que acotar. Sin embargo lo que escribes es verdad es de esas películas que nada sobra ni nada falta… son artefactos perfectos y complejos. Hasta tal punto que te la puedes saber prácticamente de memoria pero no te cansas de verla y es más siempre descubres un matiz o un detalle…
Besos
Hildy
Adoro esta película en todos y cada uno de sus matices. Creo que, como toda película que refleja bien la locura, se trata de una cinta de terror: recuerda la secuencia del entierro del chimpancé, por ejemplo, o esas manos al órgano en primer plano y esas puertas de doble hoja que se abren al fondo de la imagen… A propósito de órganos, otra curiosidad: la cama-góndola que Norma Desmond tiene en su dormitorio es la misma en la que «duerme» Lon Chaney en «El fantasma de la Ópera» (Rupert Julian, 1925).
Besos crepusculares
Me encanta esa anécdota que aportas de la cama-góndola… y sí tiene muchos elementos de cine de terror.
Y es eso matices que hacen que su visionado continuo sea inagotable, querido Alfredo.
Besos
Hildy
Una obra maestra inolvidable a la que es necesario volver con asiduidad. La razón número dos es la que, según creo, da una autenticidad a la cinta sin parangón en la historia del cine. Billy Wilder no hace una película, Billy Wilder hace historia con parte de la historia. Admirable. Yo la consideraría cine negro pero, evidentemente, tiene elementos de muchos más géneros. Besos Hildy.
Creo que es la película más importante en la historia del cine a lo que se refiere al mismo mundo del cine.Es inabarcable,riquísima.Desde el mismo comienzo cuando nos está hablando un muerto. Película dentro de una película de películas. Norma Desmond imitando a Chaplin (inolvidable). Erich von Stroheim proyectando su película muda a su ex mujer, tanto en la película como en la vida real. Buster Keaton:una fantasma de sí mismo, junto a las demás glorias (benditas del cine clásico).El entierro del mono (macabro).Joe Gillis hablando con la chica dentro de un decorado (genial). La piscina vacía, la mansión gótica en ruinas… En fin, que podríamos estar hablando o escribiendo eternamente. ¿Sabías que tengo veinticinco post sobre Billy Wilder? Siempre creo que ya no tengo nada más que decir y luego voy y me sale otro ciclo.
Besos desde mi piscina… bueno, desde mi gastado sofá a lo Rock Hudson en Pijama para dos…de nuevo los pijamas,mi querida Doris Day,perdón,Hildy.
Querido Marcos, sí, notas que en esa historia entre diva y director de cine que se convierte en mayordomo hay un fondo auténtico. Entonces te empapas de la historia real de Gloria Swanson y Erich von Stronheim y todo va encajando… como dices en tu comentario hace historia con parte de la historia del cine…
Besos
Hildy
Querido Francisco, la escena de Norma Desmond (Gloria) haciendo de Charlot es icreíble porque se transforma en Charlot y domina el arte de la pantomima. Y esa piscina primero vacía, luego llena… después iluminada y finalmente con el cuerpo flotando de Joe Gillis…
Es una película riquísima… y que genera un montón de miradas.
Por cierto hablando de pijamas… La octava mujer de Barba Azul empieza por un conflicto de pijamas…
Besos con camisón (también hay memorables en la pantalla blanca…)
Hildy
No sólo es un principio espléndido, es que además es un principio ¡que te está contando el final! A mí es una película que siempre me ha fascinado y que en cada ocasión en que la volvía a ver, encontraba cosas nuevas, aspectos en los que no había caído: una película redonda, sí, sin principio, ni fin, y por tanto interminable, como aquella historia de Michael Ende. Hasta pinté un cuadro con Norma Desmond al final de la escalera, intentando capturar esa mirada única: la vanidad de la locura. Das 10 magníficas razones para verla, para apreciarla, para que a alguien le guste, cuando en realidad no hace falta ninguna excusa: ponerse a verla y quedar atrapado. Lo fastidiado sería dar 10 razones para detestarla.
Saludos.
Querido Licantropunk… interminable y redonda… dos adjetivos que describen muy bien El crepúsculo de los dioses y que muestra su riqueza, sus matices y complejidad y que hace que el espectador rara vez se canse de verla y como dices también quede atrapado, junto a Joe Gillis, en esa mansión.
No se me ocurre ni una razón para detesterla… a mí por lo menos. No dejaría de ser interesante una mirada de alguien que no le gustase EL crepúsculo y que expusiera sus motivos…
Besos
Hildy
He llegado algo tarde a tu entrada, Hildy. Muy poco se puede añadir ya a lo expuesto tanto en tu espléndido texto como en los acertados apuntes de tus seguidores. De todos modos, estoy de acuerdo con Marcos Callau. Para mí, la razón número dos es también la más importante por esa extraña simbiosis que se establece entre la mítica del cine y la vida real.
Es cierto, amigo Antonio, que es muy atractivo ese componente de cine y realidad, realidad y cine… y como los rostros de Gloria y Erich se funden en una historia de ficción con un poso de autenticidad… aunque sus personajes se mueven en un espacio fantasmagórico y onírico, de sombras.
Besos
Hildy
No se cuantas veces volveremos sobre esta maravilla…seducidos por cada plano, por su atmósfera, por todas esas razones que tan bien explicas y que me llevarán a verla de nuevo una vez más. Es una obra de arte.
Leyendo los comentarios, cuando la vea esta misma noche, saldré de la duda, si puedo, que plantea Francisco Machuca: yo siempre pensé que la película que máscosas decía sobre el mundo del cine era «cautivos del mal». Incluso más que la noche americana.
Pero puede ser que esta este en ese podium sobre el cine sobre cine.
Del enésimo estropicio de de la Iglesia, mejor ni empiezo. Ha sido tal y como esperaba. Para mi hace mucho tiempo que sus ocurrencias y gracias han dejado de tener gracia. La de Grondy no la he visto. Tomo nota. Un abrazo.
Querido Victor, sí, es una película que no se agota. Por otra parte creo que es muy interesante su mirada del cine, película de cine sobre cine, porque no sólo cuenta parte de su historia en un sitio determinado, Hollywood (desde el cine silente hasta el sistema de estudios en los 50) sino que además su protagonista es un guionista y lo cuenta desde su punto de vista… de guionista… Solo a un buen guionista se le podía ocurrir contarla desde la piscina como cuerpo flotante sin vida…
Besos
Hildy